Por Emilio Nazar Kasbo
Tras leer una serie de mensajes sobre cuestiones políticas y económicas, he tratado de resumir la disyuntiva que se presenta hoy a la Argentina en el marco teórico y el práctico. La propuesta se enmarca siempre dentro de los postulados de la Doctrina Social de la Iglesia, y en ningún punto trata de salirse de la misma.
El problema no es Martín Redrado ni el BCRA, ni Cristina Kirchner o su oposición, sin el sistema mismo de explotación, que impide el crecimiento, y que tiene una continuidad por décadas al presente. Roto el sistema de dependencia, cada cual debe ocupar el lugar que le corresponde en la sociedad: los trabajadores en su lugar de labor y el hogar, los profesionales y empresarios en sus oficinas, los servidores públicos en la calle, los militares en su Regimiento y en las fronteras, y los delincuentes en la cárcel.
La Argentina no necesita ni una “economía de mercado” liberal, ni una “economía estatizada” marxista al estilo comunista en cualquiera de sus variantes. Lo que la Argentina necesita es una “Economía de Estado” inspirada en la propuesta de Friedrich List, expuesta en Alemania durante la primera mitad del Siglo XIX.
Existen actualmente dos paradigmas vigentes en lo económico en el mundo: el liberalismo y el socialismo de inspiración marxista. Ambos son sistemas internacionalistas, opuestos al criterio de Economía Nacional.
LIBERALISMO Y SOCIALISMO
El liberalismo económico es una política impuesta de modo imperialista, que con una excusa de “libertad” acaba en que “el grande se compra al pequeño” y termina conformando monopolios económicos gigantescos. Por el otro lado, el socialismo económico es también una política impuesta de modo imperialista, que con una excusa de acabar con los monopolios constituye otro idéntico: el monopolio del Estado en todas las actividades. La consecuencia es clara: ambos sistemas son imperialistas y se basan en monopolios.
El liberalismo reniega del Estado y busca impedir toda intervención que equilibre la economía, en pos de un principio tácito de que lo no rentable no se debe desarrollar (aunque fuese necesario, esencial e indispensable). En este sistema, el gobierno se encuentra bajo el dominio de los intereses financieros plutocrático, cuyo poder se basa en un sistema de banca central o su equivalente, en el cual un grupo de intereses financieros controla al sistema de banca central que, como tal, ejerce el poder sobre el gobierno. El gobierno resulta funcional a quien maneja el dinero y las finanzas, como un negocio más.
El socialismo reniega de la actividad privada, y busca impedir toda acción humana que implique una libre iniciativa, en pos de un principio tácito de que tales actividades generan una “plusvalía” injusta y explotadora (aunque permita el avance económico, técnico o científico). Debemos destacar que Carlos Marx en sus mesiánicos postulados afirma que el Estado desaparecerá por la autogesión de la sociedad en una anarquía organizada, tras la “dictadura del proletariado”. Es decir, el socialismo acaba coincidiendo en estas bases con el mismo liberalismo, ya que para Marx las únicas relaciones son de producción, con exclusión de cualquier otra (algo inhumano y para nada realista).
LA ECONOMÍA NACIONAL
En la Economía de Estado, lo primero que se debe hallar es la Soberanía del Estado para que pueda implementarla. No puede haber una Economía Nacional con un Estado que no es soberano, que es satélite o tributario de otros superiores que toman las decisiones del mismo desde afuera.
Un Estado endeudado y condicionado internacionalmente con intereses financieros foráneos o incluso nacionales, no es Soberano, y por tanto jamás podrá tomar decisiones que favorezcan el Bien Común de sus ciudadanos. Por otra parte, los intereses foráneos a los que se sujeta buscarán su propio bienestar, y no el de los ciudadanos de un Estado que sólo es considerado como un sitio más de donde obtener recursos económicos.
Un Estado condicionado internacionalmente con intereses ideológicos foráneos, tendrá los mismos inconvenientes, y aplicará las políticas que le indican desde fuera, en contra de la propia Soberanía y en perjuicio de sus propios ciudadanos, quienes no obtienen lo que merecen o lo que les es debido, sino lo que intereses ideológicos foráneos les permiten obtener.
Por lo tanto, aplicar una Economía Nacional exige un Estado Soberano, tratado con dignidad internacionalmente y con respeto a sus propias decisiones internas, sin injerencia alguna de tipo ideológica, política o económica desde el exterior. No puede haber autoridad natural en la Nación que se encuentre por encima del Estado Nación como tal (sólo puede ser admitida una Autoridad Sobrenatural, pero esta es otra cuestión, y que pertenece al ámbito espiritual, y que no afecta en modo alguno la Soberanía natural del Estado). El Estado Soberano busca el Bien Común de los ciudadanos de modo natural, en el sentido que la Patria indica.
En este caso, es el Gobierno del Estado quien controla y regula la moneda y el sistema bancario de la Nación, orientando la economía de modo natural, equilibrando las desviaciones que pueden darse por diversos motivos de modo que toda la población pueda acceder a un aceptable nivel de vida sin exclusiones.
La organización corporativa del Estado permite tal equilibrio desde las autoridades de los Gremios y Cámaras Empresarias en acuerdo recíproco pueden tomar las determinaciones necesarias en el marco público del Estado.
En cuanto a los servicios públicos que son estratégicos, estos pueden ser gestionados prioritariamente por el Estado, y eventualmente pueden ser desarrollados por Empresas Privadas pero con un estricto y férreo control del Estado, ya que no se trata de una actividad lucrativa más, sino de un servicio público para la ciudadanía.
Federico List, economista prusiano alemán, publicó en 1841, su obra cumbre: Sistema Nacional de Economía Política. Sobre Inglaterra, este autor afirmaba que sostenía «La Riqueza de las Naciones» de Adam Smith para la penetración ideológica en los demás países, pero que internamente se manejaba por el «Acta de Navegación», que es en realidad un instructivo de neto corte proteccionista.
Sostenía List que debía dársele una prioridad especial a la industria manufacturera y a la expansión y unificación de los ferrocarriles y caminos, para lo cual se necesita un fuerte proteccionismo industrial y comercial. Además era partidario de la intervención del Estado para forzar la industrialización, ya que consideraba que era la única forma de sacar un país de la pobreza. Fue uno de los primeros economistas en establecer un esquema de evolución económica en forma de etapas.
List afirmaba que la historia ofrece ejemplos de naciones que han sucumbido porque no supieron resolver a tiempo la gran misión de asegurar su independencia intelectual, económica y política, estableciendo manufacturas propias y un vigorosa estamento industrial mercantil.
NUESTRA DEPENDENCIA
El Banco Central de la República Argentina nació el día 31 de mayo de 1935 en el marco de una reforma monetaria y bancaria. Ese día la Caja de Conversión y el Banco de la Nación Argentina transfirieron al organismo los fondos provenientes del justiprecio del oro. Fue el economista Raúl Prebisch quien como primer Gerente General, cuya gestión duró hasta 1943, diseñó el Banco Central.
Agustín P. Justo fue el autor de la iniciativa de crear el sistema del Banco Central, teniendo como ministro de Economía a Federico Pinedo, basado en el dictamen emitido en 1933 por una misión encabezada por el perito británico Otto Niemeyer y que Prebisch elaboró para su adecuación a la realidad económica nacional.
Prebisch fundó su esquema en la necesidad de superar la grave situación monetaria y bancaria creada por la crisis mundial de los años treinta, soportando más tarde los embates de la recesión de 1938, que combatió con un novedosa política anticíclica, y la de 1939, asociada al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Las ideas keynesianas fueron aplicadas en Argentina con Prebisch desde el BCRA, realizando por vez primera el cálculo del ingreso nacional anual, e iniciando un programa de capacitación de técnicos del BCRA en Harvard (en este caso produciendo una dependencia ideológica) de los funcionarios).
El BCRA depende del Banco de Basilea, que nuclea los Bancos Centrales, y desde donde se controla y decide la emisión de moneda en Argentina, todo ello según una Ley que la actual presidente Cristina Kirchner votó cuando era legisladora en 1992.
EL TRABAJO
La Argentina arrollada y destrozada, lo único que tiene actualmente es la capacidad de trabajo, con mucha mano de obra en estado de desocupación que es desperdiciada, ya que a la vez tenemos gran capacidad de industrialización por contar además con los recursos primarios de producción y con metales que permitirían establecer la denominada “Industria Pesada”.
El Peso y la emisión monetaria deben estar respaldados en la capacidad real de trabajo de los argentinos.
Nuestro país no necesita “reservas”, y menos cuando ni siquiera pertenecen al patrimonio nacional sino que pertenecen a capitales extranjeros.
La Argentina necesita urgentemente establecer nuevos principios económicos que respalden la Soberanía Nacional. Esta solución impedirá los impuestos brutales, las tasas usurarias, evitar la inflación y la hiperinflación, imprimir el propio dinero, la limitación de la industria, los condicionamientos regionales, las finanzas que no dan crédito a nadie, las retenciones del agro derivadas a cualquier destino y las mentiras de la prensa.
La producción industrializada, y la industria pesada, metalúrgica y siderúrgica, incluyendo todas sus derivaciones en materia de tecnología electrónica, abre nuevos caminos que reactivarán al país sin dependencia extranjera. Lo mismo sucede en la industria farmacéutica.
La capacidad productiva se convierte en la verdadera reserva del sistema argentino. El BCRA debe abandonar las “reservas” que se constituyen con préstamos del extranjero, o constituidas por reservas en oro, moneda extranjera o cualquier otra falsa referencia. El mismo Banco Central debe ser reformulado para ser puesto al servicio de la Economía Nacional.
La Argentina tiene suficiente inteligencia y fuerza operativa sumada a una capacidad creativa e innovadora, y estos factores serían suficientes para lanzarnos a un liderazgo cultural, político, económico, mediante la investigación y la exploración alentadas desde el mismo Estado.
EL PROBLEMA
En caso de que Argentina asumiera su propia Soberanía, tomara las riendas de la conducción de los destinos de la Patria sin subordinación a intereses foráneos, será atacada desde el exterior. No solamente porque estarán perdiendo un país esclavizado que vive como una colonia de quinta categoría, sino porque demostraría al resto de los países que se puede vivir sin falsos principios económicos como los que se difunden dogmáticamente en la juventud desde las Facultades de Ciencias Económicas de Estados Unidos y de Europa, a quienes además siguen los estudiantes y recibidos en Argentina.
Bajo tales postulados, el dinero que se imprimiera en Argentina no sería inflacionario, mientras que los especuladores se verían completamente limitados en su actividad ilícita y explotadora por la comisión del delito de usura.
Argentina no necesita de “gerentes” impuestos desde el extranjero por los amos del capital internacional. Solamente se requiere de la Prensa Argentina, la Industria Argentina, las Finanzas Argentinas, el Agro, Ganadería y Pesca Argentina, sin deuda exterior.
La realidad argentina es que estamos en bancarrota, en una cruel bancarrota. La Argentina no puede pagar ni los intereses de la ficticia e ilegítima deuda externa. La Argentina o continúa en la dirección política y económica falsa con las consecuencias que todos vivimos, o se decide por una Economía Nacional, que permite eliminar los brutales impuestos, erradicar las tasas usurarias, fortalecer la moneda nacional para convertirla en internacional, eliminar las devaluaciones y juegos con el tipo de cambio, así como corridas bancarias, bursátiles o “pánico de los mercados”, anular todas las restricciones a la emisión de moneda con fines productivos (que no es inflacionaria), y n procesos penales efectivos a quienes cometan el delito de usura. Además debe existir una Prensa Nacional, gestionada desde la misma Corporación en función del Bien Común de la Sociedad, como servicio público y no como negocio, sin monopolios de prensa, ni monopolios financieros privados o bancarios.
Lógicamente deben ser quitadas todas las restricciones impuestas a las actividades económicas, de modo que sólo quedarán las autoimpuestas por los Gremios y Cámaras Empresarias de común acuerdo entre las mismas, y las necesarias para el sostenimiento y financiamiento del Estado.
Se deben abandonar los planes sociales que mantienen a la población como piqueteros sin posibilidad de crecimiento económico ni de empleo, para implementar una política de empleo que erradique la desocupación completamente. Además se deben eliminar las retenciones a los productos agrícolas, en pos de las autolimitaciones que los Gremios, Cámaras Empresarias y el Estado en su conjunto dispongan, de modo que no afecten al desarrollo económico.
Implementar esta política y economía implica salir del sistema internacional vigente, lo que equivale a un aislamiento internacional. Pero una vez hecho eso, solamente un sistema de alianzas no invasivas con otros Estados igualmente soberanos permitirá coordinar esfuerzos y procurar el Bien Común de los ciudadanos de otros Estados, coordinados a la manera de una Federación.
POSICIÓN INTERNACIONAL
El mundo hoy es gobernado por una superpotencia dominante, Estados Unidos, que se encuentra sujeta a capitales internacionales que deciden su destino político. Asimismo, internacionalmente existen grupos de países que acaban decidiendo el destino de los otros, mientras a su vez existen grupos económicos que deciden el destino de tales países (como el Club de Bilderberg o el CFR)
Actualmente está impuesta la globalización en todo el mundo. Resulta difícil que el uso de las computadoras evada la interconexión mundial y la transmisión de contenidos informativos que tienen consecuencias culturales, y es una tarea de científicos en ese aspecto. Sin embargo, hasta los mismos buscadores de Internet generan contenidos diversos según el sitio donde esté ubicada la computadora, y la globalización en tal sentido comienza a resquebrajarse para dar paso a contenidos regionales y nacionales diferenciados del resto.
Pero existe además una globalización política y económica. Esta globalización ha puesto sus ojos en Brasil, desde donde ataca a cada país sudamericano, absorbiendo toda la industria (automotriz, textil, naval, aérea), generando puestos de trabajo en su país y desempleados en los países que eligieron desindustrializarse por crear condiciones imposibles para las actividades económicas. Argentina incluso ha perdido su liderazgo agropecuario.
Capitales mundiales que son golondrinas en los países son capaces de producir gran inyección monetaria o grandes alteraciones y desastres económicos en cuestión de horas, afectando la estabilidad económica de cualquier país.
Sin embargo, Brasil no implementa una Economía Nacional, sino que es el país internacionalmente elegido en Sudamérica como destino “seguro” del capital internacional.
La Argentina tiene siempre abierta la oportunidad para el desafío. Asumir el destino de la Patria implica un choque con el exterior, y la declaración oficial de una guerra político-económica de modo público. La opción es permanente: o seguimos viviendo como ahora y empeorando cada vez más, o nos decidimos por una Economía Nacional Corporativista en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia y del Derecho Natural, que nos ponga de pie en el concierto de las Naciones.