Por Cosme Beccar Varela
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Buenos Aires, 2 de Noviembre del año 2010 – 1007
Sobre la muerte de Kirchner está todo dicho menos lo más importante y es que Kirchner no era realmente nada de lo que dicen sus detractores ni sus partidarios. Era en realidad un hombre de poca inteligencia, incapaz de haber planeado las muchas maldades que cometió desde que usurpó el poder en el 2003 con el 19,8% de los votos del padrón y que si bien aparecía como el ejecutor de esas hábiles y siniestras maniobras, no era su inventor ni mucho menos.
Inclusive como mandadero de otros que no aparecen y que son los verdaderos autores del plan que nos impone esta tiranía, era un mal actor. Su presencia no lo ayudaba y su desenfrenada codicia sin códigos morales lo llevó a enriquecerse desmesuradamente y a quedar expuesto a ser defenestrado en cualquier momento, en el preciso momento en que dejara de ser útil.
Ese momento se acercaba cuando escribí, el 14 de Diciembre del año 2009 el nro. 947 titulado: "Parecería que están preparando un cambio de títeres". Menos de un año después uno de los títeres ya no está.
No necesito probar nuevamente que Kirchner era un "minus habens" porque creo que ya lo probé en varios artículos de este periódico. Cito apenas uno de los muchos que escribí sobre el asunto, el nro. 890 del 6 de Enero del año 2009 titulado "El invento del *postkirchnerismo*". Hay muchos otros en la misma línea que jamás fueron refutados.
Además de eso, hay un dato evidente: la cara de Kirchner. Lincoln decía que todo hombre es responsable de su cara después de los 30 años. La cara de Kirchner era un cartel que decía: "Mi coeficiente intelectual es apenas el de un vivillo".
Por lo tanto, la importancia que le dieron los diarios supuestamente opositores fue parte de la gran operación montada por el "think tank" marxista que tiene el poder intelectual y el real, y no porque él fuera importante. No fue un gran hombre ni siquiera en el terreno de la maldad en la que tiene competidores mucho más destacados como Nerón, Calígula, Stalin, Hitler, Perón y otros que además de ser malos tenían algún coeficiente intelectual destacable. Kirchner era muy poca cosa pero le hicieron creer al público, por arte de birlibirloque, que era un genio político.
Haga memoria y pregúntese a sí mismo cuando le oyó decir una frase inteligente, mostrar comprensión de algún concepto sutil, moverse con un mínimo de elegancia, portarse como un estadista. Sólo se acordará de su foto, repetida hasta las náuseas y siempre elegida entre las que menos pusieran en evidencia su defecto óptico; sólo podrán citar frases banales deliberadamente agresivas en base a las cuales se creó la leyenda, ideada por sus mentores, realizada por la prensa y creída por la inmensa zoncera de las "clases cultas", de que esa vehemencia era una prueba de la pasión con que servía sus convicciones que habitaban su cabeza.
Sin embargo, jamás tuvo una idea que supiera expresar. Sólo tenía odio por la civilización cristiana que todavía resta en la Argentina. Su única idea era la obsesión de destruirla, siempre que eso no le impidiera juntar millones mal habidos. En la escala de sus preferencias, la codicia disputaba la primacía con ese odio.
Malo era, por supuesto, y dispuesto a hacer lo que ordenaran los que eran peores que él, que le daban el libreto de su actuación y que lo habían encumbrado mucho mas alto de lo que él jamás hubiera soñado.
Pero eso de que era capaz de "construir poder", de "revitalizar la figura presidencial", de poner en práctica un "modelo" para una argentina que debía construirse sobre las ruinas de la otra, eso no, absolutamente no.
La maniobra insultante de pasarle la presidencia a su mujer como si fuera un bien ganancial de la pareja, la audacia inédita con que realizó ese "enroque", jamás se le hubiera ocurrido a ese "minus habens".
Y la forma en que se logró el alineamiento de los corruptos peronistas y afines (Cobos incluido) fue una maniobra que este hombre jamás hubiera podido realizar por sus propios medios. Para eso, tuvo que disponer del Tesoro nacional contrariando todas las leyes, habiéndolo aumentado previamente mediante el repudio de la deuda pública, el incremento confiscatorio de los impuestos y la degeneración de la ley de presupuesto que le permitía modificar el destino de las partidas a su sola voluntad.
Mire de nuevo la cara de este hombre y dígame si lo cree capaz de imaginar semejantes audacias y de ponerlas en práctica sin falla alguna.
* * *
De repente, se murió. Y los diarios "opositores", que hasta ayer nomás informaban sobre sus numerosos negociados, pasaron a convertirlo en una especie de héroe nacional, dedicándole la casi totalidad de sus ediciones durante tres días, los tres días en que el cadáver iba y venía de un lado para el otro en una especie de "carrousel" macabro, presidido por su mujer, que funge de "presidente" y que desempeñaba el papel de la viuda perfecta rodeada de toda la izquierda local e iberoamericana.
Esos diarios son los que Kirchner atacaba como "destituyentes" y acusaba de ilícitos titulares de las acciones de "Papel Prensa".
Entre ellos, me interesa destacar la conducta de "La Nación" porque es el que más daño hace por ser el preferido de las "clases cultas". El Jueves 28/10/2010 le dedicó 19 páginas, el Viernes 29/10/2010, 22 páginas y el Sábado 30/10/2010, 18 páginas al difunto.
Como escribió el periodista Nicolás Kasanzew esas y las otras de los demás diarios, fueron páginas colmadas de "empalagosa hipocresía". Un plumífero competía con el otro en decir banalidades falsas para ensalzar a un personaje cuya vida escandalosa no admitía ni el más mínimo elogio. Fue una vergüenza capaz de sonrojar a un témpano, pero no a los periodistas al servicio de la tiranía.
El más sincero de los turiferarios fue el enfermo Maradona quien declaró: "era el tipo que se la jugaba por sus ideales, como el *Che* (Guevara), mi ídolo". ("La Nación", 29/10/2010, pag. 19). No se jugaba nada pero sí era marxista como Guevara, aunque mucho menos inteligente y no tuvo la oportunidad de matar a miles como el guerrillero argentino-cubano. (Dicho sea de paso, Maradona se revela como lo que realmente es al confesar que tiene como "ídolo" a semejante asesino).
"La Nación", que de vez en cuando publicaba un editorial no más sonoro que un maullido de gato para criticar alguna cosa de Kirchner, en estas tres ediciones de "canonización" del muerto, no escribió ni una línea para objetar cualquiera de sus atroces injusticias, entre ellas, tener secuestrados a 900 militares desde hace 7 años o más, más otros 120 que murieron en sus mazmorras ni tampoco sobre el inexplicable aumento de su patrimonio durante la gestión presidencial de la pareja.
Esta adulación rastrera quedará en la historia de la ignominia como un caso exponencial.
* * *
En cuanto al futuro del país que por ahora está en manos de la usurpadora cónyuge supérstite, a los diarios no se les ocurre otra cosa que tratar de adivinar a cual de los sátrapas del régimen tendrán que besarle los pies de aquí en adelante.
La viuda, cuyo discurso de ayer, que duró cinco minutos, a pesar de que declaró encontrarse en el "momento más doloroso" pero "no en el más difícil" de su vida y a pesar de unas pocas lágrimas que no podían faltar, no pareció confirmar la teoría de que las riendas del gobierno las tenía el muerto.
En realidad, no las tiene ninguno de los dos y nadie sabe cuales serán los nuevos títeres que designará la secta marxista que lo maneja todo, para ocuparse de lo que queda de este período presidencial y del que viene. Los personajes de primera fila (la viuda, Scioli, Moyano, Fernandez, De Vido, Randazzo, etc,) son de tal insignificancia que ninguno de ellos puede pretender el liderazgo.
Detrás de las bambalinas se juega el futuro de nuestra Patria y nosotros somos como un bien mostrenco del que cualquiera puede adueñarse si cuenta con el visto bueno de la secta.
La "oposición" no ha atinado ni a criticar la obra nefasta del muerto ni la evidente complicidad e incapacidad de la supérstite. Es que los "opositores" son "astillas del mismo palo" y no pueden tirar la primera piedra
El Ejército Argentino (si es que así puede llamarse) publicó un aviso fúnebre en la página 30 de "La Nación" del 28/10/2010. No vi ningún aviso fúnebre del Ejército por los 120 muertos en cautiverio, así que no hay duda de qué lado está ese ejército...
Sólo parece haber una pista para saber quién será ese títere o mandadero de la secta. Según el sesudo Carlos Pagni, periodista "estrella" de "La Nación", será Máximo Kirchner (ver edic, del 30/10/2010, página 1).
Quien haya visto por TV, aunque sea diez minutos, el velorio del difunto en el que estaba el tal Máximo a la cabeza del cajón, sonriendo y cabeceando, mientras conversaba con Chávez, el tirano de Venezuela, podrá tener una idea del disparate que ha lanzado Pagni al ruedo.
Ese individuo gordo, mal entrazado, parecido al padre, que hasta hace cinco días estaba dedicado a los "negocios" de sus progenitores desde Río Gallegos, no puede ser jamás ni siquiera títere de la secta, tal es su notorio salvajismo. Si se atrevieran a eso sería la señal más clara de que hemos caído mucho más bajo de lo que yo me hubiera podido imaginar en la peor noche de insomnio y de negro pesimismo.
* * *
Para completar el cuadro, Monseñor Bergoglio dijo un sermón en la misa que celebró el día del deceso en el cual afirmó que "el pueblo tiene que claudicar de toda postura antagónica para orar frente a la muerte de un ungido por la voluntad popular" ("La Nación", 28/10/2010, pag. 7).
O sea: convalidó el fraude del 2003 en que Kirchner usurpó la presidencia con el 19,8% del voto del padrón, con la complicidad de Menem y de López Murphy y, además, recomendó a la oposición dejar de oponerse con lo cual la secta marxista que nos tiraniza puede hacer lo que se le dé la gana.
Y tras cartón, Monseñor Laguna y monseñor Casaretto, cabezas de la izquierda episcopal, fueron al velorio y rezaron un responso ante el cajón del enemigo de la Iglesia que no quiso recibir los auxilios espirituales cuando estuvo en peligro de muerte antes de una de sus operaciones cardíacas. Con eso le dieron una pincelada religiosa al enemigo de la religión.
Los de la izquierda, algunos por compartir el odio ideológico del muerto y otros porque les pagaron $300 para eso, fueron a hacer la cola (varias veces, como en la ópera “Aída”) para pasar delante del cajón.
Pero la inmensa mayoría del país se quedó en su casa y guardó silencio. Sin embargo, esta inmensa mayoría está inerme porque no tiene dirigentes auténticos que la conduzcan a mejores días. Desamparada, desconcertada, dispersa, es fácil presa de la secta marxista que está detrás del trono y que es la que tiene el poder. Ella decidirá libremente cual es el siguiente capítulo de esta dolorosa etapa de nuestra Historia y cómo conseguirán mejor su objetivo de implantar un Estado socialista. Mientras tanto, tiene todo el poder y la muerte de Kirchner no es nada más que un episodio dentro del drama argentino.