Por Carlos Manuel Acuña
Lo que no se sabe es hacia donde. Lo único concreto es la marca que Kunkel lleva en
su cara y que es la primera vez que un
emblemático del pasado terrorista debe soportar la trompeadura de una
señora. Los bloques y los partidos
se quiebran y diluyen para recomenzar como en una calesita.
Se internacionalizó el ataque
contra quienes vencieron a la subversión. Ya se habla
del negocio de los derechos humanos, de las
coimas y escándalos.
Se siente en el aire que se respira, en la confección de determinadas noticias y en la pérdida del miedo para denunciar anomalías e intentos de coimas. Después de la muerte de Néstor Carlos Kirchner - posiblemente el peor presidente de la República y dirigente político más nefasto de los últimos decenios - estos cambios en la vida de relación política y social pueden considerarse como positivos. Los negativos, son la proliferación de cortes y movilizaciones urbanas que alteran la tranquilidad pública y aportan una buena dosis de preocupación por el devenir. Más aún, abren el camino a rumores y versiones indicativas de que se ha perdido un punto referencial del autoritarismo que mantenía un cierto control del escenario. Esto último tenía varias causas y la principal consistía en el deterioro de las instituciones y el despliegue de acciones públicas en función del manejo de la billetera, las famosas cajas con las que Néstor dirigía un proceso político que tendía a agotarse pero que se interrumpió bruscamente. Precisamente, su falta de sustento precipita el vacío y hace que no exista una coherencia aceptable y constructiva.
Esta apretada síntesis descriptiva de lo que sucede es necesario tenerla en cuenta para intentar vislumbrar - y explicarse - como podrá desarrollarse el difícil proceso que la Argentina tiene por delante y que los pocos funcionarios más lúcidos o perspicaces vislumbran con inquietud. Las primeras medidas de control que adoptaron fue la contratación de encuestas que demuestren sí o sí un crecimiento de la expectativa electoral de Cristina Fernández, tal como lo anunciamos hace poco. Así, se lanzaron cifras que la ubican con una vocación de voto por encima del 30 por ciento, número poco creíble pero que rápidamente fue explicado como una consecuencia de la organizada demostración de tristeza por parte de la viuda. El paquete viene con comentarios adicionales que sostienen que ese porcentaje podría crecer y afirmarse con el correr de los días pese a que la realidad indica exactamente lo contrario. Simultáneamente, Cristina resolvió dar una muestra de autoridad similar a los gestos arbitrarios del difunto y así se intentó forzar la votación del Presupuesto sin cambiar una coma, con el resultado que se conoce. Agreguemos que, además, esto no debe sorprender pues todas las planificaciones organizadas por el oficialismo en estas cosas, siempre le salieron mal por su escasa habilidad y sobre todo, porque cada vez más rápido pierde la concepción de la realidad.
Cristina está en problemas. Y problemas muy serios. A esta altura de los acontecimientos es fácil reconocer lo que sostenemos al comienzo de este artículo y esa pérdida del temor al que nunca nos acostumbramos tuvo una exteriorización que al comentarla ayer, lo titulamos La Trompada. No fue un hecho simple como tantos que suelen darse en el ámbito político cuando las pasiones reemplazan al racionamiento, sino que tuvo una víctima emblemática para los viejos subversivos de los setenta. Carlos Kunkel tenía fama de pesado, fama de la que no podía desprenderse por lo que fue su actividad violenta durante una etapa que el gobierno trata con subjetividad: castiga a quienes evitaron el triunfo subversivo y respalda a quienes perdieron en el terreno de las armas e intentan revertir esa derrota con otras formas de combate: la cultura y el negocio comercial con que se explota un asunto que merece otro tratamiento, es decir, los derechos humanos. Ahora surgen y se extienden temas impensados hasta semanas atrás. Limitados a algunos libros y comentarios mediáticos consignados con una exasperante brevedad, hoy ya iniciaron el camino para instalarse en la sociedad. Comienzan con una cierta timidez pero se fortalecen con el correr de los días. Por ejemplo, ya no se habla del robo sistemático de bebés, simplemente por que eso no existió. Por ahora, en vez de reconocerlo, se lo calla y el tema será motivo de aclaraciones que primero deberán soportar reiteraciones que se conocen como mentirosas. Simultáneamente surgen más y más interrogantes acerca de cuantos millones y millones de dólares pagó el Estado para subvencionar a quienes manipulan declaraciones, dudas y certezas ensayadas para impactar a la opinión pública como presuntas víctimas de la Guerra Antirrevolucionaria. ¿Quienes se enriquecieron con este asunto...? Poco a poco y aunque no lo reconozcan, los jueces comienzan a inquietarse en su intimidad y a medir con más cuidado sus sentencias ya elaboradas con antelación, tal como ocurre en otros países latinoamericanos en lo que se percibe como un proyecto internacional que tendrá sus derivaciones. El Uruguay, Paraguay, Brasil, Chile, Colombia y otros países registran las señales de este plan que signará la política latinoamericana durante un lapso bastante largo.
¿Que tiene que ver todo esto con Cristina y su futuro...? Digamos que bastante. La viuda intentará continuar con la política que instrumentaba el santacruceño y para ello necesita un respaldo que no tiene y busca. ¿Será Hugo Moyano uno de los artífices de la profundización del conflicto asomado...? Es factible pero para ello será indispensable que la Justicia se expida con contundencia en el problema de la falsificación de remedios, contundencia que debe ser ser tan terminante que impida un intento camionero de paralizar el país. Pensemos por un instante en todo lo que esto puede significar y detengámonos en los múltiples ensayos por distraer a la opinión pública. Por ejemplo, el gran impulso mediático que se le dará al descubrimiento de varios kilos de droga, un fenómeno que podría haberse dado antes pero que ahora aparece oportunamente. Insistir en la difusión de la creciente inseguridad es un arma de doble filo pues demuestra la escasa o nula capacidad gubernamental para concluir con el flagelo. Desde la izquierda llegan las peligrosas señales de movilizaciones por causas varias, aunque por el momento giran principalmente alrededor del asesinato de Mariano Ferreyra, el activista de la CTA cuya muerte sigue impune. Si la investigación avanza afectará al sindicalismo moyanista y si se detiene exacerbará a esa izquierda cada vez menos contenida.
Cristina insistirá en la posibilidad de candidatearse para el 2011 para salvarse de la cárcel. Los contactos son múltiples a igual que las variables de este proceso y contra lo que muchos creen que se producirá su alejamiento antes de concluir su mandato, deben entender que hará lo imposible por mantenerse en la Casa Rosada. Hoy por hoy es imposible hablar de fórmulas y entendimientos entre hombres y partido pues las posibilidades cambian aceleradamente. Los ánimos están caldeados y eso es peligroso. Lo que hoy debe evaluarse con detenimiento, mañana pierde sentido y el vértigo- tal como lo sostenemos desde hace mucho - muestra un panorama cada vez más confuso e incierto. Los bloques se quiebran, los partidos políticos tienden a diluirse y hasta el momento nadie reflexiona a viva voz acerca del agotamiento de las estructuras partidarias. Desde Lomas de Zamora las señales son sutiles y contenidas, desde Santa Fe el silencio admite toda clase de especulaciones cada vez menos intensas. La única certeza es la marca que Kunkel lleva en la cara y que desde ayer lo acompañará inexorablemente. Algunos censuran a la señora Camaño por lo que hizo pero hay que reconocer que aunque lo hagan en voz baja, la mayoría oculta a duras penas su satisfacción por lo ocurrido. Otros más decididos, aplauden vivamente y nadie parece reparar en que el Estado carece de Presupuesto para el ya cercano año próximo.