Por: Ricardo Díaz
San Nicolás fue un obispo del Asia Menor que tuvo mucho pesar de los necesitados, especialmente de las familias que se empobrecían por cusa de los malos negocios y otras razones. Se trataba a veces de personas de alta categoría social que tenían vergüenza de pedir limosna y, entonces San Nicolás recolectaba dinero o artículos y se los daba a esas familias, sin que ellas supiesen quién era el benefactor.
Ese prelado tenía la costumbre de pasar en la noche por las casas de los pobres, dejar los regalos por las ventanas y salir corriendo. Se impuso por eso la tradición de afirmar que, esa noche, el santo obispo afable, pasaba por todas las casas del mundo y dejaba juguetes para los niños mientras ellos dormían.
Bien, entonces ¿qué tiene que ver este gordo tonto que se ríe como un bobo? ¿Qué tiene que ver este barbudo con los colores de la multinacional gaseosa? ¿Por qué se difundió esto tanto, desdibujando así la Navidad en que se conmemora el nacimiento de Jesús? ¿Quiénes están detrás de todo esto, la masonería, los lideres de la finanza mundial? ¿Quién nos llevó a engañar a nuestros niños, a nuestros propios hijos, nietos y sobrinos? ¿De qué nos disfrazamos cuando el chico descubre que no hay papá Noel, que le estuvimos mintiendo, aprovechándonos de su inocencia, de su ingenuidad?
Igualmente desastroso y estúpido es aquello de hacer bromas el 28 de diciembre. Los Santos Inocentes fueron los niños que mandó a matar Herodes. ¿Qué tiene que ver esto con esa difundida manía tarada de hacer bromas, justamente ese día?.
Todas estas, son preguntas que me hago en ésta época. Espero vivir lo suficiente para ver algún día las cosas en su lugar. Ver, por ejemplo en Noche Buena, a la gente conmemorando el nacimiento del niño Jesús.