Por Emilio Nazar Kasbo
Describiremos de modo objetivo en esta nota qué significa el Golpe de Estado de 1976 de Argentina que instauró en el Gobierno al Proceso Militar, en una historia que tiene luces y sombras.
UN PODER MUNDIAL
El mundo está gobernado por el Poder Internacional del Dinero, cuyas cabezas son cada vez más públicas. Quienes manejan ese Poder Internacional sólo pueden alcanzar en su culmen la orientación económica, política, social y cultural del planeta, aunque no pueden jamás ser dueños de todas las almas de quienes decidan ser libres ante semejante fuerza. El manejo del dinero es fuente de compra de posiciones en el mundo, en un dominio material y compra de voluntades, y los dueños de ese dinero, de la deuda de las naciones del planeta, pretenden gobernar el mundo como preludio a la aparición del Anticristo.
¿Quiénes son los dueños del dinero, de la deuda de las Naciones, de los Bancos Centrales y por tanto de los créditos y dineros particulares? Sus nombres pueden obtenerse hoy fácilmente gracias a la publicidad de los nombres que integran los organismos y sociedades que son titulares de dichas entidades y que las controlan.
Este Poder Internacional del Dinero tiene dos manifestaciones: el liberalismo “democrático” y el comunismo “revolucionario”. El liberalismo se implanta en un inicial sometimiento de los trabajadores a los empresarios, subordinando estos últimos su éxito a la maximización de lucro por el lucro en sí mismo, llegando a la explotación de los empleados. En ese contexto, surge el resentimiento, que es aprovechado por el socialismo revolucionario, cuya finalidad intrínseca es la subversión total, incluso cultural. Estas dos clases de política se encarnan en gobiernos subordinados al Poder Internacional del Dinero, que los financian.
Efectivamente, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética o China, por mencionar ejemplos más conocidos de liberalismo y socialismo, son financiados y controlados por los mismos organismos, ya que se trata de naciones endeudadas. La deuda externa es el elemento de subordinación de las naciones a ese Poder oligárquico y timocrático.
REVOLUCIÓN EN LATINOAMÉRICA
El Comunismo Internacional, uno de los brazos de ese Poder Internacional del Dinero, alentó y financió la subversión y el terrorismo en Argentina, que se mezcló en el movimiento peronista que buscaba el regreso del General Juan Domingo Perón al país, quien se encontraba en el exilio en España. Mientras los justicialistas vivían la “resistencia peronista”, buscando el regreso de su líder, el marxismo alentaba el terrorismo, la subversión y la revolución para la toma del poder.
Tropas entrenadas bajo las órdenes del gobierno de Cuba asumido por Fidel Castro, constituyeron en Argentina un Ejército que se enfrentó al gobierno de turno, fuese cual fuese. Fidel Castro esperaba reproducir el modo en que asumió el gobierno de la isla en toda Latinoamérica e incluso en África. Como su plan no funcionó en el tiempo, el gobierno de la Unión Soviética dejó de financiar a Cuba en su iniciativa, y por tanto indirectamente a los ejércitos guerrilleros que se expandieron en Latinoamérica. Toda Latinoamérica sufrió una situación similar, sujeta a una misma subversión alentada desde el mismo centro de poder mundial.
Como los Ejércitos guerrilleros, bajo diversas denominaciones, dejaron de recibir financiamiento, debieron recurrir al chantaje, la extorsión, el secuestro, el robo, todo ello mezclado con asesinatos, bombas, operativos militares, inteligencia en seguimiento de personas al servicio de los ilícitos que se planeaban cometer (confundida con “trabajo periodístico”, al estilo de Rodolfo Walsh). Los Ejércitos Guerrilleros se habían estructurado de modo celular, haciendo muy dificultoso el hallazgo de sus líderes, ya sea como cabeza política (como Mario Firmenich o Roberto Santucho) o como cabeza de inteligencia (como Horacio Verbitsky), ya que nadie tenía un contacto directo sino remoto con los mismos, quienes bajaban directivas por cadenas celulares conformadas por sus militantes.
Se trató de una guerra no convencional, en que los grupos que hoy son llamados “jóvenes idealistas” respondían a las órdenes internacionales del socialismo, que estableció la subversión en toda Latinoamérica como modo de alcanzar el poder. Se pretendía producir el llamado “vacío de poder” en el cual mediante el terror y el estupor instalado entre los gobernantes, y ante su falta de reacción positiva ante la situación, ante su inacción, los subversivos coparían el gobierno. Los periódicos de la época detallaron numerosos atentados de todo tipo, ya que la política de estos grupos consistía en salir en la sección de policiales de los diarios: la política se había convertido en un hecho delictivo.
Los subversivos se disfrazaban de estudiantes, de trabajadores o de empresarios, cuya misión no era estudiar, ni trabajar ni conducir una Empresa, sino militar en pos de una ideología materialista para alcanzar el gobierno de cualquier modo. La estructura militar subversiva en Argentina llegó a la mayor confrontación en la zona noroeste del país, cuando los Ejércitos terroristas pretendieron independizar la región, llegando incluso a presentarse ante las Naciones Unidas para el reconocimiento de su independencia, aunque no tuvieron trámite positivo.
Pero todo esto no sucedió en Argentina el 24 de marzo de 1976, sino que fue una escalada de hechos cada vez mayor y cada vez más sangrienta, surgida a fines de la década de 1960.
GUERRA ANTISUBVERSIVA
“Ellos empezaron primero”, afirman los izquierdistas. Pero “ellos” no son los “antiperonistas”, sino “las estructuras” que los subversivos pretendieron combatir: los militares (los mártires Larrabure y Amelong), los policías, los empresarios, los gremios (asesinato de Vandor y de Rucci), de los intelectuales católicos (los mártires Jordán Bruno Genta y Carlos Sacheri) y el establecimiento de una “iglesia subversiva” mediante la infiltración marxista que los justificara (de la mano de los obispos Angelelli, Hesayne, De Nevares y Novak).
Los “jóvenes idealistas”, verdaderos subversivos asesinos (“una fría máquina de matar”, los definía el Che Guevara), no buscaban el orden en la sociedad, sino la destrucción de todo orden y la implantación de la anarquía en medio del estupor social, bajo la excusa de ser ellos “el pueblo” y “representantes del pueblo”. Sin embargo, “el pueblo” les tenía espanto y horror en aquella década de 1970. Cerca de mil setecientos muertos fueron las víctimas de los subversivos, sin contar heridos, daños materiales y daños morales, cuyo número sería muy superior.
El General Agustín Lanusse dejó el mando al designado presidente Héctor Cámpora, el cual disolvió los Tribunales que debían juzgar los hechos terroristas y abrió las cárceles para que los presos por acciones subversivas terroristas volvieran a salir, reeditando con más fuerza la ola de espanto en el país. Cuarenta años después, los “jóvenes idealistas” hoy en el poder armaron “La Cámpora”, en homenaje a quien les dio la libertad a los marxistas que luego se enfrentaron a Perón.
Efectivamente, Juan Domingo Perón regresó a la Argentina de su exilio en España, produciéndose un gravísimo incidente armado en Ezeiza. Hubo nuevamente elecciones, y Perón asumió su tercer presidencia, contemplando azorado cómo aquellos a quienes Cámpora había liberado ahora eran su propia oposición. Es decir, aquellos que decían meter bombas y matar gente para el retorno de Perón, no cesaban en su acción ya estando Perón como Presidente. Demostraron así que Perón era una excusa, y que sus fines eran otros.
Perón insultó a los montoneros, quienes se retiraron de la Plaza de Mayo. Lo acusaban de estar “viejo” y de no saber lo que estaba haciendo. Hubo copamientos subversivos de unidades militares, episodios de terrorismo, y Perón salió a enfrentarlos cuando desde la Casa de Gobierno y bajo la dirección de “el brujo” (anticatólico) José López Rega implementó un grupo “paramilitar” llamado Alianza Anticomunista Argentina (más conocida como la Triple A). Perón respondió de ese modo a una acción similar de los subversivos: con una organización de sentido contrario. Grupos violentos de ultraderecha y de ultraizquierda, ambos denominándose peronistas, se enfrentaron. Asimismo, Perón elaboró las directivas del Modelo Argentino, contando con el Proyecto Nacional y la Comunidad Organizada, buscando implementar una Constitución Corporativista, según el sentido de tales documentos.
Perón, siendo presidente en 1974, se refirió en durísimos términos ante el copamiento del Regimiento de Azul. Tras su muerte, fue sucedido por María Estela Martínez de Perón, quien fue la vicepresidente del tercer gobierno de Perón y primer Presidente mujer del mundo, hoy exiliada en España, quien junto con sus ministros Italo Argentino Luder, Carlos Ruckauf y Antonio Cafiero, firmaron en reiteradas oportunidades sendas disposiciones denominadas “Decretos de aniquilamiento” para el exterminio de la subversión. En durísimos términos también hablaban los diputados y senadores nacionales y provinciales, puesto que todos eran blanco potencial de actos terroristas.
OPERATIVO INDEPENDENCIA
En 1975 el gobierno constitucional implementó el denominado “Operativo Independencia”, en el cual actuaron el Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina en Tucumán para aniquilar a la Compañía Ramón Rosa Jiménez del ERP, y a los militantes Montoneros que con ellos actuaban coordinadamente, enviados a apoyarlos, y que buscaban crear un 'foco revolucionario' y la declaración de independencia de la zona desde el monte tucumano.
El general retirado Acdel Edgardo Vilas fue el primer jefe militar del Operativo Independencia, lanzado por el gobierno constitucional en febrero de 1975 para reprimir a la guerrilla marxista del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que actuaba en las sierras de Monteros, en Tucumán. Fue comandante de la Brigada de Infantería de Monte 5 con asiento en Tucumán, siendo el predecesor del general de brigada Antonio Domingo Bussi en la continuidad de la represión a la guerrilla rural.
El propio Vilas, quien estuvo a cargo del Operativo Independencia, afirmó que la guerra que se desarrollaba era una guerra "eminentemente cultural" ya que la guerrilla en el monte era sólo la manifestación armada del proceso subversivo y no la más importante.
Cabe destacar que quienes militaban en los grupos terroristas hacían previamente un “pase a la clandestinidad”, es decir, cortaban todo tipo de contacto y comunicación con el lugar donde vivían, sus familiares, sus amigos y vecinos. Esta condición en sí los convertía en “desaparecidos” por su propia voluntad, situación que les permitía actuar en actos de terrorismo sin que pudieran ser detectados, actuando con alevosía y premeditación. Del mismo modo, tenían las denominadas “cárceles del pueblo”, sitios inhumanos en que mantenían a sus secuestrados y rehenes.
Ante la creciente actividad de los grupos armados de ultraizquierda y de ultraderecha, la Presidente decidió fortalecer la acción de gobierno. Renovó la cúpula militar, que incluyó entre otras medidas la designación de Jorge Rafael Videla al frente del Ejército, como parte de un programa de endurecimiento del control.
LA “MUJER DEL LÁTIGO”
La economía sufrió daños graves, con una gran inflación, paralización de las inversiones de capital, la suspensión de las exportaciones de carne a Europa y el crecimiento de la deuda externa, pero en niveles que podían aun abonarse razonablemente.
En junio de 1975, el nuevo ministro de Economía, Celestino Rodrigo, aplicó una violenta devaluación de la moneda acompañada de aumentos de tarifas, en la medida que se recuerda como “Rodrigazo”. La política económica derivó en la primer huelga de gremios contra un gobierno peronista, alentada y potenciada por el marxismo infiltrado en las filas de dicho movimiento.
La decisión de recurrir a la fuerza militar desembocó en la firma del decreto del Operativo Independencia, que implicó la intervención bajo sus órdenes de las Fuerzas Armadas en la provincia de´Tucumán. Martínez pidió licencia del cargo por razones de salud y sus funciones fueron ejercidas por el presidente provisional del Senado Italo Argentino Luder entre el 13 de septiembre y el 16 de octubre de 1975.
Según declaró el General Videla, ante el encargo del Gobierno de un plan para poner freno a la escalada terrorista en el país fueron presentados tres planes, uno que respetaría los derechos de todos los ciudadanos que sería a largo plazo; un segundo plan intermedio que tendría efectividad en un mediano plazo; y un tercer plan que era más inseguro y que podía ocasionar algunas víctimas inocentes pero que podía implementarse en corto plazo. Luder se decidió por el plan más riesgoso para terminar con el terrorismo en el corto plazo, y fue ese el plan que se implementó desde el gobierno democrático.
En un momento de especial tensión, María Estela Martínez de Perón amenazó en un discurso pronunciado desde el balcón de la Casa Rosada con convertirse en la mujer del látigo.
El brigadier Jesús Orlando Capellini intentó derrocar el gobierno de Isabel Perón, el 18 de diciembre de 1975. Luego, el 24 de marzo de 1976 un golpe de estado encabezado por los comandantes en jefe del ejército, marina y aeronáutica destituyó a la Presidente, sustituyéndola por una junta militar al mismo tiempo que se disolvía el Congreso. El Proceso de Reorganización Nacional, en su Estatuto, establecía que una vez solucionado el problema terrorista convocarían a nuevas elecciones democráticas, anunciando de ese modo que abandonarían el poder y que se trataba de un gobierno transitorio.
La ex presidente fue enjuiciada por malversación de fondos públicos por haber utilizado para pagar una deuda personal fondos pertenecientes a una fundación, que luego reintegró. La dictadura mantuvo detenida a María Estela Martínez de Perón durante más de cinco años, primero en la residencia de El Messidor, Neuquén y luego en una quinta en la localidad de San Vicente, ubicada en el conurbano de Buenos Aires.
MONTONEROS EN EL PODER
Una vez liberada, en julio de 1981, se radicó en Puerta de Hierro (Madrid) y abandonó en forma casi total la actividad política.
El 11 de enero de 2007 el juez federal de San Rafael de Mendoza Héctor Acosta pidió a Interpol su captura internacional en el marco de la investigación de la desaparición de un estudiante en febrero de 1976, antes del golpe de estado. Escasas horas después, el 12 de enero del mismo año fue arrestada en su domicilio de Villanueva de la Cañada, Comunidad de Madrid, España. Este estudiante fue desaparecido bajo los decretos que (previo al golpe de estado) habilitaban a las fuerzas armadas a "aniquilar los accionares subversivos", firmados por la presidenta Perón. Según el informe de la CONADEP en el libro Nunca Más hubo más de 600 denuncias de personas desaparecidas anteriores al golpe de estado, lo que pone en evidencia la desaparición sistemática de personas bajo las órdenes del período democrático.
La señora María Estela Martínez de Perón también tiene otro caso en curso por el juez federal Norberto Oyarbide en la que se la relaciona con el accionar de la Triple A.
El 12 de enero de 2007, fue detenida por la Policía Nacional española a las afueras de Madrid y fue trasladada, esposada, a la Audiencia Nacional. Tras negarse a ser extraditada voluntariamente a Argentina, fue puesta en libertad provisional por el Juez de Guardia, Juan del Olmo, mientras se resuelve el expediente ordinario de extradición, con la obligación de comparecer en el juzgado cada 15 días.
El 28 de abril de 2008, la Audiencia Nacional española consideró que los supuestos crímenes atribuidos a la ex jefa de Estado están prescriptos pues no son de lesa humanidad y en consecuencia la justicia de España rechazó el pedido de extradición.
PODER INTERNACIONAL DEL DINERO
Los subversivos, alentados por el comunismo internacional, habían logrado su objetivo: nadie quería asumir el Gobierno, nadie quería hacerse responsable por la Guerra contra el Terrorismo. El pánico se había adueñado de todo el país, y el mismo Ricardo Balbín afirmaba que nada se podía hacer ya en el país, instando a Jorge Rafael Videla a apurarse en realizar el golpe de Estado. Habían logrado su pretensión: el “vacío de poder”. Argentina en ese momento parecía ingobernable, un caos total en materia de guerra e inseguridad.
Sin embargo, el Gobierno siempre es ejercido por alguien, y es allí donde falló su especulación. La población aguardó expectante el preanunciado golpe militar, y el mismo sionista Héctor Timerman, hoy Canciller de Argentina, lo anunciaba y alentaba.
La Junta Militar asumió en marzo de 1976 con la anuencia del gobierno de Estados Unidos. Los militares mostraban así su subordinación al Imperio desde donde oficialmente se maneja la economía del mundo, el centro visible del Poder Internacional del Dinero.
Dos días después del último golpe militar en Argentina, perpetrado el 24 de marzo de 1976, el entonces secretario de Estado de Estados Unidos, el sionista Henry Kissinger, ordenó a sus subordinados "alentar" la dictadura y ofrecerle apoyo financiero. "Sean cuales sean las posibilidades que ellos tengan, necesitarán un poco de aliento nuestro", aseveró Kissinger a su secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, William Rogers. El sionismo local, subordinado al internacional, coincidían en el futuro que depararían para la Argentina.
"No quiero darles la impresión de que son hostigados por Estados Unidos", explicó Kissinger. Al mes siguiente, Washington aprobó una partida de asistencia militar para Argentina por 50 millones de dólares para el Gobierno que encauzaría su política económica en el liberalismo, el “libre mercado” y el endeudamiento externo.
"Esta junta está poniendo a prueba el presupuesto básico de que Argentina es ingobernable", dijo Rogers, para quien el régimen se disponía a hacer "un considerable esfuerzo para involucrar a Estados Unidos" en la dictadura, "particularmente en el campo financiero”. "Es nuestro interés" que se consolide la dictadura, observó Kissinger. Pero Rogers acotó que el gobierno de Estados Unidos debería "esperar una gran represión, probablemente un buen baño de sangre" en Argentina. "Creo que deberán reprimir no solo a los terroristas sino también a los disidentes de sindicatos y partidos", añadió Kissinger.
EL NEFASTO PROCESO
El Proceso Militar volcó hacia el liberalismo la política económica. Uno de los “chicago boys”, José Alfredo Martínez de Hoz, fue ministro de Economía del primer período que “republicanamente” duró cuatro años. Obras faraónicas de estilo keynesiano financiadas por créditos externos el gran endeudamiento consiguiente, permitieron reducir la desocupación real del país a un 5%.
Sin embargo, estaba gestándose el sometimiento económico de la Argentina ya en ese período. El criterio de que el nivel de endeudamiento externo del país es aceptable en tanto puedan abonarse los intereses, aunque no se pueda pagar el capital, permitió al gobierno militar llevar a la Argentina a su máximo endeudamiento. Sumado ello a la actualización militar con el proyecto de la guerra con Chile que también se realizó en base al endeudamiento externo, armamento que luego sería utilizado en la Guerra de Malvinas.
Acdel Vilas tenía razón: había una guerra cultural. Pero los hermanos Sofovich, Mosser y el elenco ”cultural” que se dedicó a producir basura en la Argentina no cambió nunca. Ni antes ni después del Proceso Militar. Enganchados en todos los gobiernos, se han perpetuado hasta el presente, con blasfemias anticatólicas, con basura a la cual han denominado “cultura” y “cine nacional”. Esos personajes formaron parte del Proceso Militar, y jamás nadie los ha cuestionado. Hoy siguen estando por TV como si nada hubiese sucedido: Graciela Alfano, Moria Casan… o Mariano Grondona, quien redactara la proclama militar del General Onganía.
El Proceso Militar libró a la Argentina del terrorismo, estabilizó al país en el ámbito político para la gobernabilidad, pero dejó un desastre cultural, educativo, económico, social y por sobre todo espiritual que aun hoy se está pagando.
TERRORISTAS EN EL PODER
Hoy la política se convirtió en un hecho de corrupción. Los subversivos revolucionarios de ayer son el Gobierno de hoy. Y este Gobierno es el que muestra a las claras que Vilas no estaba equivocado: la guerra del marxismo unida al liberalismo actual, es cultural, ya que ambos son brazos del Poder Internacional del Dinero.
Hoy muchos militares y miembros de las fuerzas de seguridad, responsables o no, se han convertido en presos de “lesa humanidad”, todos superando los 70 años de edad, detenidos en contra de las leyes argentinas y de los Tratados Internacionales. Hoy los subversivos terroristas del ayer son el gobierno, reciben premios del sionismo internacional, aplausos de la prensa, y ya no necesitan cometer delitos comunes para financiarse: tienen la misma estructura de gobierno para usarla en sus propios fines personales, los millones que quieran.
Cuando María Estela Martínez de Perón dejó el gobierno, más allá de los problemas y reivindicaciones gremiales, casi el 50% de la riqueza del país estaba en manos de los trabajadores. Hoy, en 2011, el 50% del presupuesto nacional está compuesto por deuda pública con financiación extranjera, es decir, por deuda externa, mientras los empresarios no poseen mercado y los trabajadores no encuentran empleo. Los desocupados reciben míseros planes sociales, viven en la miseria llegando a un 40% de la población, y otro 30% de la población vive en una pobreza sujeta a la inflación, al igual que todo el resto, cayendo también en niveles de miseria y de insatisfacción de las necesidades básicas económicas.
Hoy los docentes no tienen condiciones dignas de trabajo, en los Hospitales públicos no hay insumos, los contenidos educativos son deplorables para los estudiantes, la ideologización se da en todos los niveles, y el degeneramiento pretende ser la norma que se imponga a toda la población mediante la aprobación de inicuas leyes antinaturales. Argentina vive postrada a los pies de los nuevos ricachones vinculados al poder actual.
El Gobierno sigue subordinado al Poder Internacional del Dinero, y paga la cuestionada e ilegítima deuda externa como si fuese una “obligación”, a costa del hambre y la miseria del pueblo argentino.
La inflación real no es declarada, la falta de transparencia impera, y el hambre y la miseria no sólo económica y moral, sino también espiritual, se convierten en un grito aun silencioso. Y mientras tanto los gobernantes actuales hablan de “justicia social”.
El futuro es predecible: podemos estar aun peor, o podemos resurgir un día, de repente, como despertando de una pesadilla.