Por Emilio Nazar Kasbo
La nueva ley electoral plantea exigencias como acompañar las candidaturas con 21 mil a 27 mil adhesiones, las cuales deben contar con fotocopia de DNI de cada adherente. ¿Por qué solamente la fotocopia del DNI del adherente? ¿No correspondería agregar la fotocopia de dos servicios que acrediten el domicilio y una justificación por escrito de la calidad en que el domicilio se ocupa? ¿Qué es lo que asegura una fotocopia del DNI? ¿Certifica algo acaso, como el domicilio o la firma? De ninguna manera, y es más, muchos DNI no consignan el domicilio actualizado.
Efectivamente, esta reglamentación tardía presenta condicionamientos que convierten en imposible su cumplimiento por la mayoría de los partidos que no adhieren al gobierno de turno.
En particular, los arts. 5 y 6 de la Ley 14.086 exigen que se reúnan el dos por mil de adhesiones respecto del padrón general para candidatos a gobernador y vice; cuatro por mil para candidaturas a legislador provincial que deberá cumplirse en la mitad de los distritos que integran la sección electoral, y otro cualtro por mil del padrón para candidatos a intendentes y concejales.
El adherente, afiliado o no a un partido, podrá manifestar su adhesión en una sola corriente interna del partido que escoja, que se entenderá formulada en todas las categorías a elegir. A su vez, estas adhesiones deben ser presentadas por los apoderados en forma conjunta con las listas en las planillas acompañadas de una copia del DNI de cada avalista.
Mientras tanto, la Junta Electoral prorrogó para el 5 de junio el plazo a fin de que los partidos puedan reunir los requisitos.
¿Qué queda ante este panorama?
Los únicos que pueden obtener las fotocopias de DNI de adherentes, son los que conceden planes sociales y los sindicalistas. Por ello, el “filtro” establecido por la Ley los beneficia a ellos en primera instancia. ¿Qué negocia Alfonsín con Binner, si éste tiene fuerza sólo en una Provincia, que aunque tiene mucha población en ciertas regiones no resulta suficiente para ganar las elecciones?
El radicalismo tiene intendencias en la Provincia de Buenos Aires, y desde allí ofrece planes sociales de los cuales puede lograr los requisitos exigidos. La unión con De Narváez ofrecerá un candidato a Gobernador para la Provincia con posibilidades de ganar, intercambiando figuritas con la habilitación para obtener las fotocopias de DNI, más algún acercamiento a sectores liberales del justicialismo que podrían fortalecer esta combinación.
¿Con quién negociarán los partidos de izquierda? Evidentemente, con los piqueteros, con todos los rehenes de los planes sociales, pero el oficialismo no va a estar dispuesto a regalar esos votos a otras fuerzas, y por tal motivo han exigido que sólo servirán los avales para una línea interna exclusivamente, inhabilitando para que se fortalezca una competencia que no desean.
Queda Duhalde con los sindicalistas que lo acompañan. Si alguien tuviese un partido más o menos normal con vocación nacionalista, y se viese obligado a negociar, debería hacerlo con Duhalde o con sindicatos de las 62 Organizaciones, que también exigirán lo suyo: cargos en las listas.
El dilema de los partidos que buscan sobrevivir, es “negociar” aun a costa de aquello que más aprecian. La Ley electoral nacional ha beneficiado a los partidos mayoritarios; la ley electoral bonaerense ahora beneficia a quienes manejan planes sociales o trabajadores, evitando que terceras fuerzas puedan ascender.
Pero todo recuerda a Indiana Jones en sus filmes: en la ardua búsqueda del poder, justo en el momento que lo alcanzan, en que logran tomar la “joya” el día de las elecciones y la arrancan para apropiársela… sucede el terremoto del cual hay que escapar velozmente, o quedar atrapado por siempre. La ambición de no abandonar el poder en medio de una grave situación social ofrece peligros que no son menores. Pero a los ambiciosos, a quienes no les agrada abandonar sus actuales comodidades, no les importa.
Son las reglas de la partidocracia. Tejes y manejes en una lucha interna a ver quién pone palitos en la rueda a la competencia. Porque es sabido que se hacen promesas para ganar las elecciones, y después de ganarlas el proyecto consiste en tratar de mantenerse en el poder para ganar en las siguientes elecciones, donde como en el juego de la silla el último que se sienta dejará a alguien parado.
Y mientras tanto, los partidos políticos seguirán golpeándose la cabeza contra la pared… y tal vez deban esperar a las próximas elecciones, a ver qué nueva disposición aprobarán los legisladores o reglamentará el Ejecutivo para que tampoco puedan presentarse. ¿Democracia? Sí, la de los plutócratas que comprarán los votos y las fotocopias de DNI al por mayor…