En el programa “Claves para un
Mundo Mejor” (América TV), Mons. Héctor
Aguer, Arzobispo de La Plata, en su reflexión televisiva semanal, comentó
una noticia referida “a la situación de los papás separados en Italia” y al
proceso de mendicidad que están padeciendo.
Explicó que el artículo habla de
miles de hombres en los comedores de Cáritas y que son “los papás separados,
los pobres del tercer milenio, invisibles para las estadísticas, impotentes
delante de la ley, un nivel de indigencia que en los últimos años ha alcanzado
cifras difíciles de creer”.
Las cifras fueron suministradas
en Italia por “una Asociación de Abogados Italianos que se dedica a atender
cuestiones matrimoniales” y según las estadísticas “hay en Italia dos millones
doscientos mil papás separados. Estoy hablando de varones. De ellos,
ochocientos mil viven bajo el nivel de pobreza y doscientos cincuenta mil
disponen de menos de trescientos euros por mes para mantenerse”.
Lamentó que “en Roma hay noventa
mil de estos papás que buscan asistencia. Es decir que hablamos del 25%. Uno
sobre cuatro. Y, en Milán, cincuenta mil que buscan asistencia porque no tienen
suficiente para vivir”. Y agregó otros datos: “novecientos cincuenta mil padres
separados pueden ver a sus hijos solo una tarde por semana. Y esto ocurre
porque alquilan un cuarto y el chico no puede pasar la noche con ellos, no
pueden estar juntos varios días. Y ciento cincuenta mil son padres que han
perdido todo contacto con los hijos”.
El prelado platense afirmó que
“esto representa una situación muy grave” que sugiere “que aquí se destaca cómo
el matrimonio y la familia, fundada sobre el matrimonio, tiene un valor
económico. Importa muchísimo no solo para la estabilidad económica de los
contrayentes o de los miembros de una familia, sino también para la sociedad
entera. Tiene que ver con el desarrollo de una sociedad, con la situación mejor
de una sociedad”.
Otro comentario que añadió es que
“estas cifras altísimas de separaciones implican que hay una precariedad
creciente en los vínculos, dificultades enormes para conservar vínculos
estables” y que se puede decir que “hoy, como consecuencia de la legalización
del divorcio, la perennidad del vínculo matrimonial ha perdido importancia, ha
perdido relieve, consistencia. Se contrae un matrimonio que se puede deshacer.
En Italia, esta misma Asociación apunta que dura 27 minutos el trámite para
obtener una separación”.
Mons. Aguer se preguntó: “¿Qué remedio hay? ¿El remedio sería no
casarse?” y respondió: “Esto es lo que me parece que está ocurriendo en muchas
partes del mundo y concretamente en Argentina. Ya que no va a durar, para qué
casarse. Lo sabemos por lo que se constata en el ámbito religioso, pero es
sabido también que en el ámbito civil hay mucha gente que prefiere convivir y
no casarse”.
“Cuando el Papa Benedicto XVI, hace un tiempo,
refiriéndose al problema del divorcio dijo que era una plaga, surgieron una
serie de impugnaciones y protestas, como si hubiera pronunciado un insulto. En
realidad no estaba acusando a las personas que se separan o que se divorcian,
que después de todo son víctimas de una situación, la hayan provocado o no,
sino que estaba señalando una realidad social y cultural negativa. Se trata de
algo que es deseable que no existiera”, dijo.
A modo de conclusión indicó que
“es necesario una preparación para el matrimonio y la familia, una educación
específica. Pensamos en el futuro de la sociedad, de la sociedad argentina y en
el futuro del mundo, en el futuro de la humanidad… Nosotros postulamos una
educación para el amor, la castidad, el matrimonio y la familia. Allí se ubica
entonces correctamente la dimensión sexual de la persona humana”.
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Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“Hace unos días he leído una
noticia que me ha dejado perplejo y quería compartirla con ustedes: se refiere
a la situación de los papás separados en Italia”.
“Está encabezada así: “No son
mendigos que han robado la ropa que visten. Son exactamente ellos, en saco y
corbata, pero en la fila por una comida en la mesa de Caritas. Los papás
separados, los pobres del tercer milenio, invisibles para las estadísticas,
impotentes delante de la ley, un nivel de indigencia que en los últimos años ha
alcanzado cifras difíciles de creer”.
“Efectivamente, las cifras
parecen difíciles de creer. Son proporcionadas por una Asociación de Abogados
Italianos que se dedica a atender cuestiones matrimoniales”.
“Según esta estadística, hay en
Italia dos millones doscientos mil papás separados. Estoy hablando de varones.
De ellos, ochocientos mil viven bajo el nivel de pobreza y doscientos cincuenta
mil disponen de menos de trescientos euros por mes para mantenerse”.
“Siguen las cifras: en Roma hay
noventa mil de estos papás que buscan asistencia. Es decir que hablamos del
25%. O sea uno sobre cuatro. Y, en Milán, cincuenta mil que buscan asistencia
porque no tienen suficiente para vivir”.
“Otro dato explica que
novecientos cincuenta mil padres separados pueden ver a sus hijos solo una
tarde por semana. Y esto ocurre porque alquilan un cuarto y el chico no puede
pasar la noche con ellos, no pueden estar juntos varios días. Y ciento
cincuenta mil son padres que han perdido todo contacto con los hijos”.
“Esto representa una situación,
muy grave. No sé cuales son las cifras en la Argentina y si alguien se ha
ocupado de buscar estadísticamente qué pasa”.
“¿Qué nos sugiere todo esto? En
primer lugar, que aquí se destaca cómo el matrimonio y la familia, fundada
sobre el matrimonio, tiene un valor económico. Importa muchísimo no solo para
la estabilidad económica de los contrayentes o de los miembros de una familia,
sino yo también para la sociedad entera. Tiene que ver con el desarrollo de una
sociedad, con la situación mejor de una sociedad”.
“Podemos decir entonces que
existe un valor económico en el matrimonio y en la familia”.
“Otro comentario que se me
ocurre: estas cifras altísimas de separaciones implican que hay una precariedad
creciente en los vínculos, dificultades enormes para conservar vínculos
estables”.
“La estadística publicada se
refiere a varones, pero también habría que apuntar cuántas mamás separadas
están en situación de pobreza, además de pasar otra serie de situaciones
conflictivas o de gravísima necesidad”.
“Esto nos remite a la precariedad
de los vínculos. Podríamos decir que, hoy día, como consecuencia de la
legalización del divorcio, la perennidad del vínculo matrimonial ha perdido importancia,
ha perdido relieve, consistencia. Se contrae un matrimonio que se puede
deshacer y hay plena conciencia de esta situación. En Italia, esta misma
Asociación de Abogados apunta que dura 27 minutos el trámite para obtener una
separación, todo se puede hacer y deshacer muy rápidamente”.
“¿Qué remedio hay? ¿El remedio
sería no casarse? Esto es lo que me parece que está ocurriendo en muchas partes
del mundo y concretamente en Argentina. Ya que no va a durar, para qué casarse.
Lo sabemos por lo que se constata en el ámbito religioso, pero es sabido
también que en el ámbito civil hay mucha gente que prefiere convivir y no
casarse”.
“Cuando el Papa Benedicto XVI,
hace un tiempo, refiriéndose al problema del divorcio dijo que era una plaga,
surgieron una serie de impugnaciones y protestas, como si hubiera pronunciado
un insulto. En realidad no estaba acusando a las personas que se separan o que
se divorcian, que después de todo son víctimas de una situación, la hayan
provocado o no, sino que estaba señalando una realidad social y cultural
negativa. Se trata de algo que es deseable que no existiera”.
“Conclusión: es necesario una
preparación para el matrimonio y la familia, una educación específica. Pensamos
en el futuro de la sociedad, de la sociedad argentina y en el futuro del mundo,
en el futuro de la humanidad”.
“Ahora tenemos en nuestras
escuelas educación sexual. Pero ¿la educación sexual prepara para evitar
aquellos fracasos? ¿Prepara para evitar situaciones como esta? Todo lo
contrario: la educación sexual, tal como aparece en los planes oficiales,
supone información parcializada y cuidarse de las consecuencias naturales de
una sexualidad irresponsablemente ejercida. Ya sabemos que se entiende por
eso”.
“Nosotros postulamos una
educación para el amor, la castidad, el matrimonio y la familia. Allí se ubica
entonces correctamente la dimensión sexual de la persona humana”.