A continuación
brindamos una transcripción no completamente textual de la entrevista realizada
por el Lic. Juan Manuel Soaje Pinto, del Centro de Estudios Económicos Mariano
Fragueiro, al Dr. Antonio Caponnetto:
El Nacionalismo consiste en amar a la Patria,
en amarla, defenderla y custodiarla. Pero para eso hay que saber lo que es la
Patria. Y la Patria es la tierra que el Señor Dios nos da, dice el libro del
Génesis, para que seamos capaces de cultivarla y guardarla, y así seamos
felices en esa tierra que Dios nos da.
MIRADA SOBRENATURAL
Tiene que haber una mirada Sobrenatural de la
Patria, como una tierra puesta por Dios, querida y creada por Dios, plantada
por Dios. El único modo posible de amar a esa Patria, de defenderla, de custodiarla,
de preservarla, es forjarla como Dios la creó, es restituirla, reivindicarla,
rehabilitarla en el plan de Dios. Bien lo dijo el Papa San Pío X en su lema que
recorrió todo su pontificado, según el cual hay que instaurarlo todo en Cristo,
“Omnia instaurare in Christo”. Esta idea de la instauración de todas las
realidades temporales en Cristo, incluyendo la Patria, recorre todo el
Magisterio de la Iglesia. El Papa Pío XI cuando promulga la Encíclica Quas
Primas sobre la Reyecía de Cristo, una de las cosas que dice justamente es esa:
que la reyecía de Cristo abarca no solamente lo espiritual, sino también lo
temporal, las realidades carnales. Es la misma idea de San Pío X de instaurarlo
todo en Cristo. Y fue Juan Pablo II el que lanzó también al comenzar su
pontificado esa idea de abrir de par en par las puertas a Cristo, las puertas
de la política, de la economía, de la educación, las puertas de la cultura,
etc. El nacionalismo busca eso, busca amar la Patria, defender la Patria,
custodiar la Patria, pero partiendo de la base que la Patria es la tierra que
Dios nos dio, y que por lo tanto lo que nos corresponde a nosotros es
restituirle esa Patria a Dios tal como Dios nos la entregó en custodia; y el
mejor modo de restituirle esa Patria a Dios es instaurando todas las cosas de
la Patria en Cristo, abriendo de par en par las puertas a Cristo. Eso es para
mí el Nacionalismo: es decir, el Nacionalismo será Católico o no será. Porque
sin esta adjetivación y sin esta sustantivación que le da lo Católico, el
nacionalismo termina en cualquier desviación, o empieza en cualquier desquicio.
UNIDAD DE DESTINO
El nacionalismo tiene un paisaje natural, que
es el sitio en que se ha nacido, y en ese paisaje natural el nacionalismo
trabaja. Pero precisamente porque el nacionalismo respeta la idea del amor a la
Patria, sabe que hay otros nacionalismos. No me refiero a otros nacionalismos
en el sentido ideológico, sino otros amores a las respectivas Patrias en que
Dios nos coloca. Por eso José Primo de Rivera decía que la Patria es “la unidad
de destino en lo Universal”. Estamos abiertos a la universalidad, y por lo
tanto nosotros respetamos la existencia de otros nacionalismos de otras
naciones. Queremos para nuestra Argentina el mismo amor a la verdadera Patria
que suelen tener otros patriotas, sean españoles, italianos o franceses.
El nacionalismo tiene tres pilares
fundamentales, que son las tres filiaciones del hombre. Hay una filiación
Divina, hay una filiación histórica, y hay una filiación carnal. Es decir, el
nacionalismo busca el amor obediencial a Dios, el amor a la Patria y el amor al
hogar.
Pero también el nacionalismo busca resguardar
los trascendentales del Ser, es decir, la Verdad, el Bien y la Belleza.
Entonces, no hay nacionalismo si no hay amor por la Verdad, amor por el Bien, y
amor por la Belleza; no hay nacionalismo si no hay respeto a Dios, a la Patria
y al Hogar.
ARQUETIPOS
En cuanto a los personajes históricos, hay
muchos. Preferimos hablar de nuestros arquetipos o paradigmas. Si vamos al
Siglo XIX hay grandes figuras en la Argentina como Saavedra, Belgrano, Güemes,
San Martín, y por supuesto el paradigma por antonomasia que es Don Juan Manuel
de Rosas. Pero no solamente se dan en el S. XIX estos paradigmas o referentes,
sino también en el Siglo XX. Aparece el grupo de los hermanos Irazusta primero
alrededor de lo que se dio en llamar la Nueva República, y después otros grupos
a mi entender más afines con la idea católica del nacionalismo, representados
por hombres como Don Alberto Ezcurra Medrano o Roberto de La Ferrere. Zuleta
Alvarez hace una distinción, que no es mala, entre el nacionalismo republicano
y el nacionalismo doctrinario, y a pesar de que la visión de Zuleta es muy
parcial, es decir demasiado a favor del nacionalismo republicano y a veces
demasiado desdeñoso del nacionalismo doctrinario, entiendo que la división didácticamente
hablando es acertada, y desde ya yo me inclino por el nacionalismo llamado
doctrinario. Entiendo que entre esos hombres la afinidad con el nacionalismo
católico, con una concepción católica de la nación, es superior a la que
tuvieron los miembros del grupo de la nueva República.
TRADICIONALISTAS
El nacionalismo para nuestros amigos españoles,
para nuestros amigos tradicionalistas españoles, es sinónimo de separatismo. Nos
cuesta muchísimo hacerles entender que el nacionalismo católico no tiene
absolutamente nada que ver con el separatismo, ni con posturas de segregación
respecto de la gran Nación. Esto es fruto de la indebida polisemia, términos
que significan cosas distintas siendo iguales.
Por otro lado, están los que objetan el uso del
término nacionalismo porque sostienen que las naciones son inventos
revolucionarios, modernos, frutos de la disgregación de la Cristiandad. En
principio esta objeción es cierta, y hasta cierto punto es plausible. Pero como
hubiera dicho don Roberto Calderón Bouchet justamente en su obra “Nacionalismo
y Revolución”, la misteriosa paradoja que se da, es que a la par que la
Cristiandad desaparecía y que surgían las Naciones modernas con un sentido
revolucionario, aquí en Hispanoamérica el nacionalismo se convirtió en el único
baluarte defensor de la Cristiandad y en el único resto que verdaderamente quería
y sigue queriendo instaurar todo en Cristo en la Patria concreta, en la Patria
carnal que Dios nos ha dado.
Así como nosotros al llamarnos nacionalistas no
somos separatistas, ni segregacionistas, ni estamos a favor de autonomías
disgregantes en el orden geográfico, tampoco somos revolucionarios ni somos
modernos. De ninguna manera. Nuestra definición es la contraria. Somos contrarrevolucionarios
y somos tradicionalistas. Queremos para la Patria lo que en algún momento
existió para la Cristiandad toda. ¿Qué es lo que existió para la Cristiandad
toda y que hoy ya no tenemos y que queremos? Esa principalía de Nuestro Señor
Jesucristo, esa reyecía temporal, ese abrir de par en par las puertas a Cristo.
NACIONALISMOS ERRADOS
Desde ya que hay un Nacionalismo de sacristía,
un Nacionalismo faccioso, un Nacionalismo que es chauvinismo, que está
demasiado arraigado en ciertos sectores, aun en sectores próximos, y que olvida,
diluye o traiciona ese concepto de Patria grande. En mi opinión esto es un
error. Y creo que el concepto sanmartiniano y el concepto rosista de la Gran
Nación Americana, o por lo menos del Virreynato del Rio de La Plata, es un
concepto válido, vigente y que debe ser resguardado. Eso no quita que no
tengamos diferencias, y a veces peleas serias y peleas justas, porque a veces
tenemos conflictos que son justos con países limítrofes. Pero más allá de estas
reyertas y de estos conflictos, por justos que estos conflictos sean, la verdad
es que hay una unidad de destino, hay una unidad de origen, y por lo tanto esta
Patria nuestra no quiere ser un manojo segregado, disecado, sino que quiere
insertarse en un tronco mayor.
Fue pelea entre hermanos la misma guerra por la
Independencia, porque había realistas
que eran americanos y de origen americano, y había criollos y nativos que
estaban con el Rey. Pero en algún momento algunos de estos hermanos se convierten
peligrosamente en Caínes, y en esos casos no queda otra forma de defensa más
que sosteniendo lo propio aun por encima de los intentos de latrocinios o de
homicidio. Estoy pensando lo que pasó con nosotros con Chile durante la Guerra
de Malvinas, o lo que nos pasó con Brasil. Pero Chile se portó con nosotros
como un hermano caínico, lo mismo pasó con Brasil con su expansionismo
absolutamente desproporcionado e injusto. Tenemos la idea de la Patria grande,
de Hispanoamérica o de Iberoamérica, de la unidad de destino en lo universal y
estamos abiertos a esta fraternidad cristiana en tanto y en cuanto Dios es
nuestro Padre en común. Pero si estos hermanos se convierten en Caínes, y sus
conductas son caínicas, no queda más remedio que defenderse.
NACIONALISMO ECONÓMICO
El Nacionalismo abarca todos los ámbitos. Y ya
Maurras lo decía bien, “Todo lo nacional es nuestro”. La economía está
subordinada a la política, y la política está subordinada a la moral. El
problema del nacionalismo económico por lo general, es el economicismo, que
termina teniendo el mismo sesgo materialista que tiene o pretende desterrar en
la mirada miope del marxismo. Porque a veces se hipertrofia tanto lo económico
que deja de ser nacionalismo. En cambio, una defensa equitativa, justa,
vigorosa, de lo económico, pero subordinada a la política, y a su vez
subordinada a la ética, nos daría una visión más armónica, más completa, más
totalizante. El nacionalismo económico es uno de los puntales.
Los hermanos Irazusta se caracterizaron por
hacer hincapié en la protección de nuestro patrimonio económico expoliado por
la usura, por los grandes capitales extranjeros, por el imperialismo
norteamericano y por el imperialismo británico. Las izquierdas suelen creer que
es un invento de ellas la defensa del patrimonio económico, en realidad no es
así. Los hermanos Irazusta trabajaron muy activamente en sostener cuáles eran
nuestros derechos económicos, no fueron los únicos, no hay que olvidarse de
Scalabrini Ortiz. Pero la mirada de los hermanos Irazusta fue más abarcadora,
tal vez menos técnica, pero los marxistas están convencidos que ellos son los
únicos que han hablado de la defensa de la economía en la Argentina.
El argentino no quiere que le metan la mano en
el bolsillo, ni individualmente ni como país. Políticamente hablando no, como
decía el Padre Castellani, este no es un país subdesarrollado sino arrollado,
es un país expoliado. Una política económica nacionalista no existe en el día
de hoy.
La Nación es el sitio en el que uno ha nacido.
En ese sentido, la idea de Nación es análoga al de Patria.
MINISTERIO DE DIOS
Oliveira Salazar, que era un gran católico y un
gran nacionalista portugués, decía que “el Estado es el Ministerio de Dios
sobre la tierra para asegurar el Bien Común”. Es una hermosa definición, porque
aparece la idea de que el Estado no puede ser neutro, no puede ser gris, no
puede ser avasallante, no puede ser totalitario. Es un Estado confesional, es
un Estado que consiste en la constitución del brazo político institucional,
jurídico y armado, puesto para defender la integridad de la Nación, y como
decía Oliveira tiene que ser tan fuerte que no necesite ese elemento.
La noción de Bien Común hace a la finalidad de
la Política. El fin de la política no es el poder, el fin de la política es el
Bien Común. El Bien Común es la sumatoria ordenada del bienestar, más la virtud
más la salvación. No se trata de prometerle a una sociedad o a un pueblo que
van a poder cambiar la Notebook o la heladera, no se trata solamente de
asegurarles los bienes materiales necesarios y legítimos para la convivencia y
para la supervivencia. Se trata de asegurarles a los individuos y a los hombres
en general, a los pueblos, que el bienestar legítimo que se les va a
proporcional va a estar ordenado a la virtud y regido por la virtud. ¿Por qué?
Por lo que dice el Evangelio: “si tu mano derecha te escandaliza, arráncatela”.
¿De qué te vale cambiar el coche, la heladera y el freezer si te vas al
infierno? Los bienes materiales, que hacen al bienestar, tienen que estar
ordenados a la virtud, y la virtud a la salvación. Nosotros no somos
coleccionistas de virtudes, sino que pretendemos ser virtuosos y portarnos bien
para salvarnos como individuos y como pueblo, como Nación, como sociedad.
ESTADO CONFESIONAL
Lo primero es que el Estado debe definirse
confesional, y plantearse como obligación terminante la defensa de la religión
verdadera, es decir, de la Religión Católica, Apostólica y Romana. Eso es lo
prioritario para un Estado, con todo lo que eso conlleva y significa: decirle
“no” a los enemigos de la Fe Católica como dice Pío XI en la Quas Primas, “no”
al reinado de Satanás y a los acólitos del reinado de Satanás, léase masonería,
léase judería y todos aquellos nombres que no se pueden repetir más. Todo eso
que hace a la enemistad de la Fe verdadera tiene que ser para el Estado
confesional un elemento de movilización, de atención, de alerta, cuidado:
¿quiénes son los que están conspirando, dañando, perjudicando al Estado? Esa es
la primera obligación que tiene. Que es justamente lo que decía Don Juan Manuel
de Rosas en su proclama inaugural de abril de 1835, “que de esta raza de
monstruos no quede uno entre nosotros”, y hacía alusión específica a la causa
que íbamos a defender, es la causa de la Religión, es la causa del orden, es la
causa encomendada por el Todopoderoso, El dirigirá nuestros pasos. Esa es la
misión fundamental del Estado, inteligir y entender cuál es la causa del
Todopoderoso, del Dios verdadero, de la Religión verdadera, y defenderla,
contra esos enemigos aviesos, directos o indirectos, sutiles o frontales. Eso
es lo que tiene que hacer un Estado, y lo demás se dará por añadidura. Una
nación no es soberana por la cantidad de vacas que tiene o por el ingreso per
cápita. Una nación es soberana como dice Marechal, cuando traza la Cruz en su
esfera durable. La Cruz tiene dos brazos, ¿cómo la traza un pueblo? Con la
marcha fogosa de los héroes abajo y la levitación de los santos arriba. Sin
héroes y sin santos no hay Patria soberana.
FUNCIONES DEL ESTADO
Hay que defender la integridad del territorio,
el bienestar, el resguardo de la salud, la concordia social, que hoy es un
disvalor para este gobierno que vive en estado de crispación y de conflicto
permanente. El Estado tiene un sinfín de funciones, principalmente la
subsidiariedad: tiene que apoyar esas iniciativas que por sí solas no se pueden
sostener. Hoy tenemos un Estado totalitario, que se inmiscuye absolutamente en
todo, hasta en los sitios más recónditos de las propias conciencias, porque los
planes educativas abarcan la manipulación de la conciencia de los escolares.
San Pío X dice que los verdaderos amigos del
pueblo no son los innovadores, son los tradicionalistas. De manera tal que para
ser auténticamente popular no hay que ser populista, populachero, demagógico.
El cuidado que el pueblo necesita y se merece se lo puede dar una de esas
figuras ceñeras, patriarcales. Rosas justamente decía eso: “he despreciado
siempre los tiranuelos inferiores escondidos tras las sombras, y he admirado a
los grandes servidores de los pueblos, que han sido siempre grandes
autócratas”, es decir, gobernantes que se han bastado a sí mismos. Es un
sentido paternal de la política, un sentido regio, un sentido monárquico,
imperial. Es otra vez la imagen del héroe y la imagen del santo. Para mí, el
prototipo del gobernante popular, es San Luis, Rey de Francia, que para que no
lo reconocieran se vestía de peregrino e iba a cuidar a los leprosos por los
caminos de Francia. Ese es un gobernante popular, sin fotografías, sin
aspavientos, sin promociones y sin propaganda, vestido con el sayal penitencial
de simple peregrino, iba y curaba la lepra de sus propios súbditos. Y no lo
hizo una vez, lo hizo durante años. Por eso que hasta un político liberal como
Georges Pompidou, cuando se enteró lo que San Luis hacía leyendo alguna
biografía, dijo “yo para el porvenir quisiera un San Luis, bajo un roble y en
medio de su pueblo”. Eso es ser popular, no salir al balcón y levantar las
manos en jarra y decir cuatro zonzeras para quedar bien con la gente, que es lo
único que hoy en este país se entiende por popular, tener un demagogo subido en
un balcón en la Casa Rosada
PERONISMO
Tengo el peor concepto del peronismo. El
peronismo es un cáncer cuyas múltiples metástasis hace 60 años que viene
arruinando la vida nacional, fruto exclusivamente de la amoralidad absoluta y
categórica de su creador, que fue Juan Domingo Perón. Un hombre al que le daba
lo mismo ser simultáneamente, no sucesivamente, simultáneamente marxista y
antimarxista, liberal y antiliberal, masón y antimasón, judío y projudío y
antijudío. Un sujeto inmoral. Un hombre con la conciencia moral anestesiada,
entonces el peronismo es este fruto de su creador. Por eso, no creo en ninguna
salvación que proceda por ninguno de esos hombres identificados con Perón y con
el peronismo.
La política no es solamente manejo de
sentimientos, tiene que haber una inteligencia ordenadora, tiene que haber una
arquitectura. En los últimos 80 años por supuesto que hubo intentos
individuales, intentos aislados de regir mediante esa arquitectura los destinos
de la Patria, pero no han sido poder.
NACIONALISMO MILITAR
Las Fuerzas Armadas deberían abrevar en el
Nacionalismo; de hecho, en algún momento tuvieron alguna proximidad
doctrinaria. Pero por los frutos los conoceréis, y los frutos de las Fuerzas
Armadas no han sido precisamente los apetecidos por el Nacionalismo, diríamos
que han sido todo lo contrario. Hoy esto está trágicamente a la vista.
Las Fuerzas Armadas en el transcurso de la
Historia han tenido gestos patrióticos, y actitudes patrióticas, y hechos
altamente patrióticos. Cómo no pensar en la Guerra Justa contra el marxismo y
en la Guerra Justa por Malvinas. Esos dos episodios bélicos, precisamente,
marcan a fuego lo que debió haber sido siempre la misión inherente de las
Fuerzas Armadas que es, como decían los antiguos caballeros, la defensa armada
de la verdad desarmada. En eso sí se mide el patriotismo de las Fuerzas
Armadas, el abocarse a una guerra justa por la causa de Dios, por la causa de
la Patria, y en librarla con independencia de la victoria o de la derrota,
porque Dios no nos pide necesariamente la victoria. Pero nos pide que no seamos
felones, que no seamos traidores. Esas expresiones bélicas justicieras muestran
a unas Fuerzas Armadas henchidas de patriotismo y transidas de sangre y de
legítimo nacionalismo. En ese sentido sí, las Fuerzas Armadas merecen ser
reivindicadas y rehabilitadas frente a este torbellino de inmundicias con que
se las acorrala a diario. Pero desde el punto de vista político, el
nacionalismo de las Fuerzas Armadas no se ha plasmado nunca en un proyecto que
se haya ejecutado con éxito; o para ser más específico si se quiere, ninguno de
los golpes militares ha sido de contextura nacionalista, y los pocos atisbos o
resabios de nacionalismo que esos golpes pudieron haber tenido fueron
rápidamente acallados por todas esas fuerzas enemigas del nacionalismo. El caso
más paradigmático, por volver al tema anterior, es el del peronismo: lo primero
que hace Perón es firmar las Actas de Chapultepec, es decir, traicionar a la
causa del nacionalismo. Y si alguna vez echó a alguien Perón de la Plaza fue a
la Alianza Libertadora Nacionalista, acusándolos de sujetos irresponsables que
al grito de Viva Rosas y Mueran los Judíos pretenden acabar con la calma
política y por lo tanto, decía Perón, no merecen participar de la vida política
argentina. Entonces, es una sucesividad de defecciones, de deserciones y de
traiciones. Basta que aparezca alguna sombra, algún resto, algún vestigio de
nacionalismo en un proyecto político para que quieran acallarlo.
TESTIGOS PERSEGUIDOS
Nosotros somos los testigos insobornables de la
Verdad, los testigos insobornables del Bien, y por lo tanto ¿por qué nos van a
permitir que vivamos?
Esto es lo que dice Pieper cuando siguiendo a
Santo Tomás enseña que el que ama le dice al amado “es bueno que existas”, o
sea, busca la afirmación del amado, y el que odia le dice al odiado “es malo
que existas”, por lo tanto no quiero que existas, es más, le niega la
existencia como rango ontológico, “esta clase de gente no debe existir”.
Entonces, nosotros no tenemos que existir para
ellos, y mal que les pese seguimos existiendo a pesar de tantas persecuciones
que son tenaces y que son crueles, pero que no han logrado doblegarnos.
LOS JUDÍOS
Con los judíos tenemos una enemistad teológica,
no una enemistad racial, ni política, ni económica. Y esta enemistad teológica
es consecuencia de la condición de deicida del judaísmo.
Entonces, la tarea nuestra frente a ellos es
tratar de que se conviertan, y tratar de que mediante nuestra acción apostólica
lleguen a Jesucristo, como llegaron de hecho grandes judíos conversos. Por
poner un caso, a mi modo de ver, notable, el de Eugenio Zoli. O nuestro famoso
Jacobo Fidman, tan bien retratado en las páginas marechalianas. Con los judíos
tenemos una enemistad teológica.
El sionismo es una manifestación política, pero
es consecuencia y es corolario del problema teológico. No existiría el sionismo
si no existiera el Talmud y si no existiera la Cábala. Entonces es un error
estar haciendo esta distinción solamente para cubrir para no ser acusado de
discriminatorio.
Fijate lo que ha hecho D’Elia. D’Elia ha creído
ser valiente, y adalid y osado porque atacó el sionismo, que para él es la
ultraderecha, pero el problema de fondo, que es el problema judío no lo quiere
decir; y su propia mandante, que es Cristina Wilhelm, no quiere reconocer él
que su propia mandante pertenece precisamente al judaísmo y que responde a los
intereses judíos; y cuando lo llaman a declarar a Tribunales por el famoso
temita de la palabra “paisanos” termina diciendo que es una palabra simpática,
amable que denota afectividad. Está mintiendo, está mintiendo por cobardía.
Todo el mundo sabe que la palabra paisano alude
a otra cosa, es un modo peyorativo de decir son extranjeros, no son nuestros;
es como decirle ñato al narigón o como decirle lungo al petiso, son modos por
contraste de señalar las realidades. Pero claro, esta gente no se atreve a
hablar “al pan pan, y al vino vino”, “sí sí, no no”.
Entonces, a la hora de las realidades últimas,
cuando son llevados a los Tribunales, en vez de recordar lo que decía
Jesucristo, “seréis llevados a los Tribunales”, “seréis llevados a las Sinagogas,
no temáis”, arrugan, y dicen que paisano es una palabra simpática, agradable.
No, no es una palabra simpática y agradable.
Justamente, el decir popular ha instalado esta
palabra para referir la condición de extranjero, de incurables extranjeros de
quienes han usurpado esta tierra, la tierra y todos los espacios. La economía
es lo de menos, la Iglesia.
El problema no es que han ocupado la economía,
el problema es que han ocupado la Iglesia, ese es el problema, que estamos
viviendo una situación de cuasi herejía judeocristiana. Si hubiesen ocupado los
espacios económicos sería lo menos importante.
RETRÓGRADO ULTRAMONTANO
Retrógrado soy, y retrógrados somos. La
condición de retrógrado no es mala per se. Depende a qué te retrotraigas.
Si nos queremos retrotraer a las glorias de la
Cristiandad, desde ya que nuestra condición de retrógrados en ese caso nos
honra y nos ensalza. Ahora, si nos queremos retrotraer a épocas verdaderamente
ominosas nuestra condición de retrógrados sería no solamente mala, sino
pecaminosa y viciosa.
Es decir, que a mí no me asusta que me digan
retrógrado, ni me asusta que me digan reaccionario, reivindico mi condición de
retrógrado, de reaccionario y de ultramontano sin que se me mueva un pelo.
INSERTOS EN EL MUNDO
Lo que sí digo es que nosotros no estamos en
contra de la inserción de la Argentina en el mundo. Al contrario. Lo que
queremos es que la Argentina se plante con denuedo frente al mundo entero como
se supo plantar en los tiempos de la Conferderación Argentina. Que se nos pueda
mirar con respeto, que se nos pueda mirar de igual a igual, que se nos pueda
mirar con altura, con estatura. Eso es lo que queremos.
En un sentido teológico se podría decir también
que queremos la separación del mundo. La palabra mundo, que también es
polisémica, supone por un lado desde el punto de vista teológico que el mundo
es enemigo del católico; el mundo, el demonio y la carne. Entonces sí, “Mi
reino no es de este mundo”, “Satanás es el príncipe de este mundo”, desde ese
punto de vista se podría decir: “queremos separar a la Argentina del mundo”.
Pero en sentido cosmológico no, porque la
Argentina también puede y debe decir, como Dios dijo, “es bueno lo que hemos
creado”, y “vio Dios que era bueno”, entonces evidentemente hay una concepción
cosmológica del mundo contra la cual nada tenemos. La inserción de la Argentina
en el orden de las Naciones, en el contexto general de las Naciones, eso no
puede tener nada de malo. Lo que pasa es que para poder tener este tipo de
contacto o de conexión con el mundo, la Argentina debe ser soberana.
GLOBALIZACIÓN
La globalización entendida como homogeneización
compulsiva es un mal, porque supone el dominio del pensamiento único y del
pensamiento correcto que acalla la voz de la Verdad. Desde ese punto de vista,
tampoco tenemos nada que ver los nacionalistas con esta defensa de la
globalización o de la homogeneidad cósmica.
Si la Argentina fuera un país soberano, y a eso
se aspira, no estaría mal. Estaría bien que tuviera un papel protagónico en el
concierto de las naciones del mundo.
El nacionalismo no quiere aislar a la Argentina
del mundo, salvo como decía antes, en un sentido teológico, de lo mundano como
expresión o sinónimo de lo luciferino. Pero a ese concierto de los países del
mundo hay que ir bien vestido, y el buen ropaje en materia política se llama
soberanía, no se puede ir como un desarrapado.
EL MAYOR ACTO NACIONALISTA
El 2 de abril de 1982 fue un día inolvidable e
irrepetible…
Sale una voluntad inquebrantable en algunos de
no rendirse, que se sigue manifestando hasta el día de hoy. Personalmente puedo
decir con absoluta sencillez, que pertenezco a aquellos que espiritualmente
decimos que no nos rendimos. Como decía Fernández Unzain, “yo digo que este Sur
nos pertenece, que todo es nuestro, simplemente nuestro, que hay que defenderlo
con las uñas, con la voz, con la sangre, con el pecho, o quedar una sangre azul
y blanca definitivamente libres, muertos”.
Hubo un 14 de junio que recuperó ese espíritu
de no rendirse.
GENTA Y SACHERI
El testimonio debe ser completo: el testimonio
de palabra, testimonio de obra, y si Dios lo permitiera y lo pide, el testimonio
de sangre.
A la hora de elegir sus blancos, la guerrilla
no eligió ni a los hombres de éxito ni a los hombres de acción, sino que eligió
a dos contemplativos como eran Genta y Sacheri. Los mataron a ellos porque
ellos eran los que más molestaban.
¿Y por qué molestaban tanto? Porque eran
testigos, eran testigos de la Verdad, del Bien, y la Belleza, eran testigos de
Dios, de la Patria y del Hogar.
Ese es el rumbo que debe seguir el
Nacionalismo, ese es el itinerario, en el Siglo XXI, en el Siglo XX, o en el
Siglo que Dios disponga que el mundo siga existiendo.
EL “CAMPO NACIONAL”
Cuando me hablan del ‘campo nacional’ saco el
revólver, porque por lo general es un eufemismo para encubrir el campo
antinacional disfrazado y camuflado.
Al contrario, si no fuera una obscenidad a la
que no estoy acostumbrado, haría un parafraseo del señor Duhalde, que ‘la
dirigencia política es una mier…” incluyéndolo a él mismo, que él mismo lo ha
dicho. Imaginemos que si esta es la confesión de alguien involucrado e
interesado y con aspiraciones presidenciales ¿Qué puedo decir yo, que estoy
absolutamente en las antípodas? Si para él, que es un hombre del ‘campo
nacional’ esto es la dirigencia política, ¿qué puede ser para mí, que no creo
en nada de esto?, y que rechazo todo esto, impugno todo esto, y considero que
es una perversión ingénita que debe ser destruida para que viva la Patria.
La única razón que tenemos para seguir
adelante, es ésta, lograr que la Patria viva. La Patria no va a vivir mientras
la asfixie el régimen, mientras la asfixie el sistema, mientras la asfixie el
modelo”.
“La mayoría de los grupos nacionalistas son
peronistas, y yo considero que el peronismo es un error gravísimo, un vicio, ya
lo he dicho. Otros están en una posición partidocrática, estoy en contra de los
partidos políticos. Otros están en la alegre la inserción en el sistema, yo
estoy en contra de la inserción en el sistema. De manera tal que seguiré
repitiendo con Santa Teresa de Jesús que ‘es preferible la verdad en soledad
que el error en compañía’.
MODELO DE GOBIERNO
-
¿Dentro del arquetipo político entra una monarquía? ¿cuál es el concepto
político más cercano?
El príncipe Cristiano, Don Juan Manuel de
Rosas, a quien Sarmiento creyendo que lo descalificaba, imbécil de él, lo llamó
‘el Felipe II de América’. “Un varón sin codicias que vuelva del desierto, y en
las ruinas de las viejas ciudades elija el tronco de tu lumbre”.
Por favor, eso es lo que se necesita: un
Príncipe Cristiano, un varón de la estirpe de los Caudillos.
Dios sabrá a su turno a quién proveerá. Como
decía Anzoátegui, a Dios a veces le gusta empeñarse a fondo. Así que en una de
esas, Dios se empeña a fondo y forja un buen caudillo, que salga alguno y sea
un buen soldado. En principio, no se ve en el horizonte de la dirigencia
nacional ninguna persona con estas cualidades.
CUALIDADES DEL CAUDILLO
El Caudillo debe ser un hombre decente, un hombre probo, un hombre
justo, un hombre ilustrado, un hombre sabio, un hombre equitativo.
No existe esa clase de varones en la dirigencia
política argentina. Lo cual no quiere decir que no vaya a existir, porque
también enseñaba Maurrras que la desesperación en política es una estupidez.
Hay que aguardar. El viejo verso de Vocos: “yo
sé que en todos lados hay semillas de tus claros varones aguardando surcos de
gestación de maravillas”.
Estarán en potencia, hay que rogar para que
Dios nos crea merecedores de que esas potencialidades se conviertan en
actualidades. Pero lo que tenemos hoy a la vista es el lodo.
HISTORIA VERDADERA
-
¿Qué mensaje le daría a los argentinos de hoy al futuro?
Tiene que conocer la Historia verdadera de
nuestra Patria, por aquello que decía Hugo Wast: ‘la Patria es ante todo la
Historia verdadera de la Patria; si quieren falsificarnos la Historia, es que
quieren robarnos la Patria’.
De modo que lo primero que se impone hoy ante
esta campaña insidiosa de tergiversación del pasado, del pasado reciente y del
pasado antiguo, lo primero que se impone hoy para un argentino que quiera
cooperar al bien de su Patria, es tener un conocimiento acabado de la verdadera
Historia, y luego actuar en consecuencia. Recuperada la memoria, se podrá
entonces dar el paso mínimo necesario para intentar recuperar el presente que
está en manos del enemigo de esta Patria que tanto amamos.
Por otro lado hay otro concepto, es el concepto
de Resistencia. Toda Reconquista empezó siendo siempre una Resistencia, aun en
un lugar reducido. Se resistió en Sagunto, se resistió en Numancia, se resistió
en el Alcázar de Toledo, se resistió en la Vuelta de Obligado… hay que
resistir, porque si Dios lo permite esa resistencia puede ser el germen de una
nueva reconquista, que es lo que la Patria necesita.
Y por otro lado, no desesperar. Porque la
desesperación, decía San Isidoro de Sevilla, es descender al infierno, y
nosotros no queremos descender al infierno, porque luchamos por el Paraíso. Ese
Paraíso difícil, vertical e implacable, que decía José Antonio, un Paraíso
donde no se descanse nunca, y que tenga junto a las jambas de la puerta Ángeles
con Espadas.