Por Tcnl. José Javier de la Cuesta
Ávila (LMGSM 1 y CMN 73)
EXODO DE JUJUY – 23 de agosto 1812 -(Una
visión actual de un episodio trascendente de la Historia Patria).
La retirada estratégica del Ejército
del Norte, convertida en evacuación humanitaria de los jujeños, ante la
agresividad realista, muestra la siempre genialidad y el espíritu del grande de
la Patria: General Don Manuel Belgrano.
Cuando se
realiza una investigación histórica, se busca encontrar detalles que avalan lo
ya conocido o aquellos, que, como “perlas”, arrojan nuevas luces, para entender
y comprender lo sucedido en el pasado. Los investigadores de historia militar,
generalmente, recuperan los hechos, indagando sobre tres aspectos, lo que les ofrece el “terreno” (campo de
combate), los “medios” (tropas y armamentos) y la “conducción” (personalidad
del jefe), tratando de mostrar, así, como desde la armonía de las acciones, se
arriba al triunfo (éxito) o el fracaso (derrota). El tema de la guerra, diríamos
la “guerra civil”, en el Alto Perú, es una rica fuente sorprendente de
antecedentes históricos que, en síntesis, muestran una sociedad colonial
dividida, alentada a su independencia y, al mismo tiempo, preocupada por el
significado que conllevaba dejar la tradicional dependencia real. Por eso, cada
uno de sus episodios o momentos, tiene que ser ubicado en el amplio escenario
de las luchas, ya que, evidentemente, como una firme cadena de acontecimientos,
cada uno de ellos, tiene efecto en los restantes. Desde el punto de vista
lógico, el análisis realizado, para dar traslado a lo acaecido, dándole vida
actual, es un aporte valioso, que
contiene el efecto de hacerlo interesante, dar a las figuras del pasado la semblanza
del presente. Por eso, mostrar al “Éxodo de Jujuy”, en sus realidades,
trasladado a la visión de hoy, es una tarea atractiva para los historiadores,
para obtener enseñanzas, con concepción didáctica, aplicables en el presente.
Esta operación militar, concebida dentro de los enfrentamientos políticos,
pensada como raíz y origen del futuro de la libertad, llena de orgullo a aquellos
que descienden de esa estirpe de valientes que, con coraje y sabiduría,
supieron enhebrar los acontecimientos, que, a lo largo de los siglos, se
expresarían con el sabor a Patria.
Para evaluar las
acciones en el norte del antiguo Virreinato del Rio de la Plata, es conveniente,
iniciar el análisis, a partir de la reacción y situación en ese territorio.
Juan Manuel de Goyeneche, con amplias actividades anteriores en Buenos Aires,
había sido encomendado desde el Virreinato del Perú, para sofocar los
movimientos independencistas. Hábil militar, con los medios adecuados,
enfrentando una resistencia simple y débil en capacidades, avanza inexorable en
su misión. El 19 de junio de 1811, libro la batalla de Huaqui, conocida también
como del “Desaguadero”, con una amplia victoria, que le permitió la ocupación
de las provincias del Alto Perú, incluyendo las ciudades de La Paz, Cochabamba,
Chuquisaca y Potosí. Este accionar pone como llamativo, la dureza, y aun crueldad, incluyendo “matanzas”
y “destrucciones”, que lleva en el trato
a aquellos que se habían pronunciado en contra de España. A partir de esta ocupación realista exitosa, emprendió su marcha hacia el
sur, para continuar su acción represiva. En tal sentido, designo, al
recientemente ascendido Brigadier Pio Tristán, para comandar la vanguardia,
compuesta por tropas seleccionadas, que, a principios de agosto del 1812,
habían superado La Quiaca y se dirigían, por la Quebrada de Humahuaca, hacia la
ciudad de San Salvador de Jujuy.
En el ámbito patriota, el General Manuel Belgrano,
designado Jefe del Ejercito del Norte, había llegado con algunos pocos
efectivos a Jujuy, donde había sido recibido con beneplácito y alegría por la
población, destacándose que, el 25 de mayo, había celebrado la fecha,
enarbolando la bandera por el creada y motivando su juramento por las tropas y
los pobladores. Los jujeños, alentados por las esperanzas de la libertad,
encontraban en la figura de Belgrano, no tan solo al guía para el futuro, sino
el escudo protector que cubriría, con efectividad, el derrotero al que se
habían comprometido.
El
Gobierno porteño, consideraba imposible resistir a las fuerzas de Pio Tristán,
que avanzaban recibiendo refuerzos y, detrás del cual, estaban las formaciones
principales al mando de Goyeneche, prestas a concurrir en apoyo de su
vanguardia. La intención del Triunvirato era dar batalla en Córdoba, donde se
reforzaría a las tropas con otras provenientes de la región rioplatense y, así,
evitar perder lo poco que se tenía, con
lo que se justiciaba, ampliamente, el disponer su repliegue hacia el sur. Recordemos que, en aquel tiempo, solo Buenos
Aires era la población en rebeldía, ya que los otros movimientos, habían sido
anulados, al tiempo que, desde España, regresado el Rey al poder, se preparaban
importantes fuerzas que, con su poder, anularían, para siempre, toda posible
futura acción. Si Buenos Aires caía, todo el afán de libertad, hubiera quedado
anulado, y los esfuerzos y sacrificios hubieran sido en vano, pues el único
foco vigente dejaría de existir y servir de base para los movimientos futuros.
La llegada del general José de San Martin, junto con otros experimentados
militares, como es el caso de Alvear, está mostrando la importancia de la
plaza, al tiempo, que su orfandad en calidad y capacidad , pero, al mismo
tiempo, la importancia estratégica de Buenos Aires en el proceso general
latinoamericano.
Belgrano percibía,
seguramente, que la conducción de Pio Tristán buscaba eludir el combate,
sobrepasando los débiles esfuerzos de defensa, no dejándose aferrar a ellos,
para mantener la libertad de acción, para avanzar con el menor esfuerzo
posible, tras el claro objetivo: Buenos
Aires. Todo mostraba que este proceso estaba exitosamente en marcha, no
encontraría dificultades en concretarse, y que, solo la suerte o la
magnificencia divina, opondría las barreras que por los hechos concretos no
podían materializar.
El pueblo de
Jujuy, en su mayoría, se había declarado a favor del accionar de Buenos Aires,
con el acto expresivo recordatorio del 25 de mayo de 1812, en el cual se
enarbolo y juro la Bandera de Belgrano, donde este expreso:
LLEGO, PUES, LA EPOCA EN QUE
MANIFESTEIS VUESTRO HEROISMO Y DE QUE VENGAIS A REUNIROS AL EJERCITO A MI MANDO
SI COMO ASEGURAIS QUERIES SER LIBRES…
Pero, los acontecimientos se precipitan y ante
la realidad de la orden recibida y los efectos sangrientos de los españoles, al
recuperar poblaciones alzadas que se habían adherido a Buenos Aires, Belgrano
dispone la EVACUACION de Jujuy y dice:
JUJEÑOS…LA PATRIA LES RECLAMA UN GRAN
SACRIFICIO, ABANDONAR LA CIUDAD Y LAS
FINCAS, QUEMAR LOS CAMPOS SEMBRADOS, ARREAR LOS ANIMALES, SOLO DEBE QUEDAR
TIERRA ARRASADA.
Se conoce así, como EXODO DE JUJUY, a la operación en
retirada hacia el Sur del Ejército del Norte, acompañado por la población de la
ciudad y refugiados de Tarija y Chichas, a efectos no exponerse y eludir dar
batalla a los españoles. El general Belgrano, al determinar la “evacuación” de
la población jujeña, de alguna manera, estaba excediendo el mandato porteño y
asumiendo la responsabilidad de protección de ella, aspecto que debe ser
destacado. Una cosa hubiera sido el marchar con sus tropas y sus bagajes, pero
otra, muy diferente, sería hacerlo con la población, que no lo quería hacer
sola, sino llevando consigo todo aquello que consideraba de valor para evitar
quede en manos de los realistas. Se recuerda, por ejemplo, la demora que se
incurrió en la partida, a efecto de terminar de cargar algunas carretas con bienes importantes, que sus propietarios no
querían abandonar. La historia recuerda que Belgrano, en su bando, hizo saber
que sería “fusilado” aquel que se quedara, pero, en la realidad, no lo hizo, y
los dos que fueron ejecutados, eran soldados de sus fuerzas que desertaron y
que, de no castigarse este incidente, se corría el riesgo de que algunos mas lo
hicieran. Hay que ubicarse en el ambiente del momento, en el cual el temor se
había adueñado de la población, que veía que sus protectores militares se
alejaban, lo que les dejaba en manos de los realistas, cuya crueldad se había
ya mostrado, lo que ponía en juego “vidas y haciendas” en uno de esos juegos
del destino que escapan de la voluntad humana.
Los efectos de
esta “evacuación” están claramente expresados en el parte que envía Pio
Tristán, que dice:
ESTABA DESIERTO Y DESMANTELADO Y
ESPANTADO POR EL ASPECTO TRISTISIMO DE AQUELLOS LUGARES DESANPARADOS Y DE
AQUELLAS CALLES MUDAS Y TRISTES, DESPUES DE LA AGRADABLE ANIMACION DE OTROS
TIEMPOS. BELGRANO ES IMPERDONABLE…..
Para evaluar la decisión del
repliegue, es interesante, saber quiénes eran los jefes realistas que conducían
las operaciones contra los “insurgentes” alentados desde Buenos Aires. El jefe,
era el Brigadier José Manuel de Goyeneche y Barreda, con una larga carrera
militar y diplomática, comenzada como cadete en 1783 y que culminaría como
Teniente General en 1814. Como detalles a tener en cuenta, fue Coronel del
Cuerpo de Arribeños y ayudante del
Virrey de Melo en Buenos Aires. Era
realmente un soldado profesional, preparado para la guerra y con un alto
espíritu militar y de servicio hacia el Rey español. El jefe de la vanguardia
fue el Brigadier José Pio de Tristán Moscoso, también con brillantes
antecedentes militares, ya que formo parte del regimiento de Soria, con acciones en América y España. Se recuerda
que Pio Tristán estudio en la Universidad de Salamanca, donde conoció y
compartió con Manuel Belgrano. Es decir, eran dos hombres curtidos en la acción
y decididos en los hechos, nacidos en América, pero enrolados firme y
totalmente en la causa realista, con
antecedentes militares destacados y experiencia de combate adecuada, lo
que lleva a pensar que la conducción de las operaciones era lógica, correcta y
altamente profesional. La situación militar en el Alto Perú mostraba,
claramente, un escenario en el cual las fuerzas realistas tenían y estaban en
un grado de potencia para el combate altamente superior a la de los patriotas
que, pese a su entrega y sacrificio, resultaban netamente inferiores.
Toda la situación,
recordemos que era una clásica “guerra civil”, hacia que cada paso o actividad
de un bando o el otro, era conocida, casi de inmediato, por el otro, así que,
posiblemente, los jefes realistas, en particular Pio Tristán, conocían las órdenes recibidas desde Buenos
Aires y, eso, lo llevo a continuar el avance, sin esperar refuerzos de
Goyeneche, tal como el mismo luego señalaría, como descargo, ante las derrotas
que seguirían en Tucumán y Salta. El
abandono o evacuación de Jujuy, ordenada por Belgrano, fue, en realidad,
parcial, ya que fue obedecida solo por aquellos que, de alguna manera, temían
por sus vidas, quedando algunos que se
enrolaban en el bando realista. Este episodio ha quedado registrado en la
historia, por el hecho de que, arribado a Jujuy, Pio Tristán, designa nuevas
autoridades, entre los que aun estaban en la ciudad, cuyos nombres quedan
registrados en las actas correspondientes. Además, como detalle de interés, se
observa que los realistas no proceden a la destrucción de la ciudad, ni a tomar
presos, ya que, evidentemente, no se repetía lo que había pasado, por ejemplo,
en La Paz. Si bien, aquellas crueldades fueron ejecutadas por Goyeneche, todo
debe hacer suponer, que su subordinado, Pio Tristán, estaría obligado y
motivado, para obrar en consecuencia, lo que no sucedió pues la situación de
rebeldía no quedo materializada.
Cuando analizamos, con los
parámetros del presente, la operación del “Éxodo de Jujuy”, descubrimos en ella,
una de los más brillantes “operaciones de engaño”, seguramente, no concebida
como tal por el General Belgrano, pero
efectivamente materializada en los hechos, más descollantes y digna de su
estudio en las academias militares. El General Belgrano, con medios (tropas y
armamentos) menores a los de los realistas y con pocas posibilidades de
enfrentarlos, “cumple” las órdenes recibidas de abandonar la posibilidad del
enfrentamiento y retirarse. Es aquí, sin dudas, donde aparece, sublimada, una
vez más, la figura del prócer, ya que no abandona a los jujeños, que se habían
declarado a favor de los postulados porteños,
sino que los “lleva” en su “escape”, junto con los refugiados de Tarija
y Chichas, arriesgando, posiblemente, sus propios tiempos de retirada, por el
mayor peso de la acción emprendida. Pero, evidentemente, este accionar,
seguramente, crea, en Pio Tristán, la idea de que Belgrano cumplirá lo ordenado
por los porteños y, sin combatir, marchara hacia el Sur, lo que,
consecuentemente, daba libertad de acción para el avance, lo que lo lleva a no
esperar refuerzos, conforme lo pensaba Goyeneche, y comenzar una suerte de
“persecución”, para aproximarse al objetivo de Buenos Aires. Posiblemente, en
la mente de Pio Tristán, surgía y estaba claro que la rebelión había perdido
fuerza, encontrando muestra en el recibimiento que había logrado en Jujuy, lo
que se refuerza como idea, en el hecho de que, después de Tucumán, marcha para
reorganizarse al aparente “refugio” de Salta donde, evidentemente, esperaba
algunos refuerzos que lo repotenciarian para volver al cumplimiento de su
misión. Durante la marcha hacia el Sur, las escaramuzas entre las avanzadas
realistas y las retaguardias patriotas, muestran el hostigamiento de los
primeros y la protección que dan los segundos, al proceso de evacuación, lo que
lleva a confirmar, en la práctica, con hechos concretos, esta nuestra
suposición histórica.
La fase “retirada
estratégica” (Éxodo) culminara el 24 de
septiembre en Tucumán, cuando los realistas avanzan, sin avizorar los riesgos y
peligros, que su osadía los estaba conduciendo, y caerán derrotados en la
Batalla del Campo de las Carreras, en una operación “sorpresa”, materializada
por el abrumador ataque gaucho a su columna, que, seguramente, intenta “desbordar” la ciudad, lo que mueve a
Pio Tristán a abandonar el campo de combate y buscar apoyo en Salta. Tucumán, de esta manera, se convierte en la
“Batalla de la Patria” y será la base del camino de retorno a sus hogares de
los jujeños después del 20 de febrero de 1813. De esta suerte, Jujuy, Tucumán y
Salta, son los diamantes de la corona en las sienes de un país que nacía y del
cual era artífice singular el General Manuel Belgrano.
La historia está llena de episodios
que conmueven al ser recordados y, ese ejercicio intelectual, desarrollado por
aquellos que penetran en el pasado para investigarlo, es una manera honesta,
sana y sincera de honrar a la Patria, por eso es conveniente, como una suerte
de recuerdo, repetir algunos pocos nombres, dentro de una cantidad importante,
de aquellos jujeños que marcharon con Belgrano, entre ellos, tenemos a: Martin
Oteo, Alejandro Torres, Miguel de Bárcena, Antonio Rodrigo, Joaquín de Echeverna,
Gabriel del Portal, Francisco Calderón, Rafael Eguirre, Ignacio Noble Carrillo,
Saturnino de Eguia, Ventura Marguiegui, Tomas Gómez y Marino Corillaiza .
En el año 2010, en el
Instituto Nacional Belgraniano, a instancias de la Asociación de Damas Jujeñas,
como homenaje a Belgrano y Jujuy, al relatar sobre el “Éxodo Jujeño”, termine
con las siguientes estrofas que a continuación rescato:
-. Cuando se llega a Jujuy y se
siente su cálida gente
Cuando por sus calles se escucha su silencio estridente
Cuando se sabe su pasado glorioso siempre naciente
Sabemos que Belgrano existe y esta junto al presente.
-.El eslabón de la gloria al
caminar es un sendero
Que cuenta las tristes notas de miles de quenas
Recordando las luchas brillantes como derrotero.
-.
Cuando llegamos a agosto en el jujeño señero
Cuando las cajas repican su ritmo de chaya
Cuando brota orgullo por lo que
hemos sido
Florece la Patria, Jujuy argentino en el cielo.
Como dicen estas estrofas,
“florece la Patria” en cada uno de los gestos y acciones, que encadenan hechos
y glorias, en una sucesión de actos, en los que campea el valor y la decisión
de aquellos que son nuestros padres, que soñando un país mejor, lleno de
honores y noblezas, nos dieron como legado nuestra Argentina.