Por Emilio Nazar Kasbo
(Nota de fecha 11 de septiembre de 2007)
Un film con mucho humor que deja
cosas para reflexionar.
En general, toda la cultura
vigente pretende cuestionar el matrimonio como una “formalidad”, y así el
matrimonio religioso queda sólo para el vestido blanco (meramente simbólico) y
una hermosa ceremonia. Tal vez ese sea el problema de tantos fracasos. El filme
“Licencia para casarse”, protagonizado por Robin Williams, nos hace reflexionar
sobre estos temas
Ser virgen antes del matrimonio y
mantener una vida de castidad es un tema “tabú” y prohibido en la cultura y los
medios de comunicación, todo bajo la influencia de Sigmund Freud. ¿Qué
diferencia hay entre el “antes” y el “después” del matrimonio?
Santidad familiar
En la película “Licencia para
casarse”, Ben Murphy (John Krasinski) y su novia, Sadie Jones (Mandy Moore) se
conocen, empiezan a salir, tienen relaciones prematrimoniales, y hasta se juran
“amor eterno” en el aniversario de 30 años de matrimonio de los padres de la
novia. Por eso deciden hacer un curso de preparación al matrimonio con el
reverendo Frank (Robin Williams). Este pastor, tiene una mezcla de hábitos
católicos (aparece en una fotografía junto a Benedicto XVI), con una
ambientación protestante.
En la amistad y noviazgo
católicos, lo primero es el ideal de santidad del novio y de la novia,
implicando en ello todo lo demás: El mutuo amor, la responsabilidad, la
fidelidad, la complementariedad en las labores desde lo masculino y lo
femenino.
Aunque muchos no lo saben, el
Código de Derecho Canónico establece en el cánon 1083 que el varón es hábil
para casarse desde los 16 años cumplidos, y la mujer desde los 14. Así, el
noviazgo a tales edades solamente tiene sentido si ya están por comprar los
muebles para el matrimonio, pues de lo contrario todo es un juego que banaliza
lo sublime.
Casarse virgen
El reverendo Frank les manifiesta
que el 50 por ciento de los matrimonios que han tenido relaciones
prematrimoniales, fracasan. La conclusión es que estos concubinos en realidad
tienen el peligro de la separación. Tratándose de una película cómica, se acude
a cierto lenguaje en ocasiones subido de tono, y a extrañas pruebas.
Un gran número de matrimonios por
Iglesia son canónicamente nulos, debido a que no entienden el alcance del
Sacramento, ni del sentido de la presencia de Dios en el Matrimonio.
¿Pero estarán realmente preparados
para afrontar la vida matrimonial y todo lo que ella acarrea? ¿Se conocen
verdaderamente los novios? ¿Cuál es el contenido de los cursos
prematrimoniales? Además, el reverendo les exige el cese de las relaciones
sexuales hasta después de la boda, lo cual es conforme a la moral del
Evangelio.
Un milagro
Entre las fallas de la película,
se hace apología en dos oportunidades a la ligadura de trompas por una
enfermera, aunque los protagonistas muestran verdaderos deseos de tener una
familia numerosa.
El sentido de casarse virgen, el
rechazo al criterio de los frecuentes malos consejos, y la preocupación y el
amor entre los novios en la preparación del matrimonio santo, son reflexiones
que dependen del espectador.
Y un pequeño y último detalle: El
film se burla de los vendedores de milagros, que engañan a los desprevenidos.
Pero debemos reconocer que un matrimonio sólido y armonioso en la santidad, hoy
es realmente un milagro.
Nota publicada por Agencia NOVA, el 11 de septiembre de 2007