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martes, 11 de diciembre de 2012

VIENTO DE POPA DESAPROVECHADO




Por Alberto Asseff *
Hace una década que cambió el viento en el mundo. Una formidable transformación se está plasmando en prácticamente todo el planeta. Hasta la propia África es parte de esta favorable mutación, cuya principal característica es el surgimiento de una nueva clase media, robusta, numerosa y apetente de alimentos y otros bienes. Sociedades estructuradas sobre la ominosa pirámide de una amplia mayoría en el estamento bajo, una carencia de colchón medio y una pequeña clase alta, están cambiando. Emerge la clase media, la consumidora por antonomasia. Tanto de bienes como de servicios.
Cierto es que en 2008 la crisis de la exorbitada economía financiera ha golpeado. Su rebote continúa generando una desaceleración. Empero, como se sabe, la clase media no deja de comer, aunque modere sus gastos. Además, las grandes locomotoras del mundo de un modo u otro han capeado el impacto. Tal el caso paradigmático de Alemania.
La Argentina, más allá de la escasa confiabilidad de sus estadísticas - ¡pensar que teníamos un organismo técnico-profesional como el INDEC que era motivo de sano orgullo! – ha crecido a un promedio de 7/8 por cien salvo el año 2009 y este que culmina ¿Cómo desaprovechamos este fenomenal acrecentamiento? Porque partamos de la base que lo despilfarramos. Se puede aseverarlo asertivamente.
En cultura y civilización, ha avanzado el vandalismo y el embrutecimiento, tanto en los comportamientos como en las actitudes. Además, la violencia social – no sólo la de género – se ha incrementado. Inclusive, crece la justicia por mano propia, colosal factor de retrogradación.
En educación, falta poco para que el Reglamento introduzca la necesidad de que los maestros se acoracen al dictar clases ¡Ni hablar del descenso de la calidad educativa! Es tan agudo el mal, que habría que poner a aprender a enseñar a todos los docentes, algo así como empecemos de cero. Dicho con todo el respeto que tengo por el magisterio.
En derechos humanos, al compás de cada vez más enjuiciamientos unilaterales por los desgraciadísimos hechos criminales de hace treinta y cinco años, la regresión es monumental. El crimen ha dejado de ser ocasional y aislado. Ahora es organizado, aterrador y cruel, cobrando miles de vidas, truncando cuantiosos bienes, ahuyentando caudalosas inversiones, demandando enormes gastos adicionales para protegernos, casi siempre vanamente.
Las narcoadicciones – como el narcotráfico que las estimula – nos han devenido en país consumidor, haciendo olvidar al país de tránsito que nos hizo creer bastante tiempo que la cuestión nos resbalaba. La expansión de esta enfermedad no es un asunto socialmente neutro. El aumento de la inseguridad y de la impiedad de los criminales, como así también de los accidentes viales, se vinculan con la droga.
Es verdad que el 95 por cien de los mayores están jubilados, pero sus haberes son literalmente indecorosos, en tanto la ANSES sigue prestando al gobierno y financiando planes que nada tienen que ver con los intereses del sector pasivo.
La pobreza estructural sigue impertérrita, inconmovible. No hay caso. Aunque nuestras arcas se llenen de plata, no hay ni planes ni recursos para rescatarla del pozo en la que está hundida.
Del déficit de viviendas, ¡para qué insistir! Lo único que crece exponencialmente son los asentamientos precarios o villas miseria. En todo el país y hasta en ciudades pequeñas, como puede verse en Arrecifes, para consignar un ejemplo.
¡Qué decir del bochornoso transporte público, sobre todo urbano y suburbano! El colapso del ferrocarril y de la red vial es sufrido por casi toda la Argentina.
Acerca de la institucionalidad, basta registrar lo que los propios jueces se atrevieron a denunciar sobre la inédita presión que experimenta su teórica independencia,  para corroborar que estamos lejos de gozar de un régimen constitucional pleno y cabal.
La descomunal batalla que libra el gobierno para uniformar y dominar el sistema mediático – embozada en asignar televisiones y radioemisoras a  cooperativas, entidades diversas sin fines de lucro y otras modalidades – demuestra que nos hallamos ante una contrastante dualidad de agendas: la Casa Rosada tiene una y la gente otra. Antitéticas, imposible de compatibilizarlas ¿No hay temas más plausibles para que el gobierno ocupe su tiempo? ¿Y para que nos proponga algo estimulante?
Cualquiera sabe que una cooperativa, por caso, dependerá de los créditos y avisos oficiales para poder equipar una TV o una emisora. Pura falacia: disfrazada de libre, será un medio oficial. Para que el relato sea más abrumador.
¿Qué es de la vida de la industrialización sólida, esa que agrega valor y genera empleo? Todos sabemos que el grueso de nuestros ingresos proviene de la producción primaria agropecuaria a la que se continúa exprimiendo. Pero una transformación, incluyendo nuevas y vigorosas PYMES, no se entrevé en el horizonte. Por eso, el gran creador de empleo en los últimos dos años ha sido el sector público. Ya tenemos pericia en lo malo que es vivir en un país estatizado, lejos de ese Estado virtuoso que controla y alienta, pero no interfiere.
Proclamaron a los cuatro vientos que nos habíamos desendeudado, pero ahora resulta que estamos plagados de deudas, incluyendo demandas por us$ 20 mil millones en el Ciadi, el tribunal arbitral del Banco Mundial. Y con nuestra nave insignia embargada.
El gasto público se despliega, pero no hay inversiones en energía – salvo para importarla – ni infraestructura.
Definitivamente, despilfarramos un viento de popa excepcional. Una oportunidad extraordinaria para desarrollarnos moral, institucional y materialmente. En 2013 se presenta una ocasión para virar el rumbo. Siempre se nos brindan encrucijadas ¡Ojalá podamos tomar el camino conveniente!
*Diputado nacional-Partido UNIR-Provincia de Buenos Aires.
www.unirargentina.com.ar