En su reflexión televisiva semanal, en el programa “Claves
para un Mundo Mejor” (América TV), MONS. HÉCTOR AGUER, Arzobispo
de La Plata y miembro de la Academia
Nacional de Ciencias Morales y Políticas, destacó el verdadero sentido de la Navidad
lamentando que “en la cultura actual las cosas están muy
confundidas y, en general, observamos que la Navidad queda como absorbida e un
genérico y plural “las fiestas”.
Afirmó que en Navidad el Señor “nos
enseña la humildad, la pobreza de corazón, la sencillez, la cercanía a todos,
la bondad, la paz”, y el “mensaje de
la Nochebuena
es, precisamente: a los hombres, la paz. Dios es la gloria y a él corresponde
que se le de la gloria y ¿qué le da Dios a los hombres como prenda de su
comunicación a ellos? Les da la paz a los hombres que son el objeto de su
complacencia, de su amor”.
Dijo que para para referirse “al sentido
propio de la Navidad” es necesario recordar que “los Padres de la Iglesia
decían que todo acontecimiento de la vida del Señor es misterio y ejemplo” y
que señaló: “¡Vaya si la Navidad lo es! Es el hecho de que el Hijo eterno de
Dios se hace hombre para comunicar al hombre la vida divina. Entonces se da,
como también dicen los Padres de la Iglesia, entre el hombre y Dios, entre Dios
y el hombre, un admirable intercambio”.
El prelado comentó que en el acontecimiento
de la Navidad “lo que se nota de
inmediato en la imagen del pesebre es que el Dios glorioso, el Creador del
Universo, el Hijo que es el Logos, la razón, el plan de Dios sobre toda la
creación, nace como un niño inerme y en un pesebre, en un lugar marginal, en un
lugar donde nadie puede recibirlo con grandes aplausos como los grandes de esta
tierra. Nace como pequeño”.
Y de inmediato precisó: “El grandioso nace como pequeño para iniciar al hombre en otra
consideración acerca de la vida. El hombre, que es pequeño por sí mismo, quiere
hacerse el grandioso. Especialmente eso va para los que viven de aspavientos,
de exterioridad, de mundanidad, y vale sobre todo para los poderosos de la
tierra. Dios se manifiesta a los pastores que, en aquella época, eran allí
gente sospechosa, más bien despreciada”.
Mons. Héctor Aguer exhortó a “venerar, adorar ese
acontecimiento, ese misterio; tenemos que abrir el corazón a la comunicación
que Dios nos hace de su vida. Tenemos que aprender de su manera de comunicarse
a nosotros” y “el sentido de la Navidad va implícito, debe
ir implícito, en el saludo que en estos días intercambiamos. Como yo les digo
ahora a todos ustedes: ¡Muy feliz Navidad!”.
También recordó que San Ireneo “afirma que
la gloria de Dios es el hombre viviente; pero añade que la vida del hombre es
la visión de Dios. Y dice algo que parece exactamente lo contrario: la gloria
del hombre es Dios. Está refiriéndose precisamente a esta especie de
circulación que existe, a partir de la encarnación, entre lo divino y lo
humano”
Adjuntamos
el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“¿Cuál es el sentido de la Navidad? Conviene recordarlo e insistir en
ello porque en la cultura actual las cosas están muy confundidas y, en general,
observamos que la Navidad queda como absorbida e un genérico y plural “las fiestas”.
“Para referirnos al sentido propio de la Navidad recojamos este
dato que nos viene de la tradición: los Padres de la Iglesia decían que todo
acontecimiento de la vida del Señor es misterio y ejemplo. Es decir, en primer
lugar es un misterio, una realidad sagrada, una comunicación de Dios a
nosotros. Y luego también es instrucción para nuestra vida”.
“Misterio. ¡Vaya si la Navidad lo es! Es el hecho de que el Hijo eterno
de Dios se hace hombre para comunicar al hombre la vida divina. Entonces se da,
como también dicen los Padres de la Iglesia, entre el hombre y Dios, entre Dios
y el hombre, un admirable intercambio”.
“San Ireneo, por ejemplo, afirma que la gloria de Dios es el hombre
viviente; pero añade que la vida del hombre es la visión de Dios. Y dice algo
que parece exactamente lo contrario: la gloria del hombre es Dios. Está
refiriéndose precisamente a esta especie de circulación que existe, a partir de
la encarnación, entre lo divino y lo humano. Jesucristo, el Hijo eterno de
Dios, ha venido, ha asumido nuestra naturaleza humana y nuestra mortalidad para
ponernos en comunicación con Dios, con la vida de Dios. Para permitirnos saltar
ese abismo que el pecado ha creado entre el hombre y Dios. Por eso es una
realidad sagrada la
Navidad. Tenemos que recordar ante todo eso, Jesucristo ha
nacido para nuestro bien, para nuestro bien sobrenatural, eterno, para
comunicarnos de Dios la vida eterna”.
“Detengámonos ahora en el segundo aspecto: la Navidad del Señor, como
todos los acontecimientos de su vida temporal, es también un ejemplo para
nosotros. ¿Qué podemos aprender de la Navidad ? Podríamos decir muchas cosas, pero
también concentrarnos en algo muy sencillo y decir, por ejemplo, que nos invita
a la humildad, a la pobreza”.
“Si nos referimos al acontecimiento de la Navidad , a lo que aparece
en el Evangelio, lo que se nota de inmediato en la imagen del pesebre es que el
Dios glorioso, el Creador del Universo, el Hijo que es el Logos, la razón, el
plan de Dios sobre toda la creación, nace como un niño inerme y en un pesebre,
en un lugar marginal, en un lugar donde nadie puede recibirlo con grandes
aplausos como los grandes de esta tierra. Nace como pequeño. El grandioso nace
como pequeño para iniciar al hombre en otra consideración acerca de la vida. El
hombre, que es pequeño por sí mismo, quiere hacerse el grandioso. Especialmente
eso va para los que viven de aspavientos, de exterioridad, de mundanidad, y
vale sobre todo para los poderosos de la tierra. Dios se manifiesta a los
pastores que, en aquella época, eran allí gente sospechosa, más bien
despreciada”.
“Nos enseña eso el Señor. Nos enseña la humildad, la pobreza de corazón,
la sencillez, la cercanía a todos, la bondad, la paz”.
“El mensaje de la
Nochebuena es, precisamente: a los hombres, la paz. Dios es
la gloria y a él corresponde que se le de la gloria y ¿qué le da Dios a los
hombres como prenda de su comunicación a ellos? Les da la paz a los hombres que
son el objeto de su complacencia, de su amor”.
“Este es el sentido de la Navidad. Tenemos que venerar, adorar ese
acontecimiento, ese misterio; tenemos que abrir el corazón a la comunicación
que Dios nos hace de su vida. Tenemos que aprender de su manera de comunicarse
a nosotros”.
“El
sentido de la Navidad
va implícito, debe ir implícito, en el saludo que en estos días intercambiamos.
Como yo les digo ahora a todos ustedes: ¡Muy feliz Navidad!”.