Por Silvio H. Coppola
Argentina e Irán, acaban de firmar un acuerdo, para investigar “conjuntamente” el “ataque terrorista a la sede de la AMIA en Buenos Aires el 18 de julio de 1994”.Se creará una “Comisión de la Verdad”, la que estará compuesta por juristas internacionales y se cambiarán informaciones entre las partes, pudiéndose interrogar conjuntamente, a personas “respecto de las cuales Interpol haya emitido una notificación roja” (captura). Aclaremos que esto último lo fue a pedido de la “justicia” argentina e incluye a funcionarios y ex funcionarios iraníes, “sospechosos” de haber intervenido de alguna manera en el hecho (según “pruebas” aportadas por los servicios secretos de Estados Unidos e Israel, las que habrían sido proporcionadas a su vez, por los dichos de un tránsfuga de los servicios secretos iraníes).
El acuerdo en cuestión, deberá recabar aprobación de los congresos de ambos países y parece ser en mucho tiempo, un paso efectivo para terminar con lo que se llamó “la pista iraní”, en cualquier sentido que se produzca. Paralelamente, todos aquellos que dan por sentado de una u otra manera, que la responsabilidad es iraní y no de bandera falsa, han puesto inmediatamente el grito en el cielo, como era de esperar. Y así aparecen en comunión la DAIA, la AMIA, la “comunidad judía”, los radicales, algún representante macrista, la Stolbizer, etc., pues se habría atacado a la “soberanía argentina” con este convenio. Nada mencionan no obstante, de la protesta del Estado de Israel a nuestro país, en cumplimiento de un acto que precisamente, es propio de su soberanía. En realidad, todos estos cuestionamientos y los demás que vendrán, se deben ante todo a que el interés político, tanto de Estados Unidos como de Israel, es que debe declararse a Irán y a sus funcionarios, como los causantes de la explosión en la AMIA y no a cualquier otro culpable o culpables. Causa esta y las presiones consiguientes, que sí afectan a nuestra soberanía, es que la llamada “investigación”de la “justicia” argentina, viene desarrollándose desde 1994, de manera deficiente, corrupta y sin nada efectivo y suficientemente comprobable.
Recordemos que el 25 de octubre de 2006, se vio por la noche en la televisión, que con bombos y platillos, el recién designado fiscal del caso Alberto Nisman, anunciaba para sorpresa de todos, que había descubierto a los culpables –directa o indirectamente- del atentado contra el edificio de la AMIA. Según el mismo habrían sido nueve funcionarios iraníes los que lo planearon, mientras que la organización Hezbollah fue la ejecutora y la causa del atentado fue la aún más increíble explicación, de que lo fue porque el entonces presidente Carlos Menem, suspendiera los contratos de colaboración nuclear entre Irán y nuestro país. ¡¡Qué notable la eficiencia de esta Fiscalía!!, cuando después de haberse descubierto las supercherías del ex Juez Galeano y cuando todos los querellantes interesados conocían el juicio de memoria, que vuelva de nuevo a la “conexión iraní” y descubra cosas que nadie había podido ni sospechar ni mucho menos descubrir. Verdaderamente este fiscal había hecho una investigación y un estudio de la causa de gran mérito, corroborada inmediatamente por la DAIA, que señala increíblemente la solidez de las pruebas aportadas, descubiertas recién entonces, cuando siempre estuvo la causa ante sus narices. Para no ser menos y al instante (la rapidez es sorprendente), la Embajada de los Estados Unidos apoyó sin objeciones el dictamen (y uno no pudo menos de preguntarse si era parte, si lo conocía antes de ser hecho público o simplemente si allí se redactó el mismo, como se apreció era lo más probable) y pidió inmediatamente la “colaboración internacional con la Argentina”, para capturar a “los culpables”. Esto y toda la publicidad que se dio al magistral dictamen, sirvió en gran medida para presionar al juez federal interviniente, Canicoba Corral, quien sin hesitar avaló en un par de días el mismo y obró en consecuencia, apreciando más la conservación de su cargo que la justicia. Si antes había una novela, entonces apareció otra. Así entonces como ahora, en vez de buscar la verdad, se intentó que antes que nada aparezca Irán como país terrorista (circunstancia desde luego muy importante para la política internacional de los Estados Unidos y de Israel, pues Irán está en segundo término –después de Siria-, en la lista de países a ser invadidos) Y Hezbollah tenía que aparecer como facción y no como el grupo libanés que entonces defendía a su patria de la invasión israelí. Resumen de todo fue en ese entonces la visita del embajador estadounidense a la sede de la AMIA y su felicitación al gobierno argentino y en especial al poder judicial por “su decidida búsqueda de justicia contra los culpables por el ataque a la AMIA”. Todo desde luego desmesuradamente sospechoso, lo que llevó a preguntarse a cualquiera, si alguien quiere o no la verdad.
Así las cosas y allá por septiembre de 2009, nuestra presidente haciendo gala de su habitual locuacidad, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, exhortó a las autoridades de Irán, a entregarnada menos que a uno de sus ministros, pues “tiene pedido de captura por el tema de la AMIA”(ya supra detallé en qué circunstancias y porqué se produjo”) y en consecuencia podían confiar en la justicia argentina. ¡¡Nada menos que en la“justicia”argentina!! Por supuesto la callada fue la respuesta. Y en consecuencia nada de importancia en lo que hace a la investigación de los hechos, pasó desde entonces. Ahora puede ser abierto un camino. Esperemos que así suceda y que verdaderamente pueda exhibirse la verdad y se haga justicia.
LA PLATA, enero 29 de 2013.