Un envío de Juan Carlos Moraco
Queridos amigos:
Van para Ustedes, con gran cariño, estas palabras del Dr Saint Jean, no
tienen desperdicio por las verdades que manifiesta.
Con afecto… Un gran abrazo de este veterano y desencantado Cadete del
Colegio Militar que se desangra moralmente por las desventuras de nuestra Patria.
Quizá el único recurso disponible, hoy día, resulta elevar oraciones a
nuestra querida Virgen María, por nuestra Argentina, por los pobres de alma y
espíritu y por nuestros Presos Políticos.
Juan C. Moraco
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PALABRAS DIRIGIDAS POR EL DR. RICARDO SAINT JEAN DURANTE EL ACTO EN
PLAZA LAVALLE, ESTE 26 DE FEBRERO DE
2013.
Los Militares y Policías, y los
civiles que desempeñaron cargos durante el gobierno militar, son los parias de
la democracia.
Son discriminados como si fueran Esclavos.
A los Esclavos y sólo a ellos, se
les aplica retroactivamente la ley penal, violándose garantías y derechos
humanos consagrados en nuestra constitución. Y se les niega la prescripción,
todo lo cual es ilegal tal y como lo ha declarado para todo el mundo la Corte
Suprema de Justicia del Uruguay, citando expresamente al Dr. Fayt.
A los Esclavos y solo a ellos se
les niegan los efectos de las leyes de amnistía dictados por el mismo Congreso
que ahora mira para otro lado.
La Corte Suprema, ésta que hoy
festeja el inicio del año judicial, cambió los criterios del plenario “Díaz Bessone” de la Cámara de Casación,
sólo respecto de los parias y los Esclavos.
De esta forma son los únicos a
los cuales no se les otorgan excarcelaciones.
Los Esclavos son los únicos en la
Argentina a los que se los mantiene detenidos por más de tres, cinco y hasta
nueve años sin condena.
A los Esclavos no se les permiten
las salidas transitorias ni aún estando condenados, porque la estrategia, llamada
por Lorenzetti “Política de Estado”,
es formarle siempre nuevos procesos, de modo que nunca alcancen los beneficios
humanitarios que la ley argentina consagra para los penados.
De esta forma los mantienen
–increíblemente- en peor condición estando procesados, con el principio de
inocencia vigente, que estando condenados.
A los Esclavos se los condena sin
habérseles probado una sola conducta delictiva concreta, simplemente por el
destino o el cargo que ocupaban. Aquél estaba en un destacamento de Inteligencia,
aquél se desempeñó en una unidad de Ejército, éste era Ministro. Y sin que a
ninguno de ellos se les pruebe el dominio del hecho por el cual los penan.
Ni mucho menos la existencia de
un supuesto ataque sistemático y generalizado a la población civil, requisito
de los delitos de lesa humanidad, que ya el Fallo de la Causa 13 contra los Comandantes,
descartó completamente con todas las pruebas en la mano.
A los Esclavos viejos, los que
tienen más de setenta años, se les prohíbe el beneficio de la detención
domiciliaria.
191 han muerto detenidos, sin
condena. Pero no importa, son Esclavos.
A los Esclavos se los somete a
juicios públicos donde ellos y sus familiares son insultados, amenazados y
agredidos por militantes que festejan quemando patrulleros y vehículos del Servicio
Penitenciario, haciendo más grotesco el linchamiento judicial.
A los Esclavos se les hacía una
marca visible.
Pues a nuestras causas, y solo a
ellas, se las identifica en todos los Juzgados y Cámaras del país con un enorme
sello rojo que dice “DDHH”, no sea que a algún distraído se le ocurra aplicarle
el mismo derecho que se le aplica al resto de los habitantes de la Nación.
El látigo disciplinario no es
sólo para los procesados Esclavos, lo es también para los jueces que quieren ser
independientes. Que pretendieron sentar criterios legales objetivos.
A los jueces a quienes se les
ocurrió conceder excarcelaciones a los parias, a los Esclavos, se les pidió el
Juicio Político, caso de Alfredo Bisordi,
de Berraz de Vidal, de Durañona y Vedia, de Gustavo Hornos, de García, de Yacobucci y
de tantos otros.
Los jueces federales que no
tenían muchos procesos contra los parias y Esclavos, sufrieron escraches en sus
domicilios, y la visita preocupada de los organismos de DDHH siempre
acompañados por el CELS de Verbisky
y algún diputado esclavista.
Y en los exámenes para
nombramientos o asensos, expresamente se les pregunta qué opinan sobre esta
clase de juicios.
Asesinan a los parias y a los Esclavos.
Como lo hicieron con mi padre, el
Gral. Ibérico Saint Jean, los jueces
Rosansky, Portela y Falcone, que lo mantuvieron en proceso
contra diez informes suscriptos por diferentes médicos del cuerpo medico
forense que lo declararon incapaz para estar en juicio. Y con 90 años, enfermo
de cáncer y sin posibilidades de caminar por sus propios medios, le revocaron
la detención domiciliaria y lo enviaron a Ezeiza.
Y persiguieron a los médicos
forenses que habían dictaminado a favor denunciándolos ante la Corte Suprema.
Hasta que se descompensó.
Mi padre murió, sin condena, tan
solo dos semanas después, en el pabellón del Hospital Militar que aloja a los Esclavos.
Los Esclavos son mercancía,
moneda de cambio.
Por eso el gobierno le explica
sordamente a la ciudadanía que nos roban y nos matan en la calle por cualquier
cosa, pero que no se preocupen, porque ellos persiguen a los “Represores” que
habrían cometido delitos hace 35 años.
Cualquiera y en cualquier lugar
roba y mata por unas zapatillas o un celular, pero no se preocupen, la Policía
y la justicia funciona, hoy detuvimos a otro esclavo que habría cometido un
delito en 1975.
Y le explican a la ciudadanía que
los trenes descarrilan y muere gente, “pero Estela, estarás contenta porque hoy condenamos a otros nuevos
parias a los que juzgamos por hechos de hace 35 años”.
La droga se enseñorea a lo largo
y ancho del país y la corrupción de los funcionarios es la más alta que alguna
vez hayamos visto, pero no hay impunidad, mantenemos ocupados todas las agendas
de los tribunales federales, que son los que deben investigarlos, con los
juicios por hechos de hace 35 años.
¿Hay algo peor que una Dictadura
que viola los Derechos Humanos de sus habitantes?
Sí, una Democracia que viola los
Derechos Humanos de sus habitantes.
Hasta qué punto se ha arrodillado
la Justicia, que hoy traspasan los límites del 24 de marzo del ‘76 solo para
perseguir a quienes eran Policías o civiles que combatieron el terrorismo
guerrillero en los años ‘74 y ‘75.
¿No ven acaso que solo se juzga y
se persigue como Esclavos a los antiguos enemigos de los Montoneros?
Y no sólo a aquellos que los
combatieron con las armas, sino también a los jueces que, con la ley en la
mano, los condenaron, como es el caso del Dr. Jaime Smart.
Ya no solo saltan obstáculos
legales y constitucionales insalvables para cualquier país civilizado. Ahora
dan además muestras de un zigzagueo jurisprudencial vergonzoso y asombroso para
designar y perseguir a los parias, a los Esclavos y a quienes consideran un
obstáculo a sus ambiciones.
A tal punto ha permitido la Corte
la vulneración del derecho que, al romper para los Esclavos el granítico
principio de Irretroactividad de la Ley Penal, le ha abierto a este gobierno, y
a todo otro que venga en el futuro, la posibilidad de perseguir a sus opositores
políticos.
Porque usando el mismo precedente
que le aplican a los Militares, ahora acusan de delitos de lesa humanidad, a la
señora De Noble, a Magnetto, a Mitre, a Blaquier, a
sindicalistas, a jueces, a sacerdotes.
No se cumple este año ningún aniversario
de ningún fallo de la Corte con el cual pretenden festejar el inicio del año
judicial. Este año se cumplen 200 años de la Asamblea General Constituyente de
las Provincias Unidas del Rio de la Plata. La Asamblea del Año 13.
Aquella que dejó sentado para
siempre que en esta tierra no aceptamos prerrogativas de sangre ni de
nacimiento. Que en la Argentina no existen fueros personales ni títulos de
nobleza. Que en esta Nación todos somos libres, e iguales ante la ley.
No puede haber Esclavos, ni
permitirse su existencia.
El terrorismo guerrillero, en los
70, nos secuestraba y nos mataba como a perros.
Por ser Militares, por ser Policías,
por ser familiares de Militares o Policías, estábamos condenados a muerte. Y la
Patria, si ellos triunfaban, a la esclavitud de la falta de libertades de Cuba,
de China, de la Unión Soviética.
Ya para el año ‘74 y ‘75, cuando
los hechos desbordaron a la Ley, para cuando la violencia y el caos se
adueñaron del país, tronaron las armas. Y cuando los acontecimientos parecieron
superar a las instituciones, la Junta Militar, los Comandantes de las tres Fuerzas
Armadas, asumieron –contra la Ley- el Gobierno de la Nación.
¿Qué creen acaso?; ¿que los hijos
y nietos de los presos políticos estamos de acuerdo con la ilegalidad de
entonces, con la violencia, con el uso de las armas como medio para dirimir los
conflictos?
¿Creen acaso que no sabemos de su
dolor? ¿Que es diferente tener un padre, un hermano o un esposo detenido que
tenerlos desaparecidos, aun cuando estén
muriendo en prisión, como nos ocurre a nosotros?
¿Creen que no consideramos a todo
eso una injusticia y un dolor mayor al que estamos ahora viviendo nosotros?
Pero señores, ya no una vez, sino
varias en la Historia Argentina, abandonamos la ley para alcanzar lo que
creíamos justo.
Si la Junta Militar abandonó la Ley
para alcanzar la victoria sobre el terrorismo, abandonar la ley, en Democracia,
para alcanzar lo que consideramos que es justo, es la vuelta a la selva, a la
venganza, a los mas bajo de nuestra naturaleza. Es el suicidio del sistema.
Es violar los derechos humanos en
nombre de los derechos humanos.
¿Y creen ustedes por ventura que
el Poder Judicial, este Poder Judicial Federal, es el que habrá de solucionar
nuestros problemas?
¿Este Poder Judicial Federal integrado
por jueces que pugnan porque les hagan
notas en Página 12 o reportajes en los
medios oficiales, para explicar cómo y porqué hacen lo que está prohibido por
la ley?; Que se abrazan con los querellantes, emocionados, cada vez que
condenan a Cadena Perpetua a los Esclavos. ¿Con esos jueces que quieren ser Dalessio, Strassera, Moreno Ocampo,
pero condenando a Agentes y Cabos de la Policía y del Servicio Penitenciario
hoy ancianos, y oficiales que tenían 20 y pocos años cuando ocurrieron los
hechos, con Generales que se les mueren en las cárceles insanas, abandonados y
sin respaldo de la institución a la que sirvieron y de la Nación que los envió
a combatir del modo que lo hicieron?
¿Estos jueces que son débiles con
el fuerte y fuertes con el débil?
Son ustedes, gobernantes, los que
apañan a los ideólogos de ayer, los que respaldan sólo a los familiares del
terrorismo guerrillero, los que gozan de privilegios y algunos además se
enriquecen, mientras mantienen presos a la Policía y a los Militares. Ustedes, que silencian a la prensa, que
controlan los precios, que escrachan a los jueces independientes y atemorizan a
los disidentes. Son Ustedes quienes, en lugar de actuar como padres de una
comunidad de hermanos, bregar por el perdón, la reconciliación y la unión de
los argentinos, fomentan el odio, el resentimiento, la eterna división.
Y dicen: que haya unión, pero con
justicia. Señores, la ausencia de legalidad, es una renuncia a la justicia.
La Argentina nos queda grande. Y
no por su vasto territorio. Nos falta grandeza de alma a los argentinos para
superar nuestros abismos, para conseguir los objetivos por los cuales vivieron
y murieron tantos compatriotas.
Me pregunto si es porque desde
nuestros inicios, por cada vez que prometemos vivir coronados de gloria, tres
veces juramos morir por ella.
Una Nación donde –en definitiva-
pareciera que es más fácil morir por amor a los ideales, que aceptar el desafío
de vivir con ellos.
Mientras contemplamos, impávidos,
la decadencia de un país que se divide en countrys y villas miserias.
¿Qué hacemos, regodéandonos en el
pasado del dolor y la violencia, cuando millones de nuestros chicos nacen en
los mundos marginales de la violencia, la droga y el desamparo? ¿No debiéramos
darnos allí la mano, en el rescate a los
más necesitados, a los urgentemente necesitados, allí donde un sacerdote fue
asesinado el día que renunció a la violencia para abrazar la ley?
Ese hombre seguía a quien hace
2000 años dijo: “aquél que ha puesto la mano en el arado, y mira hacia atrás,
no sirve para el Reino de Dios”.
No se trata de una prohibición de
mirar hacia atrás, o un ocultamiento o censura del pasado. Se trata de una invitación a poner –todos y
cada uno- la mano sobre el arado.
Para construir nuevos surcos en
el presente, surcos que son preparación para el futuro… que es lo único que
podemos hacer para transformar el pasado, para convertir ese tiempo cruel,
estéril, trágico, en algo provechoso, útil para quienes estamos aquí y ahora, y
para los que vendrán.
Nosotros, que sufrimos entonces y
que estamos sufriendo ahora, les tendemos la mano a quienes nos consideran sus
enemigos, y les proponemos trabajar
juntos en el presente, por el pasado, para el futuro.
Pero que a nadie se le ocurra ver
en este gesto un signo de claudicación o de debilidad. No es el débil sino el
fuerte el que extiende sus brazos cuando arrecian los latigazos.
Porque nuestros presos y nuestros
muertos nos hacen cada día más fuertes. Porque estamos al lado de los Militares,
los Policías, los Agentes del Servicio Penitenciario, la gente de Prefectura y
Gendarmería y somos testigos de estas humillaciones, más la falta de
equipamiento, el desánimo, la incomprensión, la persecución, el fomento del
odio y de la desconsideración social.
Y lo más trágico, sin un futuro a
la vista, mientras la Nación sufre un aumento sin precedentes de la inseguridad
fronteras afuera y fronteras adentro de su territorio.
Nosotros no vamos a parar.
Nosotros no podemos parar, porque somos herederos de quienes vivieron y
murieron para que todos los argentinos vivamos como hombres libres.
Porque no aceptamos ser Esclavos
ni toleramos que nadie, en nuestro país, sea tratado como tal.
Porque luchamos por una Argentina
que viva unida, reconciliada, caminando hacia un objetivo común.
Por la libertad de los presos políticos.
Por la recuperación de la
legalidad.
A todos los que sufren y a todos
aquellos, que dieron la vida por nuestra Argentina, les decimos que por ellos,
la Patria está viva.
A quienes nos siguen agrediendo. A
los magistrados cobardes que traicionan el derecho. A los dirigentes que no se
atreven a realizar la Gran Empresa Argentina, para todos ellos tenemos un
mensaje que les transmitimos en palabras de dos hombres extraordinarios:
el bravo Soldado Luna y el Sargento Cabral:
“¡¡ACA NO SE RINDE NADIE, CARAJO, VIVA LA PATRIA!!”