Por Tcnl José
Javier de la Cuesta Avila (LMGSM 1 y CMN 73)
Muchos argentinos nos sorprendemos
por el actual escenario de nuestro país. Los signos del mismo parecen cruzarse
sin orden lógico, lo que enturbia las valorizaciones y desengañan sus realizaciones.
Quizás, si entendemos que nos encontramos en una nueva y diferente fase de la
guerra, que deja de ser armada, para transformarse en social, nos ayude a
conocer que es lo que nos pasa y, así, poder encarar este tiempo de difícil e
intrincada evolución. Argentina fue neutral en la I y II Guerra Mundial, pero
quedó dentro del bando occidental durante la guerra fría y, consecuentemente,
fue participe en ella, que aún sigue bajo las formas de las guerras de cuarta generación.
Nuestra civilización está en una guerra no tradicional ni clásica,
por lo que se conoce como "encubierta", guerra
"oculta" o guerra de "cuarta generación" G4). Sus objetivos
son los mismos de siempre, (Dominio. Hegemonía. Etc.), pero sus medios de
acción absolutamente diferentes. Muchos estadistas y profesionales la
ignoran, pero, la sociedad la percibe, por sus efectos, que mutan,
sorprendentemente, en un giro fatal que conlleva al caos y conduce al miedo y
la muerte. Sin embargo, como todo fenómeno social, el conocerla en sus formas y
el entender sus efectos, es el modo lógico y racional con que la
Humanidad puede conducir, controlar y encarar esta variante de la
lucha por el poder y el dominio. Este proceso, con evolución global, aparece más
concretamente en algunos países, no como un real planeamiento para el mañana,
sino como resabio de acciones del ayer, que se reflotan, activándose. Esta
mezcla interesada de pasado y presente, presentada como rasgos del futuro, hace
enmarañada la situación y, por ello, poco comprensible, si es que no se conocen
sus fines, formas y realidades.
Después de la II Guerra Mundial se desató la "guerra fría". En ella,
el dominio atómico se usó como disuasión, mientras, en la periferia, se
producían enfrentamientos, bajo las formas de las "guerras civiles"
clásicas. Siempre las guerras civiles han sido más crueles que las entre
naciones, pues, se enfrentan los vecinos, cuando no hasta los hermanos, por
razones ideológicas que, en general, son ajenas al sentir común de la sociedad.
Al mismo tiempo, se estaba incubando un nuevo tipo de confrontación, que
asomaba en la política, el comercio y la economía, con un nuevo factor
ignorado, que son las finanzas. Surgió la idea de la "defensa
corporativa", que unía "preventivamente" las fuerzas militares
(OTAN), y no, como la historia lo señala, después del inicio de las
conflagraciones. El objeto militar era una nueva manera de disuasión, que
complementaría la "mutua amenaza atómica". Sin que se percibiera, se
estaba produciendo un doble fenómeno, uno netamente humano y otro tecnológico.
El aumento de la población, la migración y la concentración urbana, eran un
nuevo escenario. Los avances de la tecnología, en particular la Cibernética, y,
en especial, las comunicaciones (INTERNET), desbordo las fronteras políticas,
facilito el comercio global y puso énfasis en la economía. Esta universalización,
trajo beneficios culturales, pero, la posibilidad de la comparación, condujo a
dudas sociales, en lo referente al bienestar estructural y sus diferencias
sectoriales y regionales. Este real problema, motivo frustración y,
consecuentemente, reivindicación, presentadas como luchas sociales.
La justicia de atender la pobreza y terminar con la indigencia, en lugar
de seguir el derrotero de lograrlo individualmente por el trabajo,
fue suplantado masivamente por el auxilio o subsidio de los
gobernantes. Ello crea una suerte de abandono de ideales, al tiempo que
un conjunto dependiente electoralmente de gobernantes
que predican la lucha contra la pobreza, pero, sin dudas, propician a
la misma para sus oscuros fines.
La guerra fría, en la forma concebida, aparentemente, quedo
superada (Caída del Muro de Berlín) (1), pero, en realidad, estaba
adquiriendo una nueva manera inesperada, que modificaría conceptos, medios
y acciones, por sus formas asimétricas. El adversario larvado, ya no serían ejércitos poderosos,
sino individuos atrevidos, quizás inconscientes, pero de una peligrosidad
inimaginada. La guerra convencional, en la que aparece el nuevo
escenario cibernético que completa a los tradicionales de tierra, agua
y aire, subsiste, pero, a su lado, nace la guerra encubierta llamada de cuarta
generación.
Cuando se analiza el tema, se concluye que la base intelectual de este tipo de
guerra, se origina en el pensamiento de Antonio Gramsci, que lleva a la
idea de "hegemonía", que es el poder ejercido en apariencia natural,
pero dentro de los principios de la ideología. El mismo desarrolla sus
enseñanzas, partiendo de la base que las acciones pueden desarrollarse en la
economía o la cultura, pero sus fines reales, van hacia la moral o
lo ético a través de lo intelectual. En una era, como la
actual, del "conocimiento", se observa que los escenarios de mayor
importancia y peso relativo están en aquellos que han fortalecido el saber
y pretenden llegar por el al poder, para luego afianzarse. Esto, sin
embargo, no descarta el uso de la violencia y el engaño, no tan solo para
infundir miedo, sino para convencer, en especial, a los menos ilustrados. Se
modifica lo material por lo espiritual, como desafió que, en realidad, no lo
es, pues permanece en el primer estado. Se opaca lo individual por el brillo de
los conjuntos, con lo que se nivela hacia abajo y se priva la aspiración del
crecimiento evolutivo personal. La confrontación se da en las urnas que,
en el pasado, llevaban a la suerte electoral, pero, ahora, a la diferencia
ideológica. Se adaptan los mecanismos institucionales, alejándolos de sus
funciones originales, pero manteniéndolos orgánicamente como fachada, al
cambiarse sus objetivos y finalidades. Se percibe una suerte de accionar que
recuerda a las "mafias", que eluden la ley general, pero construyen
las propias, adaptadas a sus fines.
Es decir, en realidad, en el presente, subsiste el
enfrentamiento ideológico existente en la guerra fría, con acciones
que no actúan sobre lo material, pues su metodología va a lo más profundo, no
tan solo de la persona, sino, esencialmente, de la comunidad, la calidad espiritual de los seres humanos. En
el largo plazo, se actúa sobre la educación y la formación ciudadana,
eliminando el ayer histórico clásico y creando uno diferente que, en sus
resultados, abona, justificando, las nuevas perspectivas para el mañana.
En la coyuntura, se propicia enfrentamientos, que pueden llegar a ser muy
violentos, con un aumento de la criminalidad, no tan solo en el delito
común, sino también en aquellos de "guante blanco", como es la
corrupción estatal. En las guerras convencionales, aun en la
"fría", las acciones aparecían más claras, pues tenían inmediatez, en
la "encubierta", ellas están disimuladas, por eso se la conoce
también como "oculta". Como necesita tiempo, busca
"perpetuarse" en los niveles de dirigencia, para darle continuidad al
accionar. Son procesos de envilecimiento, que avanzan e invaden como una
enfermedad virulenta, no tiene signos visibles, por lo que no se la percibe
como tal, pero que se enquista, desarrolla y fortalece, sorprendentemente.
La gravedad es tal que, bajo determinadas circunstancias,
absorbe a la mayor cantidad de personas que, ignorando lo que pasa,
quedan incluidas. Este fenómeno social es de larga data, ya que lo
vemos en las décadas de 1930 y 1940, en países cultos y
sanos, como son Alemania e Italia, envuelven a sus sociedades
tras regímenes crueles y sádicos que desdicen sus pasados.
Como sucedió en el Siglo XX, el tema de la guerra, es eludido bajo un manto de
paz, que, si bien es una finalidad permanente de la civilización a lo
largo de los tiempos, al no atender ciertos problemas, se los
deja crecer y fortalecerse. La señal más clara y conocida, la da la
perpetuación en el poder por parte de los gobernantes que, generalmente, está
acompañada con cambios institucionales. Si bien los desarrollos de la
tecnología, los procesos de integración y la globalización en marcha, imponen
nuevas organizaciones que atiendan los cambios, ellas deberían cambiar sus
medios pero no sus responsabilidades. Este movimiento de modificaciones, con
evidente base ideológica, se presenta con sorprendente avidez, aun en las
sociedades más clásicas y convencionales, no tan solo por las promesas
atractivas de bienestar, sino por una falta evaluación de sus
consecuencias por los dirigentes públicos y privados, que las
contemplan como modas o tendencias circunstanciales y no por el peso real que
ellas tienen (2). Uno de los aspectos más visibles, pero menos mostrado, es la
idea de la "seguridad colectiva" o "defensa global", en la
cual los países ceden sus soberanías militares nacionales, para integrarse como
fuerza internacional (3). El mismo fenómeno aparece en la moneda, como es el
caso del "euro", que al pasar a ser regional, elimina las voluntades
de cada país, le restan por ello soberanía, creando una dependencia financiera
de difícil aceptación, igual y común en todas las sociedades. En este caso,
conforme señalan los expertos, Alemania, con sus destacados resultados
económicos, se ha transformado en la "locomotora" de la evolución de Europa,
en una suerte de dominio hegemónico, que fue lo aspirado en la II Guerra
Mundial por las armas. A este desarrollo globalizador, en algunos lugares, se
opone el resurgimiento de las identidades, como un rescate del pasado en la
individualidad social. La reacción en Inglaterra, que supone dejar de formar
parte de la Unión Europea, es una cuestión que tiene lógica y que debe ser
seguida con atención. El objetivo de la universalización, como una
finalidad de acción conjunta universal,
tiene lógica cuando respeta las identidades y pasa a ser
irracional si su proceso tiende a una unificación imposible.
La realidad actual señala que el Mundo sigue dividido, por razones económicas
y/o ideológicas, al tiempo que se intenta unirlo mediante la tecnología y la
cultura. Esta situación ambivalente, encuentra un campo positivo
fértil en el comercio, cuando existe demanda cruzada, pero no cesa
en el accionar de obtener "hegemonía", aun entre aquellos que
aparentan ser una fraterna unidad. En nuestra América del Sur, sin dudas, el
conflicto de Cuba y sus satélites (Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc.) con los
países de la OTAN, no se ha acallado, pese a la modificación de acciones de
Rusia seguida por China. Seguramente el "Foro de San Pablo"
(FSP) resume las acciones y objetivos en este proceso. El mismo, fundado
en el año 1990, para unir los partidos de izquierda nacionales, de alguna
manera, es el continuador de la "Conferencia de OLAS" (año
1967). Recordemos que el FSP propicia "bajo el disfraz de la forma pacífica,
psicopolítica y popular, de manera democrática , barnizada de filantropía
y caridad cristiana , con alto poder, demoler valores, principios e
instituciones, al tiempo que adormece, posterga, debilita o evita toda reacción
defensiva". De esta manera, se penetra en los grupos
tradicionales y clásicos, evoluciona dentro de los mismos, hasta alcanzar los
cargos dirigentes y, luego, lleva adelante, bajo la cobertura de los
antecedentes del pasado, sus objetivos y acciones, que cambian orgánicamente y
mantienen la fachada anterior.
En esta guerra encubierta, lo realmente sorprendente, es la inercia de las
posiciones contrarias que, en lugar de encarar la evolución, quedan prendidas
tras ella, con lo cual, quizás sin real voluntad, pasan a ser una especie de
colaboradores o mascara ante la sociedad. (3) Al problema humano
descripto, deben sumarse los que provienen de la Naturaleza y que, al no
ser atendidos oportunamente, obran impulsando crisis o caos, que se sugiere son
fallas de gobierno, aunque no sea cierto, para restar credibilidad a los
mismos. Sin dudas el "calentamiento global", según los expertos,
es el origen que motiva situaciones de gravedad extrema. Solo para citar
algunas, tenemos los "tsunamis" y las "pandemias", con las
destrucciones y muertes que difunde las crónicas. Seguramente, la Naturaleza
agredida por algunos avances, está reaccionando para equilibrarse, cuestión que
nuestra civilización tiene que estudiar, analizar y, si fuera
posible, implementar, pero no debe ser usado como medio para
hacer política y, aun
menos, para implantar ideologías.
Es interesante recordar, cuales son "procedimientos" de la
guerra encubierta. Ellos, en general, no avanzan grupalmente, sino que lo hacen
en forma individual. Uno, característico, es mostrar situaciones negativas de
personalidades, que suponen bajeza, inmoralidad, criminalidad, etc. para, de
esta manera, restarles prestigio y desplazarlos vergonzosamente. Otro, es una
muy especial manera de "espionaje" que, en
realidad, busca "absorber" dirigentes, profesionales que,
en verdad, lo que hacen es una clara y evidente "traición". Lo
sorprendente es que, en ocasiones, se deja al oponente descubrir el accionar,
con el objeto de que, esta manera de "desenmascarar", actué como
"humillación" (4). También se aplica el direccionamiento de las
acciones de masa en las que, "ingenuamente", se lleva a la
sociedad. En estos casos, se induce por "acción psicológica" a
acciones y reacciones, buscando crear caos, para que se debiliten las
autoridades y lograr, así, su reemplazo y el control gubernamental (WWW.i.noticias.com).
Como es fácil de concluir, esta nueva modalidad de guerra no es destructiva
materialmente, como fuera ello clásico del pasado, sino que lo hace
culturalmente. Sus objetivos están vinculados a la ética, la moral o la
honradez, con blancos preferentes en aquellos cuyas decisiones y acciones se
contraponen a las finalidades perseguidas. Todo aquello que ayer se pensaba
como caballerosidad, dignidad o prestigio, ha dejado de tener valor en esta
forma de conflagración que, como siempre ha sido y será, buscando el dominio
(hegemonía) de terceros y entornos para fines, muchas veces inconfesables.
Nuestra Argentina se encuentra claramente comprendida en este nuevo y
sorprendente proceso de conflagración, que, con sus características evolutivas,
vence conciencias y logra adeptos, en un movimiento embozado que difiere con las
palabras, pero que, tiene una consecuencia avasalladora espectacular. La guerra
civil periférica del ayer que utilizaba las armas en sus
combates, ha entrado en este nuevo estadio y, consecuentemente, avanza, no
tan solo por su potencial avasallante y, en ocasiones, aparentemente atractivo,,
sino también, por la ignorancia o la complicidad de aquellos
que debieran o tendrían que actuar y no lo hacen.
Notas:
(1) El
embajador Carlos Muñiz nos dice: (Sobre el fin de la GUERRA
FRÍA) " Desafortunadamente, el fin de la confrontación Este-Oeste no ha
dado lugar a un periodo de paz y ordenamiento globales como hubiéramos
esperado. Por el contrario, presenciamos nuevos desafíos y dilemas que la
comunidad internacional debe encarar" - " No solo ha aumentado
el número de problemas que espera resuelva el máximo organismo internacional (Se refiere a la ONU). También han aumentado la complejidad y la
interrelación entre estos problemas"
(2) El Dr. Juan Aguirre Lanari nos dice: (Al tratar sobre la
post-guerra fría) "El achicamiento del mundo no es un proceso
puramente tecnológico o económico. Tiene dimensiones políticas y éticas, como
la defensa de las instituciones democráticas, la protección de las libertades
individuales y el compromiso internacional con el respeto de los derechos
humanos-"
(3) El embajador Fernando Petrella dice (Refiriéndose a la OTAN):"Los
europeos habían aprendido que solamente podrían lograr la seguridad
juntos y no uno contra el otro", " Los norteamericanos, por otro
lado, habían aprendido que el aislacionismo era un
receta para el desastre...). (3) La falta de ciertas políticas expuestas
públicamente, en ocasiones, producen rechazos operativos que abonan a la guerra
no convencional. Se tiene como ejemplo la diferente posición de los Estados Unidos
de América antes y durante el gobierno de Carter en materia de los
conflictos periféricos durante la guerra fría.
(4) La
Nación 1805-2013.”La guerra fría termino pero la lucha entre espías de Rusia y
EE.UU sigue".