Por Mons. Richard
Williamson
Obispo seguidor de Mons. Marcel Lefebvre
ANSIEDAD SEDEVACANTISTA I
Numéro CCCXLI (341) 25 de Enero de 2014
Las palabras y actos del Papa
Francisco desde su elección a principios del año pasado han sido tan poco
católicos y tan ultrajantes que le ha dado un nuevo impulso a la idea que los
Papas recientes no han sido realmente Papas (“sedevacantismo”). Noten que el
Papa Francisco meramente expresa, sólo que más
descaradamente que sus cinco predecesores, la locura del Vaticano II. Permanece
la cuestión de si los seis Papas Conciliares (con la posible excepción de Juan
Pablo I) pueden realmente haber sido Vicarios de Cristo.
La cuestión no es de importancia primordial.
Si ellos no han sido Papas, de todas maneras la Fe católica y la moralidad, por
medio de las cuales debo “obrar mi salvación con temor y temblor” (Filip. II, 12),
no han cambiado ni una iota. Y, si ellos han sido Papas, de todas maneras no
puedo obedecerles puesto que ellos se han apartado de esa Fe y de
esa moralidad, porque “nosotros debemos obedecer a Dios antes que a los
hombres” (Hech. V, 29). Sin embargo, creo poder brindar respuestas a algunos de
los argumentos de los sedevacantistas, porque hay sedevacantistas que parecen
desear convertir la vacancia de la Sede de Roma en un dogma que los
Católicos deben creer. En mi opinión no es tal cosa. “En las cosas dudosas, la
libertad” (San Agustín).
Pienso que la clave del problema del
cual el sedevacantismo es meramente una expresión, es que el Vaticano II fue un
desastre sin precedentes en toda la historia de la Iglesia de Jesucristo,
mientras que al mismo tiempo fue la conclusión lógica de una larga decadencia
de los prelados católicos que se remonta a los finales de la Edad Media. Por un
lado, la naturaleza divina de la Iglesia Católica y los principios gobernando
cualquiera de sus crisis, incluyendo la crisis Conciliar, no pueden cambiar.
Por otro lado, la aplicación de esos principios debe tomar en consideración las
siempre cambiantes circunstancias humanas dentro de las cuales esos principios
operan. El grado de corrupción humana hoy en día, no tiene precedente.
Ahora bien, dos de los principios que
no cambian son que por un lado la Iglesia es indefectible puesto que
Nuestro Señor prometió que las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella
(Mt. XVI, 18). Por otro lado, Nuestro Señor también se preguntó si encontraría
todavía fe sobre la tierra en su Segunda Venida (Lc. XVIII, 8),
cita importante porque claramente sugiere que la Iglesia habrá casi
completamente desertado al final del mundo, tanto como Ella parece haber casi
completamente desertado en el 2014. Pues, si no estamos hoy en día viviendo el
transcurso del fin del mundo, por cierto estamos viviendo el transcurso del
ensayo general para ese final del mundo, tal como Nuestra Señora de La Salette,
el Venerable Holzhauser y el Cardenal Billot, todos ellos sugirieron.
Por consiguiente hoy, así como al
final del mundo, la defección puede ir muy lejos. Sin embargo no puede ir más
allá del poder de Dios Todopoderoso que garantiza que su Iglesia no va a
desaparecer o fracasar del todo. Puede ir sólo tan lejos como Dios
lo permitirá – en otras palabras nada necesita parar su Iglesia de defeccionar
casi completamente. Y, exactamente, ¿cuán lejos es ese “casi completamente”?
Sólo Dios lo sabe y así sólo el tiempo lo dirá porque ninguno de nosotros
hombres estamos en la mente de Dios y solamente los hechos pueden revelarnos
luego del evento los contenidos de la mente divina. Pero Dios ciertamente
revela parcialmente su mente en las Escrituras.
Ahora bien, en cuanto al fin del
mundo, muchos intérpretes del Capítulo XIII, 11- 17 del Apocalipsis piensan
que la Segunda Bestia, parecida a un cordero y sirviendo al Anticristo, no es
otra que las autoridades de la Iglesia, porque si esas autoridades resistieran
al Anticristo, él no podría nunca prevalecer tal como las Escrituras dicen que
lo hará. Entonces, ¿es ello tan extraordinario si en el ensayo general del
final del mundo los Vicarios de Cristo hablan y se comportan como enemigos de
Cristo? A la luz de estos necesarios antecedentes, el “Comentario” de la
próxima semana propondrá respuestas a algunos de los principales argumentos de
los sedevacantistas.
Kyrie eleison.
ANSIEDAD SEDEVACANTISTA II
Número CCCXLII (342) - 1 de Febrero de 2014
1 O bien uno acepta a
los Papas Conciliares en todo (como los liberales - ¡Dios no lo permita!) o
bien uno los rechaza en todo (como los sedevacantistas).
Aceptarlos parcialmente sí y parcialmente no, es escoger y elegir lo que uno
aceptará tal como lo hizo Lutero y como lo hacen todos los herejes (del griego
“electores”). Eso es cierto si uno escoge y elige de acuerdo a su propia elección
personal, pero no es cierto si, como Monseñor Lefebvre, uno juzga de acuerdo
con la Tradición Católica, la cual se encuentra en el tesoro de 2000 años de
documentos magisteriales de la Iglesia. En ese caso, uno está
juzgando de acuerdo con 260 Papas contra unos meros seis, pero eso
no prueba la invalidez de estos seis.
2 Pero los Papas Conciliares han
envenenado la Fe, y han puesto en peligro la salvación eterna de millones sobre
millones de Católicos. Eso es contrario a la indefectibilidad de la Iglesia. En la crisis
Arriana del siglo 4to, el Papa Liberio puso en peligro la Fe al condenar a San
Atanasio y respaldar a los obispos Arrianos del Este. Por un cierto tiempo la
indefectibilidad de la Iglesia no estuvo más asegurada por
intermedio del Papa sino de su aparente adversario. Sin embargo
ello no significó que Liberio no fuera Papa ni que Atanasio fuera Papa. Del
mismo modo, la indefectibilidad de la Iglesia hoy en día pasa a través de los
seguidores fieles de la línea tomada por Monseñor Lefebvre, lo cual no
necesariamente significa que Pablo VI no era Papa.
3 Lo que los obispos del mundo
enseñan, en unión con el Papa, es el Magisterio Ordinario Universal de la
Iglesia, el cual es infalible. Ahora bien, durante los últimos 50 años los
obispos del mundo en unión con los Papas Conciliares han enseñado el disparate
Conciliar. Por consiguiente estos Papas no pueden haber sido verdaderos Papas. Si el
Magisterio Ordinario de la Iglesia fuera a apartarse de la Tradición y oponerse
a ésta, no sería ya más “Ordinario” sino, más bien, de lo más extraordinario,
porque la doctrina de la Iglesia no admite novedades, siendo el “Universal”
tanto en el tiempo como en el espacio. Ahora bien, la doctrina Conciliar sale
de lejos afuera de la Tradición (por ejemplo la libertad religiosa y el
ecumenismo). Por consiguiente la doctrina propia del Concilio no cae bajo el
Magisterio Ordinario Universal y ella no puede servir par a probar que los
Papas Conciliares no eran Papas.
4 El Modernismo es “la síntesis de
todas las herejías” (San Pío X). Los Papas Conciliares han sido todos
modernistas “públicos y manifiestos”, es decir herejes de una naturaleza tal
que San Roberto Belarmino declaró que no podían ser miembros de la Iglesia,
menos aún su cabeza. Vean el “Comentario” de la semana pasada. Las cosas eran mucho más
claras, o sea “públicas y manifiestas”, en los días de San Belarmino, que lo
son hoy en día en medio de la reinante confusión de mentes y corazones. La
herejía objetiva de los Papas Conciliares (es decir lo que
dicen y hacen) es pública y manifiesta pero no lo es su herejía subjetiva o
formal (es decir su intención consciente y resuelta de negar lo que ellos
reconocen como siendo el inmutable dogma católico). Y p robar su
herejía formal solamente puede ser hecho por una confrontación con la autoridad
doctrinal de la Iglesia, por ejemplo la Inquisición o Santo Oficio, llámese
como se quiera (“Con cualquier nombre, una rosa olería igualmente dulce”, dice
Shakespeare). Pero el Papa es él mismo la autoridad doctrinal
más alta de la Iglesia, por encima y por detrás de la Congregación para la
Doctrina de la Fe. ¿Cómo entonces puede él probarse a sí
mismo y acusarse de pertenecer a tal clase de hereje que lo vuelve incapaz de
ser jefe de la Iglesia?
5 ¡Pero en ese caso la Iglesia está
en un barullo sin salida! De nuevo, vean el “Comentario” de la
semana pasada. Las mentes humanas están hoy en día tan universalmente
embarulladas que solamente Dios puede desenmarañar tal barullo. En todo caso
esta objeción puede más bien tener el mérito de probar que solo El
debe intervenir (¡y pronto!) más que tratar de probar que los embarullados
Papas no son Papas. Paciencia. Dios nos está poniendo a todos a prueba y El
tiene perfectamente todo el derecho de hacerlo.
Kyrie eleison.