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viernes, 8 de agosto de 2008

En silla de ruedas, Bussi vuelve hoy al juicio

Antonio Domingo Bussi recibió el alta médica, volvió a su casa de un country y hoy deberá sentarse en el banquillo de los acusados en el caso Vargas Aignasse, junto a Menéndez.
Antonio Domingo Bussi recibió el alta médica, y hoy deberá sentarse en el banquillo de los acusados en el juicio por la desaparición del senador Guillermo Vargas Aignasse, en 1976.El ex gobernador de Tucumán salió del Centro Privado de Cardiología, donde pasó 48 horas internado, luego haber sido revisado por el perito médico de la Corte Suprema de Justicia, José María David.

"Actualmente (Bussi) se encuentra compensado y está en condiciones clínicas de participar de la audiencia el día de mañana (por hoy)'', sostuvo David en un informe divulgado por el alto tribunal.

Ricardo Bussi, uno de los hijos del general retirado, se quejó ante los periodistas de que "el médico de la Corte cree que mi padre, con 82 años, está en condiciones de ir a jugar al tenis con David Nalbandian". El estado de salud del ex interventor militar tucumano y ex jefe del Operativo Independencia tuvo una complicación el martes, durante la jornada inaugural del juicio que se le sigue junto a su ex superior y ex comandante del III Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, por el caso Vargas Aignasse.Durante las más de dos horas que duró la audiencia, Bussi había permanecido sentado en el banquillo de los acusados con una mochila de oxígeno y, por momentos, según dijo el secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde, entrecerraba los ojos y parecía adormecerse.Pero luego del cuarto intermedio del mediodía, el ex general aseguró que sentía dolores en el pecho, por lo que el perito médico Mario Andrés Galvez lo revisó y recomendó su internación a fin de someterlo a estudios y análisis en prevención de "un posible síndrome coronario agudo".

Finalmente, Bussi salió acostado sobre una camilla de la sala de audiencias en dirección hacia una ambulancia, que lo trasladó a un instituto privado de cardiología, mientras muchos manifestantes que aguardaban en la calle gritaban e intentaban golpear el móvil sanitario.Bussi y Menéndez (este último de 81 años, y cumple prisión perpetua por otra causa en Córdoba) afrontan una acusación por los delitos de violación de domicilio; aplicación de tormentos reiterados; homicidio calificado; privación ilegítima de la libertad agravada y asociación ilícita, los que constituyen delitos de lesa humanidad.La etapa de prueba en el proceso iba a abrirse el miércoles, cuando declararía Marta Cárdenas, esposa de Vargas Aignasse y la última persona en verlo con vida.Luego estaba previsto que de su testimonio Alberto Luis Cattáneo, quien se desempeñó como segundo comandante de la V Brigada de Infantería del Ejército y ordenó el traslado del entonces senador a una cárcel, y luego fue secuestrado por desconocidos, según explicaron a su esposa en la época. Según afirmó el fiscal federal Emilio Ferrer, quien intervino en la causa judicial, Vargas Aignasse estuvo "alojado clandestinamente en la Brigada de Investigaciones" y allí "fue sometido a tratos crueles inhumanos e interrogatorios bajo torturas".El senador, padre del actual diputado justicialista Gerónimo Vargas Aignasse, tenía 35 años al momento de su secuestro, y había sido electo legislador provincial el 11 de marzo de 1973 tras integrar la lista del Frejuli.

Según Guerineau, defensor del general Menéndez, sería una irracionalidad culparlo por lo ocurrido en la provincia cuando él estaba en otra: "Menéndez no estaba cuando pasó lo de Vargas Aignasse", consignó. Mientras el legislador Ricardo Bussi adelantó que su padre, Antonio Bussi, ya tiene una sentencia firmada en su contra antes del comienzo del juicio oral, y que el proceso al que está sometido el ex gobernador es "una payasada".
El defensor define a Menéndez del siguiente modo, en una entrevista realizada por un medio gráfico de Tucumán: “Me parece un cristiano, católico, apostólico romano, de primera agua, muy centrado. Supe conocer después el ideario que tenía sobre la democracia, en una famosa conferencia que dio en El Ombú, a principios de los 80. Allí habla de que no se podía repetir un gobierno militar llamado por civiles, porque los militares no están preparados para eso, ni para la represión, sino para el combate y la guerra”.
El abogado afirmará a su turno los hechos públicos acerca de que, durante los años 70 y principios de los 80, la Argentina fue escenario de una guerra indubitada entre las Fuerzas Armadas y grupos terroristas, lo cual consta en todos los medios de comunicación de la época. “En ella perdieron la vida contendientes de ambos sectores. Pero el hecho concreto que escapa al combate excluye cualquier conducta del general Menéndez”, destaca. E inmediatamente aclara que abonan su posición declaraciones como que “esta es una causa huérfana de pruebas o cuando se dice que la víctima no era montonero”. “Se reconoce por implicancia que los insurgentes así embanderados o calificados se encontraban en otro segmento del conflicto que era, sin lugar a dudas, el de la lucha armada”, añade.

Dijo Bussi, luego de presentarse ante la Justicia Federal el jueves 9 de febrero de 1984: “En la guerra no existe represión, existen operaciones militares. Muertos por asesinato no existen en la guerra, existen muertos por combate. En la guerra no hay ese tipo de figuras delictivas. En la guerra hay operaciones militares, hay bajas en combate, hay persecución. En la guerra el límite de las armas no es de carácter jurídico, es de carácter táctico, porque en la guerra, el que no mata, muere”.

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