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viernes, 21 de noviembre de 2008

Colaboración: "La liviandad de la dirigencia sindical" por Alberto Buela

La liviandad de la dirigencia sindical

(al que le quepa el sayo que se lo ponga)

Por  Alberto Buela

 

 

Como tenemos muchos amigos entre los sindicalistas hemos preferido hablar de "liviandad" para referirnos a la actitud que en su conjunto ha tomado el movimiento obrero sindicalizado tanto en la CGT oficial como el la CGT Azul y Blanco, con respecto al fallo de la Corte Suprema de la Nación donde determina que el delegado de fábrica puede serlo sin estar afiliado a una organización sindical con personería gremial.

 

La liviandad es la cualidad de lo liviano, de lo ligero. Y esta parece ser que ha sido la respuesta a semejante medida. Restarle importancia, reducir la dramaticidad de una medida terrible, fundamental, que troncha por las patas el modelo sindical argentino.

 

También tenemos nosotros en el habla porteña otras expresiones similares como: "no darle bola", "tomárselo a la chacota", "no dar por el pito más que lo que el pito vale", "no calentarse", pero dejemos estas para el lenguaje oral y coloquial.

 

En estos quince días que han pasado desde que se tomó conocimiento del malhalado fallo dos han sido, básicamente, las respuestas siempre en el tono de la liviandad.

 

Una, la más elemental, la menos sólida, que ha consistido en el replegarse de los propios dirigentes sobre su sindicato y ver como pueden pasar el chubasco, pensando que este gobierno no va a durar toda la vida y que este fallo, tarde o temprano va a caducar. ¡Tantas agresiones (1956, 1966, 1976) sufrió el modelo sindical argentino y siempre las superó!

¿ por qué no, también ahora?. Además, es cierto, este es un fallo político apoyado en la vieja idea de los 32 gremios democráticos (socialistas) tan amados por el juez Fayt (vocero entusiasmado del fallo) y el secretario Righi (autor intelectual, porque en sus considerandos se apoya la Corte).

 

Y la otra, la más elaborada, es el intento de lograr la "neutralización jurídica del fallo". El verso de los abogados y de algún dirigente más ilustrado que considera que su lucha es de escritorio a escritorio. En general son los dirigentes que apoyan a raja tabla las medidas del actual gobierno y que no saben como explicar "esta puñalada por la espalda", pero que no tiene, y allí lo paradójico, ningún traidor. Una traición sin traidor. ¡ La Argentina da para todo!

 

A los primeros les decimos que lo suyo no alcanza pues, más allá de todas sus precauciones en cuidar sus gremios, que aún antes de este fallo, casi no había fábrica que no tuviera  una comisión de delegados del PO (Partido obrero). Es decir, que con o sin representación gremial ya muchísimos gremios ha perdido cantidad de comisiones obreras. La solución es ocuparse y preocuparse de los delegados y su trabajo y de los cuerpos de delegados y no dejarlos abandonados a su suerte. Así, la indolencia y liviandad  de la los anteriores dirigentes de la UTA con sus delegados fue la que fabricó el pseudo gremio de los Subtes de Buenos Aires.

 

Y en cuanto a la solución jurídica de neutralización del fallo, ello es un grave error abogadil, porque un fallo de la Corte no hay dios que lo deshaga. Incluso si la Corte lo anula, el fallo sigue allí. Si me permiten el símil, es como cuando una mujer pierde su virginidad, por más alumbre que se pase el himen ya se cortó.

Que se propone llevar al Congreso de la Nación una nueva ley de Asociaciones Profesionales, cuando hoy no hay en Argentina ningún jurista en derecho laboral que tenga, ni por asomo, la capacidad de don Horacio Ferro padre, autor de la ley vigente, es un sinsentido. Además no modifica el fallo, porque las leyes no son retroactivas. Que se busquen chicanas jurídicas no está mal, pero gastarán los gremios más en honorarios abogadiles que en beneficios para ellos.

 

Vemos como con estas dos actitudes donde ambas se encuadran en la cualidad de "la liviandad", la dirigencia sindical ha renunciado a la única herramienta válida que tiene, cual es la medida de fuerza. Y en otros artículos anteriores sobre el tema los hemos llamado a "la huelga general revolucionaria, no porque creyera que alguno iba a levantar el guante de tan heroica medida, sino para ver cual era la reacción del mundo sindical ante la propuesta. La inmensa mayoría guardó silencio y dos "progresistas" provenientes de "gremios ilustrados", se horrorizaron con la medida.

 

Pero ¿por qué la dirigencia sindical renuncia expresamente a defenderse con medidas fuerza? Porque hay algo que le hacer ruido en su propia conciencia, porque está en deuda con la comunidad a la que pertenece.

Obviamente que esto no es aplicable a todos los dirigentes sindicales, pues los hay muy buenos y probos, pero el tono social general es de reprobación al enquistamiento en los cargos, al gatopardismo(*) en las elecciones internas, a la falta de apoyo a los dirigentes de base o fábrica.

 

En definitiva, el fallo de la Corte es de una gravedad insospechada para la vida no solo de los gremios sino también de los partidos políticos. Ya acaban de presentarse en tribunales de la Capital Federal varios pedidos para optar a candidaturas más allá de los partidos políticos apoyándose en este fallo. Todo indica que se va a producir un verdadero aquelarre.

 

Ya ha dicho Godio, que no es pájaro de mi devoción, pero que sobre el tema conoce algo: Este fallo puede derivar en la desorganización política del país".  Señores dirigentes sindicales, por favor, tomen cartas en el asunto, ahora que todavía pueden hacer algo. Que no les ocurra lo que a Boabdil el último rey moro de Granada que lloraba porque perdió su trono por no pelear: No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre, lo reprendió su madre.

 

 

 

(*) Gatopardismo es cambiar algo para que nada cambie

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