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lunes, 29 de diciembre de 2008

Un imprevisto regalo de fin de año - por Antonio Caponnetto

UN IMPREVISTO REGALO DE FIN DE AÑO

Por Antonio Caponnetto

El domingo 28 de diciembre, en dos festividades solemnes y tan significativas para nuestra defensa de la cultura de la vida –nada menos que la celebración litúrgica de la Sagrada Familia y el día de los Santos Inocentes- el diario Página 12 nos ha regalado la tapa y dos hojas enteras de publicidad, profusamente ilustradas y con llamativa diagramación.

Ya en anteriores ocasiones habíanse prodigado sus redactores en gentileza análoga, pero ésta supera a las precedentes y nos colma de particular regocijo.

Dos antiguos camaradas –que se ocultan modestamente tras los ingeniosos motes de Mario Wainfeld y Sergio Kiernan- han sido esta vez los encargados de tan dadivosa promoción. Impetuosos ambos –con esos hervores tan propios de la Hitlerjugend a la que seguramente pertenecieron y callan por modestia- se desmadran incluso en algunos elogios, violentando la cristiana humildad a la que estamos moralmente obligados.

Mario, por ejemplo, historiando nuestra trayectoria, habla de los "devotos lectores” que nos siguen, y del “furor” con que supimos “enfrentar” a los “liberales”, sin que nos temblara el pulso ante Martínez de Hoz, a quien habíamos colocado “en el banquillo de los acusados”. Reconoce incluso los “dotes premonitorios notables” de alguno de nuestros eventuales colaboradores, y no trepida en señalar que Cabildo “embestía sin ambages” contra “el poder judío”. Buen catador del idioma, y desdeñando –según se colige implícitamente- ese prosaísmo de las izquierdas sin el menor asomo de la gracia, como decía Peman, alude además a “la pluma generosa en casticismos y en palabras tonantes” de otro de nuestros redactores, concluyendo en que su estilo era el propio de “clasicismo hispano”. “Todo un estilo”, puntualiza el título; y toda “una coherencia a lo largo de los años”.

Pero el encomio sube hasta rozar el mismo género epidíctico que pedía el Maestro de Estagira, cuando memorando aquellas jornadas tensas de la defensa de nuestra soberanía austral ante las injustas pretensiones chilenas, Wainfeld afirma que Cabildo “convocaba a morir por la patria”. Veraz y emocionante recuerdo, tanto más valioso cuanto nos distingue de la hez kirchnerista, que aliada de la cabronería episcopal acaba de celebrar nuestra rendición ante los atropellos trasandinos.

Kiernan por su parte –que ya ha probado ser un adicto a nuestras páginas- se inclina ante la perseverancia y el empecinamiento militante demostrado en tantos años. Cabildo “sigue ahí”, apunta; “es la revista más antigua de ese palo”. Metáfora esta última –la del palo, bastone o randello- que delata la familiariedad de Sergio con la semántica mussoliniana, y que tanto nos emociona.

Firme en su propósito encomiástico –y como si la muerte no hubiera hecho mella en nuestras filas- Sergio cree firmemente que “el staff de Cabildo muestra continuidades notables”, y que somos capaces de todo: de “soñar con cruzadas de limpieza”, “escribir de tú”, “armar diálogos platónicos”, o “prologar [su actual director] cuanto libro le ponen por delante”, con “estilo estentóreo y lleno de exclamaciones”.

Gracias, camaradas. Nos creíamos derrotados y marginados. Solos y sin un cobre en el cinto, la lucha se hace dura, difícil, cuesta arriba. La adversidad ronda como una tentación riesgosa y cansina. Ahora –gracias a vuestro afán- nos damos cuenta del valor indoblegable que tienen el testimonio coherente y el estilo frontal, el empecinamiento en la batalla y la continuidad de un ideario claro.

Gracias, camaradas. Con ese clacisismo hispano que bien habéis detectado os lo decimos: nos devolvéis los bríos, nos multiplicáis el ímpetu, nos renováis la esperanza, nos mantenéis en vigilia tensa y fervorosa, nos ampliáis en centurias de adherentes nuestras prietas mesnadas.

Gracias, al fin, porque con el año que se escurre en estas horas, podemos ratificar con Gracián una de nuestras consignas predilectas: “Triste cosa es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga, señal de que no tiene: ni talento que haga sombra, ni valor que le teman, ni honra que le murmuren, ni bienes que le codicien, ni cosa buena que le envidien”.

En la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, a 29 días de Diciembre del Año del Señor, 2008

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