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martes, 27 de enero de 2009

"La Máquina de impedir", por Alberto Veirheller

Hemos recibido un mail de la Fundación Gaia, firmado por Alberto Veirheller, que reproducimos a continuación:

LA MáQUINA DE IMPEDIR

Desde el primer día que asumió el gobierno municipal de La Plata y durante los 4 períodos consecutivos que la encabezó, Julio Alak convirtió a su administración en una verdadera “máquina de impedir” que frenó el desarrollo de la región de La Plata, rechazando sistemáticamente cualquier intento privado de invertir en proyectos productivos.. Para ese propósito, hizo promulgar una Ordenanza de ordenamiento territorial y uso del suelo -el famoso “código de planeamiento”- lo suficientemente extensa, farragosa, abstrusa y restrictiva como para desalentar al más entusiasta de los emprendedores; pretendía que La Plata retrocediera a la época de la fundación preservando lo impreservable. Así entre otras cosas, La Plata ostentó durante bastante tiempo la triste marca de ser uno de los municipios con más desocupación de la provincia de Buenos Aires.

Pero no, la “máquina de impedir” se resiste a morir y esta vez reaparece; esta vez disfrazada de reclamo ecológico y de preservación de fuentes de trabajo. Un variopinto conjunto de organizaciones ahora la emprende contra la instalación del emprendimiento productivo más importante de la zona en muchos años y probablemente uno de los más importantes en la provincia.

Del Parque Industrial del Sur se trata, a instalarse en la ruta 36 en la localidad de Poblet y está señalado como un emprendimiento de avanzada más importante que otros parques industriales del país y a construirse bajo las más estrictas normas de calidad y cuidado ambiental, como son las normas ISO 9000 y 14000 respectivamente. Quienes hagan el parque deberán seguir estrictamente las recomendaciones de la Universidad Nacional de La Plata, adonde se hizo un estudio de impacto ambiental y el consecuente reglamento.

Sin embargo y a pesar de todo, la alegre pandilla reunida en contra del parque industrial y a la cual le hacen de comparsa oportunistas políticos de ocasión y pescadores de oportunidades de toda laya; no atiende razones: Quedémonos en el siglo 19 y nada de parque industrial ni nada que se le parezca.

Los métodos y argumentos de protesta -a tono con la decadencia generalizada- son rocambolescos: Que se van a perder 120.000 (¿?) puestos de trabajo, que el parque es una versión perversa de Botnia, que se van a “morir bebés” por tomar agua contaminada, todos estos argumentos gritados a voz en cuello sin que hasta el momento nadie presentara un informe por escrito más o menos serio que respaldara estos argumentos. Además y como corresponde a esta época en que cualquiera se siente con derecho a hacer lo que le venga en gana: Cortan rutas pero por un ratito porque por falta de quórum tienen que abandonar la protesta; increpan e insultan en público y a viva voz a funcionarios para conseguir la foto; acusar a funcionaros de irregularidades varias sin tener pruebas fehacientes; etcétera, etcétera y etcétera. Más temprano que tarde van a terminar siendo un triste remedo de los patéticos “asambleístas” de Gualeguaychú.

Miran la paja en el ojo ajeno y no ven (no quieren ver, en realidad) el tronco en el propio. Antes de oponerse con santa indignación a la llegada lo que consideran casi como una amenaza nuclear; deberían tener una mirada un poco más objetiva -y más crítica por caso- mirar ese tronco que defienden. A saber: Explotación infantil a la vista de cualquiera; trabajo no registrado (en negro); jornaleros que trabajan más horas de las que indica la ley; pésimas condiciones de habitabilidad e higiene en muchas viviendas del personal; evasión impositiva; contratos leoninos; pésimo uso del recurso hídrico (o derroche del agua), pésimo manejo del suelo (erosión a corto plazo); contaminación del suelo, del agua y de las personas por desconocimiento en el manejo de agroquímicos; ausencia total de remediación de la contaminación; mal manejo de la producción pos-cosecha; falta de limpieza y desmalezamiento (hantavirus); así podría seguir una interminable lista. Deben corregir todas esas falencias y errores antes de hablar de otros problemas.

Basta por favor de confrontar y seguir alimentando la falaz antinomia campo-industria; esa era una discusión ya vieja en los años ’40. Pónganse a tono con los tiempos sino no sólo se van a quedar en el tiempo sino que van a retroceder languideciendo hasta desaparecer.

Alberto Veirheller
DNI 10.561.300

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