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viernes, 19 de junio de 2009

CATÓLICOS MESTIZOS HISPANOAMERICANOS

Por Emilio Nazar Kasbo

Hace más de 500 años la Corona de España se encontró con los habitantes de América, llegando con la intención de evangelizarlos y potenciar ambas culturas: recibir descubrimientos y avances del conocimiento de las culturas americanas, y aportar el sentido de la vida del mensaje del Evangelio de Jesucristo así como los avances tecnológicos europeos, intercambiando flora y fauna recíprocamente.
La falsa historia de que venían exclusivamente a buscar riquezas, dominar a sus habitantes y llevarse las riquezas americanas como aporte al Imperio Español para acrecentar sus tesoros y poder resulta desmentida por las Leyes de Indias, y por el reconocimiento de los autóctonos americanos como personas. Por otra parte, en el caso de España se debe reconocer que el descubrimiento europeo era de la Corona de España, y no del Estado español. Es decir, un territorio personal propio de la monarquía.
Por España ingresó a América la rica historia de Europa: el idioma castellano portador de la tradición grecolatina con su Filosofía, su Derecho y su espíritu Militar, bautizados por el cristianismo.
Nadie es perfecto, y toda persona es víctima del pecado original, con excepción de Jesucristo y la Virgen María. Quienes vinieron a América desde España tampoco, mas debían responder a los Reyes en un juicio de residencia por su gestión, y realizar sus descargos por denuncias contra ellos. Por su parte, si los españoles tenían problemas, los autóctonos los tenían peores, ya que carecían del mensaje del Amor de la Trinidad y su cultura se basaba en una orientación teológica del miedo y del terror que se traducía en su vida ordinaria y en los Imperios precolombinos que sojuzgaban a otros sin la mínima piedad.
Y había otra cosa peor: los mercaderes de personas ingleses, portugueses y holandeses. Africa fue la principal fuente de esclavos, cuyo reconocimiento como persona no se daba en Estados Unidos sino hasta la segunda década del Siglo XX. No sucedió así con los americanos. Los ambiciosos, quienes generaron la "leyenda negra" sobre España, fueron tales naciones, justificadoras de las más aberrantes tropelías e incluso genocidios.
Basta analizar que en Estados Unidos quedaron pocos indios, tras un gran exterminio. En cambio, los países latinoamericanos han tenido un fuerte mestizaje.
Trajeron los españoles nuevas costumbres para América, y la Evangelización al nuevo mundo. Jamás pensaron que aquella Cruz los liberaría incluso ante injusticias, pues aquel mensaje evangélico no es de esclavitud sino de libertad, e imprimió tanto en indígenas, mestizos e hijos americanos de aquellos españoles, ansias de libertad en la vivencia de la Fe. Aquellos conquistadores jamás pensaron que la tierra americana los absorbía lentamente, los hijos de españoles se mestizaron y comenzaron a sentirse americanos.
Así nació el criollo americano, de piel cobriza, legado del indio, coraje y corazón de Jaguar Americano, y a su vez fuerte y altivo, herencia de la Hispanidad, hombre de Fe Católica y devoción Mariana.
Esta, y no otra, es la esencia de la raza y orgullo de nuestra América, pero en el comienzo mismo de nuestras independencias, los fulgores de una Europa revolucionaria, expansionista, dominada por la soberbia de los autodenominados “iluminados” en su mayoría Francmasones, irrumpió en los procesos independentistas y confundió, mintió, enfrento, subvirtió los genuinos deseos de los pueblos Americanos.
Estos “iluminados” cambiaron bruscamente el sentido de libertad de nuestros pueblos, lo que ocasiono la reacción de los Caudillos naturales del pueblo, la que fuera ahogada en sangre criolla, muchas veces con apoyo e intervención de potencias Europeas. La libertad vivida desde la Fe en la Iglesia Católica, se cambió por el liberalismo que justifica la explotación del hombre por el hombre sin límites.
En aquellos años, el liberal Juan Bautista Alberdi, contrariado por las atrocidades y falsedades en el proceder publico de aquellos “Progresistas Iluminados”, escribe una obra poco difundida, llamada “Los Escritos Postumos". Desde su exilio en Chile critica severamente en su obra a los “liberales argentinos”, pues para estos su liberalismo se reduce a gobernar a los demás sin gobernarse a ellos mismos.
Aquellos liberales a los que Alberdi critico eran los “progres” de aquellos años, que veían en todo lo autóctono, en todo lo criollo, “lo bárbaro” y en todo lo extranjero y de sobremanera lo anglo-francés lo progresista.
Hoy los modernos “progres” se autocalifican de “izquierda”, auque nadie podría definir con justicia ¿Qué es esa "izquierda"? Son adjudicatarios de la misma sentencia, y podría decírseles que su “progresismo radica en gobernar a los demás sin gobernarse a si mismos”.
En sí, los liberales son materialistas, y los "progres" de izquierda también. Mientras unos ven el progreso como avance económico aun a costa de la explotación de sus semejantes y de la comisión de injusticias, los izquierdistas ven al progreso como una lucha de clases permanente, buscando la eliminación de la clase dominante y contemplando incluso acudir a la violencia física, no solo verbal y política, sometiendo a la clase de trabajadores, indigentes, desocupados y subocupados a presiones y obligándola mediante extorsión a compartir negocios, por quienes sin serlo, se autodenominan representantes de las mayorías sumergidas, supuestamente por el poder económico. Eso sí, a estos representantes de “los desposeídos “ les encanta vivir como la clase dominante a la que dicen combatir y lo exhiben en forma fastuosa, descarada y lujuriosamente.
En este panorama surrealista, la corrupción es la regla y no la excepción, y auque no hay en nuestra castigada Patria un solo Argentino que no conozca esto, todos parecen mirar para otro lado y creer los discursos altisonantes de estos personajes siniestros y de quienes aspiran a remplazarlos en sus privilegios, cada vez que se acerca una elección para renovar autoridades.
Paradójicamente los “progres” modernos en su mayoría, idolatran y levantan como símbolo a el Che Guevara (para verse como revolucionarios) y Eva Duarte de Perón (para parecer defensores de los humildes), mujer que en política aprendió de Perón, como ella misma solía decir, pero no cabe dudas que ella, era una mujer muy intuitiva y por ello solía sostener que el liberalismo y los socialismos eran para nosotros los criollos “ideologías exógenas.”
Los males que nos aquejan a los argentinos tienen sus raíces en no asumir nuestra propia identidad. Si no tenemos conciencia de ello, si no sabemos que solo reconociéndonos por nuestra esencia hallaremos nuestro camino, si no dejamos de tratar de imitar modelos que no tienen nada en común con nuestra identidad, si no buscamos en nuestras raíces, en nuestra cultura, en nuestras mas caras costumbres, solo hallaremos más recetas falsas y frustraciones.
Lo criollo, lo ancestral de nuestros mas de 500 años de cultura hispanoamericana y rioplatense son nuestra realidad histórico-cultural y solo allí horadando en ello hallaremos el camino a reencontrar nuestro destino de grandeza, desechando las falsas antinomias que nos presentan en cada elección como alternativas, que son como serpiente de dos cabezas y un solo cuerpo, pero igualmente falsas.
Como resultado de la victoria impuesta en Caseros, se dio la Constitución de 1853. Esta se proclamó Federal, así se hizo con el fin de acallar a los justos reclamos de nuestras Provincias.
Pero en su funcionalidad es unitaria, porque centraliza el poder económico y político en del Estado Nacional en desmedro y postergación de las Provincias. Además, cuando se la reformó como consecuencia “del pacto de Olivos”, se mantuvo el mismo esquema de corrupción y falsedad.
La Argentina debe implementar un modelo auténticamente FEDERAL, sin el cual será inútil disputar los sitiales de una clase dirigente a la que solo le importa el manejo de las cajas, donde los ciudadanos son solo un número en las encuestas que cuentan en los procesos electorales y después pasan al olvido hasta la próxima elección.
Debemos trabajar para la formación de una nueva clase de dirigentes que vean al País como un todo, donde la política no sea vista como una profesión que produzca el enriquecimiento de los políticos, donde quienes hacemos política lo realizamos como un servicio a la comunidad para servir y no ser servidos, donde no solamente se declamen valores sino que se cultiven y practiquen personalmente las virtudes cardinales y teologales.

La Argentina fue grande cuando su pueblo fue noble y virtuoso. No volverá nuestra Nación a ser grande, si nuestro Pueblo no vuelve a cultivar las virtudes desde la Fe vivida en familia, única escuela donde se aprende y forma el ciudadano, así como de la actividad laboral ordenada en el respectivo gremio ordenado corporativamente.
Necesitamos volver sobre nuestros pasos, recuperar aquellos valores que regían la sociedad. Debemos perder el miedo a criticar lo reñido con la Fe, la identidad nacional, la moral y nuestras más caras tradiciones, sentando posiciones claras y sinceras, porque la recuperación de la Patria Argentina lo demanda

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