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martes, 23 de junio de 2009

COMUNICADO DEL PARTIDO POPULAR DE LA RESTAURACIÓN "ANTE LA REALIDAD ACTUAL

ANTE LA REALIDAD ACTUAL

PPR


Quienes somos: el Partido Popular de la Restauración
Como la palabra lo indica queremos Restaurar.
Restaurar en la sociedad los valores elementales y permanentes que dieron vida a la nación. Valores que nos enseñaron nuestras madres desde la cuna, la oración que nos hizo conocer y nos acercó a Dios, las normas de convivencia que nos enseñaron el respeto por el prójimo, normas fundadas en principios y valores que se consolidaron en la escuela con los maestros de las primeras letras, que nos enseñaron a amar y honrar los símbolos patrios, a admirar a nuestros próceres y festejar los días de gloria de la Patria. Familia y escuela donde aprendimos que el Bien sólo se da en el orden y la armonía. Son estos valores sencillos que queremos restaurar para que nuestra sociedad vuelva a encontrar su destino y con él, la Esperanza. La clase política necesita ver un caudal de votos para que entiendan que lo políticamente correcto es el BIEN.


Ciudad de Buenos Aires.

Esta ciudad que fue orgullo para el Continente aún tiene el atractivo para argentinos y extranjeros de lo que queda de sus épocas de esplendor. Lo qué en otras ciudades se preserva, aquí se destruye bajo la presión del mercado inmobiliario y de afanes mercantilistas; con serios perjuicios no sólo para el patrimonio cultural de la ciudad, sino también para la preservación del medio ambiente ya que el hacinamiento va privando a la ciudad de espacio y de luz natural, además de dificultar la prestación de servicios esenciales que se ven afectados por la falta de infraestructura. Es así que si el sector inmobiliario va en busca de negocios fuera de todo control, el gobierno de la ciudad mientras tanto, ve en el aumento de contribuyentes hacinados una nueva forma de recaudación a costa del futuro de la ciudad. Todo esto es fruto de la falta de previsión como de escrúpulos. Así también se abandona a la salud y la educación, mientras en busca del voto fácil, gobierno tras gobierno, mantiene un clientelismo político basado en la miseria y la corrupción. Basta entrar a cualquier dependencia pública de la ciudad para darse cuenta que han cambiado gobiernos pero no los vicios políticos. El progresismo de Ibarra que nos llevó a Cromañon, no es distinto a la mentalidad mercantilista del PRO que, mientras a nivel nacional vota leyes que van en contra de la constitución y el orden natural, como gobierno en la ciudad solo atina a resolver –mal resueltos- problemas de tránsito y a uniformar a cartoneros. Todo esto es reflejo de una mala política. La prostitución, la amoralidad, la droga siguen en pie y creciendo, mientras que la acción del gobierno de Macri solo se reduce a duelos verbales con el gobierno nacional, más dignos de la farándula que de gobernantes. Así las cosas el gobierno porteño es sólo un ente recaudador para la nada. Mientras tanto nuestra cuidad de Buenos Aires se va viendo rodeada de villas miserias donde la ley y el estado están ausentes. La promesa de la Guardia Urbana, de una nueva policía, será una nueva forma de atomizar la lucha contra el delito y quizás, teniendo en cuenta quiénes son sus promotores, una nueva forma de corrupción y de descrédito para una función tan noble como la policial. Sin unidad de comando y control no se puede combatir el crimen que se muestra cada vez más brutal pero también más sofisticado y con ramificaciones internacionales donde el narco-terrorismo no está ausente. La ciudad ya ha tenido dos atentados gravísimos y una catástrofe como la de Cromañón, como para que la seguridad se transforme en un botín electoral o de caja, entre el gobierno nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires. La sociedad debe ser protegida, la realidad internacional obliga. El macrismo o el kichnerismo, la coalición cívica, son sólo continuismo, que a falta de propuestas claras, promueven nuevas formulas de personalismo gastado y decadente, sin ideas y proyecto. Los reconocemos por lo que han votado como legisladores, por su pasado político-cuando no su prontuario- sus sucesivas traiciones a convicciones y personas y por sus luchas por los espacios de poder y los dineros mal habidos que estos espacios generan. Sus actos desde el gobierno o desde una pseudo oposición sólo han destruido vidas e ilusiones. Ellos son parte de un todo al que queremos y debemos cambiar. Para esto es necesario el crecimiento constante de un voto que no busque tanto una victoria electoral, sino que sea el reflejo de valores elementales y tradicionales que se conservan en la familia argentina, un voto cualitativo para que la clase política entienda que: es políticamente correcto lo que es correcto para toda persona de bien.


Educación

No se puede experimentar en forma permanente. Preparar a niños y a jóvenes para los desafíos del mundo no es, necesariamente, aceptar propuestas educativas surgidas de organismos internacionales que trasforman a nuestros hijos en conejillos de Indias. Hay un internacionalismo educativo donde está ausente el afecto hacia nuestros hijos, que nos aleja de los valores culturales y principios que nos identifican como Nación y que hicieron de la Argentina un país único en América. No queremos formar un “ciudadano del mundo” sin identidad y raíces, porque no queremos que nuestros hijos sean parias, sino ciudadanos argentinos que encuentren en su patria el futuro que hoy se les niega. La Argentina tiene que volver a ser aquél país que supo y pudo abrir las puertas a miles de inmigrantes que encontraron en él un lugar donde integrarse, donde educar a sus hijos y salir muchas veces del analfabetismo y progresar en un ambiente de orden y paz, en cualquier parte de su territorio nacional. Las sucesivas reformas educativas sólo han traído decadencia y desorden. No se puede confundir progreso educativo, con cambio de valores por contravalores que destruyen las normas elementales de convivencia, cuya falta se hacen cada vez más notables en nuestra sociedad. La idea de autoridad, orden y jerarquía, el respeto, el ejercicio de la voluntad y de la virtud, son necesidades vitales ya que sin ellas la sociedad muere. Los símbolos nos identifican, el respeto por los próceres nos invitan a la grandeza, el premio al mérito nos acerca a la idea de justicia y nos invita al esfuerzo en busca del bien. Hoy este gobierno, el del PRO, como los que le precedieron, educan a nuestros hijos en el odio, en la historia sesgada, y en el desorden que los educa para el CAOS. Sus mentores, detrás de apoyo financiero fácil –de dudoso empleo- aceptan las propuestas de FLACSO, propuestas que no sólo van en contra de nuestras raíces cristianas sino que, además, esconden una ideología gramsciana que pretende destruir la familia y todo vestigio de sentido común. Se niega la autoridad, el ejercicio de la virtud, se educa a nuestros hijos en relativismo con respecto al bien, para explicarnos después que el aumento de la criminalidad tienen como raíz la falta de educación, lo que falta en realidad es educar y formar para el Bien Común. La escuela debe ser en el aprendizaje la continuidad de la primera escuela que es la familia. Por otra parte, mientras se hacen discursos sobre progreso y progresismo, la escuela pública que es la base del progreso social ha sido abandonada. La escuela pública debe dejar de ser un centro de experimentación, para ser la escuela de la excelencia. Se debe terminar con aprobar alumnos para conformar estadísticas, esto es un agravio a los alumnos que se esfuerzan y a los padres que acompañan ese esfuerzo. No se puede pretender una buena secundaria si no hay una buena primaria, como tampoco una buena universidad, si no hay antes una buena secundaria. No se trata de que se diga que hay muchos o pocos bachilleres, sino de que hay buenos bachilleres o técnicos. La permisividad sólo crea generaciones de frustrados. Como lo demuestran los actuales fracasos universitarios. Si queremos desarrollo tecnológico y científico debe haber rigor en el aprendizaje y constancia en la búsqueda de los objetivos. La ideologización de la enseñanza y de la pedagogía nos ha dejado sin destino. El aprendizaje empieza con la práctica de la virtud y el ejercicio de la voluntad, el patriotismo es la base de la solidaridad entre argentinos. Lo elemental es lo que vale y está al principio de los principios.

Salud

La ciudad guarda edificios extraordinarios de otras épocas en donde la Salud Pública era valorada. Esto mismo se puede observar en cualquier provincia Argentina. Desde el inicio de la democracia la salud pública no ha hecho más que empeorar. Es un botín que se disputan sindicatos, instituciones, laboratorios y gobiernos, mientras la única variable de ajuste en salud es el paciente. Hemos vistos reaparecer enfermedades contagiosas que ya habíamos dado por extinguidas. Como en todas las políticas públicas, el Banco Mundial marca la política a seguir en materia de salud, con políticas malthusianas que se esfuerzan por africanizar el sistema. Mientras tanto el país sigue, a pesar de todo, manteniendo una atención superior a cualquier país del continente, con un personal que pese a la falta de medios tiene la capacitación y la vocación necesaria para mantener el sistema de salud con un esfuerzo muchas veces heroico. Los políticos a la hora de hablar de la salud, sólo hablan del aborto o del uso del profiláctico. Este es el tema central, matar o evitar la vida, esto es más fácil que curar. En vez de curar se propone vicio y muerte, como la despenalización del consumo de la droga. En lo que coinciden todos es en el abandono de la salud pública y en la ingerencia privada cada vez mayor en el área. Cómo en la seguridad, en la educación, en la salud también, la propuesta es que la tenga el que la pueda pagar. El resto no importa. Todo lleva a la muerte. Si estas políticas no son genocidas, ¿Cuáles lo son?. Este mismo Gobierno de la Ciudad, tan indefinido para todo, no tiene empacho en proponer transformar hospitales psiquiátricos en edificios administrativos que sean sede de gobierno. Hasta que punto llega el abandono del ciudadano enfermo y de la familia. ¿Esta es la modernización?. El Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires es una muestra. Mientras nadie se hace responsable allí hay pacientes, médicos y enfermeros que luchan por la vida. La solidaridad tan mentada por progres, liberales e izquierdistas no sólo está ausente sino que trasforman los hospitales en campo de batalla ideológico. Esto se soluciona con subsidiariedad. Con un seguro médico que abarque a toda la población. Donde aquellos que no pueden pagar no se sientan abandonados por sus conciudadanos. Hay que sostener el sistema de salud. Hay que modernizarlo no con ideología o políticas malthusianas sino con tecnología, se debe limitar el trámite burocrático. En la era de las comunicaciones, todos los trámites y la administración se pueden digitalizar y evitar trastornos, a pacientes y a médicos. Pero lo que es más importante, se debe también intercomunicar en tiempo real todo el sistema de salud, a fin de que la experiencia de unos y otros mejore las prestaciones y los servicios que se brindan. En la época de la robotización de la salud, es increíble, que a pesar de los bajos costos de las comunicaciones de Internet los médicos de los parajes más aislados del país no tengan acceso, a través de un sistema oficial, a la interconsulta permanente con facultativos, médicos o enfermeros que gocen de mayor experiencia en determinados casos. La vida sigue siendo la clave en la salud. Es la defensa de la vida en todos los órdenes que nos preponemos restaurar.


Seguridad

Hasta ahora una de las pocas políticas de estado de los sucesivos gobiernos ha sido destruir un sistema de seguridad que tenía defectos, pero a la luz de la realidad que se vive en el país, era mejor que el actual. Bajo presión se ensayan discursos de apuro y se hacen propuestas, que van desde el aumento de penas, hasta la elección de comisarios, como si el voto hasta ahora hubiese demostrado que se elije a los más idóneos. Mientras los políticos hablan, las distintas confesiones religiosas encabezan movilizaciones y cualquiera se transforma en un “opinólogo” sobre el tema. La oposición sólo atina a pronunciar discursos éticos como si nunca hubiesen votado las leyes y las reformas que nos han llevado a la situación actual. El oficialismo y los responsables de la seguridad sólo repiten que es una sensación. Toda clase de delitos aberrantes se repiten, la violencia criminal se transforma poco a poco en un problema endémico, bandolerismo, delincuencia, fraudes, piratería del asfalto, robo de autos, desarmaderos clandestinos, falsificación de marcas, contrabando, son moneda corriente. Mientras tanto el ciudadano común que vive de su trabajo, que cumple con el estado, que tiene familia, se ve indefenso y atemorizado. Pocos son los que no han sufrido un hecho criminal, en forma directa. El estado está ausente a la hora de defender bienes vida y familia de los ciudadanos. Rejas, cercos eléctricos, censores, cámaras, terminan por limitar la libertad y privacidad del ciudadano, mientras el delincuente se adueña de la calle con total libertad. Los barrios privados, los country, los condominios de propiedad horizontal van disociando a la sociedad. El prójimo deja de ser próximo, la vida de barrio se extingue. Lo público desaparece. El miedo aísla y genera nuevas formas de vida que nos alejan del Bien Común. La seguridad, como la salud y la educación en este sistema, es para aquel que la paga, el individualismo muestra aquí también su cara. La inseguridad tiene su origen en las políticas públicas propuestas por el Banco Mundial, en la ideología progresista y en el garantismo jurídico. Mientras el Banco Mundial propone la atomización con la creación de policías comunales (departamentales), rompiendo la idea de unidad de comando, control y logística en la represión del delito, entregando la prevención a la seguridad privada, la investigación a una “policía judicial” (fiscalías) y la represión a la policía, todo dentro de un sistema descentralizado, que se muestra inútil a la hora de enfrentar el crimen, crimen que a veces parece desorganizado pero que está unido, a modo de doctrina, por un mismo “modus operandi”. Este es el espíritu economicista, del Banco Mundial, que es similar en todas las políticas públicas. Políticas que los gobiernos vienen aceptando por el incentivo de los créditos que los organismos multilaterales de crédito ofrecen para estas reformas que nunca tienen fin, y que terminan transformándose, por lo general, en incentivos para la corrupción. Pero a esto se le suma el progresismo como ideología, con la falsa dialéctica entre autoridad y libertad, entre represión y derechos, que nos ha llevado a esta síntesis hegeliana de delito, violencia, droga y muerte, que niega la idea de autoridad y la necesidad natural de discriminar y reprimir, que tiene toda sociedad cuando se siente agredida. En todos estos años de ensayos y experimentos, el progresismo ante el reclamo cada vez más fuerte y evidente de la comunidad que ve en peligro bienes, vida, afectos y familia, sólo repite el discurso que la causa de la inseguridad está en la pobreza o la falta de educación, justificando así el crimen y la delincuencia, como si el autoproclamado progresismo no fuese responsable de la educación o la pobreza con su acción de gobierno. Si el Banco Mundial con su economicismo desguaza el Estado y con esto la seguridad y el progresismo dificulta a fuerza de ideología, cualquier tipo de orden sano, menoscabando la idea de autoridad; el garantismo jurídico por otro lado, crea una contradicción entre la salvaguardia de los derechos y garantías individuales y la necesidad que la comunidad tiene de reprimir el delito. Ata así las manos a la policía, negándole la posibilidad de hacer inteligencia criminal y por lo tanto de prevenir, de indagar los antecedentes de los criminales, la vigilancia de ex convictos reincidentes, el manejo de perfiles, datos y modus operandi de criminales. Quedando estas tareas típicamente policiales, en manos de la burocracia de las fiscalías que jamás actúan en tiempo y cuyos resultados están a la vista. Lo que es peor, termina por desacreditar ante la población a la Justicia como poder del estado y a la Policía, como institución. Así es que de hecho, para liberales como para los neo marxistas el gran enemigo es el estado y sus instituciones, unos desde la óptica económica y otros desde la ideológica. Lo cierto es que a esta altura de los acontecimientos todo el sistema de seguridad está quebrado. No es un problema de equipamientos o sueldos o más policías, aunque las tres cosas deben tenerse en cuenta, el problema es la falta de unidad de comando, control y comunicaciones a nivel nacional de las policías y FFSS. Se necesita volver a restaurar la unidad de comando y la responsabilidad en la conducción. Hay que crear un banco de datos con entrecruzamientos, sobre reincidentes, modus operandi y filiación de los mismos en todo el país, que esté absolutamente intercomunicado, al que tengan acceso las Fuerzas Policiales Provinciales y Federales así como las Fuerzas de Seguridad. Los servicios penitenciarios federales y provinciales cumplen un rol importante en la recuperación del delincuente y en el seguimiento de las conductas posteriores de los ex convictos, esto último es importante para prevenir las reincidencias del delincuente. Si tenemos en cuenta que el 95% de los criminales son reincidentes, no es difícil con una buena inteligencia criminal y reunión de información, unificada a través del entrecruzamiento de datos, poder prevenir, combatir y vencer al delito. Pero para todo esto se debe también cambiar el código de procedimientos, el penal y aplicar edictos policiales. El sistema carcelario debe ser reestructurado, discriminando a los delincuentes por peligrosidad, tipo de delitos, reincidencias etc. Pero, sobre todo, se debe restaurar la idea de autoridad, empezando en el hogar, siguiendo en la escuela y terminando en la calle. No hay contradicción entre autoridad y libertad, por el contrario la autoridad a través de las instituciones asegura nuestra libertad en un orden justo, evitando así la tiranía del crimen y la anarquía.

Narcotráfico

El narcotráfico y los que lo promueven. Sus cómplices, aquellos que lavan su dinero o pactan con sus mandantes, deben ser considerados enemigos del Pueblo y de la Patria. Si hay un delito que se pueda llamar de lesa humanidad es el narcotráfico, porque destruye familias y comunidades, reduce a la esclavitud a las personas, dinamiza todo tipo de delito, genera violencia y terrorismo. Ataca especialmente a la juventud y con ello el futuro. La droga es el elemento más nocivo de la contracultura porque reemplaza principios y valores por la degradación personal y social. Sin embargo frente a esto, tanto la izquierda, el progresismo o algunos sectores económicos promueven la liberación del comercio de estupefacientes o la despenalización del consumo. Aquí el capitalismo salvaje y la izquierda a la hora de delinquir se dan la mano, como lo hicieron en 1999 Richard Grasso presidente de Walt Street y Raúl Reyes comandante de las FARC. Progresismo y droga van de la mano Sin ir más lejos, el actual ministro de Seguridad y Justicia –nada menos- promueve la despenalización del consumo, lo mismo sucede con algunos ministros de la Suprema Corte. El país vive un incremento constante del narcotráfico y del consumo de la droga. La lenidad de la Justicia y la ausencia de un sistema de seguridad por parte del estado, han hecho que distintos “carteles” de otros países se trasladen hacia aquí. Hoy se elabora cocaína en la Argentina, el llamado “paco” ha sido el primer indicio. El segundo, la lucha entre bandas de extranjeros narcos en nuestro territorio. Hay sospechas sobre empresarios, sindicalistas, policías, jueces que estarían implicados. El crecimiento económico desmedido de algunos, la actitud, frente al tráfico de drogas de ciertos miembros de las FFSS o de PP, o el fallo de algunos jueces, generan sospechas. La radarización para el control de los vuelos en estos 25 años de democracia, jamás se ha llevado a cabo. No hay control sobre vuelos clandestinos. Las fronteras están siendo desguarnecidas, la presencia para otros fines, de quienes tienen la obligación de resguardarlas en las ciudades y carreteras lo prueban. Los escándalos como los de SW y las valijas diplomáticas con cocaína dirigidas a la Embajada Argentina en España sin que nadie haya sido condenado hasta ahora, ni que nadie de la clase política haya promovido hasta ahora juicio político a los principales responsables son indicios de complicidades. La clase política guarda un escandaloso silencio ante el caso de la Efedrina, a pesar de las muertes y de la aparición en escena de narcos extranjeros. El mismo último ex presidente de la Nación, el único indulto que decretó fue a un narcotraficante (caso Santillán) de la provincia de Santa Cruz, sin embargo este hecho no ha tomado suficiente estado público. Hay una complicidad complaciente entre los grupos de interés: sectores políticos de izquierda con el narcotráfico como lo demuestra la presencia de las FARC en nuestro país, con el beneplácito del gobierno y de organizaciones para-oficiales como son las Madres de Plaza de Mayo y otras ONG de izquierda que se llaman así mismo movimientos sociales, como la Federación de Tierra, Vivienda y Habitat que lidera Luís D´Elía, el Frente Nacional y Transversal que lidera Edgardo de Petri, el Movimiento Evita, de Emilio Pérsico y otros que siendo aliados del gobierno también hacen público su apoyo al principal cartel de narcotráfico que son las FARC. Estos son sólo algunos, pero los hay también dentro de la llamada derecha, bajo sospechas fundadas de connivencia con carteles del narcotráfico. Han habido demasiados escándalos públicos y todo queda en la nada. Mientras tanto, esta cultura de la muerte avanza y destruye familias y dinamiza el delito. Genera complicidades en instituciones y sectores políticos. Ya no se trata de algunos policías corruptos sino también de algunos políticos corruptos que encuentran en la droga una fuente de recursos económicos inagotable. El narcotráfico hoy por hoy es el elemento de corrupción y decadencia cultural más grave que enfrenta la Nación y la familia argentina. Es un ataque externo con cómplices internos a los que hay que enfrentar adecuando las leyes, castigando severamente a los culpables, alejando a incapaces, creando tribunales especiales y un Centro Nacional de Comando y Control de Represión al narcotráfico. Se debe ser implacable, castigar al que trafica y al que consume. Hay que destinar centros de recuperación para aquellos casos tratables, pero debe ser considerado un delito el consumo en tanto y en cuanto es cómplice del que trafica. Hay que crear cárceles especiales para narcotraficantes que jamás deben mezclarse con otro tipo de delincuentes. Las penas no pueden ser excarcelables. El funcionario que se transforma en cómplice de este aberrante delito debe ser castigado, pero además debe recibir la condena pública. El cuerpo social debe saber quiénes son sus enemigos. Debería considerarse delito de Lesa Humanidad porque quienes lo cometen y sus cómplices son verdaderos genocidas. La Nación si quiere sobrevivir debe terminar con la narcopolítica. Restaurando el amor a Dios y a la Patria en grado heroico, en la educación y en la práctica de la virtud, se podrá vencer este flagelo.

Justicia

Las leyes han sido votadas por los mismos políticos que nos gobiernan desde hace más de 25 años. Los jueces también han sido nombrados por ellos. Los resultados están a la vista. La vida, la propiedad, la convivencia social están en peligro por la falta de justicia. La lenidad de los jueces no es distinta a la del poder legislativo. Se vulneran todos los principios de orden natural, o de derecho positivo. Se liberan criminales para que vuelvan a matar o violar, o por el contrario se niega el efecto de las leyes anuladas, se aceptan testigos, falsos a todas luces; se da curso a denuncias anónimas. La vara de la justicia parece tener distintas medidas. La venda parece estar firme porque también cada vez se aleja más de la realidad y del sentido común. Los jueces parecen ser funcionarios del poder ejecutivo. Los hay honestos pero callan, cuidan el empleo, menoscabando así su función. Todos los fueros, en líneas generales y en sus distintos escalones, se muestran adictos al gobierno de turno adhiriendo a este régimen de complicidades con el poder. Las denuncias sobre funcionarios toman fuerza a la hora de la caída de los gobiernos al que han pertenecido. Para el ciudadano común la justicia sigue siendo lenta e indescifrable. Los delincuentes en algunas zonas salen a delinquir eligiendo los tiempos según el juez de turno. Jueces mediáticos y soberbios desacreditan a la justicia. Los casos de corrupción quedan en la nada. El Consejo de la Magistratura, con sus sucesivas reformas, se ha transformado en un elemento de presión sobre los jueces. La idea de una policía judicial y su aplicación a través de los fiscales sólo ha servido para que se diluyan responsabilidades. Hay quienes proponen la elección de jueces, como si ya no hubiésemos elegido a los políticos que los eligieron. A todo esto se suma una justicia paralela, la de los medios de comunicación, que muchas veces presionan a jueces y funcionarios judiciales que parecen más preocupados por la opinión pública que por el cumplimiento de la Ley. En medio de todo esto la insensatez del Progresismo y el Garantismo, que termina ideologizando fallos y procedimientos. Así vemos que a veces no se procede a una detención o lo que es peor se liberan criminales culpables a todas luces porque hubo errores de procedimiento. Un ciudadano común, que hace uso de la legítima defensa frente a una agresión criminal, puede ser detenido por exceso en su defensa e ir a la cárcel con delincuentes comunes. Mucho se podría agregar a todo esto. Pero lo que el ciudadano espera es una justicia eficiente, rápida y que discrimine con criterio entre delincuentes y honestos. Que aplique las leyes vigentes, que se haga respetar frente a las presiones, ya sea de los medios de comunicación o de los gobiernos. Una justicia que cuide su decoro. Pero lo que la población debe tener en claro también, es que esta justicia no cambia mientras no se cambie a los legisladores, mientras no se renueve la política. Si hay jueces venales es porque los eligen políticos venales. La sociedad debe identificar a los políticos por las leyes que votan en el Congreso o en las Legislaturas Provinciales, debe saber quiénes le mienten o quiénes la alejan o acercan al Bien Común. Progreso en la justicia no significa ser complaciente con el delito, tampoco significa poner más o menos computadoras en los juzgados, aunque una digitalización en los trámites judiciales facilitaría funciones y atención al público. Modernizar la justicia es adecuarla a la realidad actual para que actúe en consecuencia, y así el ciudadano común se sienta contenido y protegido. La seguridad jurídica debe ser para todos, poderosos y humildes. Reglas claras, fundadas en principios y valores y no en códigos mafiosos. Restaurar la justicia es Restaurar la Esperanza.


Derechos Humanos

En todo esto intervienen actores derrotados en la guerrilla sangrienta de los 60/70, disfrazados hoy de diplomáticos, intelectuales, luchadores sociales demócratas, como ha sido el caso del argentino Matarollo. Este escenario se viene repitiendo a partir de la creación de una nueva “historia oficial” que sustenta la izquierda revolucionaria donde los victimarios de ayer pasan a ser las víctimas de hoy. Existe una operación Internacional, armada por la izquierda Así hemos visto en nuestros países violar preceptos constitucionales en nombre de los DDHH. Como el de juzgar hechos del pasado con leyes posteriores a los mismos sucesos. Suprimiendo otras veces no sólo leyes, sino también los efectos de las mismas, a fin de llevar a la cárcel empleando testigos falsos, a militares, docentes y sacerdotes. La política que emplean es la continuación de la guerra por otros medios. Invirtiendo así la definición de la guerra de Carl von Clausenwitz. Esta violación constante del derecho con fines ideológicos, hoy ya no sólo es usada para perseguir a quienes los vencieron ayer en el campo de batalla, sino también para violentar el resto de las leyes según les convenga a sus fines de acrecentar poder. En Argentina lo acaban de hacer con las jubilaciones privadas sin que la justicia actuara ante semejante ataque a la propiedad privada. Esa misma justicia es la que juzga el pasado y el presente de nuestra República. En Uruguay, donde el gobierno se jacta de “la seguridad jurídica”, no sólo se ha procedido en medio de montajes jurídicos y escarnio público, contra militares y civiles que actuaron contra la sedición cumpliendo órdenes, sino que además se han extraditado tres oficiales, dos de ellos en actividad a Chile, a pesar de que estos oficiales habían sido absueltos por los tribunales uruguayos, en relación con la muerte de un ciudadano chileno, ocurrida durante el período democrático. En todos estos manejos hay odio ideológico, rencor y la búsqueda de indemnizaciones. En nuestra patria ya se han pagado U$S 2.500.000.000, a pesar de las repetidas crisis que venimos padeciendo por el mal manejo de los fondos públicos. En Chile es público un escándalo que acaba de suceder en este sentido. Frente a esto, es conveniente alertar a la población para que se cree una comisión permanente que defienda los DDHH (derechos humanos) en toda la amplitud del término, que están siendo avasallados en nuestras naciones, que esto se haga sin sesgos ideológicos, ya que ver este problema desde la derecha o desde la izquierda es verlo con un solo ojo. Así mismo que se elabore un informe de la situación jurídica y el trato dado a los prisioneros políticos. También es necesario vigilar la discriminación, pobreza y ausencia de derechos humanos que sufre toda la población en general, que está sometida por gobiernos populistas que se jactan de asegurar el bienestar general del pueblo. Los actuales gobernantes, antiguos colaboradores de gobiernos militares, como muchos de los jueces o funcionarios públicos, han montado un “circo” para lavar su mala conciencia y distraer a los ciudadanos que buscan se atiendan sus derechos.

Política Internacional

Nuestra Política Internacional sigue siendo tan errática como el mismo partido que nos gobierna. Si en los 90, con la anuencia del matrimonio que hoy gobierna, habíamos elegido la alineación automática, hoy el actual gobierno, también del PJ, -apoyado en los superpoderes- ha elegido una política exterior de la que sólo se puede decir que es confusa, absolutamente confusa, pero también absolutamente funcional al poder mundial, ya que nos pone al borde de la proclamación del “estado fallido”. Todo esto es producto no tanto de una visión ideológica, sino más bien de una visión táctica, que tiene más de postura mediática y de dinero fácil que llega en valijas voladoras. El resto no importa, se improvisó con el Uruguay y nos llevaron a un conflicto diplomático impensado donde las dos partes han violados acuerdos para perjuicio de ambos estados. Sólo dos “gobiernos progresistas” podían colocarnos en semejante retroceso. Con Chile no se han podido cumplir las promesas de provisión de gas, porque para proveer, -en temas tan delicados- hay que tener previsión. Con Brasil practicamos una especie de alineación automática -mas- a veces, hacemos el trabajo ideológico “sucio” que ese gobierno, por recato y/o por presión de los sectores de poder nacional interno no se anima a hacer, ya que Brasil va en busca de un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Mientras tanto, nosotros aspiramos a poner a nuestro presidente de facto (léase Néstor Kirchner), como presidente de un nuevo engendro que es UNASUR, promovido por los mentores del Socialismo del Siglo XXI. Éste es un organismo que intenta reemplazar a la OEA, y que hasta ahora su único logro ha sido mandar como veedor (fiscal) al subsecretario de DDHH de la Argentina a Bolivia, para avalar la matanza de ciudadanos bolivianos por parte del gobierno de Evo Morales en Pando y asegurar, a través de falsedades, la condena de la oposición a ese gobierno, como es el caso del prefecto Leopoldo Fernández, encarcelado por medio de testigos falsos. En esta política se mezclan el Foro Social de San Pablo con su carga ideológica y los buenos negocios con las transnacionales de petróleo minería y pesca. Negocios que el ex gobernador de Santa Cruz conoce bien, ya que son parte de la riqueza de su provincia, que ya enajenó como lo está haciendo con otras provincias. Mientras tanto la Argentina viene perdiendo mercados para sus productos tradicionales, y sobre los que tenemos ventajas comparativas con cualquier país del mundo. Se necesitan alimentos, pero por una política interna recaudatoria de corto plazo, se ha paralizado al campo en un conflicto sin precedentes. Esto también es parte de la política de concentración de riqueza que estamos viendo en todas las áreas de la economía. Si hay un gobierno que favorece los monopolios es éste. Con respecto al terrorismo internacional, que se ha transformado en un peligro para las poblaciones y sus estados, este gobierno apoya organizaciones no gubernamentales -verdaderos organismos paraoficiales- que tienen relaciones directas con el terrorismo islámico, con el narcoterrorismo de las FARC, con la ETA, o con Sendero Luminoso. El desaire a dignatarios extranjeros, o a personalidades es moneda corriente. La pequeñez, la improvisación y la falta de educación han invadido nuestra política exterior. Mientras tanto, reduce a negocios e ideología barata nuestra política exterior. La Gran Bretaña ha avanzado sobre la zona de exclusión y tiene como aliados a la Unión Europea, a la que le ofrece coparticipar de la soberanía sobre las islas. La Argentina en cambio, desacierto tras desacierto, está cada vez más aislada a la hora de reclamar, y lo que es más grave desarmada. No tenemos siquiera la capacidad de disuasión mínima, a los efectos de que la prepotencia británica evalúe un costo en su osadía. Sobran los dedos de una mano para contar los políticos que muestran interés en el tema. A la ciudadanía se la mantiene ignorante de estos hechos. La desmalvinización continúa, cuando en realidad Malvinas tendría que ser uno de los ejes de nuestra política exterior. Esto no es extraño porque esta Democracia se instaló de la mano de la Flota Inglesa, a ella le debe su existencia y a la Gran Bretaña le rinden tributo. Es urgente restablecer una política exterior, pero antes deben definirse cuáles son los objetivos estratégicos del País. Esto es fundamental si no queremos convertirnos a corto plazo en un estado fallido. Estos objetivos estratégicos en las distintas áreas de las políticas públicas, son los que tienen que redefinir nuestra política exterior. Se debe definir a qué aspiramos como argentinos, y con que políticas públicas lo vamos a alcanzar. Las alianzas externas o las hostilidades derivarán de estas y no de bravatas ridículas, que ponen en juego el honor argentino ante las naciones.

Defensa Nacional

En toda América del Sur –exceptuando Brasil- se juzga a militares por las violaciones a los DDHH producidos durante la represión a los movimientos subversivos que aparecieron en el marco de la guerra fría en los años 60/70. En todos estos países hay militares presos. En algunos de ellos en medio de guerras internas todavía vigentes, como sucede en Colombia o en Perú. En el mismo Chile hay más de 500 militares detenidos. En Perú se ha condenado a un ex presidente por los excesos cometidos en la represión del sanguinario “Sendero Luminoso”, y esto a pesar de la popularidad del ex presidente Fuyimori y de que su gobierno había surgido de un proceso democrático. Pero solo en Argentina se ha ido más allá de las odiosas políticas de DDHH que solo buscan cobrar indemnizaciones muchas veces fraudulentas y lavar la mala conciencia de los políticos, aquí además se ha practicado como política de estado-la única desde el regreso de la democracia-, la destrucción del sistema de Defensa Nacional. Es así que los gobiernos, uno tras otro, desde 1983 hasta la fecha han avanzado en la destrucción de las FFAA. Se comenzó por dejar sin hipótesis de conflicto a la Nación y las FFAA se quedaron sin el ¿para que?. Se continúo con el recorte de presupuesto de forma permanente. Se dejó de lado toda investigación científica dual, se liquidó el desarrollo nuclear, la tecnología aeroespacial, la petroquímica, la siderurgia, la química, se hizo al país cada vez más dependiente en materia tecnológica e industrial. Se fueron cerrando todas las industrias que tenían que ver específicamente con la defensa: las fábricas de armas, de explosivos, de municiones, los astilleros, la industria aeronáutica, de equipos y componentes electrónicos, como todos los centros de investigaciones que eran parte del complejo industrial militar. Miles de obreros, técnicos e ingenieros quedaron en la calle. Se suprimió también la conscripción, que aseguraba las reservas y que tanto había servido a la integración social. Todo el esfuerzo iniciado por Fray Luís Beltrán hace casi 200 años se destruyó. La razón de esto no fue ni una cuestión ideológica, ni económica, ni de política interna. La razón tiene que ver con que el país ha perdido su capacidad soberana de llevar a cabo una política exterior independiente. Las políticas de defensa para los países, aún en épocas de paz, son el reaseguro de la política exterior. Países pacíficos como Suiza o Suecia o aquellos que han participado en todas las guerras de estos últimos doscientos años han asegurado siempre su política exterior, de acuerdo a sus intereses permanentes, con un sistema de defensa que les permitiese respaldar sus decisiones soberanas. Pero en la Argentina no es así desde 1983, desde que se instalo esta democracia. Esto tiene una explicación y es que la democracia actual y su clase política vinieron de la mano de la flota inglesa y les rinden tributo al Imperio Británico y sus aliados. No por nada el cumplirse el primer aniversario de la recuperación de las Islas Malvinas el entonces canciller Caputo dijo que “el 2 de abril era un día de luto”, no por nada el ex canciller Di Tella hablaba con desparpajo de “relaciones carnales”, cuando se refería a GB y sus aliados. O el actual canciller que responde tibiamente a la hora de poner límite a la expansión británica en el Atlántico Sur cuando los ingleses se aprestan a reclamar las 350 millas marítimas. Todo esto sucede al mismo tiempo que el gobierno y sus testaferros cierran negocios petroleros y mineros con empresas de origen británico. Esto solo tiene un nombre traición. Una traición que tuvo su punto culminante en los llamados acuerdos de paz celebrados en Madrid en febrero de 1990 entre la Gran Bretaña y el Estado Argentino. Acuerdos de los que son garantes EEUU y España, que fueron hechos a espalda del Congreso, que se presentaron como acuerdos de paz, pero que en realidad representaron la capitulación de la República Argentina. Después de estos acuerdos no solo se puso fin al estado de beligerancia sino que además, nos impusieron el alineamiento automático con los anglosajones. Ya para nuestros políticos del sistema no tenía sentido la defensa de la Nación independiente porque ya tampoco teníamos una política exterior independiente. La población vio, atónita, la voladura de Río IIIº para encubrir un contrabando de armas que ese alineamiento automático exigía y la muerte, en un dudoso accidente, de un general argentino y otro peruano con sus respectivas esposas y ayudantes. También vimos la destrucción literal del proyecto aeroespacial Cóndor, exigida por EEUU y GB, sin ni siquiera obtener algo como contrapartida. Asimismo, el país vivió dos atentados terroristas, llevados a cabo por el terrorismo internacional, sin que las FFAA pudiesen investigar a pesar de que costaron vidas argentinas y que la justicia lo calificó de ataque externo; con el agravante ignominioso en este caso, de que se le permitió a un ejército extranjero ingresar al país e izar su bandera, a los efectos de investigar y proteger a ciudadanos argentinos en la ciudad de Buenos Aires. Hay que destacar claramente que a esto se ha llegado por la complacencia cómplice de los mandos de un Ejército que no titubearon en reprimir al único grupo de militares y civiles que se opuso a este estado de cosas, so pretexto de mantener la disciplina. Cuando que la disciplina es un instrumento para servir a los intereses de la Nación y a su soberanía. Las FFFA fueron creadas para defender la Independencia Nacional y la integridad territorial, en defensa de esto nuestros próceres, rompieron con la disciplina más de una vez. La Patria nació rebelde. Porque el honor está por encima de cualquier instrumento y porque el honor militar está ligado a su razón de ser, que es asegurar la soberanía nacional. El honor es el alma de las FFAA.. Cuando el honor se pierde es porque se ha perdido la razón de ser, porque no se es nada, se cumple aquello del Padre de la Patria de que “serás lo que debas ser o no serás nada”, entonces lo militar muere. No se llega a bajar cuadros subido a un banquito en medio del silencio de oficiales y tropa formada - si antes no se han recorrido, entre muchos, el camino de la decadencia. Ese acto fue nada más que el reflejo de todo lo que hasta ahora hemos apuntado. Las FFAA deben recuperar el honor de servir que es la contrapartida de ser-vil. En su pasado de gloria deben reencontrarse con el patriotismo como virtud heroica y así restaurar la vocación de grandeza perdida, para esto es necesario el ejercicio permanente de la renuncia muchas veces a lo que se quiere por lo que más vale y lo que más vale es siempre la Patria y las Instituciones. Las instituciones armadas son fundadoras de la Nación, porque, mal que les pese, a los que se llenan la boca con la palabra Democracia, la Independencia de la Patria no se ganó en ningún acto electoral, sino en los campos de batalla de todo el continente. No se puede dar la espalda a la historia, ni a la realidad, so pena de desaparecer, hoy los estados se militarizan para enfrentar las amenazas de los llamados imperios transversales. El sistema de defensa debe ser reconstruido, debemos volver a integrar a militares y civiles, Argentina debe volver a ser un ejército en marcha como alguna vez lo fue. Primero hay que restaurar la voluntad y ponerla al servicio de la Nación, después veremos el que hacer y los instrumentos a emplear, 200 años de historia van a llenar nuestro espíritu. Los argentinos debemos prepararnos para defender nuestra herencia de los enemigos interiores y exteriores que la amenazan.

Familia

Las cosas por repetidas nunca dejan de ser ciertas, como cuando decimos que la familia es la célula básica de la sociedad o Iglesia doméstica como la llamaba Juan Pablo II. Lo cierto es que la familia es el eslabón por el que se trasmite generación tras generación la Ley Natural que Dios ha grabado en el corazón de los hombres que nos permite discernir lo que está mal de lo que está bien. La familia es donde se custodian esos valores permanentes que nos invitan a la convivencia en un orden armónico, que solo se da en el bien, y que en el cuerpo social se transforma para buscar en el Bien Común, la necesidad del camino a la perfección humana. La vocación por la familia no es otra cosa que la vocación por la tradición que se trasmite de padre a hijo a través de los tiempos y que le permite a la sociedad encontrar el camino perdido y reencontrarse con su destino. La familia es la primera escuela en la que aprendemos las primeras nociones de justicia, de orden y de amor verdadero. La primera oración en la cuna nos acerca a lo trascendente en la sencillez de la madre. Es infinito lo que se podría decir de la familia como que es infinito lo que en la familia encontramos. La familia de forma natural ha sido y sigue siendo, en medios de las dificultades y ataques de todo tipo que sufre, el último foco de resistencia a todas la teorías disolventes que destruyen la convivencia a entre los hombres y por lo tanto al cuerpo social. La vida moderna, la droga, el materialismo, el consumismo, el individualismo, que hacen perder la idea de lo común, la ideología, el llamado progresismo en todas sus formas, vienen llevando una guerra de aniquilación contra la idea misma de familia, en la búsqueda de una sociedad sin padres y sin madres, una sociedad huérfana de amor. Una sociedad sin familia es una sociedad de guachos. No podemos emplear otro término más que este último para calificar el futuro que a la sociedad argentina le depara el progresismo, que está dispuesto a asesinar bebés en el vientre de la madre, a liberar el consumo de la droga o a promover el matrimonio entre personas del mismo sexo, estas son políticas activas contra la familia. Estamos frente a la militancia de la degradación moral y en medio de esta degradación donde la única victima es la familia verdadera como institución, la clase política calla. Ellos mantienen un silencio cómplice, cuando no cobarde, por miedo a los medios públicos de comunicación que por lo general son parte activa de la contra cultura. El ciudadano común debe estar atento, en este sentido, a la actitud de los políticos y exigir claridad de conceptos y definiciones públicas, de lo contrario es cómplice. La destrucción de la Familia es la destrucción de todo. No hay orden político, ni afectos, ni economía sana, ni moral pública sin familia. Sin familia no hay Patria y se oscurece el conocimiento de Dios. El comunista italiano Gramsci entendía que el comunismo iba ha fracasar por el camino de la violencia mientras nos se cambiase el sentido común de las personas, anulando la familia y el poder de la Iglesia, para esto era necesario controlar los medios de comunicación, las editoriales para “abonar el terreno”, que permita el cambio del sentido común haciendo desaparecer la familia. Hoy en nuestras universidades se estudia a Gramsci como prototipo del visionario y se lo aplica en los medios de comunicación masiva. Muchos lo hacen de forma consciente y otros de forma automática. Si para Gramsci los obstáculos a vencer son “la familia y la Iglesia” para que “la sociedad caiga como fruta madura”, es más fácil entender nuestra realidad actual, la causa de la ausencia de valores y la falta de práctica de hábitos virtuosos y darse cuenta que la estrategia gramasciana va dejando inerte a la sociedad. Es más fácil entender entonces donde nos encaminamos y no sorprendernos por lo que nos proponen desde los medios, desde organismos internacionales como FLACSO y muchas veces desde el mismo Banco Mundial, infestado por marxistas, que han elegido la vía pacífica para el cambio o de ONG que parecen inofensivas cuando en realidad son una ofensa al orden natural. Nosotros, desde el Partido Popular de la Restauración proponemos lo contrario. Proponemos fortalecer a la familia con leyes donde se la defienda en el orden espiritual, moral intelectual y material, queremos que la familia tenga más derechos que el individuo aislado, que la familia tenga personería jurídica, que las políticas públicas y la economía la tengan como centro de su fortalecimiento. Si queremos una nación sólida necesitamos una familia fuerte de lo contrario seremos borregos que nos llevan al matadero. Todos, solteros o casados, pertenecemos a una familia, donde aprendimos las primeras nociones de justicia, de orden y jerarquía basadas en el amor. Nuestros padres nos pusieron la primera escarapela el día de la Patria y nos enseñaron las nociones de Dios. Es esto lo que queremos restaurar, la idea permanente de familia y defenderla con políticas activas que abarquen toda su existencia. Porque en ella, la Familia, está el principio.


Patricio Videla Balaguer
Presidente Junta Promotora Capital Federal
Partido Popular de la Restauración



Resumen sintético.



Salud.
Seguridad
Narcotráfico
Justicia.
DDHH.
Política internacional
Defensa Nacional.
Familia





Ciudad de Buenos Aires
Es un reflejo de la mala política.
Clientelismo en base a la miseria.
Amoralidad- Prostitución. (Salud).
Inseguridad. “Guardia Urbana”, perdida de la unidad de comando.
Ausencia de ética en los actos de gobierno.
Mercantilismo inmobiliario y abandono de la salud en beneficio de intereses privados.
El gobierno del PRO a través de sus diputados nacionales y la legislatura se ha mostrado funcional al gobierno nacional. Votan de la peor forma las peores leyes.


1) Educación.

No se puede experimentar en forma permanente. Están a la vista los resultados.
Nadie se hace responsable. Se debe terminar con la dependencia de FLACSO.
Si no hay buena primaria no va a haber buena secundaria, si no hay excelencia
en ésta va a haber fracasos en la universidad.
No se trata de que se diga que hay muchos o pocos bachilleres, sino de que sean
buenos.
Urge reconstruir la escuela técnica.
Los gobiernos deben gastar menos en eventos y publicidad y más en educación.
La socialización del niño empieza en la primaria, aquí tiene que comenzar el
ejercicio de la virtud, para lograr una sociedad sana.


2) Salud.
Hoy parece que la despenalización del aborto y el uso del profiláctico es lo central en la salud.
Se ha instalado la promiscuidad y la cultura de la muerte. En vez de curar se propone vicio y muerte.
La ministra parece una eterna sorprendida ante la aparición de epidemias y enfermedades.
Improvisación y abandono.
Los conflictos que se suceden en el ámbito de la salud son una muestra evidente del abandono y la imprevisión.
El aumento de enfermedades infecciosas, como las tasas de mortalidad, demuestran que no hay política en lo elemental.
Hay que jerarquizar la salud. Integrar el sector privado con el Estado sin falsos antagonismos.



3) Seguridad.

No se resuelve bajo presión, sino con políticas de estado.
Mientras tanto el país necesita medidas de excepción que están contempladas en la Constitución. La inseguridad y la delincuencia
Ponen en riesgo las garantías y los derechos de los ciudadanos.
Se necesita unidad de comando. Emplear la palabra represión porque al delito hay que reprimirlo.
Un banco de datos con entrecruzamiento de información a nivel nacional.
Inteligencia criminal. Teniendo en cuenta que el 95% son reincidentes.
Modificar el Código Penal y de Procedimientos atendiendo más a la eficiencia que a las penas.

4) Justicia.

En la medida en que no se remueve la política y los políticos imposible que cambie.
Las leyes han sido votadas por los mismos políticos y los mismos partidos estos 25 años. Los jueces también han sido nombrados por ellos. Los resultados están a la vista.
Desde la vida hasta la propiedad y la convivencia social están en riesgo por la falta de justicia.
Sin justicia no hay esperanza para la sociedad. El ciudadano necesita tener la seguridad de que la ley lo protege.
El escándalo de la justicia es el mismo que en la política.
El camino es una renovación.

5) Derechos humanos.

Mala conciencia.
Como sucede con el mismo presidente.
La peligrosa derogación de los efectos de las Leyes de Obediencia Debida y Perdón, abre un precedente que pone en riesgo la juridicidad y por lo tanto, los derechos de los ciudadanos.
La política de Derechos Humanos está limitada a los años ´70 y a un solo sector: el militar. Contraviniendo los mismos tratados internacionales por lo que se está juzgando a los militares.
Distraen a la sociedad con un circo y un león herbívoro y amaestrado que se sube a un banco para hacer una prueba.
El país requiere la Ley de Pacificación.

8) Fuerzas Armadas.

Las FFAA fueron creadas para asegurar la independencia y la paz interior. Esta es la razón de ser.
Deben recuperar ese rol en épocas de paz, como lo hicieron Savio y Mosconi y tantos otros que construyeron la industria básica.
Deben integrarse al progreso del país como lo hicieron a partir de fines del siglo XIX y principio del XX.
Toda la capacidad científica y técnica deben integrarse a la sociedad civil apoyando el desarrollo industrial.
El voluntariado actual debería servir además de tener un ejército apto e instruido para la defensa, también debería servir para capacitar a ciudadanos para la vida civil.

9) Narcotráfico

Los últimos escándalos relacionados con el tema generan la sospecha en la sociedad de que hay "narcopolítica".
El narcotráfico es el elemento más destructivo de la vida social. Es la cultura de la muerte.
El asilo dado a componentes de la FARC aumentan las sospechas de entendimientos cuando las FARC son el principal cartel en el mundo.
Progresismo y droga van de la mano. Esto es así desde los 60 es la cultura de la ruina.
El estado debe poner todo el empeño en combatir el narcotráfico porque no todo afecta toda la vida social sino también al estado.
Las extrañas relaciones que indultos debe explicar.

10) Familia

Ya no se repite como antes, que la familia es la cédula básica. La familia no solo es atacada por teoría disolventes y antinaturales, sino por políticasde salud o económicas.
Familia fuerte es igual a sociedad fuerte.
La familia es la primera escuela del hombre y la transmisión de valores permanentes.
Aspiramos a que la familia, la única, la de orden natural tenga mas derecho que el individuo aislado.
Una sociedad sin familia, es una sociedad de borregos que van al matadero.
Todos pertenecimos a una familia solteros o casados, en ellas está el principio.

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