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lunes, 16 de noviembre de 2009

ADN COMPULSIVO






Por Ricardo Díaz



“Hay una lucecita al final del túnel”, dijo el Cardenal Samoré, refiriéndose al conflicto entre Argentina y Chile por el Canal de Beagle; pero yo digo lo mismo refiriéndome al enfrentamiento entre la diputada Nora Ginzburg y la banda de los derechos de los subversivos guerrilleros marxistas-leninistas-castristas, con la “abuela” Carlotto a la cabeza.

Porque en esta democracia argentina, en la que los principios, los valores éticos y la moral, brillan por su ausencia, que una diputada del desprestigiado Congreso Nacional, piense con cierta lógica y exprese sus ideas sin importarle si son contrarias a la corriente opinión manipulada por las “Madres” y “Abuelas” de Kirchner, es realmente sorprendente. Por eso hablo de una lucecita. Dios quiera que vayan surgiendo voces que reflejen ideas más objetivas, que se acerquen más a lo que Aristóteles definía como el “justo medio”.

Lo interesante, también, es el fundamento jurídico en el que se apoya la señora Ginzburg. Evidentemente domina bien las leyes, tanto nacionales como internacionales, porque citó el Pacto de San José de Costa Rica, el cual sostiene que toda persona tiene derecho a su integridad física, psíquica y moral. No creo que la Carlotto haya entendido nada. No sé si esta gente entiende de leyes. Deben tener un casette (qué antiguo), y repiten siempre lo mismo como cotorras, lo de la lesa humanidad. Para colmo con un abogado parricida ¿que van a aprender?

Igualmente interesante son voces como las de Claudia Rucci que, sin ser yo peronista, veo que son palabras muy justas las que dice, muy equilibradas, no traslucen venganza, por lo tanto son mucho más objetivas que cualquier discursito del matrimonio gobernante, los cuales, además de vengativos y resentidos, son de bajísimo nivel, a tal punto, que me parece que el camionero Moyano los supera ampliamente a ambos presidentes.

También han surgido organizaciones que reivindican a los que combatieron contra los que intentaron hacer de Argentina otra Cuba, si bien pudieron, dichos militares, haberse excedido o procedido incorrectamente en aquella guerra de los años 70, que comenzó en los 60 y no en el 76.

De todos modos, no me parece mal que los nacidos de padres desaparecidos, y que quedaron huérfanos y sin familiares, hayan sido dados a familias para su crianza y educación.

Para concluir, creo, con respecto al ADN compulsivo, que la diputada ya lo dijo todo, especialmente cuando citó el Pacto de San José de Costa Rica.

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