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domingo, 1 de noviembre de 2009

CARTA DE UNA MADRE DESESPERADA



RAMOS MEJIA, 2 de abril del 2009


Una madre le implora a la Patria

Sres. Jueces del:
Juzgado Federal Nº 12, Dr. Sergio Torres.
Tribunal Oral Federal Nº 5, Dr. Guillermo Gordo, Dr. Daniel Delgado y Dr. Ricardo Farías.
Esta carta que a ustedes les escribo es para que entiendan que es lo que padece una madre, que este pasado 20 de marzo acaba de cumplir 90 años y cree haber cumplido con la patria.
Tal vez ustedes no tengan tiempo para leerla, pero yo siento desde lo mas profundo, tal como las madres sienten, que tengo la obligación moral y la necesidad espiritual y material, de pedir por mi hijo; de esta forma, sin mediadores ni abogados, solo ustedes y yo, papel de por medio.
Así sigo con mi pedido, hace muchos años traje a este mundo a tres hermosos soles; si, mis tres hijos, que nacieron del amor de una familia de clase media; mi marido era un comerciante, profesión de lo cual el se sentía muy orgulloso y yo una simple ama de casa y docente, que como deben recordar, en esa época, ser comerciante, docente, bancario, doctor o juez estaba muy bien visto por todos.
Con el tiempo mis hijos fueron creciendo y estudiando, cuando llego el momento, primero los mellizos fueron ingresando a la Armada y luego mi hijo mayor ingresó como abogado, también a la Armada, todos ellos convencidos de poder brindarse de cuerpo y alma a su Patria.
Yo era una mujer feliz, tenía todo lo que se le podía pedir a la vida, un marido adorable, buenos hijos, salud, una casa y lo necesario para el día a día; pero la vida no siempre te da todo. Mí marido, el padre de mis hijos, luego de una enfermedad fallece. La vida me dio un golpe, que me hizo ver que no todo era perfecto; pero gracias a mis soles pude sacar fuerzas, sobrellevar el momento y seguir adelante, pues seguían existiendo muchos motivos para continuar.
Parte de mi felicidad se había ido con aquel hombre trabajador, un luchador incansable, un buen marido, un padre ejemplar y por sobretodo un gran compañero; la otra mitad estaba en aquellos niños que ya eran hombres al servicio de su Patria, así que aprendí a seguir viviendo, buscando nuevas ilusiones y nuevas alegrías, pero como ya le dije, la vida me seguiría probando y hoy se por que lo hizo.
En una oscura noche, yo diría sombría noche, aquel teléfono que tanto nos costo tener, sonaría para decirme que en un accidente en la ruta muy lejos de casa y sirviendo a la Patria, perdía la vida Adolfo Daniel el mayor de mis hijos y que junto a el su hermano, uno de los mellizos, Pablo Eduardo estaba muy grave, con pocas posibilidades de sobrevivir. Un viejo medico dijo que solo un milagro podría salvarlo, pues, si esa era la forma y Dios el único que podía salvarlo; yo empecé a rezar y no pare hasta que me dijeron que ya había pasado el peligro, fue ahí donde me di cuenta de que Adolfo Daniel no volvería, pero Dios me había devuelto a Pablo Eduardo, así que de vuelta tuve que reconstruir este mundillo y seguir adelante sin saber lo que la vida me depararía en el futuro.
Los años siguieron pasando, mis mellizos ya habían dejado el servicio activo, Miguel Angel, el aviador, que se había casado con una española, buscaba su rumbo en el extranjero y Pablo Eduardo vivía conmigo, como para que yo no sintiera tanto el alejamiento de su hermano.
Ellos también eran dos hombres trabajadores y correctos, yo estaba contenta de ellos, habían servido a su patria y estaban muy orgullosos de que así hubiera sido.
La vida seguía y estaba entrando en la ancianidad, ya había perdido la vista de un ojo, todo me costaba mas, usaba anteojos, bastón, me levantaba temprano y me acostaba mas allá de la caída del sol, si se le suman el resto de los achaques, la cuenta daba que ya estaba vieja, pero con la alegría de haber visto crecer a mis hijos vivos y a mis nietos.
Así llego el día en que me di cuenta de por que Dios mantenía a esta vieja madre viva. Otra vez la vida o mas bien las personas, arrancaban de mi lado a mis dos hijos y los ponían presos. Primero a Pablo Eduardo, hace mas de tres años y medio y últimamente, hace un año a Miguel Angel. ¿Por que? Ellos era dos personas nobles, solidarias, honorables, que habían llevado una vida correcta, que lo poco que tenían era producto de muchos años de trabajo y esfuerzo, que ni siquiera tenían una infracción de transito. Y que cuando la Patria los volvió a llamar, concurrieron sin dudar, a sabiendas de que quedarían presos, por que estaba en su convicciones, que la vida no era posible, sin honor, si, el honor era importante, pues tenían un apellido que honrar, una familia que dignificar y por sobre todo demostrar que el llamado de la Patria a la cual habían entregado su vida y juventud, les daría la oportunidad de demostrar que ellos eran inocentes y habían obrado como lo que son, hombres de honor y de bien.
Pero algo no estaba bien, algo andaba mal. Su Patria ya no los quería, estábamos volviendo el tiempo atrás, otra vez la patria sangraba y las cosa no estaban claras, yo tenia a mis dos únicos hijos presos, acusados de cosas que no lograré entender, cosas de hace mas de 30 años, cosa que los argentinos no olvidaremos jamás, pero por sobretodo, cosas que habían dejado heridas que ya habían cicatrizado, cosas que hoy no se podrían reconstruir con veracidad, ya que la única distancia que no se puede desandar es el tiempo trascurrido y algo mas que a esta anciana madre no se le escapa, pues estoy muy viejita pero también lucida, lo que me lleva a preguntarle a ustedes señores jueces como puede ser que si mis dos hijos mellizos jamás estuvieron en un mismo destino a la vez, es mas, jamás fueron a los mismos destinos, como es posible que estén ambos acusados en las mismas causas y además esas causas se generan en la ESMA, con lo cual concluyo que algo anda muy mal, pues uno de mis hijos, Pablo Eduardo, jamás tuvo ese destino.
Lo que me lleva a pedirle a mi Patria, nuestra Patria, a ustedes señores Jueces que son parte de esta Patria, que por favor tenga a bien ver donde esta el error. La vida me dio tres hijos, la patria ya tomo uno, ustedes tiene la potestad de hacer justicia y le pedido, como madre y como anciana que me devuelvan por lo menos a uno de ellos, a Pablo Eduardo, que se halla en huelga de hambre desde hace tiempo intentando que le reconozcan la veracidad de sus dichos que demuestran que el nada tiene que ver con los hechos que se investigan.
Les ruego a ustedes, que son parte de mi patria, por favor y con la luz Divina a su lado, le pido con ahínco, que la patria hoy me devuelva a mi hijo Pablo Eduardo porque esta es la misión que me dejó encomendada Dios aquel día que yo sospeche que no todo había terminado.
Ante todo gracias por escuchar a una anciana madre, gracias por comprender mi situación y por sobre todo muchas gracias si me devuelven a Pablo duardo, aprovechando asimismo esta circunstancias para saludarlos muy amablemente.

Firmado
Hortensia Joaquina. Velasco de García
Monteagudo 39 1ro. 1ro.
(1704) Ramos Mejía – Pcia. de Buenos Aires

NOTA: Nunca la madre recibió respuesta del Juez Torres. Es más, después de la carta, su hijo fue trasladado un domingo de madrugada, del Hospital donde está internado, al Penal de Marcos Paz... (se entiende no?). Pablo se descompensó en el móvil de traslado. Y tras varios días en la salita del penal y el Hospital de la cárcel de Ezeiza, tuvieron que llevarlo de urgencia al Hospital Naval por lo delicado de su salud. Sigue en huelga de hambre controlada, apenas para sobrevivir. Pesa 40 kilos... y el juez no contesta ninguna de las presentaciones de su abogado defensor... ¿justicia?

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