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lunes, 23 de noviembre de 2009

NADA MEJOR QUE HABLAR DE PEDOFOBIA, AL CONMEMORAR UN NUEVO ANIVERSARIO DE LA CONVENCION DE LOS DERECHOS DEL NIÑO

En la foto: después del reconocimiento del putomonio, los homosexuales buscarán adoptar menores, que serán objeto de violaciones y pedofilia, y por eso buscarán la "despenalización de la pedofilia" ¿Quien pondrá fin a esta decadencia? ¿quién impedirá la pedofilia una vez legalizada?

Por Liliana Angela Matozzo

Cuando leí esta mañana la nota publicada por el siempre iluminado Doctor Carlo Bellieni, en donde señalaba que “este mundo simplemente no soporta a los niños”, no pude controlar mis ganas de traducirla y ponerla a circular.
Tenía razón, es decir: TIENE RAZON.
Bellieni afirma que “este es un mundo pedofóbico, y que la pedofilia sólo es un tema del código penal, pero que la pedofobia es una cuchillada al código moral y que todos somos pedofóbicos, que no queremos tener hijos sino cuando seamos viejos. Que vemos a los niños como si no fuesen niños, sino como pequeños juguetes, pasatiempos.
Antes que nazcan los vemos como intrusos; apenas nacen, como muñecos para mostrar a los amigos; un poco más grandes se convierten en juguetes y crecidos, en aquellos que deben realizar nuestros sueños frustrados (los queremos convertir en jugadores de fútbol, bailarinas, etc…); finalmente, cuando tienen veinte años, no queremos que crezcan más porque se van de casa y nos sentimos viejos… y así se convierten en el elixir de nuestra eterna juventud.
Estamos en una sociedad en la que, como puede verse en Inglaterra, en donde el 6% de los adolescentes entre 11 y 17 años usan la lámpara para broncearse, rige el modelo de la “chica-tapa de revista” o el de las “barbies”: todos modelos extraídos de los adultos que no saben hacer otra cosa que transferirles sus propias frustraciones a los niños, que beben, beben, y beben todo lo que nosotros vomitamos sobre ellos: es la generación que vive en reflejo, dicen los sociólogos, de los deseos de la generación precedente, la que creía que podía cambiar al mundo, y no lo pudo hacer y ahora vive para rememorar los años pasados (teniendo presentes todos los films del revival, actores, cantantes, todo de cuando éramos jóvenes?), y transfiere reimplantes y sentido de impotencia a los niños y adolescentes: qué joven hoy tiene mínimamente en la cabeza la idea, y no digo del mundo, pero que al menos su escuela pueda ser cambiada o mejorada?
Es la pedofobia. El odio inconsciente por una generación de jóvenes de parte de una generación de frustrados. Exagero? Y ahora como se explican el reclamo de la ONU de tener menos hijos como remedio mágico al calentamiento global? No lo creen?
Ingresen a:
http://www.bmj.com/cgi/content/extract/339/nov18_3/b4834?papetoc.-
Y cómo se explican la obligación moral de tener un único hijo, que en China es una obligación legal, pero aquí en occidente es una imposición no menos violenta y obligatoria?
Cierto que es obligatoria, por qué de otro modo no se explica por qué las familias con más de dos hijos son una excepción, que es vista por los demás con sospecha o malicia. Y que no encuentra si no poquísimos apoyos económicos, en una sociedad diseñada (departamentos, autos…) a la medida de familias de cuatro-máximo cinco puestos).
Es la pedofobia. Y los niños no hacen más de niños: no son más dueños de la ciudad (quién los vé por las calles?), no juegan, pero practican deportes con entrenadores, o se reúnen en fiestas en casas y espacios controlados. Y no son ni siquiera dueños de sus casas, en las que no pueden tocar nada, o casi nada. A causa de la televisión tienen que absorber modelos consumistas, y quien hace la televisión piensa que alivia el asunto poniendo en un angulito de la pantalla “mensaje publicitario”… ¡para el que no sabe leer! Es la pedofobia.
El hijo único, perfecto, obtenido después de diagnóstico prenatal, que lo han hecho pasar el tamiz de nuestro egoísmo, que lo ha sometido al primer examen de la vida y que pesará por siempre, porque, si no es estúpido/a, sabrá que ha nacido porque correspondía a los deseos de sus padres.
Niños que no se pueden ensuciar… y por lo tanto, hacer experiencias orales, táctiles, gustativas; que no se pueden permitir saber qué cosa es un hermano, un primo, que no ven más alzar bebés (las madres no lo hacen más, y hablan de ello con horror), y en consecuencia no aprenden a alzarlos para cuando les toque a ellos.
Niños que se revelan, con los embarazos adolescentes, en un mundo que impone una sexualidad comercial precoz, pero que antes impone no hacer familia, y los obliga a jugar prematuramente con algo que no conocen y los disturba (el cuerpo al adolescente le es como una mosca sobre la nariz del gato), después a desahogarse, pero castrados moralmente porque todo exige practicar sexo pero de ninguna manera, tener hijos. Y los embarazos adolescentes, son una señal de esta rebelión.
Ninguno enseña nada (con los actos y no con las palabras) qué cosa es una familia (el 50% tiene familias desintegradas) y la única enseñanza moral es “usá el preservativo” y “tomá también la droga, pero no manejes después”. En suma, estamos arrancando las raíces de nuestros hijos, que se están preparando para la rebelión.
Celebremos ahora los derechos de los niños sintiéndonos de verdad unos hipócritas, porque el derecho no es sólo tener una escuela adonde ir, sino también tener una familia que no te despierta a las siete de la mañana cuando tus hormonas te tirarían sobre la cama en la mitad del sueño REM y te arroja en un ambiente estatalizado (también cuando es una escuela libre) a aprender a ser buenos engranajes de la sociedad, que no te deposita entre cuatro paredes escolares durante otra mitad de la jornada en que tus hormonas y olfato te pondrían a correr detrás de los pajaritos o a treparte sobre los árboles (pajaritos y árboles están fuera de los límites); por qué ninguno vuelve a pensar en el hecho de que la escuela debe estar al servicio del niño y no al revés?
En suma, destruyamos nuestra raza en extinción: la niñez y sustituyámosla por nuestros sueños rotos, aterroricémosla con presuntas epidemias que después se desmontan por sí mismas, con visiones climáticas catastróficas, con el terror del calentamiento global en verano y con las glaciaciones en invierno.
En un tiempo no se hablaba de pedofilia solo porque había un control social de los niños: el pequeño que estaba en la calle era conocido, y si un loco se acercaba, todos sabían donde había ido y con quién; hoy con la idea que la libertad es no meterse en los asuntos ajenos, los niños están cada vez más solos. Y también nosotros: nos arrepetiremos.-“ (Pedofobia! November 20th, 2009 di Carlo Bellieni http://carlobellieni.com)
Creo que no cabe agregar ningún comentario, y que como siempre lo hace el Dr. Bellieni, una vez más ha sabido clavar el aguijón en la adormecida mente modernosa.
No me hubiera perdonado nunca, no haber traducido estas sabias y brillantes reflexiones. Espero que sirvan para hacer cambios. Espero que los responsables de las políticas de la niñez, estén atentos y dejen de dormir. Los niños necesitan cambios, y rápido.
No hay más tiempo que perder. La escuela verdaderamente debe estar al servicio de los niños, y diseñar curricula adecuada a cada niño y no al docente. Los padres deben privilegiar sus obligaciones para con sus hijos y no sus propios gustos y deseos. No se vive para satisfacer el deseo, sino para hacer lo que corresponde. De otro modo, toda la vida será destruida.

PD: mis mayores respetos a aquellos padres y maestros que anteponen el bienestar de los niños antes que sus propios intereses y comodidades.-

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