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jueves, 3 de diciembre de 2009

FICCIÓN Y REALIDAD


Por Eduardo Jorge Rodrigo





“Las aguas del Río de la Plata se han teñido de rojo y Moisés no lo hizo”

Herodes reina sobre la miseria en que ha sumido a los pueblos. Pero este Heredes no es ni el padre ni el hijo del los personajes aquellos que la historia nos mostrara. Este Heredes ya no se contenta en mandar matar inocentes ya paridos ni cortar cabezas de justos. Este Heredes a dado orden de matar en todo el mundo al “hombre antes de que nazca”, este Herodes ya no corta cabezas, tiene los medsios de comunicación donde los justos no tienen acceso.

El mundo entero le responde a este rey que, como el pueblo de Israel pidiera en tiempos de Samuel y que como aquel transita multiplicado su omnipresencia en palacios a cargo de fieles servidores, controlando que su plan de gobierno se cumpla para que se cumpla el gran espejismo, el falso milagro que hará que muchos le teman. Cuando esto ocurra el miedo será tenido por respeto. Su prédica es la fantasía. Fantasía de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad. Todo esta parafernalia maquinaria dedicada a la imbecilidad porque no se podrá ser libre cuando no se pueda pensar; no se puedrá ser igual cuando la justicia esté totalmente ausente, ni existira posibilidad de hermandad cuando el Anticristo reine abiertamente haciéndose llamar Cristo.

Este impostor desde la caída del primer hombre no cesa en su derrotero: La dominación de lo temporal para llevar a compartir al hombre su destino (el infierno), al fin y al cabo no hace más que dar cumplimiento a la sentencia de Cristo que dijo venir “por el rescate de muchos”, y muchos, no son todos. Esto sintetiza todo el contenido del término LIBERTAD, “la” libertad” por la cual dio la vida el Mismísimo Hijo de Dios. Este es el más cabal ejercicio de elegir por lo que quiera uno mismo tomar o perder primogenitura. ¿ Te gustan las lentejas…?. Tómalas si te gustan pero, ¿ este guiso de lentejas de qué se compone ?. Se compone de búsqueda de títulos y honores, placeres, dinero, jactancia de conocimiento. Es tan ancho el camino a la perdición y hay tanta demanda ante tan nefasta oferta.

Avanza el Anticristo y decididamente sobre tierras tomadas por la cristiandad en el s. XV. En estas tierras al sur de la América la bestia del mar se presenta con apariencia de Moisés, como liberadora de pueblos y tiñe de ideología la rivera. El poder del dinero ha tocado con su vara de papel pintado el Río de la Plata y ha convertido en rojas sus aguas. Esta enviada del dios de barro ha hecho olvidar a los pueblos americanos de lo que Dios no olvida: la sangre de Abel derramada en los 70´ por aquellos que murieron para que la Patria viva. Las sociedades hispanoamericanas se han abandonado en los brazos del asesino Caín. Caín que ha regresado sin más permiso que aquel que le ha otorgado su madre, la obscena y prostibularia democracia que conocemos. Caín, el desterrado, el mismo que la Justicia aislara que bendecido por la Bestia del Mar gobierna hoy en todo el Río de La Plata.

La Bestia del Mar, de tantas cabezas como naciones se le han dejado: Inglaterra, Francia, Portugal, Holanda, España, Rusia y EE. UU, y, aquella otra (bestia) que acecha detrás y ha conocido la Historia como la deicida, la histérica. Juntas avanzan como en sola pieza con la ayuda del recurso que el lavado de cerebro proporciona: la amnesia de los pueblos, terapia que ha logrado instalar a través de los medios de comunicación que controla. En tanto, mientras la ciencia de los sofistas tiñe de rojo el ancho río y éste contamina otrora verdes riveras al norte, en las tierras del Plata circula moneda de “valor nulo”. Es que el Absoluto, ante tanta devaluación de lo moral tomó distancia y observa.

Hay tanta promiscuidad que el circulante ha adquirido la calidad de aquellas monedas tomadas por Judas de la sinagoga, salpicadas con sangre de Cristo. El método de la compraventa de voluntades en esto de generar clase dirigente sigue su curso (Todo hombre tiene su precio). Hay tanta mano de obra del crimen organizado: homicidios en ocasión de abortos, robos, riñas, accidentes; hay tanta vida muerta, tanto sin destino, que aquellos versos del p. Leonardo suenan tan lejanos::”… Dichoso aquel que muere por la cosa perenne, por un Santo Sepulcro, Dulcinea, Beatriz, o por un sol en campo de color cielo y Lis.”

Nuestras Nación se auto elimina, se deja a dejarse abandonar de Dios. Escogió el soborno. Ha cambiado un destino en lo universal por hacerse tierra de Judas Iscariote. “Anima de Judas, eres cual el polvo de ambiciones desmedidas que al descubrirte a vos misma, traidora, en la mismísima desesperanza te suicidas.”

Y Dios Padre que nos anticipa en N. S. Jesucristo el padecer del patriota. “Oh, Israel, Israel, no quedará en ti piedra sobre piedra.”. Y lloró Jesucristo, lloró porque conocía bien el destino de esa Patria Suya, esa que Él mismo junto al Padre crearon para que por la acción del Espíritu y la donación de Santa Mujer Él le viniera a Israel y por Israel el mundo le conociera. Qué mayor gloria para una Nación y qué suerte parecida la tuya, Argentina. Tienes tu origen en la Cristiandad y qué interrogante me presentas. ¿ Que quiere decir esta tu imagen ?, ¿ eres la imagen de Cristo, aquella ridiculizada, azotada, despreciada, traicionada o eres como aquella Israel que mando matarlo y que creyendo haberla matado para siempre comprobó que no y salió a matarlo por todas partes…?.
Argentina, ¿ te estas entregando en esta cruz o traicionas la cruz ? ¿ Has abierto la puerta a Caín adrede ?.
Ante esta realidad tuya, irresuelta, puja en tu hoy, tu ayer: San Martín y Rivadavia enfrentados, o lo que es igual, Patria Argentina o Colonia Británica.
Más allá de caberle al buen cristiano deber de conciencia en decirse. ¿ Y quien soy yo, Mi Señor, para aspirar distinta cosa que la sufrida por vos …?; cabe se diga a si mismo: “Señor, no solo hiciste todo por las Naciones del mundo a quien diste una razón de existir, haciéndolo por la tuya hasta dar la propia vida. Piense el católico esto con detenimiento. Piénselo en esa matriz de la palabra que es el silencio. Piénselo teniendo en cuenta qué tiempo de la Iglesia, en la Historia de la Salvación, le ha tocado vivir. Esta no es la Iglesia que el Apocalypsis menciona al referir a Efeso, ni es la de Esmirna, ni la de Pérgamo, ni la de Tiatira, ni la de Sardes. ¿ Será la de Filadelfia o quizá la de Laodicea…?.
- ¿ Por qué podría ser ésta actual expresión de la Iglesia la de Filadelfia ?. Porque existe una manifiesta debilidad en líneas generales y en materia de expresión de Verdadera fe. Cierto que ha procurado hacer por esa proyección del mensaje salvífico, pero para hacerlo no solo varió el rito transformando el Santo Sacrificio en una simple cena festiva, sino que de la mano titubeo en Doctrina. Tal vez, sin quererlo, casi arroja su destino, porque por el ecumenismo se llega al politeísmo. Es cierto que existen tres religiones en el mundo, pero solo una es la verdadera. Dice el Señor en las Sagradas Escrituras, ¿ por qué te has tenido por nada ?. Largos años de laxitud ameritaría quedaran en evidencia y a tenor de todo esto cabria preguntarle a la feligresía: Cristo, ¿ vuelve o no vuelve ?.
- ¿ Por qué podría ser ésta la Iglesia de Laodicea ?. Porque hay signos de marcada tibieza en ella ante las realidades que acosan este mundo en materia espiritual. Dicho ha sido la Iglesia debe entender que el ecumenismo es un camino al politeísmo, pues ya Dios no es el Dios de los Judios y nunca fue el Dios del Islam. Cristo ha sido claro: “Nadie va al Padre sino por mi”.
Esta realidad toda se ajusta claramente a las contundentes palabras del papado, aquellas que desnudaran “que con su falso incienso satanas había ingresado a la Iglesia".
Los declarados y actuales –aunque disimulados- enfrentamientos dentro de la Iglesia se asemejan a los históricos enfrentamientos en nuestra Nación en materia política y esto esta más que evidente que religión y política deben ir de la mano, pero qué religión, pues de la Verdadera deviene la verdadera política; de la falsa la hipocresía.
Vienen con oportunidad estas palabras, aunque a este tiempo que Celebramos (Adviento) las muestren anacrónicas: “Pueblo mío, ¿ qué te he hecho ?”

Cristo ha querido hacerse tan nosotros que quiso tener Nación, pero en Él. Como estaba previsto el Poder (imperio), la religión en estado pervertido (sinagoga), el pueblo en manos de dirigencia canalla y esa siempre forma de amoral legitimidad, la democracia, que rejunta cobardes e ignorantes, siempre fueron adversas a Cristo. ¿ Qué cosa distinta pasa aquí ?, ninguna. ¿ Pero acaso por esto renunciar al Espíritu y preferir la carne que un día morirá irremediablemente ?

El más claro concepto de patria es este: Jesucristo. Él sintetiza todo, Es el Todo y a Él aspiramos. Dicen que en el nombre que reciben las cosas está aquello que esa cosa debe aspirar ser. Quizá de allí venga el nombre de esta Nación: Argentina, “Argentum”, patena, plato de plata destinado a reflejar el cielo en la tierra para que el mundo crea. ¿ Es un concepto fundamentalista este…?. Si fundamentar las cosas en N. S. Jesucristo es ser fundamentalismo llamémosle entonces y sin temor, “concepto fundamentalista”, aunque en verdad sea cristo - céntrico ?.

Argentina debe encontrar un destino en lo universal y no lo encontrará sin sus verdaderos hijos. No será sin esa reserva moral que aún conserva y que por años fuera no casualmente impedida de conducirla.
La contradicción argentina es una constante sencilla de mostrar: Llamamos al General José Francisco de San Martín, Padre de la Patria; pero entronizamos el nombre de su principal enemigo en la denominación del sillón dada al sillos que emplean quienes han presidido los destinos de esta Nación: Rivadavia. Qué contradicción conceptual tienes Argentina, por un lado aspiras al cielo, por otra te gobiernas para ir al infierno.

Argentina, repasa tu Historia, descubre el lugar donde has caído (Caseros), ve a él y allí ponte de pie y retoma el camino que va a darte un destino en lo universal.
Un día Cristo vendrá. ¿ Encontrará aquí la fe cuando vuelva…?, esa fe que arroja a una espera responsablemente trabajada, amorosa, que resuma en un solo aprisco todos los mandamientos, AMAR A DIOS POR SOBRE TODAS LAS COSAS.

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