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martes, 1 de diciembre de 2009

OBISPO DEL OPUS DEI NIEGA ORDENACIÓN SACERDOTAL A DIACONO POR DIVERGENCIAS SOBRE EL MAGISTERIO

En la foto: El diácono Luis Alberto Salvatierra, quien no será ordenado por el Obispo a causa de divergencias en la interpretación del Concilio Vaticano II.


Según informa en un blog propio el Diácono Luis Alberto Salvatierra señala que Mons. Juan Ignacio González, Obispo chileno perteneciente a la Prelatura del Opus Dei, le ha denegado la consagración sacerdotal fundado en interpretaciones del Magisterio de la Iglesia.
Los puntos conflictivos son la Catolicidad del Estado confesional (en definitiva, reconocimiento de Cristo Rey de las Naciones), la libertad de conciencia, la identidad de Dios con judíos y musulmanes.
A continuación, se reproduce el texto del blog en que el Diácono detalla su situación:


http://maneteinveritate.blogspot.com/2009/11/abandono-el-ministerio-para-no.html

ABANDONO EL MINISTERIO PARA NO ABANDONAR LA VERDAD
LUIS ALBERTO SALVATIERRA HABLA SOBRE SU SALIDA DEL MINISTERIO

Quiero saludar a todos mis amigos, muchos de los cuales me han demostrado su apoyo en este momento difícil. Como muchos saben hace años entré al Seminario de San Bernardo para servir a la Iglesia entregando mi vida; hace casi un año fui ordenado diácono por Monseñor Juan Ignacio González, sirviendo pastoralmente en Paine, en la Capilla San Francisco de Asís. Este mismo Obispo me ha pedido que abandone el ministerio al que me ha llamado. En este artículo quiero informarles los reales motivos de mi salida.

No hay ningún motivo moral detrás de la salida. No realizado actos que escandalicen a los fieles, antes bien he servido a la Iglesia con total entrega y espíritu de fe; en menos de un año he realizado cerca de 150 bautizos, varios matrimonios, incontables bendiciones; abrí la oficina pastoral en San Francisco, fundé el grupo de niñas de la Cofradía de Santa Teresita, elaboré un boletín pastoral y 3 servicios pastorales en internet que se actualizaban semana a semana; consolidé la piedad eucarística de la Capilla y fortalecí su formación espiritual y doctrinal, además de muchas otras obras pastorales. No necesito dar cuentas a nadie, mi trabajo pastoral es incuestionable y por eso aclaro que mi salida solo se debe a un problema de orden teológico; el cual procedo a explicar para quienes quieran enterarse. Afirmo claramente que no pido a nadie que esté de acuerdo conmigo en mis ideas, si no sólo que me entiendan y valoren mis motivaciones.

Todo esto se ha debido a nuestras diferencias teológicas con el Obispo sobre la libertad religiosa y la confesionalidad del Estado. Mientras el obispo señala superada la doctrina tradicional de la Iglesia en base de los documentos pastorales del Concilio Vaticano II (Nostra Aetate y Dignitate Humanae) yo sigo manteniendo vigente la doctrina de siempre de todos los papas que enseñaron principalmente Pío IX, León XIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII, doctrina que es definitiva. Mientras la doctrina de siempre dice que el Estado debe ser confesional aunque puede no serlo, las doctrinas nuevas dicen que el Estado debe ser aconfesional y es intrínsecamente laico. Esto se opone a lo enseñado por la Tradición, los Santos Padres, los santos doctores y el Magisterio bimilenario, en especial Inmortale Dei y Quas Primas, contradiciendo el reinado social de Jesucristo. También se me ha pedido afirmar la identificación del Dios cristiano con el dios de otras creencias (musulmanes y judíos); reconozco que eso es afirmable en sentido amplio e impropio, pero nunca lo es en sentido estricto; esta identificación ofende a los santos mártires que derramaron su sangre por el Dios verdadero.

Se me ha pedido que abandone la doctrina de siempre de la Iglesia y adopte esta nueva visión pastoral, pero no puedo forzar mi conciencia. La conciencia es, según expresión de Cardenal Newman, el primero de los vicarios de Cristo en la tierra. Amo a la Iglesia y daría mi vida por ella sin dudarlo, por lo mismo no puedo renunciar a la doctrina enseñada por ella en dos milenios; tengo claro mi compromiso con la obediencia y el ministerio, pero aún más claro el irrenunciable compromiso con la verdad. Siempre supe que mis ideas me traerían estas consecuencias, pero con San Atanasio preferí partir al exilio y con Santo Tomás Moro preferí ofrecer mi cabeza al verdugo, antes de tranzar en la verdad, como no lo hicieron estos. En resumen me quedo arriba en la Cruz con Cristo y no abajo de ella con Anás y Caifás. Serviré a la Iglesia en el testimonio de la coherencia, tanto más extraño en los tiempos que hoy vivimos.

Yo no dejé el ministerio, pero debo permitir ser retirado de él para defender algo aún más sagrado: el testimonio de la verdad. Algunos me han calumniado diciendo que estoy en contra del Vaticano II, en contra del Papa y en contra de la Iglesia, nada más falso. Ciertamente cuestiono afirmaciones conciliares que en su ambigüedad y espíritu de renovación injustificada han creado confusión y desorientación en el pueblo de Dios, pero el mismo concilio se presenta como pastoral y no dogmático, por lo que su enseñanza no es magisterio definitivo, y todo lo que afirmo lo hago reconociendo al Concilio toda su validez y autoridad como concilio ecuménico. Sobre estar en contra de la Iglesia y del Papa, no necesito defenderme de ello, pues esa afirmación raya en el absurdo para quienes conocieron mi labor pastoral y escucharon mi enseñanza.

Ofrezco a Dios todas estas injusticias y los sufrimientos pasados por el Papa Benedicto XVI, quien tanto ha hecho por la restauración de la tradición y a quien seguíamos fielmente en nuestro ministerio; también los ofrezco por nuestra hermosa comunidad de San Francisco. Doy gracias a Dios y a todos por cada una de las alegrías vividas este año, que superan por mucho a los sinsabores.

No he publicado esto para crear un conflicto, si no para aclarar todo lo sucedido, con claridad y sencillez; ejerciendo un derecho básico a todo ser humano, derecho que no se me puede negar sin cometer una nueva injusticia.

Repito que no pido a nadie que esté de acuerdo conmigo en mis ideas, si no sólo que me entiendan y valoren mis motivaciones.

Luis Alberto Salvatierra.

1 comentario:

  1. Amigo, las cosas que dices en tu escrito podrían haber sido dichas por Lutero, Calvino, y muchos otros: "Yo estoy en la verdad, la Iglesia se equivoca". ¿Quieres un consejo? Se humilde, acepta lo que te indica tu Obispo, con obediencia interior y verás como la cosa cambia de color. Tómate un tiempo. Rezo por tí. Un afectuoso saludo, Javier R

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