Bajo el signo del indigenismo
Por Carlos Manuel Acuña
Hace unas horas difundimos un correo que actualizaba una noticia que comenzó a gestarse hace varios meses y daba cuenta de la organización de un proceso revolucionario en todo el continente cuya eclosión masiva debería producirse el año próximo.
Ahora podemos señalar que los primeros síntomas exteriores se pusieron en marcha a partir de una forzada cadena de sucesos centralizados en el Perú donde se busca jaquear al gobierno del presidente Alan García.
El sustento de estos movimientos consiste en promocionar protestas en comunidades indígenas para luego enlazar este proceso con focos similares en otros países latinoamericanos.
El proyecto llega hasta nuestro país y Chile, donde las dificultades quedarán centralizadas en las respectivas comunidades Mapuches.
Como éstas no son totalmente homogéneas, existen algunos conflictos internos que buscan superarse, pero concretamente podemos decir con Jorge Mones Ruiz que "el indigenismo está ligado a la ecología, ya que vastos territorios, considerados de alto valor ecológico, constituyen el habitat natural de diversos grupos aborígenes que se extienden del Amazonas hasta la Patagonia (Argentina ¿Sin destino? Pág. 69).
Apenas unos renglones más adelante y en el mismo libro de su autoría, este analista de problemas estratégicos acota que "La denominada "Reivindicación Indigenista" va acompañada de una campaña psicosocial internacional de considerable magnitud y gran impacto en la opinión pública que puede poner en peligro la integridad territorial.
Los países desarrollados - prosigue - son usinas y, a la vez, eco de pretensiones "cuasi segregacionistas " en diferentes territorios nacionales sudamericanos.
Es así como en Francia, con el apoyo de intelectuales belgas, se generó la idea de la "INTERNACIONALIZACIÓN DEL AMAZONAS" para "proteger a los aborígenes y a los recursos naturales " de esa región.
Seguidamente y luego de evaluar los distintos componentes de la situación, Mones Ruiz acota que "las pretensiones indigenistas se enmarcan dentro de una maniobra estratégica regional, potenciadas por actores o países hegemónicos que alimentan apetitos intervencionistas, afectando las integridades territoriales y ciertos intereses vitales de las naciones comprometidas".
Hasta el lector menos conocedor de estos problemas inferirá que los territorios a los que se les inventan los problemas poseen en sus profundidades riquezas de todo tipo e interés en tanto sus superficies y estilos de gobierno necesitan ser controlados para obtenerlas.
Al respecto, nada mejor que impulsar ideologías socialistas aptas a ser penetradas y adquirir cierto respaldo político para movilizar sus intereses, al mismo tiempo que en una acción de pinzas con un brazo cultural y otro táctico, lo primero que se hace es conquistar los medios de comunicación y lo segundo, acabar con las posibilidades militares locales que potencialmente podrían oponerse a esta clase de procesos.
Existen otros medios para reducir las posibles resistencias. Podríamos hablar de lo que sucede en el Paraguay, de los Sin Tierra brasileños que ya cruzan las fronteras sureñas de su país y de otros casos que ya se perfilan con nitidez en tanto otros apenas están esbozados para fortalecerse en el momento oportuno.
Hoy sería demasiado extenso abordar otras facetas del proyecto que está en marcha, pero antes de ingresar a la segunda parte de este correo, recordemos que no hace mucho desde tribunas externas se vaticinó que este siglo sería testigo de desprendimientos territoriales y del consiguiente nacimiento de nuevos países.
A poco que analicemos este factor del escenario que comienza a tejerse cada vez más rápido, debemos reparar en la etapa de disgregación en que ha sido puesta la Argentina, para que la alarma se convierta en un tema principal de inquietud, sobre todo si tenemos bien presente lo que ocurre en un vecino de trascendencia para nuestros intereses: Bolivia.