Por: Ricardo Díaz
Cuando el presidente Néstor Kirchner asumió por primera vez en el año 2003, su primer actitud fue la de jugar con el bastón de mando, símbolo del poder. Pues bien, en ese momento, para algunos la cuestión pasó desapercibida, no se le dio importancia. Para otros, fue una chiquilinada, un infantilismo, es lo mismo. Muy pocos interpretaron lo que en realidad quería decir, a saber: que iba a jugar con el poder. Y, dicho y hecho, las pruebas son muchas y variadas; desde entonces hizo lo que quiso. Hizo lo que le vino en ganas hacer, sin importarle nada de nada ni de nadie: jugó con el poder.
Muchos me dirán, parafraseando a un funcionario provincial: “que fácil es hablar con el diario del lunes”; y es cierto, yo tampoco interpreté, en aquella oportunidad, esa ridícula actitud de la cual pensé que se trataba de una chiquilinada. Pero, ahora, atando cabos y mirando desde el después, me percato que el asunto era mas serio, era una señal: “voy a jugar con el poder”; es decir: “voy a jugar con ustedes como lo hice con la provincia de Santa Cruz, robándole su dinero y no devolviéndolo más”.
Y, de a poco, continuó con su mandato, no del pueblo, sino demoníaco. Y así comienzan lentamente, suavemente, en cámara lenta, a surgir algunos casos de corrupción y mentiras. Entre los de corrupción: caso SKANKA; Línea Aérea SW y sus cargamentos de droga hacia España. Entre las mentiras: pago total de la deuda al FMI con lo cual no habría mas injerencia de dicho diabólico organismo.
Luego, continuó jugando con el poder, utilizando a su propia esposa, su actual vocero y presidente “formal” de los argentinos, que no la primera, como aseguró en Europa recientemente, borrando de la historia a Isabel Martínez de Perón. La candidateó y la hizo ganar como ya sabemos todos se ganan las elecciones: métodos varios, ya tradicionales, ya novedosos merced a la nueva tecnología en auge, como son las computadoras, las cuales aceleran tanto las cosas que el resultado final de los votos se sabe a las 18:00 hs., cuando todavía faltan miles de personas por votar. En definitiva: Cristina Fernández al gobierno, Néstor Kirchner al poder; es decir, a seguir jugando con él.
Ustedes me dirán: “pero todo lo que está sucediendo es mucho mas grave que un juego”. Sí, es verdad, pero es que no hay nada más grave que un juego macabro; y jugar con el poder, debe ser el más macabro de todos. Porque, así como gobernar para el bien de todos es lo más noble y excelso que pueda existir; así, gobernar para el bien propio, perjudicando a todo el pueblo, engañándolo con índices inflacionarios falsos, enriqueciéndose a sí mismo aumentando su patrimonio un 500 % en pocos años, comprándose localidades sureñas como El Calafate y las que seguirán comprándose si continua en el poder, es, desde mi punto de vista, el más grave de los juegos. Y encima con un caradurismo total, porque ya los sabe todo el mundo, es de público conocimiento todo lo que hicieron: Valijas de Venezuela con dinerillos para la campaña preelectoral; encaprichamiento contra el campo; también frustraciones ¿por qué no? , no todo puede salir bien; me refiero al inconcluso negociado del tren bala -les salió el tiro por la culata- que por razones ajenas al matrimonio presidencial, no se concretó.
Y todo esto sin entrar en las graves cuestiones sin resolver, como el tema de la inseguridad, la hiperinflación, ocultada con la mentira del INDEC; la extrema pobreza, insólita, porque nuestro país no es una roca sin recursos naturales en medio del mar.
Ustedes me dirán, una vez más. “ y, pero lo que pasa es que reciben órdenes de más arriba”; sí, es cierto, pero vea, señor lector: hubo un tiempo en que la Argentina, o mejor dicho, la Confederación Argentina, sufría bloqueos de las dos naciones más poderosas del siglo XIX, y sin embargo, tras la batalla de La Vuelta de Obligado, tuvieron que saludar con veintiún cañonazos nuestro pabellón nacional, en homenaje a la dignidad con que se sostuvo nuestra soberanía. Compárese la valentía, patriotismo y honorabilidad de Don Juan Manuel de Rosas y sus hombres, con esto que tenemos ahora. Imposible, no se puede comparar. Era otra Argentina; eran otros hombres.
Sea el que fuere, el poder extranjero que da sus órdenes, el problema es que aquí y hoy no se le opone ni un acento o una coma, y ahí reside el mal. Nuestros gobernantes no son capaces de resistir lo más mínimo. ¿Por qué? Porque no son serios; lo único que saben es jugar con el bastón de mando, es decir, jugar maquiavélicamente con el poder.