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jueves, 11 de febrero de 2010

CUANDO EL PUEBLO SE ESTRUCTURA EN FUERZA ARMADA


Por Emilio Nazar Kasbo

En un artículo del 5 de febrero de 2010 publicado en La Nación, María Elena Polak desestima a la Argentina como fuerza militar bajo el título "Las Fuerzas Armadas no están en condiciones de enfrentar un conflicto".
Efectivamente debilitadas, casi extintas, las Fuerzas Armadas hoy no están en condiciones de enfrentar un conflicto en las actuales condiciones a las cuales el Gobierno Antinacional las ha dejado, movido por intereses ideológicos.
"Toda la munición militar del país no alcanza para algo más que unas pocas horas de combate", cita el artículo referido, mientras el primer ministro británico Gordon Brown, está "ansioso por asegurarse de que la disputa con Buenos Aires (por la protesta argentina por el petróleo en Malvinas) no se intensifique ni derive en un enfrentamiento militar".
Tales palabras no son más que un desafío a un grupo de montoneros en el poder, quienes confuncieron la acción militar con actos terroristas en la década de 1970. ¿Quién será el freno a la acción británica en territorio argentino? ¿Con qué fuerza se presentará la Presidente, que con sus cómplices debiera ser juzgada por infame traidora a la Patria?
Están coronando la sumisión del papel con el sometimiento de nuestra soberanía ¿Quién nos defenderá ante el atropello internacional? ¿Brasil, Uruguay y Chile, que jugaron a dos puntas en la Guerra sostenida en 1982 que aun no ha concluído?
El Gobierno Nacional ha cometido un gravísimo error estratégico desmilitarizando todo, desprestigiando a las Fuerzas Armadas, agraviándolas gratuitamente y extinguiéndolas atacando lo más preciado de su constitución: el espíritu católico del Obispado Castrense ¿Qué otro respaldo tiene un Gobierno más que las Fuerzas Armadas? Y si no lo tiene, el Gobierno cae muy fácilmente, pues queda como un cuerpo sin esqueleto que lo sostenga.
El Gobierno Nacional vio en los militares a enemigos inexistentes en las Fuerzas Armadas, y se dispuso a su liquidación ideológica, hasta casi lograrlo. Solamente queda una gran obra social, una caja jubilatoria y unos pocos militares en actividad que son como un artículo decorativo pues no tienen "hipótesis de conflicto"... sino un conflicto real doble: la subsistencia interna y la continuidad de la Guerra por Malvinas que jamás ha tenido una declaración de cese de guerra y de comienzo de la paz, y por tanto continúa vigente.
Las Fuerzas Armadas no son una cuestión de "gasto en el presupuesto nacional". Es indudable que el primer ministro británico no cree que las Fuerzas Armadas actuales puedan estar en condiciones de iniciar una mínima táctica de defensa.
Nuestros actuales gobernantes son unos peleles del dinero y las prebendas, y poco les importa la soberanía o el Bien Común. Si no hay Fuerzas Armadas, mucho menos hay un Gobierno... vivimos en una tácita anarquía.
"Después de Malvinas, lo que sí mantienen intacto los militares es el prestigio profesional frente a sus pares británicos. Muchas veces los militares británicos les han preguntado cómo con tan poco pudieron hacerle frente a una de las potencias militares mundiales", concluía el artículo.
Y por ello, debemos revelar el secreto que marca los temores de Brown: es el espíritu nacional católico de los argentinos, es el patriotismo, es la voluntad de soberanía sobre todo el Atlántico Sur propio... es el mismo espíritu que repelió al invasor inglés a principios del Siglo XIX y que marcó precisamente la constitución y surgimiento de las Fuerzas Armadas Argentinas, aquellas que el mundo sabe temer y respetar.
A son del clarín que reivindica la Fe y el Patriotismo, el argentino se cuadra y se convierte en alguien de temer para los invasores que pretenden apropiarse de lo ajeno, porque su sola presencia es más fuerte que la guerra psicológica, que las armas y la última tecnología de que dispone el enemigo. Y es que el argentino está imbuído de la mística católica que le da una fuerza que otros han perdido, y que vence a todos los interesados mercenarios y piratas que se interponen en su camino. Porque el invasor combate por intereses materiales, y el argentino por la Patria Católica. Y a eso le temen, y lo reconocen públicamente.

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