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jueves, 11 de marzo de 2010

BENEDICTO XVI DENUNCIO "UN UTOPISMO ANARQUICO" TRAS EL CONCILIO VATICANO II



"Después del Concilio Vaticano II algunos estaban convencidos de que todo es nuevo, de que existe otra Iglesia, que la Iglesia pre-conciliar había terminado, y que habría otra, totalmente diversa..." (citado por el vaticanista Andrea Tornielli en su blog, este extracto de la elocución del Papa este miércoles 10 de marzo de 2010):
San Buenaventura nos enseña el junto con el necesario discernimiento, aunque severo, del realismo sobrio y de la apertura a los nuevos carismas dados por Cristo, en el Espíritu Santo, a su Iglesia". Y mientras se repite esta idea del declive, esta es aún otra idea, este “utopismo espiritualista”, que se repite. Sabemos, de hecho, como "Después del Concilio Vaticano II algunos estaban convencidos de que todo es nuevo, de que existe otra Iglesia, que la Iglesia pre-conciliar había terminado, y que habría otra, totalmente diversa, un utopismo anárquico! Pero gracias a Dios, los timoneles sabios de la barca de Cristo, los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, defendieron por un lado la novedad del Concilio, y al mismo tiempo, la unicidad y la continuidad de la Iglesia, que es siempre Iglesia de pecadores y siempre lugar de gracia"


Inclusive el Soberano Pontífice se apresura a añadir, lanzando el manto de Noe sobre la desnudez pastoral de Pablo VI: "los timoneles sabios de la barca de Cristo, los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, defendieron por un lado la novedad del Concilio, y al mismo tiempo, la unicidad y la continuidad de la Iglesia"
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SAN BUENAVENTURA: UNICIDAD Y CONTINUIDAD DE LA IGLESIA


CIUDAD DEL VATICANO, 10 MAR 2010 (VIS).-En la audiencia general de este miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa habló de la obra literaria y de la doctrina de San Buenaventura de Bagnoregio.



San Buenaventura "interpretó auténtica y fielmente la figura de San Francisco de Asís", dijo el Santo Padre. Reaccionó frente a la corriente espiritualista de la Orden Franciscana, que se apoyaba en las ideas del Abad Joaquín de Fiore. Este grupo sostenía que "con San Francisco se había inaugurado la fase final de la historia" y que había que esperar la nueva Iglesia del Espíritu Santo, "ya no ligada a las antiguas estructuras de la Iglesia jerárquica".



Este problema, lo afronta Buenaventura en su última obra: Hexaëmeron. El santo afirma que "Dios es uno para toda la historia; (...) la historia es única, aunque es un camino; un camino de progreso. Jesucristo es la última palabra de Dios, (...) y no hay otro Evangelio, no hay que esperar otra Iglesia. Por eso, también la Orden Franciscana se debe insertar en esta Iglesia, en su fe, en su ordenamiento jerárquico".



"Esto no significa -continuó Benedicto XVI- que la Iglesia sea inmóvil, fija en el pasado y no pueda haber novedad en ella". San Buenaventura, con la expresión "las obras de Cristo no cesan, sino que progresan", (...) formula explícitamente la idea del progreso" y tiene la seguridad de que "la riqueza de la Palabra de Cristo es inagotable y que también en las nuevas generaciones pueden aparecer nuevas luces. La unicidad de Cristo garantiza también novedad y renovación en el futuro".

El Papa subrayó que "también hoy existen visiones según las cuales toda la historia de la Iglesia en el segundo milenio sería un declive permanente. Algunos ven el declive ya justo después del Nuevo Testamento. (...) ¿Qué sería de la Iglesia -preguntó- sin la nueva espiritualidad de los cistercienses, franciscanos y dominicos, sin la espiritualidad de santa Teresa de Ávila y de san Juan de la Cruz?". San Buenaventura "nos enseña la apertura a los nuevos carismas dados por Cristo, en el Espíritu Santo, a su Iglesia".



"Después del Concilio Vaticano II algunos estaban convencidos de que todo es nuevo, de que existe otra Iglesia, que la Iglesia pre-conciliar había terminado, y que habría otra, totalmente diversa, un utopismo anárquico. Pero gracias a Dios, los timoneles sabios de la barca de Cristo, los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, defendieron por un lado la novedad del Concilio, y al mismo tiempo, la unicidad y la continuidad de la Iglesia, que es siempre Iglesia de pecadores y siempre lugar de gracia"
Comentando al final algunos de los escritos teológicos místicos del santo, "que son el alma de su gobierno", el pontífice dijo que su obra más importante es: el "Itinerarium mentis in Deum" ("El itinerario del alma hacia Dios"), en la que indica que el conocimiento de Dios es un camino que tiene varias etapas, y que culmina "en la unión plena con la Trinidad por medio de Cristo, a imitación de Francisco de Asís".
(...)
"En este Año sacerdotal -concluyó el Papa-, la Iglesia ve en el beato un modelo de imitación. Su ejemplo brillante sostenga el compromiso de los que se dedican al servicio de los más débiles y suscite en los sacerdotes el vivo deseo de volver a descubrir y fortalecer la conciencia del don extraordinario de gracia que representa el ministerio ordenado para quien lo ha recibido, para la Iglesia entera y para el mundo".

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