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martes, 23 de marzo de 2010

¿JUEGO A DOS PUNTAS O A NINGUNA?



Por Silvio H. Coppola



Todos sabemos las oscilaciones permanentes de nuestra política externa, sin metas determinadas, sin convicciones tradicionales, sin firmeza, sin estudios y llevada a la buena de Dios. Con muy honrosas excepciones, que las hubo y que hasta lograron premios Nóbel de la Paz, ahora tan devaluados y nada menos que cuando no lo eran tanto.

El actual gobierno claro, no es la excepción y a cada paso lo demuestra, con palabras vanas y hueras, que son desmentidas permanentemente por los hechos.
Como en el caso tan reciente de Malvinas, donde en definitiva no se hacen nada más que inútiles protestas, con ningún acto práctico que las apoye y obteniendo en consecuencia no sólo el silencio por respuesta, sino también un desprecio manifiesto por parte del usurpador a nuestra política claudicante, esperando solamente nuestra cancillería que el asunto se olvide por si solo, así puede continuar con sus fiestas y recepciones, sin que sea molestada por actos de esta naturaleza.
Eso sentado, recordamos un poco más alejado en el tiempo, la falsa posición o falta de posición, que adoptara nuestro país, ante otro hecho consumado, como la instalación de bases militares en Colombia.
Ni chicha ni limonada por parte del gobierno, esperando no confrontar con nadie y tener los menos problemas posibles, sin pronunciamientos y sin actitudes ni gallardas ni valientes. Precisamente todo lo contrario a hacer causa común con otras naciones sudamericanas, opuestas a la intromisión yanqui, que con cualquier pretexto, de accidental se transforma habitualmente en permanente.
Hoy nos enteramos de la que señora presidente, viaja a Perú, para entrevistarse con Alan García, travestido defensor de su patria, en agente de los intereses norteamericanos en el Pacífico. Y ¿para qué viaja? Nada menos que para firmar “...un acuerdo de asociación estratégica”.
¿Y cuál será esta asociación estratégica? No lo sabemos exactamente, pero una duda aqueja a cualquiera. ¿Será para alejarse de Chávez y su grupo y acercarse al de Uribe y compañía o sencillamente para buscar en el país incorporado al ALCA, una relación de tipo económico?
¿Se juega a dos puntas para quedar bien con ambos grupos y sobre todo, con el que cuenta como subordinado a los Estados Unidos? ¿O se juega solamente a una punta, que es quedar bien con este último país? ¿Y para qué precisamente en este último caso?
Se me ocurre lamentablemente, un solo motivo de urgencia: buscar apoyo del poderoso, para resolver el default de 2001 y volver a entrar en los mercados internacionales del dinero. Un refrán inmoral afirma que piensa mal y acertarás. Espero que no sea este el caso.



LA PLATA, marzo 22 de 2010.

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