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sábado, 20 de marzo de 2010

RODILLAS NEGRAS

“…a mis acusadores les debe sorprender desagradablemente que yo siga pensando igual frente al mismo enemigo, a los mismos episodios que ellos produjeron y a los que ahora nos retrotraen.”


Por José Luis Milia



En la foto: Luciano Benjamín Menéndez, General del Ejército Argentino

Podrán, y seguramente lo harán, ya que él es el paradigma de lo que hay que destruir, pasearlo por cien circos presuntuosamente llamados “juicios”.

Podrán ponerlo cuantas veces quieran a merced de payasos togados que creen que están haciendo historia y a los cuales el miedo o el interés, como en todos los casos precedentes, les ha hecho aceptar una condena escrita de antemano.

Podrán los falsarios a quienes derrotó pedir su cabeza o tratarán de infamarlo, pluma de serviles mediante, inventando historias y repitiendo agravios para terminar como siempre en el insulto soez, prueba lapidaria de la derrota que nuevamente han recibido, seres minúsculos al fin, de un General del Ejército Argentino.

No importa cuántos generales tuvieron mando o actuación política durante el proceso, no importa cuántos están procesados, cuantos con prisión domiciliaria o quienes de ellos veranean sin contrición ni vergüenza en la costa o en las sierras.

Son pocos a los que hay que pegarles, a los que hay que mandarlos, más allá de enfermedades y edad, a los penales federales, porque en realidad lo que se pide es la cabeza de esos pocos.

Ese es el trofeo que desvela a quienes llevan adelante estos “juicios”, ese es el botín que pretenden los verdaderos autores intelectuales de tanta muerte y desaparición en tiempos idos.

Ellos, los jefes traidores que compraron su resuello con la vida de los “perejiles” que creyeron en ellos y que hoy no pueden soportar que un grupo de viejos, que ni se rajaron ni se acobardaron, les estén dando ejemplos de dignidad a diario.

Porque estos pocos, Generales del Ejército Argentino, no eran meros uniformes aferrados a un escritorio y a una alfombra.

Eran Soldados.

Pero es a la cabeza de él a la que apunta la perversa estrategia de destrucción que han diagramado aquellos que arrastran su pasado indigno de tránsfugas y mercaderes de vida y que solo pueden llevar a cabo con la complicidad de jueces prevaricadores, testigos falsos, una sociedad anestesiada e hipócrita y unos payasos disfrazados de generales “nuevos” a los cuales han comprado con monedas de cobre.

Porque el enemigo al que ellos deben batir es hoy lo que resta del Ejército Argentino, lo que queda de las Fuerzas Armadas.

Ese resto que hoy se sostiene en el ejemplo de todos los que por defender a la Patria penan su juramento en cárceles comunes, ejemplo que ha evitado hasta hoy que las Fuerzas Armadas se conviertan en una montonera de entecados morales incapaces de alzar sus armas ante una ofensa a la Patria.

Solo esperan conseguir con esta seguidilla de bufonadas jurídicas un mínimo gesto de desánimo.

Eso quizás concretaría la destrucción pretendida.

Error, Luciano Benjamín Menéndez es un Soldado.

No un bufón al que se le untan malamente los calzoncillos si un desquiciado de mirada errática le ordena descolgar un cuadro.

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