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jueves, 29 de abril de 2010

A QUIENES CREYERON EN LA PARTIDOCRACIA

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Por Emilio Nazar Kasbo

La tan criticada tapa de la Revista Noticias, dedicada al “fachoprogresismo” kirchnerista, contiene un mensaje en la sección superior derecha, aquella a la cual tiende naturalmente la vista, en la cual dice: “Gianni Vattimo El matrimonio gay”.

No haremos una referencia al Hitler histórico, sino al simbolismo que el nazismo tiene en la mente popular al ser utilizado como adjetivo. Es decir, se trata de un símbolo del autoritarismo que el Papa de ese momento condenó en una Encíclica.

La imposición por la fuerza de lo antinatural en un contexto naturalista es una característica del autoritarismo. Experimentación con seres humanos, con embriones, ideas de eutanasia y de eugenesia abortista y un ideal hedonista eran posturas afirmadas por el nazismo histórico. Curiosamente, el genocida régimen actual que se expande por una imposición mundial, tiene esos mismos ingredientes. ¿Ganó Hitler, entonces, con la imposición de tales ideas aberrantes que violan el Mandamiento que Dios diera a Moisés de “No Matarás”?

Efectivamente, Adolfo Hitler ganó democráticamente con más del 90% de los votos, a diferencia de un Néstor Kirchner que asumió con el 22% de los votos válidos… Pero ambos se hicieron del poder.

¿En qué plataforma partidaria se propuso la aprobación legislativa e inconstitucional del matrimonio entre personas del mismo sexo y el aborto? Ninguna. Sin embargo, a espaldas de la población una camarilla que ha copado espacios públicos va a tratar un tema que invierte en el sentido lato la misma institución matrimonial. ¿Es un tema de urgencia nacional que exige semejante velocidad legislativa, mientras las grandes mayorías de la población está sumida en el hambre y la inflación?

¿Dónde está la “democracia”, la “transparencia política”, el “gobierno del pueblo”? El pueblo está ausente en el Congreso de la Nación, en la Casa de Gobierno y en la Justicia. No corta ni pincha, porque nunca cortó ni pinchó. Un pequeño grupúsculo impone su criterio a los demás, desde la ocupación de un cargo mal habido.

Solo este hecho demuestra que la partidocracia no existe, no es, no se aplica, no representa ni es representativa.

La agitación pública es la consigna. Invertirlo todo, que el honrado esté preso y el delincuente gobernando parece ser la norma. Ya no es lo mismo el virtuoso y el vicioso, igualados en el “cambalache” discepoliano, sino que hoy el vicioso manda, mientras que el virtuoso padece de un vicio particular: la pusilanimidad.

Están por degenerar su familia del modo más vil jamás intentado en nuestro país, después de corromper y arrancar la inocencia a la niñez. Ahora, los padres envían a sus hijos al jardín o al colegio, y les devuelven cualquier cosa, porque la educación se escapó del control familiar. Y llega ya el estadío de lo aberrante.

Los gobernantes no rinden cuenta al pueblo, sino a Dios, quien es la única fuente directa de autoridad y poder, y a la Patria. Dios y la Patria demandarán a tales cínicos mortales inescrupulosos enceguecidos por el odio y la avaricia, verdaderos apologetas de lo efímero.

Nosotros miramos hacia otros horizontes, hacia lo Eterno, hacia lo Absoluto que sólo se da en Dios encarnado en Jesucristo. Nosotros miramos desde la realidad, que se impone a quienes quieren negarla.

Nada conmueve a la pasiva población argentina: ni la falta de Jesucristo en el orden social, ni la degradación, ni la hambruna que se padece. Cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Por lo tanto, no hay de qué quejarse. Disfrute entonces de la consagración de los “derechos inhumanos”.

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