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martes, 20 de abril de 2010

UNA TROMPADA QUE PODRÍA MARCAR EL “DIA DE LA DIGNIDAD CIUDADANA”

Cosme Beccar Varela contrapicada


 

Por Cosme Beccar Varela 

 

Buenos Aires, 20 de Abril del año 2010 - 963

Buenos Aires es un caos. La Argentina es un caos. El caos es la Argentina. La "dirigencia" es la promotora del caos. El caos es el "habitat" natural de los porteños en especial y de los argentinos en general. La policía protege y potencia el caos. Si quince atorrantes cortan una calle, la policía los apoya con 30 uniformados para que el corte sea efectivo.
Ayer 19 de Abril fue un día típico de Buenos Aires.  A la hora en que la gente sale de su trabajo para ir a su casa, casi siempre lejos, se encontró con que el principal subterráneo, la línea B que va desde el Bajo hasta Villa Ortuzar, no funcionaba  Pacientemente, con una resignación excesiva, la gente caminó hacia las paradas de los colectivos que iban aproximadamente cerca de sus casas. Había colas de casi una cuadra delante de cada parada.
Al mismo tiempo, un piquete había cortado la Avenida Madero, que corre paralela al Puerto de Buenos Aires, motivo por el cual los enormes camiones que habitualmente viajan por esa Avenida doblaban por la Avda. Córdoba y subían en procura de no sé qué desvío atosigando esa Avenida con sus enormes masas férreas. Los camioneros hacían sonar sus potentes cornetas ruteras, impacientes por la casi inmovilidad del tráfico.
La gente en las colas estaba quieta, sin quejarse, sin impacientarse, esperando su suerte como me imagino que aguardarán la suya los vacunos que van al matadero. ¿Qué podían hacer? Creo que al menos podían indignarse, protestar, quejarse de la excesiva insolencia de los piqueteros y huelguistas que cada vez que se les ocurre y por "quitame allá esas pajas" joroban a todo el mundo con sus paros, huelgas y cortes de calles.
No. El porteño, el argentino en general, ya está resignado, Ya acepta la terrible incomodidad de llegar a su casa dos horas más tarde, perdiendo su descanso y su convivencia con la familia porque se les da la gana a un puñado de atorrantes.
El paro de los subterráneos de ayer es un caso típico de esta arbitrariedad sindical y patotera que nos tiene hartos e indignados a los argentinos que todavía tenemos sangre en las venas.
Resulta que, ayer, un pasajero de la línea B del subterráneo, que iba acompañado de su hijo pequeño, subió al tren pero la puerta se cerró antes de que el hijo pudiera subir.  La noticia sólo dice que el pasajero en cuestión "agredió" al guarda del tren y obviamente por solidaridad gremial no agrega más detalles ("La Nación", 20/4/2010, última página).
Conociendo el paño, puedo imaginarme el resto del caso. El pasajero, asustado por haber dejado a su pequeño hijo solo en la estación, le pide al guarda que pare el tren. El guarda se niega. Discuten y el pasajero, movido por emoción violenta, le pega una buena trompada al insensible funcionario de la línea. Entonces el tren para, pero no para salvar al niño de quedar solo en la estación, sino para denunciar y detener al pasajero.
Hecha la denuncia, los dirigentes de la empresa de subterráneos -adulones de los sindicalistas-, en vez de poner paños fríos para que pase el mal momento causado por el prepotente funcionario que pretendía desconocer la legítima necesidad del padre de juntarse con su hijo, se solidariza con el merecidamente vapuleado guarda.
A causa de eso, el sindicato resuelve declarar un paro sorpresivo desde las 3.10 de la tarde y por el resto del día y de la noche. El sindicalista patotero en jefe declaró: "No vamos a restablecer el servicio hasta que la empresa Metrovías garantice la seguridad" (“La Nación”, 20/4/2010, ult. pag.)
¿Seguridad para quien? ¿Para los padres cuyos hijos tardan en subir al tren y se quedan solos en la estación, con todo el peligro que ello significa?
No, seguridad para que los guardas del tren en su estúpida terquedad y en su falta de sensibilidad humana, puedan negarse a parar el tren por diez segundos para que el hijo se junte con su padre.
* * *
A causa de este incidente en el que padre que le dio la trompada al guarda tenía razón de aquí a la luna, la pobre gente que volvía de su trabajo y debía viajar hacia el Norte y el Oeste de la Ciudad o a los suburbios que están en la misma dirección, tuvo que caminar, hacer colas inmensas esperando colectivos, cansarse y llegar tarde a sus casas, corriendo riesgos adicionales a los que ya corre cada día a causa de la delincuencia dominante, porque ésta tiene apostaderos especialmente en los alrededores de las paradas de colectivos alejadas del centro o de los lugares bien iluminados.
Simultáneamente con eso, la línea H de subterráneos (Constitución y Plaza Miserere, ambas cabezas de estaciones de trenes) también se declaró en huelga sorpresiva, por otros motivos pero con iguales derivaciones aflictivas para los pobres y sufridos empleados y trabajadores.
También los "militantes" de la izquierda resolvieron cortar la Avda. de Mayo para protestar por el pago (¿) de la deuda externa, la "extranjerización de la tierra" y para pedir la "nacionalización del programa" Argentina Trabaja" (esto quiere decir que exigen que se le pague a todo el mundo un subsidio sin necesidad de trabajar). Vale la pena que tome nota que la designación genérica de "militantes sociales" (eufemismo para designar o los agitadores de izquierda) incluye a la Federación Agraria Argentina (FAA) (Buzzi, De Angelis,etc) y una de las "niñas mimadas" de la clase media a la cual apoya con sus cacerolazos.  
Por su lado, un grupúsculo de vecinos de Villa Borges (¿?) cortó la "colectora" de la Panamericana impidiendo por varias horas que quienes volvían a sus casas en auto por esa importante avenida pudieran pasar. Para enfatizar su actitud quemaron cinco colchones en el medio de la calzada ("Clarin", 20/4/2010, pag. 17).
* * *
Lo grave es que este caos se ha hecho constante desde que Kirchner usurpó el poder en Mayo del 2003. Es obvio que responde a un plan de "caotización" de la ciudad y del país y de dominación de las calles por los activistas de izquierda y sus aliados, los idiotas útiles del sindicalismo.   ¿Cómo se para esta epidemia?
Creo que nuestro modelo debe ser el pasajero que le propinó un “tortazo” al guarda del subterráneo. ¿Quien puede acusar a un hombre que en defensa de la vida de su hijo (él temía por la vida del niño que quedaba solo en un andén de subterráneo, rodeado de desconocidos) le pega un buen puñetazo al pequeño "führer" del tren para obligarlo a que lo detenga? El pugilista está amparado por la inimputabilidad del artículo 34, incisos 2 y 3, por lo menos, del Código Penal.
En el caso de la huelga sorpresiva que implica impedir por la fuerza el funcionamiento de los subterráneos, podrían estar configurados los delitos de "intimidación pública" (arts. 211 y 212), apología del crimen (art. 213), atentado contra el orden público (art. 213), interrupción del tránsito terrestre (art. 194) y asociación ilícita para cometer los delitos antedichos (art. 210, todos del Cödigo Penal).
Lo mismo se aplica, mutatis mutandi, a los casos de piquetes que cortan calles o rutas.
En estos casos, el público, que es víctima de estos ilícitos, tiene el derecho de ejercer fuerza para hacer respetar la ley (art. 240 del Código Penal).  Es decir, puede obligar a los piqueteros a levantar los piquetes y a los huelguistas a liberar las vías del tren y en caso de negarse, arrestarlos y trasladarlos compulsivamente a la Comisaría. Si los presuntos delincuentes intentasen impedir su arresto por la fuerza, podría usarse una fuerza proporcional en defensa propia y en ejercicio del derecho de "arresto ciudadano" que establece el mencionado art. 240 del Código Penal.
Imagino una escena que me llena de entusiasmo. Un día, mis compatriotas, hartos de la prepotencia de estos patoteros y ante la inacción de la Policía ordenada desde las cuevas de la tiranía, resuelven liberar las calles y las vías de los trenes. Un grupo de jóvenes fornidos avanzan sobre los que públicamente atentan contra la ley y les intiman cesar en su repulsiva conducta. Desoída la intimación proceden a detenerlos llevándolos a la  Comisaría más próxima y en caso de resistencia violenta, les aplican una fuerza defensiva proporcional hasta lograr que la ley sea respetada.
Las mujeres, los viejos, los rengos, los enfermos que se veían impedidos de circular o de viajar normalmente por la prepotencia de aquellos matones se verían aliviados y estarían agradecidos y a partir de ese día, los cobardes agitadores lo pensarían dos veces antes de seguir con su sórdida política de intimidación pública.
Lamentablemente, las posibilidades de que esto ocurra en esta Argentina acobardada y sometida, son mínimas. Mientras tanto, sólo me queda admirar el amor paterno y la trompada paterna del valiente viajero del subterráneo de la línea B, ayer, 19 de Abril del 2010. Ese día podría celebrarse, de aquí en adelante, como el "Día de la Dignidad Ciudadana".


Cosme Beccar Varela 

e-mail: correo@labotellaalmar.com

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