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viernes, 28 de mayo de 2010

CARTA AL DEPARTAMENTO DE LAICOS DEL CEA POR EL HOMOMONIO

 

a matrimonio 2

Al Sr. 

Dn. Justo Carbajales.
Director Ejecutivo del Departamento de Laicos.
Conferencia Episcopal Argentina.

           Estimadísimo hermano en Cristo:
Me dirijo a Ud. en relación al Manifiesto de la Esperanza, ofrecido a la Virgen de Luján en su día.
Causó gran dolor y tristeza que no haya habido una clara y manifiesta oposición a la aprobación de la ley que prostituye la institución matrimonial que Dios ha establecido desde un principio.
Solamente en la línea de posibilidades, y si se cumplen ciertos compromisos, el documento se refiere en un párrafo a la familia: "ES POSIBLE que nuestros niños cuenten con un hogar que los contenga y los proteja. Que todas las políticas de inclusión social tengan como eje el fortalecimiento familiar. Que se promueva el matrimonio como realmente es, una comunidad estable de vida y amor entre una mujer y un hombre."

¿No ha considerado la Comisión Redactora que ésta era una gran oportunidad para que los fieles cristianos fijásemos posición ante la prostitución legal de la Institución del Matrimonio?

¿No cree esa Comisión que no solamente se ha roto la última defensa del orden social y jurídico de nuestra Nación; sino lo que es mas grave aún, se ha legislado contra el cuarto mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre: así se prolongarán tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios te va a dar.”?

¿Que este mandamiento que va dirigido a los hijos y habla de los padres; que refuerza la relación entre generaciones y la comunión de la familia como un orden querido y protegido por Dios, que habla de la nación y la continuidad de la vida en la nación, es decir, que establece una relación estrecha entre el país como espacio vital del pueblo y el orden fundamental de la familia y vincula la existencia del pueblo y la nación a la comunión de generaciones que se crea en la estructura familiar, cómo lo afirma S.S. Benedicto XVI, no debería haber sido el núcleo central del manifiesto en el día de Nuestra Patrona, la Purísima Virgen de Luján?

¿Podemos ser tan duros de entendederas para no comprender que tanto para la Evangelización y Conquista de América como hasta hoy, ha sido esencial defender la familia como corazón de todo ordenamiento social? Y que el cumplimiento y la puesta en práctica del cuarto mandamiento en toda la extensión de su significado ha sido la lucha por llevar el Reino de Dios hasta los confines de toda la tierra, cómo lo atestigua el mestizaje y dignidad de nuestro pueblo criollo?

¿Todavía nos cuesta creer que el Nuevo Orden Mundial –“Cultura de la Muerte” como la estigmatizó el magno Papa Juan Pablo II- es el que financia y promueve estas leyes contra la familia mediante subsidios, créditos, programas y ONGs trasnacionales a través de los mismos estados nacionales?

¿No vemos en nuestra Argentina una continuidad en las políticas de los gobiernos de cualquier signo, y con la complacencia de la misma oposición, desde la ley de la Patria Potestad compartida, de divorcio, de educación sexual en las escuelas, políticas de género, feminismo, promoción de la homosexualidad, etc: la pretensión de desvirtuar la figura del varón, del padre, eliminando de esta manera la figura de Dios Padre, del Padre de la Patria, del padre de familia?

¿No creemos que en última instancia eliminando la paternidad, que es servicio, amor, se corrompe la autoridad, quedando solamente el poder? Poder de destruir, pervertir, matar como vemos actualmente?

¿No creemos que aún sigue teniendo vigencia las consideraciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones homosexuales, que en su décimo punto dice: “que si todos los fieles están obligados a oponerse al reconocimiento legal de las uniones homosexuales, los políticos católicos lo están en modo especial”, que fuera aprobada por S.S. Juan Pablo II en marzo del 2003, siendo Prefecto de la Congregación el entonces Cardenal Joseph Ratzinger?

Frente al silencio cómplice de las distintas facciones partidarias y el “acuerdo moral” para que cada uno vote según su conciencia esta inicua y subversiva ley que pone en duda el origen y fundamento mismo de nuestra Nación, como es el matrimonio - primera comunidad de amor-; es que con mucha humildad y respeto le pregunto a Ud, si el documento leído es el pensamiento del Colegio Episcopal Argentino, o si solamente expresa la buena voluntad de algunos laicos comprometidos con la tarea de la C.E.A.

Confiando nuestras familias, nuestro pueblo y nuestra Patria a la Madre de la Sagrada Familia, me despido con un fuerte y fraternal abrazo en Cristo y María Santísima.

José Antonio Gradín

jagradin@hotmail.com

San Luis- Mayo de 2010.

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