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jueves, 13 de mayo de 2010

UNA DEMOCRACIA DE BANDIDOS Y EL DEBER DE RESISTENCIA

a Cosme Beccar Varela contrapicada

Por Cosme Beccar Varela

Alberdi, llamado el "padre de la Constitución" tenia la siguiente opinión sobre el funcionamiento de la democracia en nuestro país:
"El sufragio de la multitud, donde la multitud es incapaz de sufragar, porque ha mamado la obediencia inerte, no puede producir otro resultado práctico que poner al gobierno del país en manos de los menos dignos, de los más audaces y más hábiles para arrancarles su voto por coacciones y artificios finos, que le dan aire de un sufragio libre, pero que en realidad son votos arrancados por el fraude..., todo país gobernado por la multitud ignorante en las prácticas de la libertad, lejos de tener a su cabeza los mejores hombres del país, tiene infaliblemente los mayores intrigantes y bribones." (J.B.Alberdi, citado por Jorge M. Mayer en su libro "Alberdi y su tiempo", tomo II, página 964)
Si esta sentencia valía a fines del siglo XIX que es cuando fue escrita, vale mil veces más en los tiempos actuales del peronismo, del radicalismo, de la izquierda que domina la prensa y de los empresarios que se enriquecen asociados con el gobierno de turno.
Mediante la combinación de esos elementos, se ha fabricado un "pueblo" artificial que no tiene ninguna de las cualidades que Pio XII exigía como indispensables en su famoso discurso de la Navidad de 1944 ("Benignitas et Humanitas") para que un pueblo pudiera ser considerado tal y no una masa amorfa dispuesta a secundar cualquier aventurero y a sostener cualquier tirano.
No se piense que los vicios que descalifican a este masa que habita el territorio argentino afectan sólo a los más ignorantes y a los más pobres. Por el contrario, son las notas distintivas de las clases superiores, integradas por la gente con cierta cultura y cierta suficiencia económica y  más arriba por las que tienen una cultura superior y fortunas considerables o más que suficientes.
Esta masa no es un pueblo. Es un conglomerado de apátridas "se ne fregan" en la Patria y lo único que les importa es pasarlo lo mejor posible, cada uno con lo que tenga (casi nada, poquísimo, poco, suficiente o mucho) y con lo que pueda robar a otros.  Porque hay que admitir, con vergüenza, que el latrocinio se ha generalizado en la argentina (con minúscula) con el mal ejemplo que baja desde lo más alto del poder hasta lo inferior de la plebe. (Nota: aclaro que llamo "plebe" no a los pobres sino a los individuos insolentes, violentos, vagos y proclives al delito que tiranizan a los pobres y se venden a los corruptos con poder. Los pobres son las primeras víctimas de la plebe porque tienen menos posibilidades de defensa).
Alberdi se contradecía porque por un lado era liberal y por el otro se daba cuenta de que era imposible conseguir que los mejores gobernaran si, por principio se declaraba que todos somos iguales, siguiendo el lema de la revolución francesa: "liberté, egalité, fraternité".  Si todos somos iguales, cualquier patán o, peor, cualquier asesino o ladrón no condenado puede ser presidente, senador, diputado, ministro, juez, etc. etc.
Alberdi creyó que con el art. 16 e la Constitución podía impedirlo exigiendo el requisito de la idoneidad para ejercer cualquier cargo público. Pero como han sido siempre los bribones quienes han gobernado, éstos han reformulado el artículo en los términos de mi pequeño ensayo titulado "Constitución sincera de la Nación Argentina". Según eso, el texto del art. 16 que en realidad se aplica dice así:
"Art. 16. La Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento, ni títulos de nobleza. Sólo admite la superioridad indiscutible de los integrantes de los grupos de los poderes político, empresarial y periodístico que se mueven en ambientes inaccesibles para el vulgo. Todos los habitantes son iguales ante la ley de la desventaja y admisibles en los empleos que los poderosos quieran darles, sin otra condición que la veleidad de estos últimos, siendo la idoneidad del aspirante totalmente innecesaria y aún contraproducente …."
(Si quiere leer el texto íntegro de la "Constitución sincera de la Nación Argentina" lo encontrará en la sección "Documentos" de "La botella al mar").
De hecho, poco después de sancionada la Constitución de 1853, reformada en 1860, en la Argentina no existía democracia ni nada que se le parezca. La masonería liberal monopolizaba el poder descaradamente y como para muestra basta un botón, en 1868, en la elección de Senadores y Diputados que tuvo lugar en la  ciudad de Buenos Aires, que ese año tenia 300.000 habitantes, sólo se habían registrado para votar (el voto era voluntario) 2.500 ciudadanos y de éstos, sólo votaron 733 resultando electos senadores el Sr. Aurelio French con 217 votos y el Sr. Juan A. Areco con 124 votos y diputados, el Sr. Ceferino Araujo con 266 votos y el Sr. José Tebaca con 126 votos (conf. “Visiones de la Gran Aldea” de Ismael Bucich Escobar ( alias Martín Correa), pags. 122 y 123).
¿Quién se acuerda de esos French, Areco, Araujo y Tebaca? ¿A quién representaban esos “demócratas”? El mismo autor citado asegura que sólo a los comités que los indicaban como candidatos y que se ocupaban de llevar los votantes a las urnas. O sea, era más o menos como ahora, es decir, no representaban a nadie.
* * *
¿Cual es, entonces, la solución política del país cuya putrefacción viene de hace mucho más tiempo que el que suponemos? ¿Estamos condenados a ser siempre dominados por los mayores "intrigantes y bribones" del país, hoy aglutinados en la "dirigencia" corrupta e inepta que monopoliza el poder?
Hay muchos argentinos de bien que aborreciendo la degeneración política en que vivimos creen que no hay ninguna solución dentro del sistema republicano y, sin decirlo, creen que algún día las FFAA resolverán tomar el poder, como ya lo han hecho otras veces.
Y dejan de decirlo no por prudencia ni por "secreto operacional", sino porque saben perfectamente bien que esa posibilidad no existe, entre otras razones porque las FFAA ya no existen y los uniformados que ocupan el lugar de ellas, al menos en sus altas jerarquías, no son dignos de ser llamados "militares".
La verdad es mucho peor que eso. La verdad es que los "golpes militares" no han servido nunca -salvo el de 1955 y sólo por un mes y medio- para resolver la desgracia política argentina. No doy nombres para no herir susceptibilidades pero sí digo que los gobiernos militares demostraron padecer por lo menos dos defectos fundamentales:
1) Sus jefes no tenían formación intelectual suficiente como para gobernar y creían que el país era como un enorme cuartel al que había que mantener en orden de la misma manera que un cuartel. Regía aquel lema espantoso que he oído muchas veces con la misma indignación con que lo recuerdo ahora: "El jefe tiene razón y más cuando no la tiene".
Consecuentemente, los gobiernos militares sólo oían la opinión de sus amigos (generalmente de las logias) y la de los políticos que habían desplazado con sus respectivos golpes de Estado. La oposición era silenciada o ignorada. No permitían que se organizara un movimiento político de inspiración católica porque si bien algunos de ellos eran clericales no eran católicos de formación. Tampoco les interesaba aconsejarse con los mejores. La consecuencia de todo esto fue que siempre acabaron devolviéndole el poder a la "dirigencia" corrupta e inepta, principalmente peronista y radical la cual, como los demonios expulsados de un poseso que menciona el Evangelio, volvía peor y con un mayor número de bandidos.  
2) Excepto el de 1955, los demás golpes carecieron de motivos realmente graves como para tomar el poder por las armas.
Es verdad que las FFAA deben lealtad primero a la Patria, a sus tradiciones y a la Constitución y en segundo lugar al gobierno establecido. Por ejemplo, las FFAA no podrían permitir que se instale un gobierno comunista que persiga al catolicismo y viole sistemáticamente la Constitución, pisoteando sus instituciones, derechos y garantías. Y aún así, cuando se decidan a impedirlo, deben asegurarse que podrán entregar el poder cuanto antes a un gobierno constitucional justo.
Ahora bien, salvo en 1955, en ninguna de las otras revoluciones militares que he vivido se cumplieron esas condiciones. Y las catástrofes resultantes fueron mayores que los males que supuestamente quisieron impedir.              
Creo que la razón de que esto haya sido así es que, en realidad, las FFAA eran un partido político armado, con los mismos defectos que los que integran la "dirigencia" corrupta e inepta.
No nos olvidemos que Perón era militar y que surgió dentro de un golpe militar y que si no hubiera sido así jamás hubiera podido crear el peronismo, causa principal de nuestra degradación política.
* * *
En vista de esto, ¿cual es la solución? ¿Cómo salimos de esta decadencia mortal en que estamos sumidos? ¿Cómo podemos hacer para recuperar la Argentina restableciendo la Justicia mediante una clase dirigente de verdaderos patriotas honestos, capaces, justos, laboriosos, responsables y valientes?
Lo primero que debe decirse es que ese ideal y cualquiera sea el camino que tomemos, no se conseguirá sin sangre, sudor y lágrimas. Tal vez no sea sangre en el sentido literal de la palabra (aunque dudo que quienes hoy han usurpado el poder se dejen desplazar sin derramarla), sino en su sentido metafórico de dolor, sacrificio, cansancio y riesgo. Y de eso habrá mucho.
Lo segundo y más importante es que antes de pensar en cómo se hará deben reunirse aquellos que lo harán. De las entrañas de la Nación moralmente exhausta deben surgir los argentinos de bien que digan "¡Presente!" y pongan manos a la obra.
La Constitución de 1853 garantiza el derecho de asociación (art. 14) y debe ser aplicado para reunir a esos patriotas con un objetivo cívico de salvación nacional. No podrá ser un partido político porque la "dirigencia" ha hecho imposible su formación, pero no pueden impedir que nos asociemos con la intención política de acabar con esta tiranía e instaurar un gobierno justo.
La misma "dirigencia" corrupta e inepta, en la farsa reformatoria de 1994 ha incluido un art. 36 que otorga el derecho a la ciudadanía, en forma directa, sin intermediación de partidos ni de FFAA, de resistir contra todo "acto de fuerza" que se cometa.."contra el orden constitucional". ¿Y que esta tiranía sino una constante violencia ejercida contra la Constitución, la religión, la moral y el Código Penal?   Y cuando el art. 36 dice "resistencia" no pone condiciones ni límites, pensando sin duda en que si hubiera un "golpe militar" contra esta tiranía los grupos armados irregulares que está organizando desde hace mucho tiempo quedarían habilitados para restablecerla por la fuerza.
Pero ese "derecho de resistencia" del art. 36 autoriza -aunque sus pérfidos autores no lo hayan pensado-, también a los argentinos de bien a liberar la Patria de esta tiranía por todos los medios lícitos a su alcance.
Habrá que buscar esos medios, de los cuales el primero será la propia calidad humana de los patriotas resistentes. Sin duda existen y se encontrarán.  Dios y la Virgen de Luján, Patrona de la Argentina, nos ayudarán si lo intentamos, pero sólo si lo intentamos.
Cosme Beccar Varela

E-mail: correo@labotellaalmar.com

Buenos Aires, 12 de Mayo del año 2010 - 967

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