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martes, 20 de julio de 2010

HÁGANSELO PAGAR A LOS JUECES

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Por José Luis Milia
Josemilia_686@hotmail.com


No me refiero a que paguen el impuesto a las ganancias que ellos se niegan a abonar porque, disfrazados de pontífices togados de la república, siempre quieren tener algo que los diferencie del resto de los mortales. No me interesa, siquiera, discutir ese cuento del tío que nos hacen desde siempre que ellos no pagan impuestos para así tener una digna vida –con ese plus – sin que le acaricien el bolsillo las tentaciones del mundo. No, me refiero a que paguen por las muertes y sus daños colaterales que ellos provocan en su afán de liberar homicidas, ladrones, violadores, pibes chorros y cualquier lacra que debería quedarse por vida en las cárceles de la República.
¿Cree alguien que es mentira decir que hoy los jueces argentinos se han convertido – por su ruindad, negligencia y garantismo - en una banda de asesinos y violadores seriales?. No nos confundamos cuando les decimos asesinos seriales, ellos no son Jack the Ripper, ni siquiera el Petiso Orejudo. Ellos no violan ni empuñan una pistola. Su papel es meramente intelectual, ellos son los “señores jueces provinciales y federales” que a cuento de una malsana ideología, algunos, y rascándose el higo para no remar contra la corriente los más, han permitido que cada día haya más madres, padres, hijos, familiares y amigos pidiendo justicia por aquellos que tuvieron la desgracia de cruzarse en el camino de un beneficiario de favores judiciales.
Durante veinticinco años de democracia hemos oído a los políticos llenarse la boca con los derechos humanos pero esto merece una aclaración muy importante, esos derechos humanos de los que hablan los políticos en su papel de lenguaraces de "madres", "abuelas" y otras runflas por el estilo - esas que callan alegremente cuando el muerto no es del palo - no son los de ustedes, la Gente Común, porque en Argentina para tener derechos humanos, aún sin opción a retribución monetaria, uno debe ser políticamente correcto, y ustedes - los que están podridos de vivir enrejados, de llorar padres , hijos, hijas y hermanos asesinados - no lo son. Porque ustedes son otra cosa, porque en el ranking de importancia personal que los dueños del País han elaborado ustedes juegan en segunda.
Ustedes jamás serán indemnizados o tenidos en cuenta por quienes manejan el “negocio del sufrimiento”. Porque el dolor y la frustración de la madre de Santiago Urbani como el de la familia de un asesinado en San Isidro o el del “laburante” del conurbano que ve a sus hijos comidos por la droga, la prostitución y la violencia no aportan nada al concepto de “sufrimiento” que manejan esos grupos.
Hoy somos víctimas de la connivencia hipócrita del poder político con la delincuencia, ayudada y acompañada por la desidia e incompetencia de los jueces. Parece que cuando más desalmado es el criminal condenado más fácil le es salir de la cárcel sin necesidad de limar barrotes. ¿Cuantos muertos, cuantas familias destrozadas, cuantos huérfanos o padres sin hijos podemos contabilizar desde que se ha encaramado en la justicia esta mezcla tenebrosa de garantismo e incapacidad?, ¿no les da a esos jueces vergüenza de mirar a los deudos de sus víctimas? Porque sobran las víctimas que han sido asesinadas, violadas, heridas, robadas o vejadas por un “liberado” por un juez, y, aunque a este jamás lo van a juzgar porque siempre tiene a flor de labios un discurso fácil y engañoso para justificar sus innobles acciones, nunca olviden que él, EL JUEZ, es el AUTOR INTELECTUAL de esos delitos.
Si el que hoy llora a un asesinado o a una violada siente que no obtiene respuesta de esa entelequia llamada justicia argentina encárguese que no solo el delincuente pague, que pague también el juez. De la manera que estos últimos paguen, que lo determine el dolor de los que por su causa sufren.

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