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miércoles, 4 de agosto de 2010

¿NO HABÍA ARMENIOS MASACRADOS EN EL GENOCIDIO DE 1915 EN MARDIN?

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En la foto: Beato Mons. Ignacio Maloyan, obispo de Mardin, primer mártir reconocido del Genocidio Armenio hasta el momento.

 

Por Emilio Nazar Kasbo

Un lector ha hecho llegar al Diario Pregón de La Plata una nota firmada por Pedro Tomás en el Diario La Nación del Domingo 25 de julio de 2010 en la sección turismo.

ASOMBRO

El lector ha hecho saber a Diario Pregón de La Plata que recibió dos mailes de armenios amigos  de Capital Federal “que trasuntan su asombro por la falta de cita de nuestra identidad armenia en la misma”.

Consternados, muchos miembros de la colectividad armenia se preguntan quién es el responsable del Club Mardin de La Plata, y si el Club no tiene ningún pronunciamiento que realizar al respecto.

La fuente expresó que “es una pena que de existir una interna en el Club, que la misma llegue a un diario de tirada nacional”.

RAÍCES EN MARDIN

En un artículo titulado “Mardin, en busca de las raíces”, Juan Pedro Tomás expresó que en esa ciudad nacieron sus abuelos paternos, y que “a comienzos del siglo XX, ellos decidieron dejar Mardin y emprender un largo viaje a la ciudad de La Plata en busca de un futuro mejor”.

Pero no explica adecuadamente por qué no había futuro para una familia cristiana en Mardin en la época de 1915, ni qué sucedió “a comienzos del siglo XX” en esa milenaria ciudad.

El “pequeño detalle” que olvidó mencionar el autor de la nota, es el más aberrante y cruel Genocidio que inauguró la violencia del Siglo XX. ¿Qué capítulo de la Historia omitieron contarle los abuelos al señor Tomas? ¿O sus familiares no tenían amigos, conocidos, vecinos masacrados?

¿HUBO UN TURISMO AVENTURA?

Contrasta la comodidad del viaje en avión que realizó el autor de la nota, hecho en “un vuelo de unas dos horas”. Sí, contrasta ese viaje “más fácil y rápido que el que los abuelos hicieron, por cierto”.

Pero contrasta más aun con el “viajecito turístico” que los islámicos turcos amablemente invitaron a mis dos abuelos (materno y paterno) y a mi abuela materna (mi abuela paterna nació en El Sham-Damasco).

La emoción en aquella oportunidad fue muy motivadora. Sí, se trató de un “tour” para ancianos, mujeres y niños huérfanos (los hombres no podían concurrir porque estaban ocupados en ser degollados, ahorcados, pisoteados, torturados por los amistosos genocidas).

Efectivamente, en esa caravana fueron mis abuelos desde Mardin hacia Der El Zor y de allí a Aleppo, ciudad donde nació mi madre. El plan era masacrar a todos los “turistas” que sobrevivieran a ese “turismo aventura”, pero se vio frustrado por el cambio de situación de Turquía en el concierto de las naciones. Sí, mis abuelos quedaron huérfanos, y mi abuela materna con sus hermanos guiados por su madre (Regina Candir, mi bisabuela sobreviviente), viajaron de “turismo aventura” sin comida, despojados de sus bienes, de sus familiares y de todo lo que puede haber de apreciado en este mundo, quedando exclusivamente como propietarios de su nombre y principalmente de la Fe heredada de Jesucristo gracias a la prédica de San Judas Tadeo y San Bartolomé. Pero al final, parece que hubo gente en Mardin que no se anotició de los sucesos.

ORIGEN DE LA HUMANIDAD

Efectivamente, Mardin se encuentra en plena Mesopotamia, entre el Tigris y el Éufrates, sitio en que muchos consideran que estuvo el Paraíso del Edén en que Dios creó a Adán y a Eva, y que por obra humana se arruinara en el transcurso de los milenios.

Sí, Mardin hoy se encuentra en Turquía, igual que el sitio más armenio que existe en el planeta: el monte Ararat donde la humanidad fue refundada por Dios en la familia de Noé.

Mardin pertenece a la Armenia Histórica, pero no se encuentra en la Armenia actual, sino en el Sudeste de Turquía, al oeste de la actual Armenia independiente. Al momento del genocidio, Mardin estaba en la zona que correspondía a Siria, pasando luego a Turquía porque se encontraba al norte de las vías del tren utilizadas para una nueva delimitación geográfica. Los ciudadanos de Mardin que emigraron tras el genocidio se hicieron acreedores a la documentación de nacionalidad siria, en tanto que los ciudadanos de Mardin que continuaron residiendo allí, se convirtieron en turcos.

RELIGIÓN Y GENOCIDIO

Pero todo lo relatado es al parecer sólo una anécdota, que al parecer a nadie importa, porque hoy Mardin tiene “unos 80 mil habitantes, con mayoría de grupos kurdos, turcos, asirios y árabes. En este lugar también conviven musulmanes, cristianos y ortodoxos”, según definió el autor de la nota.

El pequeño detalle, es que en 1915 la mayoría de la población de Mardin era cristiana, y solamente de rito armenio católico Mardin tenía unos 22 mil feligreses. La cifra demográfica actual no hace más que acreditar el cambio religioso, cultural y geopolítico que padeció la ciudad tras el Holocausto Armenio (dado que la mayoría los cristianos masacrados en esa ciudad lo fueron en unión con el sacrificio de Jesucristo).

Sí, había armenios y armenios católicos ¿qué sucedió con ellos? El silencio “sepulcral” del autor de la nota es llamativo.

Los asirios son de raza caucásica o indoeuropea (a la cual pertenecen los armenios), en tanto que los denominados árabes en realidad son semitas (árabe es un idioma, no una raza), y los turcos son descendientes de los tártaros mongoles.

Según el sr. Tomás, “Mardin fue habitada por cristianos de origen asirio en el siglo mientras que los árabes dominaron la ciudad entre los años 640 y 1004. Luego se sucedieron numerosas oleadas de turcos selyúcidas, kurdos, mongoles y persas hasta que los otomanos conquistaron definitivamente Mardin en 1517”. ¿No había cristianos armenios por ahí dando vueltas? Y digo “cristianos armenios” porque durante casi dos mil años el cristianismo estuvo identificado racialmente en los armenios desde la prédica apostólica reafirmada colectivamente por la conversión del Rey y de todo el pueblo en el año 300 a 301.

CHAFALONÍAS…

La palabra Genocidio no aparece en la nota comentada. Dice su autor: “A comienzos del siglo XX muchos cristianos fueron forzados por los otomanos a abandonaron la ciudad”. ¡Qué grave omisión! ¿Por qué no hizo referencia al “turismo aventura”, en el gran “reallity show” que dejó al Circo Romano como una chafalonía barata, en que muchos fueron masacrados de mil modos diversos, como metales preciosos que sometidos a un gran calor producían mártires?

Sí, Mardin fue adulterada. Fue adulterada en su población y en su Fe, sustituida por los genocidas que prácticamente hicieron desaparecer a los cristianos. Fue adulterada en sus monumentos, en sus idiomas, en la desaparición de la raza caucásica, en su configuración, en su arquitectura, en su vida… Porque hoy a Mardin le falta algo: la descendencia de los masacrados.

Y ni hablar de la “notable la calidez y la hospitalidad de los habitantes de Mardin, y no hay que sorprenderse si los locales invitan a los turistas a conocer sus propias casas y familias”. Al decir “sus propias casas”, seguramente Tomás se refirió a las casas que su propia familia habrá habitado en la ciudad.

Una persona que recientemente viajó también a esa ciudad comentó a este medio: “la cosa cambió mucho, hoy en Mardin se muestran más amistosos, y hasta dicen que ellos perdieron cultura por la ausencia de cristianos en la ciudad. Te pueden invitar a su casa, te pueden invitar a la casa donde has vivido o donde vivieron tus familiares… pero a esta gente no se le puede tener confianza, esa gente es siempre de temer”.

EL CENTRO HOY ES EL SACERDOTE

¿Es la mezquita Ulu Camii la principal atracción de Mardin con un minarete que data del siglo XII? En lo personal, siempre consideré que existían monumentos más importantes y más antiguos, como la fortaleza romana que se encuentra en la cima de la montaña, luego transformada en fortaleza medieval en la época de los Templarios, y que actualmente tiene allí instalados los radares de la OTAN…

¿Ha visitado el turista que comenta la nota las numerosas iglesias cristianas en una zona en que el cristianismo llegó inmediatamente después de Pentecostés, unos 500 años antes de la aparición del mahometanismo? Seguramente hoy no son el principal atractivo por falta de cristianos, los cuales han sido invitados a un tour masivo al exterior (al cual algunos denominan “diáspora”)

¿Ha visitado el autor de la nota la única iglesia que tiene un sacerdote con su familia, el Padre Gabriel de la Iglesia Siriana Ortodoxa y conversado con ellos? Más que los monumentos, hoy la principal “atracción” de Mardin para un cristiano es la conversación con este sacerdote…

“A pesar de tener una parte más moderna, el distrito viejo parece detenido en el tiempo… Otro lugar que no debe dejar de visitarse es el monasterio Deryl-ul Safaran, que fue sede del patriarcado de la Iglesia Siriana Ortodoxa de 1166 a 1932”.

EL GRITO SILENCIOSO

Pero el relato se corta por el filo de la Historia. Yo también estuve en Mardin.

Fue allá por enero de 1992, cuando todavía quedaban 135 personas cristianas (en general, incluyendo católicos, ortodoxos y protestantes) pertenecientes a unas 10 familias sobrevivientes. Maltratados, humillados, a quienes se les cobraba sobreprecios, escupidos por los habitantes de la ciudad y obligados a mostrarse siempre agradecidos ante sus sistemáticas denigraciones, que si bien no llegaban al grado del genocidio hacían la vivencia en el lugar ciertamente dificultosa.

Sí, yo estuve en Mardin, y puedo decir que mi visión es 100% opuesta. Fui con mi padre, con uno de mis hermanos, y también con mi madre y mi abuela materna.

De modo idéntico quisimos conocer el lugar donde vivía la familia Kasbo (expropiada actualmente y donde hoy funciona una escuela), y el lugar donde nació mi abuela (la casa de la familia Candir, también expropiada por el Estado turco y hoy dividida en dos partes: una donde viven descendientes que son parientes lejanos de las mujeres que tomaron los musulmanes y las islamizaron, y otra parte que es un colegio y taller donde vivían unos 150 internados). Y claro, a mí se me ocurrió filmar, y a mi abuela se le ocurrió hablar… de aquello de lo que “no se habla”.

MI FAMILIA MASACRADA

A pesar del Genocidio y del “turismo aventura” que le tocó a mi abuela materna vivir cuando sólo tenía 5 años de edad, ella fue educada en un instituto de monjas francesas en Aleppo porque mi bisabuela ya no podía mantener a sus hijos económicamente.

Para tener una idea de cómo era la vida de mis familiares por el lado materno, mi tatarabuelo tenía 9 sirvientas, y les pagó a todas un viaje a Tierra Santa. Pero mi tatarabuelo fue masacrado, y mi bisabuelo Nazar, esposo de mi bisabuela Regina Candir también.

Así, después del genocidio mi bisabuela quedó con sus hijos en la indigencia cuando lograron llegar a Aleppo, y acabó como sirvienta de quien antes había sido sirvienta suya. Así, mi abuela materna aprendió además de armenio, los siguientes idiomas: francés, árabe y turco. Ella podía comunicarse perfectamente con los turcos, aunque yo no entendía nada.

Estando en la casa donde había nacido mi abuela materna (Marie Nazar Candir), ella empezó a decir todo lo que sucedió durante el Genocidio. Inmediatamente se apersonó la gente del lugar, hasta que vino el jefe que tenía a cargo el establecimiento y nos expulsaron. Consternados, regresamos al hotel, y el dueño del mismo nos indicó que nos retiremos lo antes posible, porque había “muchos tiroteos en las cercanías”.

EXPULSADOS POR SEGUNDA VEZ

No pudimos visitar ningún otro lugar religioso ni turístico de Mardin. Nos fuimos bajo las amenazas, igual que había sucedido en 1915 con muchos, porque los que se fueron conservaron la vida, como la sirvienta de mi bisabuela, y los que se quedaron…

Por eso, en Mardin, en Turquía, todo es muy lindo… salvo que se toquen ciertos temas. “Mejor no hablar de ciertas cosas…” Muchísimas anécdotas más podría relatar, pero se extendería demasiado una nota que simplemente busca llamar la atención sobre graves omisiones del sr. Tomás en su artículo.

Parece que a casi 100 años del Genocidio de 1915, aun se deban realizar estas aclaraciones en medio del negacionismo de muchas personas, incluso de Mardin. No en vano el primer mártir del Holocausto de 1915 que hoy es Beato reconocido por la Iglesia Católica, es quien fuera obispo armenio católico de Mardin, Mons. Ignacio Maloyan.

Las raíces de Mardin siempre fueron cristianas, y eso fue reafirmado con la vida y la sangre de los que murieron en testimonio de la Fe por no renunciar a Jesucristo.

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