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viernes, 17 de septiembre de 2010

UNA PAZ CON GARROTES

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Por Rupén Berberian

¿Usted supone que habrá paz entre palestinos e israelíes? Pues sí; por supuesto que habrá paz, pero aún es algo prematuro. A Israel todavía le queda acaparar para sus colonos más territorios palestinos y echar a sus habitantes.

Esa parodia de reunirse en los Estados Unidos, mandatarios judíos y palestinos y de estrecharse las manos para el periodismo, me parece haberla visto antes, salvo que aquel entonces los actores eran otros.

En nuestra era capitalista todo se moderniza, razón por lo cual el anfitrión, que en esta oportunidad les tomó el juramento y les sirvió de testigo, fue una mujer.

A la ceremonia del reencuentro sólo le faltó el ramo, la torta, la marcha nupcial y el vals de los novios para redondear la parodia. La estrategia del invasor según la escena, era la de poner cara de santo y simular el ferviente deseo de su pueblo por la tan añorada reconciliación.

Años atrás Israel podía incluso rendirse ante las exigencias de las Naciones Unidas, pero no hoy. Aquel entonces aún no tenía el toro por las astas; no era el amo del mundo.

No obstante toda esa puesta en escena se derrumbaría en un santiamén y las relaciones regresarían a foja cero si los palestinos insistieran que Israel volviese a los primeros acuerdos del 67.

Israel, hoy está en condición de imponer una paz a su antojo, exigiendo a Hamás ponerse de rodillas y de aceptar por limosna las migajas de Palestina completamente desarmada.

Por otro lado, Turquía, en una actitud desafiante y colérica, arroja por la borda los protocolos, exigiendo el retiro incondicional de los armenios de Karabaj. Excusas, hipocresías, aparatosidades y engaños… Como que a Turquía le interesara más, apoyar moral y militarmente a Azerbaidyan que tener buenas relaciones de una vez por todas con su vecina Armenia.

¿Usted cree en el Panturquismo como algo probable? Usted tal vez no, pero no así los gobernantes turcos. Aunque parezca mentira, Turquía sigue atragantándose con Armenia. Cree que con apoyarse en sus hermanos tártaros de Azerbaydjan y seduciendo alguna que otra republiquita islámica, colocaría a Armenia en la cuerda floja.

A la vuelta de la esquina, la Franja de Gaza sigue prácticamente con la cuerda al cuello. Fue reiteradamente bombardeada por tierra, aire y mar por el valiente ejército sionista de Israel para amedrentar a su población matando miles de criaturas, derrumbando casas, hospitales, escuelas, mezquitas y hasta la cede de “las Naciones Unidas” repleta de refugiados y con ello pretenden, pese a su enfermiza xenofobia, que Hamás les rinda pleitesía, les bese los pies, como que aquí ¿no ha pasado nada…?

¡Sí!; es probable que a la larga haya paz en el Cercano Oriente entre palestinos y hebreos como lo hubo siempre, pero cuando el sionismo haya caducado, porque cuando el odio ya ha calado hondo en la memoria, el olvido no asoma fácilmente.

Se han visto similares escenas en las películas norteamericanas. Los yanquis, luego de aniquilar a los indios y robarles las tierras, matar a los búfalos, su único sostén de vida, les mandaban emisarios ofreciéndoles paz y reconciliación y los indios se lo crían, entonces el gobierno los agrupaba y los ubicaba en reservaciones. ¿No es acaso similar a lo que ocurre en Palestina? ¿Usted no cree que la historia se repite…? Para mí, tan sólo cambian de escenarios y de protagonistas. El malo resulta ser el bueno y el bueno, resulta ser el eje del mal, el terrorista, el retrógrado y todo por defender su libertad de los oportunistas.

¿Usted realmente cree que la “Tierra, prometida”, fuera “prometida” a los hebreos por Jehová (Dios de los ejércitos victoriosos de Israel), sea la señalada en el Libro Consagrado Como Sagrado como la actual “Israel”? ¿No será que Jehová les haya prometido “La Tierra” y se hayan invertido las palabras en su recopilación a espaldas de la humanidad?                                                                                         

Es como para ponerse a rebobinar ¿verdad?

Mi conclusión sobre esos menjunjes es: El ser humano podría adoptar cuántas doctrinas se le cruzan por la cabeza y todas las ideologías habidas y por haber, pero no debe permitir que las mismas lo adopten a él y con ello, lo conviertan en su esclavo.

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