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domingo, 3 de octubre de 2010

MONS. AGUER: “EL NUEVO ATAQUE CONTRA LA CRUZ”

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En su reflexión semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, se refirió a las expresiones de “una jueza de la Corte Suprema de Justicia de la Nación” que dijo que “habría que quitar los crucifijos de los despachos judiciales porque el nuestro es un estado laico, no confesional, no religioso. Entonces, en nombre de la laicidad del estado, de su neutralidad religiosa, no habría que exhibir ningún signo del catolicismo”.

Explicó que “la cuestión es que la neutralidad religiosa del estado no puede ser absoluta porque la absolutización de esa neutralidad conduce inevitablemente al ateísmo del estado. Con lo cual la neutralidad dejaría de ser tal”, y puso como ejemplo “característico” al “estado soviético que mantuvo siempre en su Constitución escrita la afirmación de la libertad de culto pero fue un monstruo perseguidor de la Iglesia durante 70 años, y de toda religión”.

El prelado preguntó: “¿Y quién puede negar el hecho religioso en la cultura argentina, en la vida de la sociedad argentina?”. Puso como ejemplo las múltiples manifestaciones de fe en el país asegurando que significan “que en el pueblo argentino existe una profunda religiosidad enraizada en la tradición católica. La fe tiende a hacerse cultura e impregna de sentido religioso todo lo que el hombre hace”.

Mons. Héctor Aguer señaló que la Cruz “más allá del valor que tiene para los cristianos” es “un signo universal que exalta el amor entre los hombres y el triunfo del bien sobre el mal”.

Consideró que “lo que se busca al proponer la supresión del crucifijo de los lugares públicos es recluir la expresión religiosa al ámbito de lo privado y por lo tanto dejar el ámbito público huérfano de valores trascendentes, a merced del agnosticismo y del relativismo ético... ¿Se pretende instaurar acaso el ateísmo del estado? ...La expresión religiosa es para nuestro pueblo signo de un auténtico humanismo”.

Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:

“Hace unas semanas una jueza de la Corte Suprema de Justicia de la Nación manifestó que habría que quitar los crucifijos de los despachos judiciales porque el nuestro es un estado laico, no confesional, no religioso. Entonces, en nombre de la laicidad del estado, de su neutralidad religiosa, no habría que exhibir ningún signo del catolicismo”.

“Estuve pensando un poco en esto y anoté algunas conclusiones. La cuestión es que la neutralidad religiosa del estado no puede ser absoluta porque la absolutización de esa neutralidad conduce inevitablemente al ateismo del estado. Con lo cual la neutralidad dejaría de ser tal”.

“El ejemplo más característico es el del estado soviético que mantuvo siempre en su Constitución escrita la afirmación de la libertad de culto pero fue un monstruo perseguidor de la Iglesia durante 70 años, y de toda religión”.

“Lo que no se entiende es que la fe, la religión, no son hechos privados. Entre la conciencia religiosa del individuo y las estructuras del estado está la cultura del pueblo, la vida de una sociedad. La religión es una dimensión principal de esa cultura y de esa vida. ¿Y quién puede negar el hecho religioso en la cultura argentina, en la vida de la sociedad argentina? Pensemos en las grandes manifestaciones de piedad popular: la Fiesta del Milagro en Salta, del Mailín en Santiago del Estero. Pensemos en las peregrinaciones a Luján, a Itatí, a San Nicolás. Todo eso significa que en el pueblo argentino existe una profunda religiosidad enraizada en la tradición católica. La fe tiende a hacerse cultura e impregna de sentido religioso todo lo que el hombre hace”.

“No se puede pensar que en la Argentina, donde reina pacíficamente la libertad de cultos, alguien pueda sentirse traumatizado porque haya crucifijos en los despachos de los jueces. Ni los procesados, resulten inocentes o culpables, ni los mismos jueces. Unos y otros pueden reconocer en el signo de la cruz el misterio de una justicia superior; mejor aún, el misterio de una misericordia que supera al juicio de los hombres. Si quienes deben administrar justicia contemplaran asiduamente el sacrificio no habría tantas quejas contra ellos”.

“Por otra parte, más allá del valor que tiene para los cristianos, la cruz es un signo universal que exalta el amor entre los hombres y el triunfo del bien sobre el mal”.

“¿Qué significan, entonces, manifestaciones como ésta que comentamos? Lo que se busca al proponer la supresión del crucifijo de los lugares públicos es recluir la expresión religiosa al ámbito de lo privado y por lo tanto dejar el ámbito público huérfano de valores trascendentes, a merced del agnosticismo y del relativismo ético. No hay que olvidar que la iniciativa ha sido planteada esta vez por una persona que ha hecho pública manifestación de ateísmo, ¿se pretende instaurar acaso el ateísmo del estado? Existen en nuestro país minorías autodenominadas “progresistas” que van a contrapelo de la vida de la sociedad e ignoran o desprecian los sentimientos de la mayoría de nuestro pueblo. La expresión religiosa es para nuestro pueblo signo de un auténtico humanismo”.

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