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sábado, 9 de octubre de 2010

VARGAS LLOSA, A PESAR DE ÉL MISMO

a Alberto Buela

Por Alberto Buela (*)

Hoy le dieron los suecos, más precisamente la masonería sueca, el premio nobel de literatura al peruano Vargas LLosa, y está bien que así sea. Se lo negaron a Borges, no se lo dieron a Rulfo, no lo obtuvo Carpentier, ni Lugones, ni Cortázar, ni Ibarburú, ni Céspedes, ni tantísimos otros escritores de lengua española mil veces mejores que los últimos diez premios nobeles de literatura: 2009: Herta Mueller (Alemania), 2008: Jean-Marie Gustave Le Clezio, (Francia), 2007: Doris Lessing (GB), 2006: Orhan Pamuk (Turquía), 2005: Harold Pinter, (GB), 2004: Elfriede Jelinek (Austria), 2003: J.M. Coetzee (Sudáfrica), 2002: Imre Kertesz (Hungría), 2001: V.S. Naipaul (GB), 2000: Gao Xingjian (Francia), 1999: Gunter Grass (Alemania).

Y se lo dan a Vargas LLosa por liberal y masón. Y además escribe bien. La paradoja estriba en que por el solo hecho de escribir en español o castellano se transforma, incluso a pesar de él, en un disidente respecto de la “producción de sentido” que las autoridades suecas quieren y desean dar al dicho premio. No en vano de los últimos diez, al menos cinco escriben y se expresan en inglés, idioma que la intelligensia sueca ha adoptado desde hace medio siglo como propio.

Vargas LLosa apoltronado en Nueva York ha declarado en una extensa conferencia de prensa que: siempre traté de escribir lo mejor que puedo para la mayor difusión del español… a los hispánicos de los Estados Unidos les digo que se sientan orgullosos de su tradición cultural que hunde sus raíces en Cervantes, Quevedo, Calderón y tantos otros. Estas declaraciones que le nacen naturalmente a Vargas Llosa se producen por su pertenencia al castellano y más allá de su formación ideológica, pues son, a todas luces, políticamente incorrectas. En tal sentido quiero traer a colación lo que me escribió hace unos días, un muy buen investigador argentino en historia, el profesor Jorge Bohdziewicz, observándome un artículo mío La manipulación internacional del castellano, que: “Es cierto y bueno lo que decís sobre la lengua castellana. Aquí tenemos un ejemplo concreto de colonialismo lingüístico. En el Conicet, (equivalente del Cesic español) institución que conozco en detalle, tienen mayor calificación los artículos científicos si se publican en revistas extranjeras y en idioma inglés. Son nuestros evaluadores los que tratan de imponer esa norma, y a fe que lo logran. Ya nadie quiere publicar en revistas científicas nacionales, que van desapareciendo de a una. Los investigadores se desesperan por publicar en revistas extranjeras de "alto impacto", que le dicen, porque saben que de lo contrario corren el riesgo del rechazo de sus informes. En cuanto a valor intrínseco del trabajo, poco importa. Nadie lee y todos juzgan por el "soporte". [1]

Este premio de Vargas Llosa adquiere una significación geopolítica no apreciada por los propios, pues desmiente el trabajo de zapa de todos los centros académicos y de formación científica del mundo hispano hablante que desplazan sistemáticamente el castellano como lengua de expresión científica sin que medie pedido alguno para ello. Es un problema de colonización lingüística emplazado de hecho en la cabeza de las autoridades de los institutos y academias de formación científica.

Hoy se ha instalado en todo el mundo académico un sistema de “revistas con referato internacional”, donde los referís se intercambian de unas revistas a otras como aquel lema de los poetas bogotanos. “te leo si me lees”. Además los informes académicos tienen que estar apoyados en revistas “indexadas”, esto es, en revistas que figuran en el nomenclador internacional de revistas y editoriales, quienes son las que otorgan valuación positiva de los artículos publicados. Se produce así un círculo hermenéutico que nos dice: un artículo escrito en castellano es científico no por lo que dice, sostiene o prueba sino por el soporte técnico que tiene(citas en inglés) y ese cúmulo de citas “indexadas” hace que dichas revistas prestigien a dicho artículo, y no el juicio de los pares como debería ser. La desmitificación de este andamiaje académico, de esta impostura intelectual la realizó, entre otros, Alan Sokal con su artículo sobre el uso embaucador y farsante de las publicaciones sedicentes “científicas”. Así, escribió un artículo en joda, lo logró publicar en una revista “científica” con referato internacional y luego les dijo que eran unos embaucadores.

El ejemplo académico más reciente que conozco es cuando hace un par de años la Universidad de Barcelona presentó un proyecto de seminario sobre la filosofía práctica en Aristóteles y el Ministerio de ciencia e innovación español los desechó porque los expositores eran todos de lengua española, sin importarle los méritos de los profesores que lo integraban ni sus trabajos de investigación durante décadas en el pensamiento del Estagirita. Fue necesaria una carta del profesor norteamericano Richard Kraut de la Northwestern University para que el ministerio autorizara el seminario. Lo triste es que R. Kraut es un “medio pelo” entre los estudiosos de Aristóteles y cualquiera de “los nuestros” (Gómez Lobo, Zagal, Llano, Oriol, Serrano, Mauri, etc.) lo da vuelta como un guante.

Cuando el viejo Alejandro de Humbolt afirmó que los hablantes modelan la lengua y la lengua modela la mente, y así cada idioma fomenta un esquema de pensamiento y estructuras mentales propias realizando uno de los mayores descubrimientos lingüísticos, nos permitió explicar apoyados en esta premisa que una forma es pensar los clásicos en inglés y otra en español. Nosotros, en tanto herederos directos y sin mediaciones de Grecia y Roma, pensamos en función de un todo, de una totalidad de sentido, en tanto que la mente estructurada por el inglés los ve en sus detalles. Ellos están por así decirlo a ser siempre, especialistas de lo mínimo. Algo que, por otra parte, caracteriza al pensamiento moderno.

No quiero acá detenerme en la evolución o involución de los estudios aristotélicos, que es cuestión de enjundiosos especialistas, pero en líneas generales puede decirse que se pasó de una visión del todo, a una visión de las partes y cuando esta visión dividió hasta el infinito las mil sutilezas encontradas, se perdió la visión del todo y hoy estamos como “cuando vinimos de España: con una mano atrás y otra adelante”. De esta tara se liberó la genuina literatura hispanoamericana que no imitó y creó constantemente durante todo el siglo XX. Así el realismo mágico y la novela histórica buscaron un anclaje siempre en la política como arquitectónica de la sociedad y explicación última de lo que sucede con nosotros en esta mundanal vida.

Vargas Llosa, a pesar de él mismo, se da cuenta de ello y en este hodierno reportaje neoyorkino lo afirmó: la literatura hispana tiene a la política como un elemento constitutivo. Y es por ello, agregamos nosotros, que el ensayo es el género propio de la expresión hispanoamericana donde el autor mezcla lo grande y lo pequeño de manera personal y llega a conclusiones, enumera pruebas más que detenerse en el método que convalida las pruebas.

(*) alberto.buela@gmail.com

CEES- Centro de estudios estratégicos suramericanos

UTN- Universidad tecnológica nacional

[1] Carta personal del 30/9/10

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