En el colegio aledaño a la Parroquia Cristo Rey fue inaugurado el día miércoles 17 de marzo de 2010 a las 19.30 hs el Salón del Bicentenario.
En la ocasión, tras la bendición del Padre Marchioni y con una numerosa concurrencia de sacerdotes, monjas, laicos y la presencia del Concejal José Arteaga, el Dr. Enrique Díaz Araujo disertó sobre el tema “San Martín y Bolivar: su política religiosa”.
En la ocasión, tras la bendición del Padre Marchioni y con una numerosa concurrencia de sacerdotes, monjas, laicos y la presencia del Concejal José Arteaga, el Dr. Enrique Díaz Araujo disertó sobre el tema “San Martín y Bolivar: su política religiosa”.
A continuación brindamos una síntesis que no es textual de la conferencia:
El 25 de mayo de 1810 fue un acto de autonomía respetando al Rey y el 9 de julio de 1816 la independencia del Rey.
En América había un hábito de obedecer al buen gobierno. En 18109 hubo sucesos idénticos a los de Buenos Aires en toda Hispanoamérica, porque el problema era idéntico.
América sólo obedecía a la Corona de Castilla, o a otros reinos ni mucho menos al pueblo de España. El Rey era considerado como un padre de cada americano. Y desde la independencia, América busca un sustituto paterno del Rey de España. América se sigue convulsionando porque no encuentra la forma institucional que calce con su identidad.
El Reino de Indias era un Estado confesional y América se definió por su Religión católica. El Papa delegó en una bula de 1505 las designaciones eclesiásticas en el Rey de España, con el Derecho de Patronato.
España vivió una Edad Media tardía, y cuando España se hizo liberal, América continuó con el espíritu medieval.
Trafalgar, en 1805 marcó el triunfo de los anglosajones, que desde entonces gobiernan el mundo, marcando el ocaso español en 1808 cuando hubo dos reyes, padre e hijo, en España, en medio de quienes fue introducido como gobernante el hermano de Napoleón.
En 1810 se produce la autonomía en toda América, y hubo tres figuras principales como libertadores: Iturbide en México, Bolívar en el Norte de Sudamérica, y San Martín en el Sur de Sudamérica. Los tres actuaron en conjunto desde una reunión en Panamá. Los tres tuvieron diferencias en la solución política, pero unidad en el criterio religioso.
San Martín e Iturbide eran monárquicos, e hicieron tratados con los Virreyes procurando establecer un Rey borbón (no Fernando) para que gobernara en América desde su Independencia. Esta experiencia funcionaba con la dinastía portuguesa en Brasil. El candidato a ocupar la Monarquía que propiciaba San Martín era De Paula.
San Martín después de su labor se retiró al ver que su proyecto no se podía concretar. Iturbide decidió en la misma situación gobernar, pero murió asesinado en una revuelta. Finalmente, Bolívar no quería un príncipe Borbón, porque decía que son todos malos, y se proclamó Emperador de los Andes, siendo más tarde expulsado del gobierno.
Bolívar, además, renunció a la masonería y la prohibió, a la vez que dejó de ser liberal y promovió la Fe Católica.
En lo que se refiere a la solución religiosa, Bolívar, Iturbide y San Martín estaban de acuerdo en reforzar a la Madre Iglesia, ya que no había un Padre-Rey. Iturbide lo hizo de la mano de la Virgen de Guadalupe, Bolívar con la Virgen de Belén y la Virgen del Cisne, y San Martín con las advocaciones de la Virgen de La Merced, del Carmen y de Luján. San Martín estableció permanentemente a la Iglesia en Chile y en Perú, donde la única religión era la católica y donde se prohibía ser funcionario a quien no profesara la Fe católica.
San Martín obedeció al General Manuel Belgrano, quien era difamado, según una carta que éste le enviara el día 6 de abril de 1814. En el Reglamento del Plumerillo del Ejército de los Andes, hasta castigaba a los blasfemos severamente.
Así era la política religiosa de San Martín y de Bolívar.
Por otra parte, se difunde que San Martín se había unido a una logia masónica en Cádiz o en Londres, pero esas logias no existieron, es todo mentira, y por tanto indemostrable.
Fueron los liberales quienes astillaron América, convirtiéndola en una serie de republiquetas aisladas, sobre todo en Centroamérica.
Sin embargo, a pesar de que fracasaron en su proyecto político de instauración de una monarquía, lograron la solución religiosa que se proponían.
Iturbide decía que “la Virgen de Guadalupe no ha venido a fracasar a América”. Así quedó el legado de la afirmación de la Tradición Católica de la Iglesia. Y todo eso se lo debemos a los libertadores.