A todos los hijos de la Fundación C.R.
Sí, “maldita” por tres razones fundamentales e inobjetables: por ser antinatural, por ser anticristiana, y por ser antiargentina.
Cuando se destierra a Dios (y su Ley) de la vida pública, reduciéndolo al estrecho ámbito de la conciencia individual; cuando el Estado se proclama “dios” a sí mismo, inventando a su arbitrio e interés los tan cacareados “derechos humanos”, sin importarle un bledo el bien-común, con gobernantes incultos e ineptos, llenos de odio y ebrios de poder; cuando se promulgan leyes impías, nefastas e injustas; cuando se niega cínicamente la verdad lógica y trascendente, optando por un absurdo, contradictorio y letal relativismo; cuando se destruye la razón metafísica, reemplazándola por una mera razón empírica y científica (¡mortal mutilación de la inteligencia humana!); cuando por ignorancia, picardía o maldad, se cultiva desde los más altos niveles la manipulación y corrupción del lenguaje, haciendo decir a las palabras lo contrario o distinto o parcial de lo que en realidad significan (neo-nominalismo); cuando, por ejemplo, se llama “libertad” al liberalismo y al libertinaje; cuando se confunde laicidad con laicismo de Estado, así como también legalidad con moralidad; cuando se denomina “cultura”, “ética”, “educación”, “progreso”, “políticamente correcto”… etc., etc., a lo diametralmente opuesto (como consta en los textos y programas oficiales y obligatorios en los colegios y centros de enseñanza), pudriendo las mentes y corazones de la niñez y de la juventud; cuando la (llamada) “justicia” está al servicio no de la Verdad, sino del “sistema” y de los intereses egoístas del oficialismo y de los partidos políticos; cuando ciertos “medios de comunicación” (prensa, radio, TV, etc.) están envenenando permanentemente con mentiras, engaños y vicios; cuando se pisotean inescrupulosamente los auténticos valores, cristianos y humanos, cuando se siembra el odio a la Santa Iglesia y a las FF. AA. (los mayores y más temidos obstáculos para mantenerse o subirse al carro de los “poderosos”); cuando se llega a adorar y dar culto a tantos y tantos “ídolos” de la nihilista y panteísta “postmodernidad” (excremento del “Poder global”) convertida en una ridícula y absurda “religión universal”, mejor dicho aún, la “iglesia del Anticristo”; cuando se callan, se adulteran y se traicionan las verdaderas esencias y tradiciones de nuestra querida, desfigurada e “irreconocible” Patria, es decir la genuina identidad fundante de la Argentina católica; finalmente y a modo de recapitulación: cuando (como en aquel histórico y horroroso Viernes Santo) Nuestro Señor Jesucristo, Rey Universal, el Hijo de Dios bendito, sigue siendo escarnecido y condenado a muerte “democráticamente” por un populacho mentalizado y embrutecido, al grito de “¡fuera!, ¡fuera!, ¡crucifícale!, ¡no tenemos más rey que al César!, ¡suéltanos a Barrabás!”… entonces se llega a una situación de degradación, barbarie y estructuras de pecado, por obra y desgracia del actual desgobierno, que el pasado día 15 de julio sancionó la legalización del (llamado eufemísticamente) “matrimonio homosexual”; una ley, dicho sea de paso, gravísimamente inmoral, injusta y vergonzosa (¡excepto para quienes no tienen vergüenza!), una ley no vinculante, ofensiva y abominable a los ojos de Dios, que puede provocar su santa ira y terrible castigo…
Otra cosa muy distinta es, naturalmente, el respeto y la caridad que merecen siempre los homosexuales. ¡No confundamos las cosas!
Ya el Papa Pío XI, al establecer la festividad litúrgica de la Realeza de Cristo (mediante la gran encíclica “Quas primas”, más actual que nunca) calificó al Laicismo como “la peste de nuestro tiempo”… ¡qué diría hoy!
Hace más de cincuenta años que lo venimos diciendo… “O Cristo Rey o el caos”. ¡Hay que estar ciegos para no verlo! ¡Qué espectáculo tan macabro!:
¡Nuestros gobernantes, junto con muchos de sus asociados “cómplices”, vendidos servilmente a la férrea superdictadura del “Nuevo (des)Orden Mundial”, adorando, no al Dios verdadero sino a la “Bestia” del Apocalipsis! (C. XIII).
Las consecuencias de este gravísimo “pecado global” no pueden ser otras que la idiotización colectiva, el “suicidio moral”, la descomposición del tejido económico-político-social, en una palabra: la “cultura del vacío existencial, de la desesperación oculta y de la muerte…
Este diabólico ataque a la familia (a la virginidad, la maternidad y la dignidad de la mujer), así como a los sagrados derechos de los niños, nacidos o por nacer (los seres humanos más necesitados e indefensos), y la legalización del aborto, son la mayor canallada a manos de vulgares y salvajes asesinos; Jesús nos lo advirtió severamente con aquellas palabras del Santo Evangelio:
“Al que escandalice a uno de esos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino, de las que mueve un asno, y lo hundieran en el fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos!” (Mateo 16, 6-7)
La Presidenta de la Nación, tan satisfecha con la reciente legalización del “gaymonio”, diciendo que “así tenemos una Argentina más igualitaria”… debería saber que ni ella ni nadie tiene derecho a igualar lo que Dios ha creado y querido “desigual”; y que Dios mismo es el primer “discriminador”.
¡Dígase lo mismo, dicho sea de paso, de la podrida “ideología del género”…!
Por su parte, Néstor Kirchner, igualmente orgulloso (¡faltaba más!) de los emparejamientos homosexuales, dijo que “la Iglesia tiene que modernizarse”… he aquí otra soberana estupidez, por la sencilla razón de que la Iglesia nunca tiene que “modernizarse”, así como Jesucristo, su divino Fundador, nunca fue “moderno”…
Es el Estado y el gobierno de turno quienes tienen que educarse y civilizarse, más aún, convertirse del paganismo, y entrar en el Reino de Dios y de Cristo.
En cuanto a ese otro charlatán, ignorante y grosero llamado Pichetto, mejor sería que no hable de lo que no sabe; y al faltar gravemente al respeto a los obispos y, más aún, al Santo Padre, tenga muy en cuenta aquel refrán castellano que dice así: “no le llega la baba del caracol al cuello de la cigüeña”.
Y ¡por favor!, gobernantes y políticos, no invoquen ni profanen el nombre de “católicos” para ganar votos como sea… ¡no sean cínicos ni hipócritas! ¡Ustedes no tienen de católicos más que una sucia etiqueta!
En un magnífico Mensaje a la Nación Argentina el Santo Padre nos dijo textualmente: “Las profundas raíces católicas que conforman el patrimonio espiritual de la Nación y se plasman en la cultura, en la historia y en algunos enunciados de la legislación, imprimieron su huella en los principios fundamentales de la Constitución de vuestro país, sin dejar de garantizar el legítimo respeto a la libertad religiosa”.
“Mirando a la Argentina hago votos para que el patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia siga siendo un valioso instrumento de orientación para superar los problemas que obstaculizan la edificación de un orden más justo, fraterno y solidario”.
Ahora pregunto a los representantes de esta maldita dictadura democrática y totalitaria:
¿Dónde está, historia en mano, nuestra auténtica Argentina católica, la de nuestros próceres, la de nuestras costumbres y tradiciones? ¿La Argentina consagrada al Sagrado Corazón de Jesús y a la Santísima Virgen?
¿La Argentina abarrotada de templos, de nombres de santos y de obras de arte sacro? ¿La Argentina de aquel histórico y simbólico Congreso Eucarístico Internacional, presidido por el Cardenal Eugenio Pacelli (legado papal), futuro Pío XII, hoy camino a los altares?
¡¿Dónde la han puesto?!
¡Qué falta de memoria!
¡Sí¡ ¡hay que construir cuanto antes un “Museo de la memoria”!
¡Vociferan y vociferan contra la “represión militar” (condenable sí, en cuanto a ciertos atroces abusos, pero no en sí misma), mientras callan expresamente la devastación destructiva producida por la subversión guerrillera filomarxista, intrínsecamente perversa, no sólo en sus excesos, sino, lo que es muchísimo más grave, en sí misma considerada, por antinatural, anticristiana y antiargentina! No es lo mismo matar el cuerpo, que matar el alma, como nos enseña Jesús en el Evangelio ¡Quede esto bien claro, de una vez por todas!
Y métanse en la cabeza esta gran verdad: ¡no se respetarán jamás los derechos humanos sin respetar antes los Derechos de Dios y de su Santa Iglesia (que no es otra sino la católica)!
Y otra cosa: el hombre sin Cristo, queda reducido a un simple “animal” movido por sus instintos, que no sabe ni “quién es” ni “adónde va”…
Y otra más: ni la Religión es algo meramente privado, ni la política es independiente de la Religión.
Y aquellos que se creen los dueños del mundo, escuchen estas palabras del apóstol San Pablo:
“Todos debemos comparecer ante el Tribunal de Cristo, para que cada uno reciba conforme a lo bueno o malo que hizo durante su vida mortal” (2Cor 5,10).
¡Cristo vuelve… y hará justicia!
¡Esta es la gran Noticia!
Pero antes de poner punto final, no podemos callar el silencio culpable, la tibia o nula resistencia, incluso complicidad de tantos católicos (laicos y clérigos), acomplejados ante el mundo y el gobierno, que se avergüenzan de Jesucristo y huyen de los lobos, dejando desprotegidas a las ovejas…
Existe dentro de nuestra amada Iglesia una cierta pastoral “ligth”, incolora, inodora e insípida, que ha hecho grandes “descuentos” en el Evangelio, sorda a la doctrina y al testimonio del Papa Benedicto; que no molesta a nadie ni puede provocar la mínima contrariedad, menos aún persecución… una pastoral propia de “perros mudos incapaces de ladrar” como diría el profeta Isaías (56,10).
Frente a tantísima cobardía, nuestros amadísimos Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI han hecho sonar “la hora de la reacción”, la hora de una nueva e íntegra Evangelización, la hora de retomar la Misión a la que el Padre envió a su divino Hijo junto con sus Apóstoles, por obra y gracia del Espíritu Santo.
¡Misericordia, Señor, ten misericordia de este tu Pueblo (gobernantes y gobernados), que peregrina en nuestra Argentina, redimida por la Sangre preciosa de tu divino Hijo!
Así sea.
R.P. José Luis Torres-Pardo CR
Fundador del Instituto y la Legión de Cristo Rey
Roldán, Casa Madre, 6 de agosto de 2010
En la Transfiguración del Señor
A. M. T. G.