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jueves, 6 de enero de 2011

"NO SOPLEN MUCHO PORQUE ESTO SE VIENE ABAJO..."

Desastre politico

Por Carlos Manuel Acuña

El verano político llegó a estas tierras pero no pudo evitar el oleaje de rumores que, oscilantes y a veces contradictorio, suplen a las noticias verdaderas e incrementan las especulaciones.

Pese al feriado judicial, en un importante estudio jurídico que registraba la significativa reducción de su personal, un importante grupo de abogados y empresarios rezagados en sus planes vacacionales, evaluaban la situación a la luz de comentarios siempre "de buena fuente" que dibujaban un escenario plagado de preocupaciones.

Medio en broma y medio en serio, uno de los presentes exclamó en un momento de la reunión "no soplen mucho, porque todo esto se viene abajo...".

Por sus negocios con el gobierno, no ocultaba que su sorna no expresaba un deseo ni mucho menos pero sí que era el reflejo de los comentarios que llegaban de la sucursal de la Casa Rosada.

En Olivos, Cristina Fernández no ocultaba su falta de decisiones en materia de política interna, sobre todo porque sus asesores no se ponían de acuerdo e interpretaban los números que aportaban las encuestas de maneras distintas y a veces enfrentadas entre sí.

La mayor parte de los números reales generaban una progresiva desazón y colocaban cada vez más lejos las perspectivas de una alentadora reelección, lo que hizo que para los observadores era factible que en algún momento de este mes de enero se producirían hechos que acelerarían la crisis social y la posibilidad de que se desate una violencia centralizada, obviamente, en las periferias de los grandes centros urbanos.

Todos estaban de acuerdo y coincidían con las apreciaciones de seguridad en el sentido de que si se registraban más de cuatro o cinco centros explosivos, éstos serían difíciles de contener, al menos dentro de las pautas políticas vigentes, es decir, mantener la intervención de las policías y fuerzas de seguridad dentro de los parámetros de desarme expreso de las primeras filas que deberían intervenir y utilizar armas sólo en situaciones extremas pero únicamente para disuadir y evitar, por consiguiente, los encontronazos abiertos.

Los partidarios de esta estrategia opinaban que  era el único camino para evitar un agravamiento de las tensiones pero a la inversa,  otros apreciaban que de mantenerse las movilizaciones populares, los cortes de calles y ahora de rutas sin adoptar actitudes claras y definitorias, el problema se extendería poco a poco -o cada vez más rápido, como se prefiera- hasta llegar a un estado de cosas que llevaría a una escalada de final incierto.

Este punto de vista se sustentaba en interpretaciones oficiales que, además, indicaban que el peligro no existía solamente en las periferias de las grandes o medianas ciudades, sino  también en los centros mismos y que podían darse, de hecho, espontáneas u organizadas, operaciones de pinzas que podrían ir mucho más allá de los desórdenes.

El robo de municiones ocurridas en las últimas horas en una importante unidad de la Fuerza Aérea permitieron recordar hechos similares ocurridos a lo largo de los últimos años y dieron pie a toda clase de consideraciones; como siempre sucede en estas cosas, los desmentidos o los silencios apuran los comentarios e incrementan las inquietudes.

Si nada se dice, las versiones crecen por si solas y luego si se las desmiente, nadie cree en el desmentido.

Así es como se aceleran estos temas, sobre todo si existen condiciones objetivas y palpables que otorgan una base de sustentación que reinicia y agranda el ciclo.

Puestas así las cosas sobre el escenario, lo importante no reside en la disparidad de criterios de quienes poseen más información que el resto de la gente, sino en el reconocimiento de que está en ciernes una eventual escalada y que ésta podría convertirse en descontrolada.

Si  a esta altura del año, con el verano apenas iniciado, esta clase de reflexiones ocupa el centro de las conversaciones oficiales, qué puede dejarse para la opinión pública que sufre y soporta un estado de cosas que incluye dudas y certezas.

Nosotros creemos que las cosas no evolucionarán tan rápido como muchos lo sospechan y opinamos que más bien pasarán varios días más o semanas tal vez hasta que el agravamiento sea más palpable.

De todos modos, el título que utilizamos para esta breve nota de mitad de semana es lo suficientemente expresivo como para señalar una vez más, que en otras ocasiones no estuvimos lejos de la verdad y que es lógico relacionar la actual con la permanencia o la decisión de Cristina de hacerle caso a su hija y dejar el poder.

Tampoco lo creemos por ahora, y lo subrayamos para que no nos digan destituyentes, complotistas o cosas similares, pese a que en este asunto de la renuncia no son pocos lo que lo repiten.

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