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domingo, 16 de enero de 2011

UN LLAMADO A LA CORDURA

a mapa fisico Argentina

Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 / CMN 73)

 

El Mundo está sorprendido por nuestra Argentina que, teniéndolo todo, no acierta en el logro de su felicidad. Los argentinos son consientes que no son lo que pueden ser, aceptando un sistema que obnubila y niega el futuro. Hasta donde se ha perdido el juicio, confundiendo la realidad con lo posible, negando las capacidades y dejándonos arrastrar al fracaso. Cuando llegara el momento que la cordura se imponga en nuestro quehacer.

La conciencia nos dice que no somos lo que debemos ser y la observación de los otros nos señalan los equívocos a los que estamos sometidos. Nuestra memoria reedita el pasado, mostrándonos luces y sombras, y la experiencia, nos señala los aciertos y los errores. Un pueblo inteligente, que acumula un legado espectacular, al que se le ha brindado un ambiente maravilloso para las realizaciones, pareciera que, en un ejercicio de masoquismo, se deja arrastrar por los fangales y no reacciona ante la mordaza que le impide su libre realización. No es entendible y, menos aun, comprensible que, un país construido sobre tan firmes pilares, se agite irresoluto, mientras su estructura es carcomida, y su mañana negado. Pareciera ser que Dios, en su magnificencia, extendiera su mano para que ella nos saque, casi indemnes, de la ruina de nuestros errores y nos conceda, casi permanentemente, una nueva oportunidad.

Es evidente que, en un momento de nuestra vida institucional, equivocamos el rumbo y que hoy padecemos las consecuencias de ello.

Debemos dejar la solución fácil y simple de buscar las culpas en terceros y tenemos que asumir con hidalgo dolor nuestra responsabilidad. Los argentinos construimos en el Siglo XIX un ideal de Nación que nosotros, durante el Siglo XX, hemos negado. lo que nos llevo, sistemáticamente, a diseñar instituciones con un aspecto diferente a las acciones que se le encomendaron. Decíamos ser federales pero nos organizábamos centralistamente. Declamábamos ser republicanos pero quitábamos poder a sus bases de relación.

Señalábamos representantes pero los elegíamos bajo condicionadas normas restrictivas. Nos vanagloriamos de ser democráticos cuando el poder se alejaba del pueblo y lo concentraban los dirigentes. Ese devenir nos ha llevado a tener una Nación real que no tiene nada que ver con la Nación legal (constitucional) acordada lo que lleva, como consecuencia inmediata, a tener un gobierno divorciado de la sociedad. Este tema, a su vez, desata los lazos de la convivencia, despierta a los "picaros" aprovechadores y sume en el caos próximo a la crisis. La "violencia", la "delincuencia", la "injusticia", el "resarcimiento por mano propia" y la "perdida de la fe en el futuro" son, entre otros, las caracterizaciones sociológicas de la situación.

En tanto, la comunidad intenta seguir viviendo y observa azorada como intentan competir los políticos para alcanzar la capacidad de ser gobernantes. Caen sin consistencia los partidos políticos, se desconocen las plataformas ofrecidas, se confunden los rótulos y se presentan seres individuales que parecieran ser dotados estadistas que, con el potencial de un mago, con un toque, sublime cambiara el curso hacia el desastre.

El problema de nuestra Argentina no esta en los hombres sino en un régimen instaurado que no coincide con la realidad histórica, geográfica, aceptada legalmente, etc. sobre la cual se acordó "hacernos" Nación. Debemos comprender que quisimos ser "federales" por que la libertad era la consigna y que para sostenerla queríamos una forma de gobierno que nos respetara tal como éramos y somos, con nuestras individualidades, con nuestras capacidades, con nuestros defectos y con nuestras formas. El federalismo significaba "unión" ante el mundo y "solidaridad" entre nosotros. Hay que recordar que comenzamos a ser primero "americanos", luego nos convertimos naturalmente en "porteños", "puntanos" o "salteños" pero, por "nuestra voluntad", nos hicimos "argentinos", sin que ello  significara renunciar a los orígenes.

Cuando "institucionalmente" se rompió el acuerdo "federal" dejándose caer la "estructura" para materializar los gobiernos pactada y nos dejamos llevar por los "encantos" populistas, cambiamos las reglas acordadas y se rompió el pacto que nos daba razón de ser. La concentración de "votos" electoral destruyo el valor "territorial" que había sido el aporte para  la amalgama de la creación de nuestra nación. Argentina institucionalmente, mediante su régimen político, tiene un sistema de gobierno centralizado que nada tiene que ver con lo que se pacto en el Siglo XIX y, por lo tanto, esta ante la posibilidad de "denuncia" de las provincias por haberse violado lo acordado.

Argentina no tiene problemas económicos, culturales, religiosos o ideológicos, tiene un serio problema político que no sabe, no quiere o no puede resolver. Si el régimen no retorna a las bases que nos dieron razón para ser nación, reconstruyendo la forma de gobierno tal como fue pensada, es decir, si los dirigentes no aplican "cordura" a sus actos y acciones, Argentina permanecerá en una crisis recurrente y la herencia a las generaciones del mañana será un problema que carcomerá sus entrañas.

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