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miércoles, 9 de marzo de 2011

INTELECTUALES K

Intelectuales Kirchneristas

Por Bertrand de la Grange

En Argentina les llaman los “intelectuales K”. Esta subespecie del mundo cultural acaba de cobrar notoriedad internacional a raíz de su grotesca cruzada para impedir que Mario Vargas Llosa pronuncie la conferencia de apertura de la Feria del Libro de Buenos Aires, el próximo 20 de abril. La “K” no es por kafkiano (no aspiran a tanto). Tampoco por kamikaze (no son muy audaces). Podría ser por kleenex, porque dan ganas de llorar sus argumentos para censurar al premio Nobel de Literatura. Podría ser también la “K” de karaoke, porque dicen en voz alta lo que su amo les susurra al oído. Para los que todavía no lo han adivinado, he aquí la respuesta correcta: la “K” es por kirchnerista, esta corriente de la izquierda peronista que lideró el presidente Néstor Kirchner y que dirige ahora su viuda, Cristina.

Todo empezó con una carta enviada, el 1 de marzo, por el director de la Biblioteca Nacional de Argentina, Horacio González, que ocupa con poco brío y mucha carga ideológica el antiguo puesto de Jorge Luis Borges. En la misiva, González instaba a los organizadores de la Feria del Libro a que anulasen la invitación hecha a Vargas Llosa. Después de reconocer, en apenas dos líneas, las cualidades literarias del escritor, el funcionario dedicaba veintiocho líneas a la descalificación de sus ideas políticas. Denunciaba el “mesianismo autoritario [del] militante que no ceja ni un segundo en atacar a los gobiernos populares de la región”. Después de la andanada, la petición al destinatario de la carta: “Lo invito a que reconsidere esta desafortunada invitación que ofende a un gran sector de la cultura argentina”. Y, luego, la propuesta: que “se designe a un escritor argentino en condiciones de representar las diferentes corrientes artísticas y de ideas que se manifiestan hoy en la sociedad argentina”. Como si en los países democráticos existieran unos escritores representativos de los demás. Esto ocurre, por desgracia, en los regímenes autoritarios y, por lo que se ve, también en la secta de los intelectuales K.

En los días siguientes, la controversia subió de tono con las declaraciones estridentes de varios miembros de la secta, envalentonados por el éxito mediático de la carta. Un escritor denunció las “ideas fascistas” de Vargas Llosa, a pesar de que dos de sus novelas fueron prohibidas en Argentina por la dictadura militar (1976-1983). El jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, Aníbal Fernández, lo tildó de “fiel exponente de la derecha más reaccionaria jamás vista”. Y no podía faltar una página de Facebook, ilustrada con un fotomontaje del escritor peruano vomitando sangre.

Alguien, sin embargo, supo asesorar a Cristina Kirchner. Le hizo ver que el linchamiento político del Nobel de Literatura en pleno año electoral podía dañar su probable candidatura. Y la presidenta mandó parar la campaña. Sin pestañear, el director de la Biblioteca Nacional se retractó de su petición en un segundo correo. Así terminó la cruzada de los intelectuales K, sin pena ni gloria.

¿Por qué le tienen tanta inquina a Vargas Llosa? Porque no tiene pelos en la lengua a la hora de denunciar los regímenes autoritarios, como lo hizo en México hace veinte años cuando habló de “dictadura perfecta”. Algunos dirán que se lo ha buscado con sus comentarios sobre la política argentina, especialmente en una entrevista con el periódico Perfil en 2009. El escritor dijo entonces que ese “país de vanguardia es [ahora un] país subdesarrollado, caótico, empobrecido [porque] los argentinos eligieron a lo largo de medio siglo las peores opciones”. Y remató la conversación con esta frase: “¿Cómo puede estar una pareja como los Kirchner gobernando ese país? ¡Qué degradación política, qué degradación intelectual! ¿Cómo es eso posible?”. Losintelectuales K no se lo iban a perdonar jamás, porque son parte del proyecto político de los Kirchner y viven del presupuesto de ese Estado sobredimensionado y mal gestionado que ha llevado al país a la ruina. Y, al no tener argumentos solventes, optan por vetar o descalificar a sus adversarios.

Esta vez no han tenido éxito, pero en la feria del año pasado, sí. Grupos peronistas reventaron la presentación del libro de la médica cubana Hilda Molina, muy crítica con Fidel Castro, y agredieron a un periodista argentino por haber publicado una investigación sobre un caso de corrupción en el Gobierno. Algunos estarán tentados de cobrarle su presencia a Vargas Llosa. Aunque lo más probable es que terminen por quedarse en casa, para no seguir haciendo el ridículo internacional.

Fe de erratas : Un error del editor de la edición sabatina provocó que el último párrafo de este artículo se publicara trunco. Como una disculpa al autor, y a sus lectores, repetimos el texto.

bdgmr@yahoo.com

Fuente: http://boletintizon.blogspot.com/

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