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sábado, 16 de abril de 2011

AGUER: “LA REALEZA DE CRISTO Y EL PAPEL DE LOS CRISTIANOS” QUE “NO SE IMPONE POR LA FUERZA DE LAS ARMAS”

Mons Hector Aguer

En su reflexión televisiva semanal, en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, ante el Domingo de Ramos, reflexionó sobre “la Realeza de Cristo y el papel de los cristianos” señalando que son “quienes por la proyección de su vida en la realidad social, a través de la actividad cotidiana, tienen que ir transformando las estructuras temporales para que estas se acomoden al designio de Dios”.

Comenzó destacando el hecho “misterioso” de Jesús entrando a Jerusalén pues se “cumplen una serie de profecías del Antiguo Testamento” que habla “del rey que llega montado en un burrito, pacífico, manso, tranquilo” y manifestó que “nosotros también en esta Semana Santa, en este Domingo de Ramos, aclamamos a Cristo como Rey, lo reconocemos como Rey… aclamamos de hecho la realeza de Cristo que se ejerce también hoy”, dijo.

El prelado platense recordó que “el Magisterio de la Iglesia, especialmente en el ámbito de lo social, de lo político, de lo económico, ha hablado con frecuencia del reinado de Cristo. Cristo es Rey de todos los hombres… Es rey por derecho de nacimiento, siendo el Hijo de Dios, Dios verdadero, y por derecho de conquista, por ser nuestro Redentor”.

“Ese reinado de Cristo no se impone. No se impone por la fuerza de las armas, no se impone tampoco por la decisión de un Parlamento democrático, (sabemos muy bien que los Parlamentos democráticos suelen votar cosas que son disparatadas e ir a contramano de la Verdad). No, se impone simplemente por la fuerza de la Fe y el Amor”.

“Cristo reina ante todo en el corazón de aquellos que lo reciben como Rey. Pero los que lo recibimos como Rey no nos contentamos simplemente con creer en Él, sino que el vigor y la profundidad de nuestra fe se manifiesta en nuestra conducta y se proyecta en todo lo que hacemos”.

Mons. Héctor Aguer afirmó que “son los cristianos los que están llamados, por el mismo ejercicio de la vida de Fe, a ir transformando la realidad social de tal manera que esta se convierta en Reino de Cristo”.

Por último indicó que “cada Semana Santa, en este inicio admirable con la entrada de Jesús en Jerusalén, nos recuerda esta realidad fundamental de la fe y de la vida cristiana: Cristo es nuestro Rey… Él reina en el corazón de los creyentes. Y son los creyentes, son los fieles, son los cristianos quienes por la proyección de su vida en la realidad social, a través de la actividad cotidiana, tienen que ir transformando las estructuras temporales para que estas se acomoden al designio de Dios. Ese es el camino de la verdadera paz y de la verdadera prosperidad de los pueblos”.

E invitó a celebrar “dignamente esta Semana Santa y que toda ella sea expresión de nuestra profesión de la realeza de Cristo”.

Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:

“La Semana Santa, queridos amigos, comienza con la celebración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Jesús se dirigía a la Ciudad Santa con sus discípulos. Era una peregrinación y en el camino mucha gente se fue uniendo a ellos, muchos nuevos peregrinos hacia Jerusalén”.

“Pero ocurre algo muy misterioso: Jesús prepara esa entrada con algunos detalles que aparecen bien claros en los evangelios. Manda a buscar un burrito para subirse en él; los discípulos extienden sus vestidos sobre el camino para que el Señor pase allí por una calle alfombrada y todos comienzan espontáneamente a aclamarle como Hijo de David”.

“Digo que es algo misterioso porque en ese momento parece que se concreta esa gran aspiración del pueblo de Israel que esperaba al Mesías, y se concreta en la persona de Jesús. Lo aclaman diciendo: “Bendito el que viene en nombre del Señor”, “Bendito el reino que viene, el reino de nuestro Padre David”.

“Allí se cumplen una serie de profecías del Antiguo Testamento especialmente las que la liturgia ha recogido en el capítulo 9, versículo 9, del Libro de Zacarías, que habla del rey que llega montado en un burrito, pacífico, manso, tranquilo. El significado es muy profundo, porque la figura de Jesús es todo lo contrario de un rey temporal. No entra a caballo, no con un ejército armado, sino que es una pacífica y entusiasta peregrinación la forma en que el Rey Mesías entra serenamente en esa ciudad”.

“¿Qué significa este episodio? La Iglesia lo ha recogido en la liturgia y lo celebra como el comienzo de la semana en la cual nosotros revivimos el misterio pascual del Señor”. La entrada triunfal en Jerusalén es el preludio de su muerte y resurrección.

“Jesús reina, pero reina desde la Cruz. Precisamente esa aclamación al Rey Mesías se va a transformar, pocos días después, en el pedido de su muerte y allí se va a cumplir lo que Jesús había preanunciado: “Cuando Yo sea elevado en lo alto atraeré a todos hacia mí”.

“Jesús reina desde la Cruz. Allí es donde se manifiesta el amor del Padre que lo entrega y el propio amor de Jesús que se entrega por nosotros. Su realeza es, entonces, la realeza de la caridad”.

“No es un recuerdo folklórico lo que nosotros evocamos en la Semana Santa reviviendo esta celebración inicial, sino que aclamamos de hecho la realeza de Cristo que se ejerce también hoy”.

“Las palabras que recoge el Evangelio, pronunciadas por la muchedumbre en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, son las que repetimos cada liturgia eucarística al final del prefacio, al comienzo de la gran plegaria de la consagración. Nosotros decimos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”, y estamos proclamando que la realeza de Cristo, muerto y resucitado por nosotros, se concreta en la Eucaristía, en esa Eucaristía que estamos celebrando, que es la actualización del misterio pascual”.

“Nosotros también en esta Semana Santa, en este Domingo de Ramos, aclamamos a Cristo como Rey, lo reconocemos como Rey”.

“Recordemos que el Magisterio de la Iglesia, especialmente en el ámbito de lo social, de lo político, de lo económico, ha hablado con frecuencia del reinado de Cristo. Cristo es Rey de todos los hombres, es Rey porque Él ha venido para salvarnos, porque se ha hecho hombre y se constituyó en cabeza de la nueva humanidad y porque en su entrega en la Cruz nos ha rescatado para Dios. Es rey por derecho de nacimiento, siendo el Hijo de Dios, Dios verdadero, y por derecho de conquista, por ser nuestro Redentor.

“Ahora bien, ese reinado de Cristo no se impone. No se impone por la fuerza de las armas, no se impone tampoco por la decisión de un Parlamento democrático, (sabemos muy bien que los Parlamentos democráticos suelen votar cosas que son disparatadas e ir a contramano de la Verdad). No, se impone simplemente por la fuerza de la fe y el amor”.

“Cristo reina ante todo en el corazón de aquellos que lo reciben como Rey. Pero los que lo recibimos como Rey no nos contentamos simplemente con creer en Él, sino que el vigor y la profundidad de nuestra fe se manifiesta en nuestra conducta y se proyecta en todo lo que hacemos”.

“Entonces, son los cristianos los que están llamados, por el mismo ejercicio de la vida de fe, a ir transformando la realidad social de tal manera que esta se convierta en Reino de Cristo”.

“Cada Semana Santa, en este inicio admirable con la entrada de Jesús en Jerusalén, nos recuerda esta realidad fundamental de la fe y de la vida cristiana: Cristo es nuestro Rey. Cristo es el Rey Universal y, como decimos en el Credo, su reino no tendrá fin cuando Él venga al fin de los tiempos a juzgar a los vivos y a los muertos. Pero ya, desde ahora, Él reina en el corazón de los creyentes. Y son los creyentes, son los fieles, son los cristianos quienes por la proyección de su vida en la realidad social, a través de la actividad cotidiana, tienen que ir transformando las estructuras temporales para que estas se acomoden al designio de Dios. Ese es el camino de la verdadera paz y de la verdadera prosperidad de los pueblos”.

“Celebremos dignamente esta Semana Santa y que toda ella sea expresión de nuestra profesión de la realeza de Cristo”.

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