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jueves, 21 de abril de 2011

LA MORAL DESDE EL CATOLICISMO

San Juan Bautista decapitado

Por Emilio Nazar Kasbo

El caso moral tiene dos aristas por sí mismas: a) la enseñanza general de la Iglesia sobre las virtudes y los vicios; y b) la conducta concreta a que se refieren esas virtudes o vicios, planteada de modo completamente hipotético (como hiciera el Papa en la entrevista hablando de un prostituto con sida que usa profiláctico), o de modo concreto y puntual, con nombre y apellido e identificación completa de toda la situación.

Es que hay personas que son herejes, pero a su vez hay quienes los conservan dentro del catolicismo... o para «ser más» en número, para «no perder más feligreses», permitiendo la enseñanza de herejías a cambio de conservar el número... hay quienes apañan estas situaciones como cómplices, y hay quienes han sido deformados e incluso de buena fe comparten desde herejías hasta la militancia herética, tomando como enemigos a quienes no comparten su pensamiento, que en realidad es una herejía.

Por ejemplo: hay una visión herética de la Iglesia, la cual exige «democratización»... ¿qué democratización exigen estos católicos? No hay otra posible: la misma de Lutero ¿entonces por qué no se hacen directamente protestantes, si el protestantismo ya fue inventado por ese sacerdote católico hace 500 años ya?

SACERDOTE PAGA UN ABORTO

Si tomamos el caso de un sacerdote que paga un aborto ¿Qué dudas suscita el tema? Ninguna. Al menos para quienes tienen en claro que el aborto es un crimen, que atenta directamente contra los Mandamientos en materia gravísima como es el «No Matarás», y para quien tiene claro que no solamente quien ejecuta un aborto comete un pecado, sino también quien colabora a ello (el fabricante de píldoras abortivas, el legislador que «despenaliza» el aborto, el gobierno que reglamenta una ley abortista, el juez que autoriza un aborto, el médico que ejecuta un aborto, todos los cuales están comprendidos en ese Mandamiento y con diversa responsabilidad, en lo cual también se incluye a quien financia el aborto, quedando todos excomulgados en el mismo momento en que la acción se efectúa, y por tanto no teniendo posibilidad de acceder a la Comunión). Solamente en este caso concreto de pagar un aborto podría haber una eximente: y es que el sacerdote que entregó el dinero no supiera el destino del mismo (es decir, que no supiera que quien recibía el dinero efectivamente se realizaría un aborto).

¿Qué perplejidades suscita el hecho? Que si no se esclarece la situación, se produce un grave escándalo entre fieles y con otros sacerdotes, porque una acción mala sin sanción no es exceso y abundancia de Caridad, sino un acto de injusticia. Ah, pero el cura se confesó y por eso se le levantó la excomunión... pero sucede que debe reparar lo que ha hecho (¿devolver la vida al niño abortado tal vez?), y en un escándalo hecho público debe decir públicamente que se equivocó, que hizo una mala acción, que ofendió a Dios...

¿Desorientaciones? Las lógicas: si a un cura que hace eso en esas condiciones no se lo excomulga... ¿se excomulgará a un fiel por hacer lo mismo?

LA NOTICIA Y LA MORAL

En general, la información tiene un contenido objetivo como noticia, pero otra cosa diversa es la evaluación de esa información. Cuando los medios no son católicos, la información ya viene con adjetivos incorporados (por ejemplo, «el sacerdote buscado por la justicia por pedófilo realizará un festival de beneficencia en el parque XXX para los enfermos del Hospital HHH»). En estos casos, no divulgan que el sacerdote hará un festival, sino que es pedófilo y buscado por la justicia por ese motivo, sin importar si la denuncia es verdadera o falsa). Noticias como estas u otras similares, implican además un enojo en el católico que tiene verdadero celo por las cosas de Dios, cosa que no sucede en los casos donde a la persona le importa un bledo Dios y todo lo que implica de verdad un pecado.

Las noticias, además, por lo general, no ofrecen elementos para un juicio de valor. Ni siquiera las notas policiales de los diarios, ya que quien busca enterarse de la versión real debe ver el expediente judicial de modo directo, ya que dejarse guiar por notas periodísticas puede implicar muchas veces la colaboración con una difamación. Y a veces, aunque la noticia tuviese los elementos que indican que es real, el elemento de difamación en los medios no va contra la persona, sino contra la Iglesia, porque en realidad va contra Cristo, va contra Dios.

En moral, no hay dudas. En cuestión de Mandamientos, virtudes y vicios, acciones santas o pecados, es todo claro intelectualmente. Eso es la moral, que un simple niño de 7 años puede comprender. Sucede que la Moral fue sustituida por la axiología, la cual pretende poner en vez de virtudes «valores», los cuales entran en conflicto para ver «cuál es superior a cuál», acabando en la moralina del malminorismo que hoy está causando estragos en la Iglesia en materia moral.
Muchos dicen que está «prohibido atacar a personas o instituciones. Hay que “atacar el error”, no al que yerra que eso ya le tocará a Dios». Eso es cierto. Pero lo que sucede es que en materia de Moral no hay error en el mero orden intelectual: hay una conducta errada que es calificada de buena o mala.

JUZGAR ACCIONES

En realidad, lo que no está permitido es el juicio a la persona. Lo que sí está permitido es el juicio a tal acción de una persona (de lo contrario no podrían existir los Tribunales de Justicia). Lo que se juzgan son acciones, e incluso la apariencia que ofrecen las acciones, porque la verdad real completa, los íntimos sentimientos y pensamientos de una persona sólo los conoce Dios; considerada la conducta así, no se juzga a la persona. Claro que un asesino es calificado de tal, como un Juez es calificado y recibe el trato de tal... pero eso no es un juicio a la persona, sino la persona calificada por su condición. Ah, alguien podrá objetar que la palabra «asesino» es negativa, que tiene toda una connotación... ¿Cómo diremos entonces? ¿Fulanito violó el quinto mandamiento? ¿Menganito quitó la vida a su semejante? Es decir, eliminada la palabra que se debe utilizar, quedrá un eufemismo.

Precisamente, los principios doctrinales en materia moral no están en juego, porque además son simples. Lo difícil es la calificación del hecho concreto, en cuanto a sus agravantes, atenuantes o eximentes de responsabilidad. Una cosa es lo doctrinario en la Iglesia, y otra la Moral, que es parte de la Filosofía práctica (como la Política, la moral social, etc).

Los puntos doctrinales en juego en la moralidad de los actos se refieren a los vicios o virtudes y los Mandamientos.
Realmente existe una infiltración dentro de la Iglesia, que tiene cabezas que se exponen como tales, pero que a su vez tienen seguidores del error que lo son de buena fe, creyendo que eso es la Iglesia. Y precisamente es de esos infiltrados de donde surgen generalmente los problemas de curas pedófilos, confusiones doctrinales y morales así como su apañamiento y justificación... ya que precisamente esa es su intención.

¿Qué es lo que puedo hacer como laico ante, por ejemplo, un sacerdote pedófilo? Lo que hizo ya no tiene solución, porque ya está hecho. ¿Denunciarlo? Si me entero yo, que soy un simple fiel... si se enteran los diarios ¿es posible que no se entera el Obispo ni antes ni después de que salte a los medios masivos de comunicación que tienen por fin atacar a la Iglesia por esos puntos débiles? Como laico, no puedo sustituir las obligaciones de la Jerarquía... que a veces parece mirar hacia otro lado.

Es más, en el caso concreto de un cura que paga un aborto, puede uno ser cómplice por encubrimiento cuando silencia la situación conocida, que además por lo general es reiterada. El encubridor es el que calla aquello que sabe, el que no denuncia lo que debe denunciar. No es que sea cómplice de un acto semejante solamente si alguien se encuentra involucrado personalmente en una situación similar, sino si revistiendo una posición determinada (un juez, un Obispo, o un testigo) no actúa como se debe ante el caso.

EL BUENO Y EL MALO

Barrabás quedó libre, y crucificaron a Jesús. ¿Era Barrabás un hombre honrado, o un comprobado delincuente? ¿Implica decir eso juzgar a la persona de Barrabás?

O en otro ejemplo: ¿Era el Herodes del tiempo del nacimiento de Jesús un hombre moral? ¿Era la actitud de San Juan el Bautista la de un hombre «desubicado» que le enrostraba en la cara lo que Dios enseñó y sus malas acciones? ¿Hizo San Juan el Bautista un juicio sobre Herodes? ¿Lo hizo público? ¿Quién era el bueno y quién era el malo: San Juan el Bautista o Herodes? ¿Cuál fue el precio de la acción de San Juan el Bautista?

O en otro ejemplo: ¿Faltó a la Caridad Jesús al llamar a los Fariseos «sepulcros blanqueados» y «raza de víboras»?

Reitero: en moral no es problema de «doctrina correcta», sino de aplicación de la «doctrina correcta». En el caso de un cura que paga un aborto ¿quién abre el foco de escándalo? La mujer que aborta. ¿Quién potencia el escándalo? El cura que lo avala. ¿Quién continúa en la misma secuencia de escándalo? El Obispado si no esclarece la situación.

PRINCIPIOS CLAROS

Efectivamente, tenemos los principios claros:

1- El aborto es un asesinato

2- El aborto deja fuera de la Iglesia a quien lo practica y a quienes se vinculan a él

Pero tenemos dos posturas divergentes ante tales principios claros:

A- El Obispo debe sancionar al cura y no lo hace, y en eso cumple su misión

B- El Obispo no debe sancionar al cura, y en eso cumple su misión

En sí, el tema concreto pero considerado en abstracto es una crítica al aborto, a un cura que pagó un aborto y al Obispo que no sanciona ni se pronuncia con claridad sobre la cuestión, en lo cual se produce un escándalo más grave que el otro, dado que tales pecados individuales y en conjunto son una ofensa a la Iglesia y a Jesucristo

Pero vayamos a un caso mejor: ¿Lutero debía ser excomulgado o no? ¿Qué pasó con Lutero mientras no fue excomulgado? ¿Qué pasó con Lutero y sus seguidores después de ser excomulgado?

LA MORAL DE HERODES

Evidentemente que al hablar de Moral atacamos el error. Pero el error es sustentado por una persona en un caso concreto, en lo cual hay una identidad práctica en materia de moral. En el caso del Obispo que no sanciona, no somos nosotros los que «levantamos más escándalo» al denunciar el hecho, sino que es el Obispo el que lo hace... ya que su acción es presentada como un aval a quienes financian abortos con la autoridad de dos miembros de la Jerarquía: el presbítero que pagó y el Obispo que no sanciona sin dar suficientes explicaciones.

Si fuese el caso de San Juan Bautista, la idea actual sería decirle que no ataque a Herodes, que ataque al «error en abstracto», que hable contra «la infidelidad», sin decirle nada a Herodes de su caso concreto, ya que provocará mayor escándalo el criticarlo, puesto que sería un cuestionamiento de la autoridad judía que Dios había designado... y si la mentalidad actual se aplicara en ese momento histórico, se acusaría a quienes criticaran a Herodes de levantar más escándalo, y se lo haría callar al mismo San Juan Bautista.

Lo que trato de mostrar, es la complejidad de la situación en materia moral, cuando la misma es desplazada por la «axiología». Nada más.

¿NO COMPROMETERSE?

Apliquemos lo dicho al caso de Herodes:

Diríamos a San Juan Bautista: «se puede decir que hay una contradicción entre los Mandamientos que Dios ha dado a Moisés y la conclusión a la que llega esta autoridad judía (todo argumentado doctrinalmente), pero sin mencionar de modo explícito a esa autoridad por su nombre y apellido. Y basta: todo acaba ahí, no se emite juicio. Luego se aclaran los principios, que en concreto en este caso son:

* el significado del matrimonio

* el significado del adulterio

* las consecuencias del adulterio

* claridad para saber cuándo sí soy cómplice de un acto como éste y cuándo no

* saber que no es Caridad avalar un adulterio

Y siguiendo esta razón «diplomática» que a lo concreto lo torna en abstracto, y a lo claro lo convierte en una nube de humo axiológica, en una Babel moral (o inmoral, mejor dicho). El razonamiento axiológico nos lleva a evitar la referencia a las personas (como Herodes) o a las instituciones (la Sinagoga que callaba), pero diciendo a a la gente la doctrina correcta para que pueda aplicarla siempre... o que si no lo hace sabrá entonces qué es lo que no realiza, como Herodes lo sabría. La Moral queda en una letra muerta que todos estudian y nadie acata, por «respetos humanos», por «evitar conflictos», por «no alterar la paz», por no «llamar a los problemas»

SAN JUAN BAUTISTA: ¡NO DIGAS ESO!

Una conciencia bien formada siempre sabrá ver el error y el mal, tal como se espera de un presbítero y de un Obispo, integrantes de la Jerarquía de la Iglesia... Por eso, habría que informarle a San Juan Bautista: «si hay denuncias por hacer respecto de Herodes, hay que dirigirse por formulario a la Sinagoga correspondiente, y hacer las denuncias que hayan que hacerse», y no meterse por cuenta propia, como hizo San Juan Bautista, con las consecuencias que pueden apreciarse históricamente: jugarse la vida y ser santo, porque murió Mártir por causa de Jesucristo a quien anunciaba.

Decirle a San Juan Bautista que un pecado como sucede con el caso de Herodes, no quita la pena moral de quien lo comete (aquí se abre todo un camino a la importancia de que Herodes reformara su vida según lo que Dios pidió en los Mandamientos, cosa que no estaba dispuesto a hacer porque su vicio era superior a sus intenciones).

Precisamente, el caso planteado deja ideas claras respecto a la acción de un santo de su tiempo y al pecado de una autoridad... ¡Un ejemplo de hace 2000 años con extraordinarias similitudes a los casos de hoy! Es que precisamente la naturaleza del ser humano no cambia.

Si tuviéramos hoy a San Juan Bautista delante de nosotros... ¿Qué le «aconsejaríamos»? Y de ese “consejo” dependerá el saber nuestro nivel actual de conciencia moral. ¿Le aconsejarías callar o lo seguirías en su prédica?

La Moral católica nos exige el compromiso, involucrarnos vitalmente con la enseñanza de Jesús, porque esa es la Evangelización: predicar la muerte y resurrección de Jesús para salvar a muchos, entre quienes nos queremos contar alguna vez.

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