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miércoles, 20 de abril de 2011

SAN LUIS GRIGNION Y LOS ACTUALES ATAQUES A LA IGLESIA

Ella misma te aplastará la cabeza, y tú pondrás asechanzas contra su talón

Por Acción Familia

La actual saña del ataque laicista contra la Iglesia, nos lleva a preguntarnos el por qué de tanto odio. Es evidente no se busca solucionar el problema de la pedofilia practicada por algunos sacerdotes católicos. En realidad se trata, en la gran mayoría de los casos, de efebofilia, es decir, de relación con jóvenes. En otras palabras, de homosexualidad.

Se reconocieron las faltas, no basta. Se pidió perdón, pero no basta.

Se castiga a los culpables, tampoco basta: la campaña continúa. ¿Quién no ve que es una persecución que se intenta lanzar contra la Iglesia para eliminar su influencia en el mundo de hoy?

San Luis María Grignion de Montfort, cuya fiesta se celebra el 28 de Abril, en su célebre Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, nos da una explicación, válida para todos los tiempos. El santo comenta la maldición que Dios pronunció contra el demonio, cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, en los siguientes términos:

“De estas últimas y crueles persecuciones del diablo, que irán aumentando de día en día hasta que venga el reinado del Anticristo, es de las que principalmente se ha de entender aquella primera y célebre predicción y maldición de Dios, fulminada en el paraíso terrenal contra la serpiente. Aprovecharemos la oportunidad de explicarla aquí, para gloria de María, salvación de sus hijos y confusión de los demonios.

“Inimicitias ponam inter te et mulierem, et semen tuum et semen illius: ipsa conteret caput tuum, et tu insidiaberis calcaneo eius. (Gen. 3. 15): «Pondré enemistades entre ti y la mujer y entre tu descendencia y la suya; ella misma te aplastará la cabeza, y tú pondrás asechanzas contra su talón».

“Dios no ha hecho ni formado nunca más que una sola enemistad, mas ésta irreconciliable, que durará y aumentará incluso hasta el fin, y es entre María, su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer, de suerte que el más terrible de los enemigos que Dios ha creado contra el demonio es María, a quien dio desde el Paraíso Terrestre, a pesar de que Ella sólo existía entonces en la mente divina, tal odio contra el maldito enemigo de Dios, tanta industria para descubrir la malicia de aquella antigua serpiente, tanta fuerza para vencer, aterrar y aplastar a ese orgulloso impío, que él la teme, no sólo más que a todos los ángeles y hombres, sino hasta en cierto sentido más que al mismo Dios: y esto no porque la ira, el odio y el poder de Dios no sean infinitamente mayores que los de la Santísima Virgen, cuyas perfecciones son limitadas, sino, primero, porque Satanás, a causa de su orgullo, padece infinitamente más al ser vencido y castigado de una pequeña y humilde esclava de Dios,

y la humildad de Ésta lo humilla más que el poder divino; segundo, porque Dios ha otorgado a María un poder tan grande contra los diablos, que más temen ellos, según muchas veces han declarado a su pesar por la boca de los posesos, uno solo de los suspiros de María en favor de algún alma, que las oraciones de todos los santos, y una sola amenaza suya contra ellos, más que todos los otros tormentos.

“Lo que Lucifer perdió por orgullo, ganólo María por humildad; lo que Eva condenó y perdió por desobediencia, salvólo María por su obediencia. Eva, obedeciendo la voz de la serpiente, perdió consigo a todos sus hijos y los entregó al poder de Satanás. María, conservándose perfectamente fiel a Dios, ha salvado con Ella a todos sus hijos y servidores y los ha consagrado a la Majestad divina.

“Dios no sólo ha creado una enemistad, sino enemistades y no sólo entre María y el demonio, sino entre la descendencia de la Santísima Virgen y la del diablo; es decir, que Dios ha levantado enemistades, antipatías y odios secretos entre los verdaderos hijos y servidores de su Madre y los hijos y esclavos del demonio; por eso no se aman mutuamente ni tienen correspondencia interior unos con otros. Los hijos de Belial, los esclavos de Satanás, los amigos del mundo (pues estos distintos nombres significan una misma cosa), han perseguido incesantemente hasta aquí y perseguirán todavía más que nunca a aquellos y aquellas que pertenezcan a la Santísima Virgen, así como en otro tiempo Caín persiguió a su hermano Abel, y Esaú a su hermano Jacob, que son figuras de los réprobos y de los predestinados. Pero la humildad de María triunfará siempre del orgulloso demonio; y la victoria será tan grande, que llegará hasta aplastarle la cabeza, en donde reside su orgullo. Ella descubrirá siempre su malicia de serpiente, hará manifiestas sus tramas infernales, disipará sus consejos diabólicos y a sus fieles servidores los librará hasta el fin de los tiempos de sus crueles garras.

“Pero el poder de María sobre todos los diablos brillará particularmente en los últimos tiempos, en que Satanás pondrá asechanzas a su talón, es decir, a sus humildes esclavos y a sus pobres hijos, que Ella suscitará para hacerle la guerra. Serán pequeños y pobres, según el mundo, y rebajados ante los otros como el talón, hollados y oprimidos como el talón lo es respecto de los demás miembros del cuerpo; mas, en cambio, serán ricos de las gracias de Dios, que María les distribuirá abundantemente, grandes y exaltados en santidad delante de Dios, superiores a toda criatura por su celo inflamado y tan fuertemente apoyados en el socorro divino, que con la humildad de su talón, en unión de María, aplastarán la cabeza del diablo y harán triunfar a Jesucristo”. (S. Luis María Grignion de Montfort, Obras Completas, Tratado de la verdadera devoción, Págs. 468–471 o núms. 51 a 53, BAC, Madrid 1954).

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